DIALÉCTICA (CONTRADICCIÓN) DE LA SALUD VS LA ENFERMEDAD EN LA ESPECIE HUMANA
Junio de 2025
Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
Introducción.
El rasgo más general de la vida es la contradicción y en particular el metabolismo (anabolismo vs catabolismo). En este sentido, el metabolismo es el rasgo contradictorio más general y esencial que define la vida, pero existen muchos aspectos contradictorios específicos, entre los que destacan:
a. El cuerpo humano es la unidad contradictoria de la salud vs la enfermedad.
b. Los organismos vivos y sus órganos son la unidad contradictoria de la fisiología (función) vs la anatomía o estructura.
La función determina la anatomía y existen simultámente en en todos los organimos y desde luego incluye a la especie humana.
c. En los animales la respiración es la unidad contradictoria de la inhalación vs la exhalación.
En los animales la inhalación implica la entrada de aire desde las fosas nasales hasta los pulmones y su contraparte consiste en la salida del aire desde los pulmones hasta las fosas nasales.
d. En los animales la contradiccuón: contracción (sístole) vs dilatación (diástole) del corazón mueve la sangre a través de las arterias (salida) vs la llegada de através de las venas.
e. El ph de los animales es la unidad contradictoria de lo ácido vs lo alcalino.
El ritmo biológico circadiamo es la unidad contradictoria del día vs la noche, procesos contradictorios que condicionan el metabolismo.
f. Reproducción celular esla unidad contradictoria de: mitósis (células somáticas) vs meiosis (células sexuales). Procesos biológicos contradictorios que garantizan la continuidad de la vida.
g. Los organismos vivos es la unidad contradictoria de la vida vs la muerte.
Diariamente se están muriendo células y al mimo se están renovando Ejemplo glóbulps rojos de la sangre.
h. El sistema endocrino las hormonas tienen sus contrapartes para mantener el equilibro metabólico (insulina vs glucagón, melatonina vs cortisol, grelina vs leptina, etc.).
i. en los organismos vivos en general existe la unidad contradictoria: cargas positivas vs cargas negativas en todas sus células para mantener la neutralidad eléctrica.
j. En las neuronas de los sistemas nerviosos de los animales, la contradicción : cargas positivas (sodio) más abundantes en exterior de las células vs cargas positivas en interior celular (potasio) menos abudantes, causan la polarización vs despolarización que mueven los impulsos nerviosos a través de las neuronas.
k. El sistema nervioso autónomo es la unidad contradictoria del sistema nervioso simpático (acción del cuerpo) vs sistema nervioso parasimpático (reposo).
l. El movimiento biológico es la unidad contradictoria de evolución vs revolución de las especies vivas
n. Otras contradicciones biológicas: movimiento muscular (contracción vs estiramiento), nervios (aferentes vs eferentes), proteinas (aminas vs aminoácidos), lipoproteinas (LDL vs HDL), bioquímica (oxidación vs reducción), etc.
En resumen es la contradicción la que mueve a la vida, un prolongado proceso (movimiento) de acumulación de cambios cuantitavos graduales, que culminan en la aparición repentiva de una nueva cualidad, y como set trata de un movimiento contradictorio, tiene que producirse doble negación para retornar al punto de partida; es decir, la naturaleza biológica es cíclica. En pocas palabras la Biología es dialéctica, porque la dialéctica es la ciencia de la contradicción.
1. Marco de referencia biológico.
De acuerdo a lo expueso en la introducción, la contradicción mueve la vida, un prolongado proceso (movimiento) de acumulación de cambios cuantitavos graduales, que culminan en la aparición repentiva de una nueva cualidad, y como se trata de un movimiento contradictorio, tiene que producirse doble negación para retornar al punto de partida; es decir, la naturaleza biológica es cíclica. En pocas palabras la Biología es dialéctica, porque la dialéctica es la ciencia de la contradicción.
El descubrimiento de las leyes biológicas generales es de trascental importancia, pues tien un carácter teórico y metodológico que nos orientan en el estudio de nuevos problemas biológicos, porque lo general está contenido parcialmente en los objetos biológicos particulares, ya que fin de la ciencia biológica es descubrir lo general y esencial (leyes), contenidas en los objetos de estudio biológicos.
Aplicanado las tres leyes biológicas generales expuestas al tema que nos ocupa: la salud es negada por la diabetes mellitus tipo 2, luego ésta es negada por medio de una alimentación sana + actividad física, para recuperar la salud.
2. Impacto del sueño vs insomnio en la salud y las enfermedades.
El sueño ha estado marginado por los profesionales de la salud. Solo le han dado importancia al control de las enfermedades; sin embargo, no dormir las horas de sueño recomendadas provoca insomnio que destruye el sistema inmunitario del cuerpo humano y lo hace más susceptible a enfermedades, incluyendo el envejecimiento. Por el contrario, dormir bien mejora diferentes funciones cerebrales como son: capacidad de memoria, memoria, toma de decisiones y elecciones lógicas (pensamiento abstracto).
En el cuerpo el sueño reparador favorece al sistema inmunitario, previene infecciones, evita todo tipo de enfermedades, mejora la microbiota intestinal, importante para la salud, disminuye la presión arterial, crucial para evitar enfermedades cardio vasculares y cerebro vasculares que causan los infartos.
En síntesis: "El sueño [reparador] es lo más eficaz que podemos hacer para restablecer nuestra salud cerebral y corporal todos los días, el mayor esfuerzo de la madre naturaleza contra la muerte...Los científicos han descubierto un nuevo tratamiento revolucionario que mejora la memoria y la creatividad. Te mantiene delgado y reduce los antojos; te protege del cáncer y la demencia; te defiende de resfriados y gripes; disminuye el riesgo de ataques cardiacos e infartos, por no mencionar la diabetes. En fin, hará que te sientas más feliz, menos deprimido y menos ansioso" (Walker, 2020). El mismo autor prosigue: ..."la pérdida de sueño [insomnio] produce efectos devastadores en el cerebro relacionados con numerosas afecciones neurológicas y psiquiátricas (por ejemplo, el alzhéimer, la ansiedad, la depresión, el trastorno bipolar, el suicidio, los accidentes cerebrovasculares y el dolor crónico, y en todos los sistemas fisiológicos del cuerpo, (por ejemplo, cáncer, diabetes, ataques cardíacos, infertilidad, aumento de peso, obesidad e inmunodeficiencia). Ninguna faceta del cuerpo humano se salva del daño invalidante y nocivo de la pérdida de sueño". Sin embargo, ningún médico receta la cura del insomnio, a pesar de sus consecuencias catastróficas para la salud y de ser el primer pilar de una vida saludab
3. Alimentos y su metabolismo.
Dado que la nutrición depende de los alimentos que ingerimos, los cuales al metabolizarse aportan los nutrientes esenciales para que el organismo humano se desarrolle normalmente. Así pues, el alimento aporta el combustible para que el organismo humano funcione. Así lo conciben Sebrell y Haggerty (1981) cuando, afirman que el ser humano consume energía para respirar, para caminar, para levantarse, para mover un órgano e incluso para pensar. La especie humana obtiene esa energía de los alimentos que consume: los “quema” biológicamente con la concurrencia del oxígeno. Mientras la cantidad de alimento se mide por su contenido energético, su calidad se determina por su composición química. Se requieren determinados elementos químicos y compuestos para nutrir al incontable número de células que componen el cuerpo humano. Cada tipo de célula tiene una función que desarrollar y de acuerdo con ella tiene que alimentarse. La nutrición humana como ciencia se remonta a la Grecia clásica, particularmente con los trabajos de Hipócrates, pero un salto cualitativo en su desarrollo, se produce a fines del siglo XVIII en Francia en pleno ambiente revolucionario. Lavoisier y Laplace ya sabían que el aire -atmósfera- es, esencialmente, una mezcla de oxígeno y nitrógeno. Pero descubrieron que en la respiración se producía un cambio radical: desaparecía casi todo el oxígeno del aire inhalado para ser reemplazado por el bióxido de carbono en el aire exhalado. Más aún, la cantidad de oxígeno reemplazado durante la respiración de un animal era casi exactamente la cantidad necesaria para mantener ardiendo un fuego que diera tanto calor como el cuerpo del animal y lo probaron quemando carbón en una cámara y midiendo su “respiración” de oxígeno. En consecuencia, los dos científicos dedujeron que el oxígeno perdido del aire se combinaba con alguna sustancia o algunas sustancias dentro del cuerpo del animal. En efecto, ciertas sustancias “ardían” dentro del cuerpo. En el proceso se consumía una parte del oxígeno y el calor producido por la combustión mantenía la temperatura del cuerpo del animal. Como dijo Lavoisier en una disertación publicada en 1783, la “respiración es una combustión muy lenta, por supuesto, pero, por lo demás, exactamente igual a la del carbón”. Poco después de la muerte de Lavoisier, descubrieron que el cuerpo es muy sensible a la composición química de su combustible. Empezaron a descomponer los alimentos en sus laboratorios para descubrir que principios nutritivos son esenciales en el organismo humano y en que alimentos se pueden encontrar. Casi en seguida identificaron cuatro grupos diferentes de nutrientes: carbohidratos, grasas, proteínas y minerales, cada uno de los cuales correspondía a una clase distinta de compuestos químicos. Las grasas y los carbohidratos aportan casi toda la energía que necesita el cuerpo. Son las principales fuentes de combustible que el organismo humano “quema” para cubrir sus necesidades energéticas. Los carbohidratos (azúcares y almidones de las legumbres y las frutas) son compuestos orgánicos formados por los elementos carbono, hidrógeno y oxígeno. Los carbohidratos se descomponen fácilmente en reacciones que terminan produciendo bióxido de carbono y agua, así como energía que se almacena como ATP -Adenosin Trifosfato- que es utilizada por el cuerpo humano. Se libera más energía con el consumo de grasas, las cuales están formadas casi en su totalidad por carbono e hidrógeno. Las proteínas, también en condiciones especiales suministran energía, pero sus funciones principales son estructurales, enzimáticas y hormonales. Las proteínas figuran entre las biomoléculas más grandes: son estructuras muy largas formadas por aminoácidos, compuestos formados químicamente por carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno, esenciales para la nutrición del ser humano. Las proteínas de los alimentos se fragmentan en el sistema digestivo en aminoácidos, se reúnen en nuevas combinaciones para formar las proteínas que el cuerpo humano requiere. La nutrición adecuada requiere proteínas, grasas y carbohidratos, pero también necesita pequeñas cantidades de un cuarto grupo de nutrientes: el de los minerales, tales como el calcio que da dureza a los huesos y los dientes, y el hierro, combinado en una biomolécula compleja de naturaleza proteínica en la sangre, la hemoglobina, que se encarga de distribuir el oxígeno a través de todo el cuerpo, para que al combinarse con la glucosa se genera la energía que el cuerpo humano necesita. En los alimentos también hay un quinto grupo de nutrientes esenciales, las vitaminas, que dadas sus cantidades tan pequeñas no fue posible descubrirlas hasta el siglo XX. Casimir Funk, químico polaco, había aislado un compuesto químico, una amina, que usó para curar el beriberi en sus experimentos con palomas. Funk indicó que toda una familia de compuestos de naturaleza amina desempeñaban un papel importante en la nutrición, tan vital que la falta de cualquiera de ellos podía provocar una enfermedad mortal. Y propuso que a la familia se le diera el nombre de vitaminas, del latín vita, vida y amina. Las investigaciones científicas posteriores demostraron que no todas esas sustancias eran aminas. Con el descubrimiento de las vitaminas (complejos compuestos químicos que desempeñan funciones decisivas en la regulación de los procesos orgánicos) se concluyó con la identificación de los cinco grupos de nutrientes esenciales para la nutrición del cuerpo humano, cuyos elementos químicos y/o compuestos se estimaban en la década de 1960 en 45. En la lista de elementos y/o sustancias esenciales para la nutrición humana, figuran también el oxígeno y el agua, que generalmente no se consideran alimentos, pero, cuyas funciones son cruciales para la vida en general y para la especie humana en particular. Pero, como demostró Lavoisier, el oxígeno es esencial para la “quema” biológica del alimento en el cuerpo. El agua es igualmente esencial, pues las soluciones acuosas son básicas para los procesos bioquímicos y para el transporte de los nutrientes en el ser humano. De las lista de los 45 nutrientes esenciales, 17 son minerales. Entre estos están el calcio, cloro, hierro, magnesio, fósforo, potasio, sodio, y azufre en cantidades que oscilan entre 10 y 2500 miligramos diarios. Se necesita mucho menos, apenas 0.14 miligramos diarios para satisfacer las necesidades de los nueve restantes minerales, que son: cromo, cobalto, cobre, flúor, yodo, manganeso, molibdeno, selenio y cinc. También, las vitaminas, el cuerpo humano las requiere en pequeñas cantidades, de tal forma que incluso las cantidades más reducidas de los minerales parecen grandes. Un miligramo de vitamina A que ayuda a activar las células de los ojos, sensibles a la luz, es suficiente para un día; la cantidad de vitamina B12 que ayuda a formar los glóbulos de la sangre es de 0.003 miligramos al día. En la actualidad se han descubierto 13 vitaminas (A, C, D, E, K y los ocho miembros del complejo vitamínico B) que son esenciales para la salud humana; todas desempeñan un papel vital en la bioquímica del ser humano, al grado de que la falta de cualquiera de ellas es causa de enfermedades.
Los alimentos al ser catabolizados por el sistema digestivo liberan sus componentes básicos –azúcares simples principalmente glucosa, ácidos grasos, glicerol y aminoácidos- que, filtrados por el intestino delgado a la sangre y su posterior distribución por el sistema cardio-vascular a todo el organismo, en los que por el anabolismo se incorporan a las estructuras del cuerpo o son almacenados como fuentes de energía.
Los autores antes citados describen en forma sintética el metabolismo de los carbohidratos, los lípidos y las proteínas contenidos en los alimentos. En lo referente a los carbohidratos, los complejos como son los almidones, tienen que ser metabolizados inicialmente en carbohidratos más simples, principalmente glucosa. Esta tiende a almacenarse como azúcar de reserva energética, como glucógeno en el hígado y los músculos y ni siquiera alcanza un kilo; solo en algunas ocasiones se convierte en grasa. Únicamente cuando las células musculares y hepáticas no pueden retener más glucógeno (una cantidad suficiente para cubrir nuestras necesidades de 12 a 14 horas), la glucosa sobrante se convierte en grasa y se almacena en el hígado y en el tejido adiposo. Durante y después de las comidas (estado de absorción), el organismo y sus células se alimentan directamente de la glucosa de los alimentos ingeridos. Entre comidas (estado de pos-absorción), bajan los niveles de glucosa en sangre, lo cual provoca un cambio importante en el metabolismos en la mayoría de las células. El cuerpo tiene que conseguir la glucosa por otros medios para poder mantener estables los niveles en sangre (70 ml/dl-110 ml/dl). El mantenimiento de los niveles de glucosa a lo largo del día y de la noche es esencial, ya que ciertas células del cuerpo solo utilizan este azúcar como fuente de energía; tal es el caso de las células del sistema nervioso central (cerebro y columna vertebral), los eritrocitos (células de la sangre) y la médula renal. La glucosa, que durante el estado de absorción se obtiene directamente de los alimentos ingeridos, en el estado de pos-absorción se consigue principalmente del hígado a través de las reservas de glucógeno y del glicerol de los triglicéridos. El glucógeno está formado por moléculas compactas de glucosa que se almacenan cuando hay un exceso de ésta y que, mediante el proceso denominado glucogenólisis, se desdoblan para liberar de nuevo la glucosa al torrente sanguíneo. El glucógeno del hígado se desdobla directamente en glucosa, mientras que el de los músculos se oxida primero en lactato y piruvato, que luego se transportan al hígado para sintetizar glucosa. El glicerol: es uno de los componentes básicos de la estructura química de los triglicéridos y se convierte en glucosa en el hígado en un proceso llamado gluconeogénesis. Este proceso ocurre cuando las reservas de carbohidratos disminuyen considerablemente. Es más, a fin de reservar la glucosa del glucógeno y del glicerol para las células del sistema nervioso central, los eritrocitos y la médula renal, el resto de células dejan de consumir glucosa como fuente de energía durante el estado de pos-absorción y acuden directamente a los ácidos grasos de los triglicéridos como fuente principal de energía. Asimismo, los aminoácidos de las proteínas pueden utilizarse para sintetizar glucosa (proceso también denominado gluconeogénesis), pero solo cumplen esa función durante el ayuno prolongado. En lo relativo al metabolismo de los lípidos, en su mayoría son triglicéridos (también denominados triacilgliceroles o grasa neutra) y es la forma principal de almacenamiento de energía en el cuerpo. Los triglicéridos están formados químicamente por el glicerol y los ácidos grasos. Otros lípidos, los fosfolípidos (como la lecitina) y el colesterol, desempeñan funciones estructurales, entre otras. Los ácidos grasos son el carburante lipídico principal para el ser humano y más del 95% de éstos se almacenan en el tejido adiposo en forma de triglicéridos. Después de la digestión y la absorción de la grasa de los alimentos a través de la pared del intestino delgado, los triglicéridos son transportados por unas moléculas especiales (las lipoproteínas de muy baja densidad y los quilomicrones) hasta el hígado y el tejido adiposo. En donde se almacenan. Cuando el organismo necesita quemar los triglicéridos para suministrar energía, éstos mismos se hidrolizan primero dentro del tejido graso para separar el glicerol de los ácidos grasos. Estos dos sustratos son transportados luego a la sangre (el glicerol en forma libre y los ácidos grasos unidos a unas moléculas de albúmina -proteína- para formar los ácidos grasos libres) hasta donde son necesarios, con el fin de generar energía para los tejidos, previa oxidación. Los triglicéridos se queman de la siguiente forma: el glicerol, que solo constituye un 5% de la energía total de los triglicéridos, se oxida en un proceso idéntico a la oxidación de la glucosa; mientras que los ácidos grasos tienen que sufrir una degradación previa, denominada beta-oxidación, antes de seguir la misma ruta de oxidación de la glucosa. Estos procesos de hidrólisis y oxidación de los triglicéridos ocurren cuando disminuyen los niveles de glucosa en la sangre, por ejemplo, entre comidas o en un ayuno. En tales ocasiones, casi todas las células del organismo, excepto las ya mencionadas (sistema nervioso central, eritrocitos y médula renal) recurren a los ácidos grasos para cubrir sus necesidades energéticas, garantizando así una fuente de energía en ausencia de glucosa. Finalmente, el metabolismo de las proteínas, consiste en la liberación durante la digestión de sus componentes estructurales básicos: los aminoácidos. La función principal de las proteínas es estructural y no energética, y se utiliza principalmente para reparar células, así como en la síntesis de enzimas y de proteínas musculares (miocina, actina, etc.) y plasmáticas (hemoglobina), y de la mayoría de hormonas esteroideas, como los estrógenos, la testosterona, etc., que se sintetizan a partir del colesterol. Muy pocos aminoácidos pueden almacenarse como tales; su exceso puede utilizarse como fuente de energía o almacenarse, previa conversión en carbohidratos (glucosa o glucógeno) o en grasas (ácidos grasos). De esta manera, los aminoácidos se transforman en sustratos de energía, cuando hay un excedente, se convierten en glucosa en el interior del hígado, para utilizarse directamente como fuente de energía o se depositan como grasa en el hígado y en el tejido graso, para oxidarse posteriormente y utilizarse como fuente de energía o se depositan, de modo secundario, como glucógeno (azúcar de reserva) en el hígado y los músculos. La oxidación de los aminoácidos para aportar energía siempre conlleva la formación de grandes cantidades de amoniaco, compuesto extremadamente tóxico compuesto a base de nitrógeno. El nitrógeno tiene que eliminarse para no dañar el organismo y se convierte en urea en el hígado compuesto nitrogenado que se elimina con la orina a través de los riñones, igual que otros compuestos tóxicos terminales del metabolismo de las proteínas, como el ácido úrico y la creatinina. Por esta razón, es mejor no sobrepasar los niveles mínimos de proteína en la dieta a fin de evitar la producción de cantidades elevadas de dichos compuestos.
4. Historia de la alimentación
4.1. Alimentación paleolítica
La naturaleza de la economía
del período paleolítico, condicionó el estilo de vida del hombre paleolítico. En
este sentido, se expresan Ballón y Gamboa (2008) al caracterizar al hombre
primitivo, como un gran nómada, es decir, un gran caminante en búsqueda de sus
alimentos y con la fortaleza física necesaria para cargar sus productos recolectados y
cazados, así como para huir de las inclemencias del tiempo y de los depredadores. Es
probable que solo corriera para cazar o para huir de los peligros. Seguramente
la actividad física también estuvo vinculada a las prácticas guerreras,
actividad necesaria en las luchas por conquistas personales y territoriales.
Con respecto a la
alimentación, Guelman (2006) argumenta que la dieta del paleolítico que, culmina
con el Homo sapiens era
esencialmente carnívora, por las siguientes razones:
a). Todavía existían algunos
depredadores, por lo cual era riesgoso que las mujeres y los niños salieran a
la recolección de productos vegetales.
b). El cazar y cocinar un
animal era mucho menos laborioso que procesar alimentos vegetales que, con
excepción de las frutas y algunas otras partes vegetales más, no podían ser
digeridos directamente.
c). Aspectos ecológicos que
condicionaban la obtención de productos vegetales y combustible (energía), dado que se
trató de una época en la que ocurría la última glaciación.
d). El cazar tenía también
un profundo significado socio-cultural: “dejar de ser presa y ser cazador”.
e). La carne obtenida de la
cacería variada proveía al ser humano de todos los nutrientes esenciales como
ningún otro tipo de alimento lo hace, y podía vivirse perfectamente con una
dieta exclusiva de carne, aún siendo “cruda”, tal como lo han hecho los
esquimales hasta nuestro días. Más aún, la capacidad estomacal que posee el
hombre moderno es propia de un gran cazador, ya que llenando el estómago una
vez alcanza sobradamente para subsistir al menos dos días, lo cual no ocurre en
los grande herbívoros. Es interesante que la gran mayoría de la humanidad
continuara comiendo una vez al día hasta finales del siglo XIX, y
sugestivamente se debe recalcar que la obesidad prácticamente no existía hasta
esa época. La única excepción era que la clase aristocrática, dada su posición
social poseía una mayor disponibilidad de alimentos. La alimentación
esencialmente carnívora prevaleció hasta hace aproximadamente 10,000 años,
cuando paralelamente en Europa y América, apreció la domesticación de plantas
–agricultura- y animales –ganadería-.
Valenzuela (2007) argumenta
que, el Homo ergaster –"hombre
trabajador"-, que sucedió al Australopithecus afarensis, hace aproximadamente dos millones de años, se
caracterizaba por su nomadismo, inicialmente carroñero que en su desarrollo, se
transformó en un mono obeso. Se trató de un homínido muy semejante a nuestra
fisonomía actual, que pudo medir hasta 1.80 metros y con un volumen cerebral de
1000 centímetros cúbicos (c.c), 60% de nuestro volumen cerebral. Al Homo ergaster, quien podría haber sido
el primer Homo erectus, le tocó vivir
en condiciones mucho más duras que sus antecesores. Evolutivamente debió
padecer un cambio trascendental: o consolidarse como un herbívoro o convertirse
en un omnívoro-carnívoro “a la fuerza”. Los herbívoros tienen un sistema
digestivo mucho más complejo y más grande que los carnívoros, ya que su proceso
digestivo es más prolongado. Esto los obliga a tener un cuerpo de mayor tamaño,
pesado y de movimiento lento. Por el contrario, los carnívoros tienen un
sistema digestivo más corto, ya que el proceso de digestión de sus alimentos,
principalmente carne y grasa, es mucho más rápido que en los herbívoros, con lo
cual pueden ser de menor tamaño, más ágiles y rápidos, condición esencial para
alcanzar a sus presas. El Australopithecus
afarensis, desarrolló un sistema digestivo más similar al de los
carnívoros, sin serlo, que al de los herbívoros, con lo cual, el Homo ergaster, aunque no tengamos
certeza de que sea su descendiente directo, tenía la misma estructura en su
sistema digestivo. Su estructura anatómica lo obligó a seguir el camino de los
omnívoros-carnívoros, abandonando para siempre la opción de ser herbívoro. Al
transformarse en un carnívoro no adaptado, se hizo más marcada la insulino
resistencia del tejido muscular. Los carnívoros por naturaleza son
fisiológicamente insulino resistentes, ya que su dieta está constituida
esencialmente por proteínas y grasas, y muy pocos carbohidratos, por lo cual
deben desarrollar insulino resistencia, tanto a nivel del tejido muscular como
del tejido adiposo (no hay carnívoros obesos). La gluconeogénesis a partir de
los aminoácidos es particularmente activa en los carnívoros absolutos. De esta
forma, sus músculos solo consumen ácidos grasos y aminoácidos como fuentes
energéticas, su tejido adiposo acumula reservas muy restringidas de
triglicéridos debido al poco aporte dietario de carbohidratos, ya que estos son
esencialmente reservados para la función del cerebro. Sino fuese así, un gato o
un tigre, después de su almuerzo, consistente de solo carne y grasa, podrían
desmayarse después de devorar a su presa. La insulino resistencia muscular fue
la clave para sobrevivir los períodos de hambruna muy frecuentes para el Homo ergaster. La glucogénesis hepática
y renal (durante el ayuno prolongado hasta un 40% de la glucogénesis es renal),
que permite mantener la glucemia en niveles normales durante el ayuno, se hace
mucho más efectiva si el músculo esquelético presenta insulino resistencia, ya
que este tejido se obliga a utilizar ácidos grasos provenientes de las reservas
del tejido adiposo reservando, a su vez, a la
glucosa para un consumo casi exclusivo por parte del cerebro y de los
eritrocitos, los dos tejidos altamente dependientes de la glucosa para sus
funciones bioquímicas. La insulino resistencia muscular, al producir altos
niveles de insulina circulante, favorece la acumulación de triglicéridos en el
tejido adiposo, con lo cual favorece la adipogénesis. De esta forma el Homo
ergaster, al ser un carnívoro no adaptado, consolidó la insulino resistencia
necesaria para los carnívoros verdaderos, y favoreció la acumulación de las
reservas energéticas en el tejido adiposo. Dicho de otra forma, el genotipo
del “gen ahorrador”, consolidó al fenotipo del “mono obeso”. Es probable que
también se consolidara una leptino resistencia, para asegurar que la regulación
de la saciedad se alcanzara a niveles mayores de leptina circulante producida
por el tejido adiposo, con lo cual se lograba una mayor acumulación de reservas
energéticas para los períodos de hambruna que seguían al festín derivado del
cazar, o más bien de encontrar una presa a medio comer lista para el carroñeo. El
Homo ergaster, dotado de un cerebro
de 1000 c.c., capaz de utilizar utensilios para cazar, y que se movilizaba en
grandes grupos para optimizar su propia defensa y alimentación, comenzó a
abandonar África y a colonizar Asia y Europa, migración que duró miles de años.
Algunos descendientes del Homo ergaster
permanecieron en África, desarrollándose en forma independiente. Su cerebro
aumentó en tamaño y complejidad, originando la única especie humana que hoy día
puebla la Tierra, el Homo sapiens.
Del grupo de migrantes destaca el Hombre
de Cro-Magnon, cuyos restos fósiles se encontraron en Francia y España. El Hombre de Cro-Magnon, era un
individuo alto, aproximadamente 1.80-1.90 metros, poco macizo, de huesos largos
y poca musculatura, muy ágil, y un experto cazador, conocedor del fuego y más
tarde artífice del hacha, el arco y la flecha. Su dieta, mayoritariamente
carnívora, era hiperproteica muy similar a la de los Inuits (esquimales)
actuales, quienes ingieren el 50% de sus requerimientos energéticos en forma de
proteínas. El único mecanismo fisiológico que permite sobrevivir a una dieta
hiperproteica es la insulino resistencia, ya consolidada en estos Homos. La insulino resistencia conlleva
un hiperinsulinismo, el que a su vez estimula la actividad biosintética del
tejido adiposo, la que se expresa en una acumulación de triglicéridos en los
adipocitos. A este efecto, se debe agregar la leptino resistencia que favorecía
la ingesta de grandes cantidades de alimento, precisamente carne, para
enfrentar los períodos de hambruna, y el inclemente frío de las últimas
glaciaciones que tuvo que enfrentar nuestro antepasado. El arte de la caza lo
practicó no solo con los animales terrestres, también con los de origen marino,
con lo cual los peces, moluscos y mamíferos marinos constituyeron un importante
aporte de ácido omega 3 –ácido docosahexanoico- , que influyó notablemente en
el mejor desarrollo de su cerebro en tamaño y complejidad. Es evidente, que la dieta paleolítica, basada esencialmente en proteinas y grasas derivadas de la caza de animales terrestres y acuáticos, fue decisiva para la conversión del Australopithecus afarensis en Homo habilis.
Cordain (2011) desglosa los componentes fundamentales de la dieta
paleolítica y los detalla así:
a). El hombre primitivo no
consumía productos lácteos.
b). No consumía cereales
–granos- prácticamente nunca.
c). No salaban ni
adicionaban sal a los alimentos.
d). La única azúcar que
consumían era la miel, cuando ocasionalmente tenían la suerte de encontrarla.
e). La carne magra –poca grasa- de la caza de animales salvajes era la predominante en el consumo
del hombre primitivo, por lo que el consumo de proteína era muy elevado según
el criterio moderno; mientras el consumo de carbohidratos era mucho más bajo.
f). Prácticamente todos los
carbohidratos que consumían provenían de frutas y verduras silvestres no
feculentas. Por lo tanto, el consumo de carbohidratos era mucho más bajo y el
de fibra mucho más elevada que el que se obtiene con la típica dieta moderna.
g). Las principales grasas
de la dieta paleolítica eran saludables, monoinsaturadas, poliinsaturadas y
omega-3, no las grasas saturadas que predominan en las dietas modernas.
g). Además, de la dieta el hombre desarrollaba una intensa actividad física –nomadismo-, asociada
a la naturaleza de la recolección de productos vegetales y la caza de animales
salvajes.
Perlmutter y Loberg (2014)
afirman que, en estado de reposo, 20% del oxígeno que se consume lo usa el
cerebro, el cual solo representa el 2% del peso del cuerpo humano. En términos
evolutivos, la capacidad de usar las cetonas como fuente de energía cuando se
agota el azúcar en la sangre y no hay glucógeno disponible, se volvió
obligatoria si la especie humana primitiva quería sobrevivir y seguir cazando y
recolectando. La cetosis resultó ser entonces ser un paso fundamental en la
evolución humana, pues permitió a la especie humana sobrevivir durante las
épocas de escasez. Los autores se apoyan en una cita textual de de Gary Taubes,
para argumentar la importancia de la cetosis en la evolución de la especie
humana primitiva, en condiciones en las que no hay glucosa en la sangre, como
fue el caso de casi el 100% del largo período paleolítico, en que se moldeó el
genoma que todavía está en el hombre actual: “Podemos definir esta cetosis leve como el estado normal del
metabolismo humano cuando no estamos comiendo los carbohidratos que no
existieron en la dieta humana durante 99.9% de nuestra historia. Como tal, la
cetosis no solo es un estado natural, sino incluso es una condición en
particular saludable”.
Los rasgos que caracterizan al estilo de vida paleolítico, se esquematizan en la siguiente imagen.
Imagen 1. Estilo de vida paleolítco
En la imagen precedente es evidente que el estilo de vida implica la dieta alimenticia, la forma de vida (nomadismo) y la producción basada en la tecnología -aplicación de los instrumentos de trabajo a la producción-. Esta consistió fundamentalmente en la apropiación directa de lo que la naturaleza aportaba -productos vegetales y animales-, para cubrie las necesidades del metabolismo de la especie humana primitiva.
4.2. Alimentación neolítica.
En lo relativo a la dieta humana, se produjo también un cambio cualitativo fundamental, puesto, que los productos vegetales diversos característicos de la dieta paleolítica, se redujeron a unos cuantos cereales –granos- principalmente el trigo, el arroz y el maíz. Estos se caracterizan en su forma natural por sus elevados contenidos en almidón –carbohidrato- y para hacerlos más digeribles por el sistema digestivo, fueron sometidos a la acción del fuego para su cocción y a un procesamiento de molienda artesanal. Con su procesamiento artesanal y cocción por el fuego, fueron desprovistos parcialmente de sus cualidades naturales –germen, fibra, minerales, proteínas, vitaminas y las imprescindibles enzimas-; por consiguiente, su metabolismo cambió. Con las nuevas cualidades de los alimentos, su transformación metabólica fue relativamente más fácil; en consecuencia, la filtración a la sangre de glucosa fue más rápida. En respuesta, el organismo humano, a través del páncreas, produjo insulina –hormona- para distribuir la glucosa a las células. Primero a los músculos y al hígado para almacenarla en forma de glucógeno. Si todavía, ocasionalmente ocurrían excedentes, se almacenaba como triglicéridos –grasas- en el tejido adiposo. Así, se generó la obesidad y asociada con ella la diabetes mellitus tipo 2. La obesidad fue la respuesta anatómica (forma) a la transformación del contenido alimentario. En este sentido no es casual que se haya registrado en el período neolítico el origen de dichas enfermedades crónicas, aunque solo ocurrieron ocasionalmente. A la ingesta de cereales procesados artesanalmente se aunaron los de origen animal, como fueron los lácteos y la carne de los animales domesticados, que por sinergia también coadyuvaron al origen esporádico de las enfermedades crónicas mencionadas. Aunado a lo anterior, con la mayor disponibilidad de alimentos producidos en un espacio finito limitado, se produjeron los asentamientos humanos, así como el sedentarismo, que junto con la dieta neolítica, dieron origen a un nuevo estilo de vida que relevó parcialmente al viejo estilo de vida paleolítico.
El estilo de vida neolítico se presenta en la imagen siguiente.
Imagen 2. Estilo de vida neolítica
En la imagen previa se observan los rasgos fundamentales del estilo de vida neolítico: economía basada en la agricultura que aportaba los alimentos de origen vegetal y la ganadería que aportaba los alimentos de origen animal; la vivienda fija; la cerámica; las herramientas y el sedentarismo asociado a los rasgos descritos.
4.3. Alimentación moderna.
4.3.1.
Revolución industrial.
La Revolución Industrial se
produce en el marco del capitalismo e inicia en Inglaterra entre 1750 y 1850,
posteriormente se extiende tardíamente en los países subdesarrollados, como
México, cuya industrialización se genera parcialmente a mediados del siglo XX. La
industrialización alteró profundamente la naturaleza de los productos
agropecuarios en dos sentidos: por un lado, la agricultura y la ganadería
fueron sometidas a un proceso de mecanización y aplicación de productos químicos en la producción de los
alimentos; por otro, los productos agropecuarios
fueron sometidos a un proceso de industrialización que alteró radicalmente sus cualidades
naturales alimenticias. Específicamente se produjo un procesamiento industrial
de los productos naturales, tanto vegetales como animales. Desde de la década de 1840, se inició la refinación de los cereales,
particularmente el trigo y luego la refinación del azúcar, productos industriales,
cuyo uso se generalizó a fines del siglo XIX. Posteriormente, en la primera década del siglo
XX, los aceites vegetales líquidos, fueron sometidos a hidrogenación, proceso industrial que requiere elevada temperatura -500°C-, para convertirlos en gasas sólidas "trans", con lo que se suprimieron sus cualidades alimenticias naturales. La palabra “trans” se
refiere a la configuración química artificial de la grasa después de ser
hidrogenada. La grasa "trans" está vinculada a enfermedades del corazón y al
cáncer, debido a que el organismo no está adaptado para metabolizarlas. Además, los productos animales fueron sometidos a
procesos de industrialización y adición de conservadores, así como de
refrigeración permanente, con lo que también perdieron sus cualidades
naturales, impactando así severamente la calidad de la alimentación moderna de la
especie humana. Así pues, la revolución industrial ha impactado y sigue impactando la cantidad y la calidad de los alimentos y su consecuente metabolismo.
4.3.2.
Dieta moderna
Con la industrializacíon de los alimentos se produjo una gran cantidad de los mismos, la aparición de lo que propiamente se llama dieta, pues no exitió restrcción en la disponibilidad de alimentos.
El impacto de la
industrialización en la dieta alimentaria fue catastrófico. En este sentido se
pronuncia, Guelman (2006) al escribir que los cereales y sus derivados como
aceites y harinas, los lácteos y las grasas animales, procesadas, así como el
azúcar producto de la caña y su refinación, resultan nocivos para el ser humano
cuando son consumidos en exceso, ya que forman parte de alimentos altamente
energéticos y con gran contenido de ácidos grasos saturados que, por su
agradable sabor, son apetecibles para el cuerpo humano. En estas condiciones,
es más difícil bajar de peso siendo vegetariano que carnívoro, ya que:
a). La dieta vegetariana
incluye a los alimentos que más fácilmente aportan calorías.
b). La mayoría está
compuesta principalmente de carbohidratos, que requieren menos energía para
asimilarse, esto es porque si bien los cereales son indigeribles sin cocinar,
refinados y cocinados ingresan a nuestro metabolismo energético con menos
esfuerzo que el necesario para incorporar las proteínas o las grasas.
c). Producen menor saciedad
y por mucho menos tiempo que las carnes, lo que implica sentir hambre más de una
vez al día.
El estilo de vida de
nuestros ancestros, con frecuente actividad física, contrasta con el modo de
vida sedentario y el creciente consumo de grasas y azúcares productos de su
industrialización. Esto se asocia a un aumento de la obesidad, hiperlipidemias,
caries dentarias, así como la diabetes, cáncer, osteoporosis y otras
enfermedades crónicas.
Las harinas blancas
refinadas utilizadas en la industria panificadora y su acompañante el azúcar
blanco refinado que, además, está ampliamente extendido como dulcificante en
las bebidas caseras –café, te, leche, chocolate, etc.,-, han provocado el
aumento dramático de las enfermedades crónicas, principalmente la obesidad y la
diabetes mellitus tipo 2 y las derivadas de las mismas. Así lo argumenta el Dr.
Reuben (?), para el caso del azúcar, pero que también se puede generalizar a las
harinas, dado que ambos comparten la naturaleza de ser carbohidratos altamente
refinados. Explica que cuando se ingiere azúcar en abundancia puede llegar al
extremo de provocar la muerte. No hay duda que la diabetes mellitus, conocida
como “diabetes del azúcar”, es ocasionada por el consumo excesivo de azúcar
refinada y, en menor grado de carbohidratos refinados. Cuando se consume azúcar
refinada, y ésta penetra en el torrente sanguíneo, el páncreas produce una
sustancia química –hormona- llamada insulina, que regula el nivel de azúcar en
la sangre. La insulina tiene efectos inmediatos en la reducción del nivel de
azúcar en la sangre, para proteger a los órganos vitales del cuerpo humano,
incluyendo al cerebro, de una sobredosis de azúcar. Una cantidad excesiva de
azúcar en la sangre puede ocasionar un padecimiento que se conoce como coma
diabético, el cual puede producir daño rápido y permanente en el cerebro y,
después la muerte. Una cantidad excesiva de insulina, puede provocar un choque
insulínico, que también puede producir daño cerebral y la muerte. Por eso el
diabético, durante toda su vida oscila entre el coma diabético y el choque
insulínico. No importa el cuidado con que controle su dieta, no importa la
constancia con que tome su insulina, el diabético puede adquirir una grave
infección a partir del más leve rasguño, o puede sufrir gangrena –muerte- en
dedos de manos y pies, así como en otras partes del cuerpo, sin previo aviso,
teniendo que sufrir su amputación. Es extremadamente vulnerable a la presión
sanguínea alta, existe una tasa inmensamente elevada de ataques cardíacos entre
los diabéticos y también la posibilidad de que queden ciegos parcial o
totalmente. La insuficiencia renal es otro problema serio que corren los
diabéticos. Y la medicina “moderna” no tiene otra cosa que ofrecer al diabético
que una receta para una jeringa, una aguja y un frasco de insulina. El médico
prescribe una dieta, que ninguna persona normal podría seguir, y le da otra
cita para el mes siguiente. Este tratamiento es el que ha enriquecido
fabulosamente a los pocos laboratorios que producen insulina y, al mismo
tiempo, ha convertido en adictos a millones de diabéticos. Se han elaborado
medicamentos antidiabéticos orales, pero no han sido muy efectivos, y ya se han
retirado apresuradamente del mercado uno o dos de ellos. Pero existe una manera
para mejorar la salud del diabético que no cuesta un centavo y que, en realidad,
lo puede ayudar a superar con demasía su enfermedad, por medio del
conocimiento. En primer lugar se tiene que comprender que la diabetes no es
simplemente una deficiencia de insulina. De hecho el diabético tiende a tener
más insulina que lo que uno esperaría. La diabetes es el resultado del
agotamiento del páncreas debido a una constante sobredosis de azúcar refinada y
carbohidratos refinados. Existen tantas pruebas de esto que es increíble que se
haya pasado por alto durante tanto tiempo. El resultado que viene a
continuación es la evidencia científica, incontrovertible, que establece a la
diabetes como el resultado del agotamiento pancreático, debido al consumo
excesivo de azúcares y carbohidratos refinados. La diabetes es casi desconocida
en los países no industrializados, que casi no consumen azúcar y carbohidratos
refinados. Tanto pronto como las poblaciones de estos países empiezan a
consumir azúcar y carbohidratos refinados, la diabetes empieza a tomar auge. Generalmente,
existe un período de 20 años a partir del inicio del consumo de azúcar y
carbohidratos refinados para que la diabetes se convierta en una epidemia. Esto
también es válido para el individuo. Se ha argumentado que la diabetes tiene un
componente hereditario, para justificar que la ingesta de azúcar y harinas
refinadas nada tiene que ver. Esto es falso.
El mismo autor continua argumentando que la dieta moderna es
elevada en azúcares y harinas refinados –carbohidratos- y se encuentra tan
arraigada la costumbre en la alimentación, a tal grado que la mayoría de la
gente considera normal el consumo diario de cereales, pan y pasta; pero sus
consecuencias en la salud humana son desastrosas.
Dadas las consecuenciias catastróficas causadas por el excesino consumo de azúcar y carbohidratos refinados en la salud, es
necesario comprender el metabolismo de los hidratos de carbono. Al respecto, Yates (2013) escribe que lo que tenemos que sacar de la cabeza es que la mayoría de nuestras comidas necesitan constar de cereales, pan y pasta. por el contrario nuestro cuerpo florecerá si se le permite utilizar las grasas como fuente principal de
energía, más eficiente y duradera que la producida por la quema de
carbohidratos, sin subidas y bajadas de los niveles de azúcar y sin tener que
comer cada hora. Los hidratos de carbono son esenciales para sustentar las
diferentes funciones biológicas, pero al cuerpo se le facilita el utilizar los
carbohidratos como la fuente principal de combustible porque es más rápido y
más fácil. Lo que está sucediendo en la sociedad actual es que se consumen
demasiados carbohidratos de mala calidad. En respuesta, el páncreas produce
insulina. Si se atasca al cuerpo de carbohidratos (azúcares), el cuerpo
liberará una sobredosis de insulina para poder absorberlos, porque un exceso de
glucosa flotando en el flujo sanguíneo es peligroso. Si esto sucede durante
todo el día (porque se necesita comer frecuentemente por el tipo de
combustible), en consecuencia, el cuerpo estará almacenando el exceso de
glucosa. Esta se convierte en glucógeno, que se almacena en el hígado y en los
músculos, como reserva de fuente de energía y cuando esos depósitos se saturan,
el excedente de glucosa se convierte en grasa, en forma de triglicéridos
(grasas en sangre) y tejido adiposo (grasa corporal). El cuerpo está usando los
carbohidratos como fuente principal de energía, de modo que se necesita comer
continuamente para tener energía, pero se está acumulando demasiada energía.
Pero sus depósitos de glucógeno están repletos, porque nunca tiene la
oportunidad de consumir esas reservas. De modo que el cuerpo, nunca se le
da la oportunidad de acceder a las grasas que ha almacenado. El cuerpo termina
engordando demasiado por la excesiva acumulación de triglicéridos en el tejido
adiposo. Así se produce la obesidad, enfermedad que es la antesala de otras
enfermedades crónicas, como son la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y afecciones
cardio-vasculares, enfermedades metabólicas que dan origen a lo que la Organización Mundial de la Salud conoce como Síndrome Metabólico.
En otro pasaje la autora antes citada escribe que lo que denominamos comida ha cambiado mucho en los últimos ciencuenta años. sólo se tiene que pasear por un supermercado y fijarse en el carro de la compra semanal de una familia corriente, ¿Cuántos de los alimentos que en el carro sw pondrán mohosos o se estropearán en unos pocos días?. Probablemente, la mayor parte tenga fecha de caducidad de seis meses o más. La comida real por el contrario no dura. Se descompone y enmohece; una señal que es algo que merece la pena comer. Los alimentos vivos, naturales, contienen enzimas; y son esas enzimas las que provocan la descomposición de los alimentos mediante la oxidación, el oscurecimiento y la maduración. Los alimentos envasados están llenos de conservantes y aditivos que impiden su deterioro y esos los productos que hay que evitar para favorecer la salud. ¿De modo que obtenemos la mayor parte de nuestra comoda de la industria alimentaria?. ¡Y es esa comida la que nos llena de calorías (energía) carentes carentes de nutrientes!. A primera vista, apostaría que es también ahí donde empiezan todos los problemas de salud actuales relacionados con el estilo de vida. Ya no comemos comida real. Comemos sustancias parecidas a comida, procesadas, hechas y envasadas por la industria alimentaria, y estamos sufriendo las consecuencias.
.
El impacto de la dieta moderna se presenta en la imagen que a continuación se presenta.
Imagen 3. Estilo de vida moderno y su impacto en la salud humana
Como lo muestra la imagen anterior, la dieta moderna está basada en un consumo excesivo de azúcares simples y carbohidratos refinados, aunado a un excesivo consumo de grasas "trans", así como déficits en el consumo de antioxidantes naturales -frutas y verduras- y ácidos grasos poliinsaturados, principalmente el omega-3, contaminantes derivados de la industria; y, el excesivo sedentarismo. En suma el estilo de vida moderno, ha dado origen a la obesidad como respuesta anatómica al contenido alimentario de la dieta moderna, así como enfermedades asociadas que en conjunto han contribuido al surgimiento del Síndrome Metabólico.
5. Salud vs enfermedad.
La salud (Yates, 2013) cita a la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo internacional que define a la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social y no meramente la ausencia de enfermedad o dolencias". De acuerdo a la anterior definición la mayor parte de la población mundial está enferma, debido a la vida estresante, contaminación ambiental, relaciones sociales tóxicas, etc.
Dubos y Pines (1980) escribieron que en 1865 Claude Bernar se percató que el oganismo humano tiene mecanismos contradictorios, que le pemiten estar en equilibrio con su medio ambiente externo e interno, y concluyó que la estabilidad del ambiente interno es el requisito esencial para la salud. Posteriormente Walter Cannnon en la segunda década del siglo XX demostró ex perimentalmente que la constancia relativa del cuerpo humano está controlada por el sistema nervioso autónomo y por las hormonas. Fascinado por sus descubrimientos en 1932 los plasmó en libro, cuyo título fue la sabiduría del organismo. En este libro introdujo un nuevo concepto al que denominó "homeostasis, que en griego significa "permanece igual". Además, agregó que la palabra no significa inmovilidad total,sino constancia relativa.
Los mismos autores prosiguen: "Cuando todos los mecanismo homeostáticos funcionan eficazmente, el organismo se enfrenta con las duras pruebas que se le presentan de tal manera que impide la enfermedad y permite un fucionamiento normal. Un ejercicio muscular grande, por ejemplo, produce grandes cantidades de ácido láctico. Si esta ácido se acumula en los músculos sin ser neutralizado, haría que la sangre fuese menos alcalina. Se requieren grandes cantidades de oxígeno para transformar este ácido láctico otra vez azúcar muscular. Sin embargo, el organismo no puede admitir más de 4 litros de oxígeno por minuto, mucho menos del que se necesita para llevar a cabo la transformación. La solución es dejar acumular durante un tiempo el ácido láctico neutralizado: los músculos contnuan funcionando, pero menos eficazmente. Una vez terminado el ejercicio se paga el débito de oxígeno; al jadear y respirar con rapidez, entra al organismo suficiente oxígeno fresco para transformar el exceso de ácido láctico en glicógeno". Así pues, son los mecanismos contradictorios los que permiten recuperar la normalidad (homeostasis).
Las enfermedades infecciosas fueron comunes por mucho tiempo. Solo a fines del siglo XVIII (1796) Edward Jenner descubrió la vacuna contra viruela; a mediados del siglo XIX, Louis Pasteur, desarrolló las vacunas contra el cólera aviar, el ántrax y la rabia ; y durante el siglo XX se descubriron las vacunas contra la tosferina (1914). difteria (1926), tétanos (1938), fiebre amarilla y poliomielitis.
Todas las enfermedades infecciosas siguen el mismo mecanismo: curan la enfermedad que ha negado la salud y recuperan la saludo mediamte la inyección del virus atenuado. Es decir, la enfermedad, se cura con la propia enfermedad pero en dosis atenuada. para el caso de enfermedades causadas por bacterias, se controla con antibióticos, pero siguen el mismo mecanismo: la enfermedad niega a la salud y el antiótico cura la enfermedad para recuperar la salud.
Para el caso de la covid 19 la vacuna no consistió en la inyección del virus atenuado que lo causaba, sino en utilzar otra técnica: uso del ARN del cuerpo humano para que al aplicar la inyección produjera la proteina (anticuerpo) que se acplara con el antígeno del virus para destruirlo, para recuperar la salud de las personas infectadas.
Para las enfermedades de la modernidad que no tienen las mismas causas para combatirlas con vacunas y antibióticos, ya que no son producidas por agentes infecciosos, sino que son de naturaleza metabólica. La medicina convencional las ha tratado con medicamentos (pastillas, inyecciones y en caso de emergencias con cirugías). Sus resultados son limitados, porque son efermedades complejas, que para curarse requieren cambios radicales en el estilo de vida (sueño + alimentación sana + actividad física), cura la enfermedad para recuperar la salud.
6. Estrategias para controlar las enfermedades metabólicas más importantes.
6.1. Obesidad y diabetes mellitus tipo2
6.1.1. Ayuno (hambre)
Rolf (2009) escribe acerca
del hambre como estrategia para mejorar la salud de la especie humana y se
apoya en una cita de Richard Weindruch en el Scientific American: “la reducción de la ingesta calórica (léase pasar
hambre) es la única intervención conocida en los seres vivos capaz de potenciar
sus sistemas inmunológicos al punto de aumentar cercano al doble el largo de la
vida media de toda especie animal”. Es evidente la importancia del hambre
–ayuno- para la prolongación de la vida media y con ello de la salud. Los animales
salvajes viven pendientes de encontrar
comida y habitualmente tienen hambre, solo que están acostumbrados a ella. Y
así vivían nuestros ancestros y los mismos humanos, hasta hace 10,000 años atrás,
en constante movimiento para obtener el sustento alimenticio diario, mediante
la caza de animales salvajes y/o la recolección de alimentos vegetales, ya que no tenían forma de
acumular alimento. Pero desde la invención de la agricultura y la ganadería,
hace 10,000 años, con la producción de los cultivos y de ganado, se produjo un excedente de
alimentos, sin necesidad de hacer mucho esfuerzo físico. Esta revolución
productiva ha logrado que los humanos finalmente se liberen de la esclavitud de
la recolección y caza diarios y el nomadismo. Alimentarse en base a una ingesta
óptima para la salud, implica necesariamente restringir las calorías totales,
no alimentarse en exceso, es decir, hay que pasar hambre. Solo así se logra que
baje la glucemia (contenido de glucosa en la sangre) de un promedio de 90 mg/dl
de sangre, a un valor cercano a 60 ml/dl de sangre, cantidad de glucemia que
necesariamente implica pasar hambre. Es precisamente durante los períodos de
ayuno –hambre- cuando el organismo humano debe sobrevivir (en la naturaleza era
lo más común y por períodos largos a veces) hasta la nueva comida. Y por
consiguiente se reduce el metabolismo (para ahorrar energía), con lo que baja
la oxidación mitocondrial generalmente dañina (a genes y todo tipo de moléculas), y
se propicia un proceso de “reparación” interna del cuerpo humano. A más ayuno
pasando más hambre, habrá más reparación en genes y menos daño oxidativo, por
consiguiente, más salud. Particularmente si al alimentarse se hace con
verduras y frutas que son los únicos alimentos que contienen antioxidantes que
efectivamente ayudan a neutralizar el daño por oxidación, no las trazas
comerciales de antioxidantes agregadas a lácteos u a otros alimentos energético
de altos índices glucémicos. Para acostumbrase a ayunos más largos de varios
días e inclusive ayunos terapéuticos de unas pocas semanas, es prerrequisito
esencial haber acostumbrado al organismo a solo una comida diaria al anochecer
–no al amanecer-, con la finalidad de que el cuerpo produzca glucagón –hormona
que estimula la producción de glucosa a partir de la grasa- a lo largo del día
previamente inducido por el ayuno nocturno. Además, mantener la actividad
física en condiciones de ayuno, es de lejos la mejor combinación, ya que se
producen fuertes pulsos secretores de somatotropina, hormona que produce
factores de crecimiento celular y la neurogénesis en el hipocampo. Debido a
nuestro ancestro primate, buena parte de la dañina oxidación mitocondrial se logra neutralizar mediante la gran diversidad de antioxidantes contenidos
en hojas y frutos. Y como esto se viene haciendo desde hace 60 millones de
años, nos ha legado un sistema digestivo cuyo funcionamiento óptimo es
altamente dependiente de vegetales (verduras y frutos), a las que solo hay que
agregar unas pocas proteínas diarias de buena calidad. Así pues, el alimentarse
a “placer” y sin esfuerzo físico, no fue el paraíso esperado que levantó con
tanta esperanza nuestra inteligencia aplicada -tecnología-. La inmensa mayoría
de nuestras enfermedades son producto de nuestra forma de vivir -estilo de vida- que no respeta
las restricciones impuestas por la naturaleza biológica de nuestros organismos. Tales enfermedades no
existen en los pocos pueblos recolectores y cazadores que aun subsisten en
aislados, áridos, o boscosos territorios marginados por completo de la vida
“civilizada”. Nos hemos demorado 10,000 años en comprender que nuestro
organismo fue forjado en base a una bioquímica de un significativo menor
metabolismo que la alimentación a placer que provee la agricultura y la ganadería
industrializadas, y este menor metabolismo pre neolítico es lo que permite la
mayor reparación de genes y potencia una súper salud. Cien siglos hemos
necesitado para comenzar a asimilar las bondades del hambre y de una tranquila
actividad física no competitiva.
Fung (2021) escribió que sus pacientes enfermos de diabetes mellitus tipo 2: "Su salud, su vida, dependía de que redujeran su nivel de insulina. Si les resultaba difícil evitar ciertos alimentos, ¿por qué no hacerlo de la de forma más sencilla posible? Podían simplemente, no comer nada en absoluto, en una palabra, ayuno...ayunar es la intervención alimenticia más antigua del mundo...no sólo es la más famosa e increible, sino que está certificada por la historia".
6.1.2.
Dietas 3x1, cetogénica y otras.
Suárez (2013) explica que "la diabetes se puede controlar al punto de que les llega a parecer que no tienen diabetes. Aquí el punto es que o usted controla la diabetes o la diabetes lo controlará a usted. Usted decide... Todo el daño al cuerpo es causado por el exceso de glucosa en la sangre y el exceso de glucosa en la sangre se controla principalmente reduciendo los carbohidratos refinados, los almidones y las azúcarez, que son a lo que llamo Almentos Tipo E". La contra parte de los Alimentos Tipo E (enemigos del control de la disbetes), son los Alimentos Tipo A (amigos del control de la diabetes).
Además, el autor mencionado, propone una dieta 3x1 en la que los Alimentos Tipo A representen el 75% (3/4) y los Alimentos Tipo E represente el 25% de la dieta (1/4), de acuerdo a la siguiente tabla:
CLASES DE ALIMENTOS | EJEMPLOS | EFECTO EN EL CUERPO | TIPO |
Alimentos que producen poca glucosa y requieren de poca insulina. | Carnes, pollo, pavo, pescado, mariscos, quesos, huevos, vegetales, jugos de vegetales, ensalada, almendras nueces. | Amigos del control de la diabetes | A |
Alimentos que producen mucha glucosa y requieren de mucha insulina | Pan, pasta, harina, arroz, plátano, papa, tubérculos, cereales, azúcar, dulces, chocolates, leche, jugos de frutas, refrescos azucarados, tortillas, tostadas, sopes, tamales. | Enemigos del control de la diabetes [producen obesidad o grodura]. | E |
Perlmutter y Loberg (2015) escriben
que un mecanismo fundamental del cuerpo humano, es su capacidad de convertir
las grasas en combustible vital durante las temporadas de escasez. El
metabolismo del cuerpo humano rompe las grasas en moléculas especiales llamadas
cetonas; una de ellas es el ácido beta-hidroxibutírico (beta-HBA), fuente de
energía superior para el cerebro. Lo anterior, no solo proporciona argumentos
convincentes sobre los beneficios de un ayuno intermitente para nutrir al
cerebro, por contradictorio que parezca al sentido común. A diferencia del de
otros mamíferos, nuestro cerebro puede utilizar una fuente alternativa de
calorías durante períodos de escasez. Por lo regular, nuestro consumo diario de
comida abastece al cerebro de glucosa para usarla como combustible. Entre
comidas, el cerebro recibe un flujo continuo de glucosa que se forma al
metabolizarse el glucógeno, sobre todo el almacenado en el hígado y los
músculos. Sin embargo, las reservas de glucógeno solo pueden aportar glucosa
con la que cuentan y, una vez que se agotan, el metabolismo cambia para generar
nuevas moléculas de glucosa a partir de aminoácidos aportados por las proteínas
que se encuentran sobre todo en los músculos. Este proceso se le conoce como
gluconeogénesis. Viéndolo por el lado positivo, añade glucosa necesaria al
sistema; sin embargo, por el lado negativo, sacrifica moléculas proteínicas
existentes, y la descomposición muscular no es precisamente un proceso bueno
para un cazador o un recolector hambriento. Por fortuna, la fisiología humana
ofrece otro tipo de reacción para encender y activar el cerebro. Cuando ya no
hay comida disponible, después del tercer día el hígado empieza a usar la grasa
del cuerpo para generar las cetonas. Entonces el beta-HBA sirve como fuente de
energía de alta eficiencia para el cerebro. Dicha fuente alternativa de
combustible ayuda a reducir la dependencia del cuerpo de la gluconeogénesis y,
por lo tanto, permite conservar la masa muscular. La idea de reducir de manera
sustancial la ingesta calórica diaria no resulta atractiva para muchas
personas, a pesar de ser una opción alimentaria poderosa no solo para mejorar
la función cerebral, sino también la salud. Sin embargo, el ayuno intermitente
–que implica una restricción absoluta de comida durante 24 a 72 horas en
intervalos regulares durante el año- es mucho más manejable. Las
investigaciones han demostrado que muchas de las reacciones bioquímicas que
proporcionan salud y fortalecen el cerebro, y que son activadas por la
restricción calórica, se ponen en marcha de manera similar a través del ayuno,
así sea por períodos relativamente cortos. Lo anterior se contrapone a la
mentalidad convencional que indica que el ayuno desacelera el metabolismo y
obliga al cuerpo a entrar en “modo de inanición” y a almacenar grasa. Por el
contrario, el ayuno da al cuerpo beneficios que le permiten acelerar y mejorar
la pérdida de peso, por no mencionar el impacto positivo que tiene en la salud
del cerebro. El ayuno obliga al cerebro a dejar de usar la glucosa como fuente
de energía y a utilizar, en vez de eso, las cetonas que produce el hígado. En
términos simples, el ayuno promueve la producción de energía y sienta las bases
para un mejor funcionamiento cerebral y una mayor agudeza. A lo largo de la historia el cuerpo humano ha
recurrido a la grasa como fuente alimenticia con alta densidad calórica que
mantuvo a la especie humana delgada y funcionado bien en nuestros ancestros
cazadores y recolectores. Así pues, cuando el cuerpo quema grasa en lugar de
carbohidratos, se produce un estado de cetosis, que no tiene nada de malo, pues
el cuerpo está equipado para esta situación desde el momento en que apareció el
hombre primitivo en la Tierra. De hecho, un estado de cetosis leve es
saludable. Cuando recién se levanta uno en la mañana el cuerpo presenta un
estado de cetosis leve, porque el hígado está movilizando grasa corporal para
usarla como combustible. Tanto el corazón como el cerebro funcionan con 25% más
de eficiencia al estar expuestos a cetonas que a la azúcar en la sangre. Asimismo,
las neuronas prosperan saludablemente cuando son alimentadas por las cetonas.
Una dieta meramente cetogénica obtiene entre el 80% y 90% de las calorías de
las grasas, y el resto de los carbohidratos y las proteínas. Sin duda es algo
extremo, pero no se olvide que las cetonas son, por mucho, el combustible
cerebral más eficiente.
La importancia de las grasas saludables en la nutrición humana, principalmente como fuente de energía, se observan en la imagen siguiente.
Imagen 4. Kilo-calorías -energía- aportadas por los macro-nutrientes
En la imagen mostrada, se lee que la obesidad es el resultado de un des-balance energético: se consumen más calorías que las que se gastan. Además, es evidente que las grasas son las que más kilo-calorías rinden (9) en comparación con los carbohidratos y las proteinas, que solo aportan 4 kilo-calorías/gramo.
Teicholz (2017) concluye en suliro que "A lo largo de la última década, una montaña de estudios científicos de alto nivel atestiguando la importancia de la grasa en la dieta ha crecido hasta tal punto en que la evidencia acumulada es casi innegable. Se ha demostrado que un régimen y bajo en carbohidratos combate la enfermedad cardiaca, la obesidad y la diabetes; lleva hacia mejores resultados de salud que la llamada dieta mediterránea en pruebas frente a frente, y es mucho mejor que el acercamiento estándard bajo en grasa que ha sido la recomendación oficial de las naciones occidentales durante medio siglo".
Bayter (2024) concluye en el capítulo 4 dedicado a la diabetes mellitus, la pandemia del siglo de su libro: El poder de sanar: "la diabetes es una enfermedad que hoy tiene un origen perfectamente definido y cuando el origen está definido la solución es fácil de instaurar. La diabetes tipo 2 la construye cada persona a lo largo de décadas a partir de los carbohidratos que mete a su boca. La manera de evitar esta enfermedad es disminuir los carbohidratos de la dieta a lo mínimo, y estos, principalmente las verduras verdes, deben tener un bajo índice glicémico para evitar que el azúcar en la sangre aumente por encima de 100 a 120 mg/dl después de comer. Para revertir la enfermedad, igual, se deebe estar dispuesto a dejar lo que la generó. Al alimentarse para sanar, haciendo una dieta keto perfecta como un estilo de vida, del 60 al 97% de los pacientes lograrán parar el daño de la enfermedad, en muchos casos revertirla y además dejar de tomar la medicación. Este proceso se debe hacer siempre acompañado por un médico, que esté pendiente del progreso de la enfermedad, de los resultados de los exámenes y de cuando comenzar a bajar las dosis de los medicamentos de manera lenta y progresiva, hasta que en un lapso de 6 meses a dos años la persona puede estar libre dde píldoras e inyecciones".
Como la diabetes es parte integrante del síndrome metabólico (presión arterial alta, diabetes, obesidad, triglicéridos elevados y enfermedad cardiovascular), su reversión puede extenderse a las restantes enfermedades del sídrome metabólico como lo expone el autor citado.
5.1.3.
Eliminación de harinas y azúcares refinados
El Dr. Reuben (?) argumenta que
la diabetes se puede controlar de forma natural. Así lo explica: en primer
lugar para salvar a los enfermos de diabetes, hay que tirar de la despensa de la
cocina todos los azúcares y harinas refinados. Leer las etiquetas y si se
encuentra en nombres como: sucrosa –azúcar de mesa-, fructuosa, glucosa,
maltosa, lactosa, galactosa, miel de caña, miel de maíz, azúcar invertida,
dextrosa y cualquier otra cosa que
sugiera presencia de azúcar refinada. Deshacerse de la mayonesa, de la salsa cátsup,
de todos los refrescos, de todos los cereales para el desayuno que
contengan azúcar, de todos los pays
comerciales, pasteles, dulces, galletas, bocadillos y postres de gelatinas
comerciales, y de todo aquello que sea fuente oculta de azúcar refinada. Tirar
todo el pan blanco. En resumen que la cocina quede libre lo más posible de
azúcar y carbohidratos refinados. Después de que haya restaurado la cordura y
la razón en la cocina, implementar una dieta alta en fibra. En realidad solo se
trata de darle al diabético una dieta normal, compuesta por carbohidratos no
refinados y mucha fibra. En esta dieta no se consume azúcar. Otra alternativa
mucho mejor, sería eliminar todo el azúcar refinado de la dieta, así como todos
los carbohidratos. En esta forma la poca insulina que el páncreas dañado
todavía pueda producir será suficiente para asimilar, el azúcar, sin la
necesidad de inyección de insulina embotellada. El tratamiento de la diabetes, se basa en el hecho de que el
diabético puede producir hasta el 65% de la insulina que necesita. Si se
consumen carbohidratos sin refinar el páncreas dañado podrá realizar su función
más o menos bien. Pero si le atasca con carbohidratos refinados lo dañará aun
más. En suma, la mejor forma de prevenir la diabetes y la obesidad que le antecede, es seguir el ejemplo de
las llamadas sociedades primitivas –paleodieta-, y eliminar completamente el
azúcar y los carbohidratos refinados de la dieta.
7.
Conclusiones.
Sueño + alimentación sana + actividad física = salud
Sueño + alimentación moderna ("chatarra") + sedentarismo = enfermedad.
La salud es equilibrio (homeostasis) y la enfermedad desequilibrio (alteración de la estabilidad relativa de la homeostasis más allá de sus límites).
El sueño reparador es el primer pilar de la salud y el insomnio (falta o deficiencia de sueño) hace más susceptible a las enfermedades del cuerpo humano,
Para el caso de la salud vs la enfermedad, tal como se explicó en el marco de referencia biológico, la salud es negada por la enfermedad y esta es negada por su cura de acuerdo a su naturaleza, para recuperar la salud: es decir, se cumple las tres leyes: ley de la contradicción biológica para mantener el equilibrio (homeostasis) y al mismo movimiento biológico (cantidad vs cualidad) y por la doble negación (carácter cíclico), recobrar la salud.
La nutrición desde el hombre
primitivo hasta el hombre actual está basada en carbohidratos, grasas o
lípidos, proteínas, vitaminas y minerales. Lo que ha variado es la proporción
de su cantidad y calidad, en correspondencia con el modo de producir -economía- y procesar
los alimentos.
De los macromutrientes (carbohidratos, grasas y proteinas) los carbohidratos no son esenciales, ya que el hígado los sintetiza a partir de las proteinas y grasas, a través del proceso de gluconeoénesis.
Los alimentos durante el prolongado período paleolítico prácticamente
no sufrieron cambios significativos y dado el estilo de vida, basado en una alimentación que privilegiaba las grasas y proteínas derivadas de la caza de animales
salvajes -terrestres y acuáticos-, así como frutos, verduras y ocasionalmente miel aportadas por la recolección, aunada a una
intensa actividad física, así como ayunos obligados frecuentes, condiciones que en su
totalidad favorecieron un metabolismo de los alimentos eficiente,
cuya respuesta fue la ausencia de obesidad. Durante el
periodo neolítico y la revolución industrial la tecnología alimentaria se
desarrolló significativamente sobre todo en la segunda y su impacto tecnológico en
el procesamiento de los alimentos fue radical. Ante la nueva situación el
metabolismo cambió, a tal grado que se generaron problemas de obesidad como
respuesta a la profunda transformación en la calidad natural
de los alimentos; en el neolítico en forma ocasional y permanente durante la Revolución industrial, con lo que la obesidad se generalizó con las enfermedades concomitantes
asociadas: diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y problemas cardio-vasculares, todos conjuntados dieron origen al Síndrome Metabólico.
La alimentación paleolítica del hombre primitivo, se basó esencialmente en
proteínas y grasas contenidas en la carne magra de los animales cazados y en
menor proporción de carbohidratos complejos, contenidos en las frutas y
verduras. Además, por la naturaleza de la economía de apropiación directa, se
trató de hombres cazadores y recolectores nómadas, que tuvieron que recorrer
grandes distancias para obtener sus alimentos y para huir de sus depredadores, es decir, la alimentación fundamentalmente carnívora, se complementaba con una intensa actividad física.
Esta dieta perduró desde la aparición del hombre primitivo el Homo habilis hace aproximadamente 2
millones de años, hasta el hombre moderno –Homo
sapiens- hace 35, 000 años. Dado el período tan largo de casi 2 millones de años sentó las bases
de nuestro genoma humano.
La revolución tecnológica
producida hace 10,000 años en la agricultura y la ganadería implicó una
profunda transformación en la alimentación del hombre neolítico. En las nuevas
condiciones, la nutrición varió cuantitativa y cualitativamente. Ahora, el mayor
peso lo tuvieron los cereales –granos- con alto contenido de almidón
–carbohidrato- y con procesamiento artesanal, básicamente molienda y cocción al
fuego, procesos físicos que alteraron su contenido natural al ser desprovistos de sus
cualidades originales –germen, fibra, minerales, proteínas, vitaminas y las
imprescindibles enzimas- y en menor proporción proteínas y grasas derivados de lácteos y carne de los animales domesticados. Además, junto con la domesticación de
plantas y animales, apareció el sedentarismo, derivado de la naturaleza de la
nueva economía –producción por el hombre y la naturaleza de los alimentos en
espacios relativamente fijos-, la cual implicó una revolución en la
productividad, con la que se produjo una mayor disponibilidad de alimentos. Los nuevos alimentos, con una mayor cantidad de cereales –granos- transformados
parcialmente por la industria artesanal en detrimento de las grasas y
proteínas, así como el sedentarismo, inauguraron un nuevo estilo de vida que
relevó parcialmente al viejo estilo de vida paleolítico.
El mayor impacto en la dieta
de la especie humana se produjo como consecuencia de la Revolución Industrial, implementada en
Inglaterra entre 1750 y 1850 y en los países subdesarrollados se generó tardíamente hasta mediados del siglo pasado. Sus consecuencias en la alimentación fueron más radicales, debido a una mayor intensidad en el
procesamiento industrial de los cereales, específicamente de su refinación, que
produjo las harinas puras muy finas, desprovistas totalmente de sus cualidades
naturales. A lo anterior, hay que agregar la refinación del azúcar de la caña,
cuyo uso se ha extendido más allá de la industria panificadora, como endulzante
de muchos productos y como aditivo en muchos
productos industriales. Además, en la década de 1970 se produjo industrialmente
el jarabe de maíz -alta fructuosa-, que es el que ha relevado al azúcar
refinado como endulzante y su consumo se ha extendido masivamente. En suma, las
harinas y azúcares refinados, junto con la alta fructuosa, son los que componen la
actual dieta moderna derivada de la industrialización agro-alimentaria y dada su
naturaleza descrita, su metabolismo digestivo es muy rápido, generando elevados
contenidos de glucosa en la sangre, azúcar simple que es regulado para su consumo en
las células por la insulina y cuyo excedente se almacena parcialmente en los
músculos y en el hígado como glucógeno y el resto se deposita en el tejido
adiposo –grasa- como triglicéridos. Así se han generado enfermedades crónicas
como la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y alteraciones cardio-vasculares. El complemento de la elevada ingesta de harinas refinadas y azúcares y grasas "trans" derivadas de los aceites vegetales y las carnes
procesadas industrialmente, que también han coadyuvado e intensificado la
presencia de las enfermedades crónicas enumeradas anteriormente. En síntesis,
con la revolución industrial y su impacto en el procesamiento de los alimentos,
ahora sí se ha relevado totalmente a la vieja dieta paleolítica del
hombre primitivo.
Dada la catástrofe que ha
provocado la dieta moderna derivada de la industrialización de los alimentos en
la salud del ser humano, cada vez más se extiende en una mayor población la
necesidad de una dieta alternativa, basada en una dieta equilibrada
cuantitativamente y cualitativamente, es decir, en la combinación adecuada de
grasas saludables (saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturas) y proteínas, contenidas en carnes
saludables, junto con una adecuada proporción de carbohidratos complejos aportados
principalmente por frutas de bajo índice glucémico y verduras. Así, se está produciendo gradualmente y
con muchas dificultades, el retorno a
la vieja dieta paleolítica, mejorada en correspondencia con la nueva tendencias alimentaria alternativa saludables que se abre paso. El triunfo de la nueva
dieta alternativa, solo será posible realmente, cuando no sean las empresas, principalmente trasnacionales alimentarias y farmacéuticas las que decidan las
políticas alimentarias, a las cuales no les interesa la producción de alimentos saludables y la cura de enfermedades porque no son negocio para ellas.
8.
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