domingo, 21 de septiembre de 2025

MÉTODO CIENTÍFICO GENERAL DE LAS CIENCIAS


Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valentin02111956@gmail.com


Introducción

El objetivo de la ciencia en general es el descubrimiento de la esencia que está oculta detrás de la apariencia de los objetos sensibles. La ciencia como forma suprema de la conciencia social, tiene como rasgo fundamental reflejar la esencia material en forma de conceptos, leyes y definiciones, expresiones lógicas de la esencia, en las que se expresa la verdad de la apariencia de los objetos percibidos por la sensibilidad del sujeto cognoscente.

Para descubrir la esencia se requiere de un método que corresponda al contenido del objeto material de estudio. Independientemente de si se trata de ciencias naturales o de ciencias sociales, la “herramienta” mental más poderosa con que cuenta el sujeto cognoscente, es la abstracción. Esta es una actividad racional que consiste en prescindir de los aspectos singulares o casuales de los objetos de estudio para destacar las propiedades universales y esenciales que constituyen su fundamento. La abstracción se utiliza en todas las ciencias; tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias sociales; la única diferencia es que en las ciencias naturales se recurre al experimento para probar la hipótesis planteada; en cambio, en las ciencias sociales, la prueba de la hipótesis se basa en datos históricos empíricos existentes. Pero en ambos casos, la abstracción se aplica a los datos empíricos derivados del experimento en las ciencias naturales y a los datos históricos empíricos existentes en las ciencias sociales, para "depurarlos" de las contingencias -casualidades- y singularidades del objeto de estudio.

El primer resultado de la abstracción científica en la primera fase del movimiento del conocimiento de lo sensible a lo abstracto, es el concepto más general que expresa lógicamente el rasgo más universal de los objetos singulares bajo estudio. El concepto abstracto, producto de la abstracción, es la expresión lógica sintética de una multitud de fenómenos singulares. En este sentido, el concepto, es lo uno en lo múltiple, lo universal en la diversidad de los objetos singulares. Como la verdad está en la esencia, es decir, en el aspecto interno de los objetos sensibles; por consiguiente, la abstracción, tiene que descubrir no solo lo general, sino lo universal y esencial. La esencia es universal, puesto, que es lo uno, en la multitud de objetos singulares en que se manifiesta. Con el concepto abstracto, aparece la verdad abstracta. Esta es la más simple y como tal es unilateral e incompleta; en consecuencia, el conocimiento científico no concluye con la misma; tiene que moverse de lo abstracto a lo concreto del pensamiento y así transformar dialécticamente la verdad abstracta en verdad concreta. Esta es el resultado de una serie de abstracciones cada vez más particulares para apropiarse mentalmente del objeto de estudio en su totalidad concreta.

La abstracción es un actividad mental compleja de naturaleza cíclica y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.

Así pues, el conocimiento científico se mueve cíclicamente: del objeto concreto sensible a lo abstracto, resultado de la abstracción científica y de lo abstracto a la reproducción mental del objeto concreto; pero no es el retorno al objeto sensible, sino al objeto reconstruido lógicamente. De ambos momentos del movimiento cíclico del conocimiento científico, el más importante es el ascenso de lo abstracto a lo concreto, ya que permite reproducir mentalmente al objeto de estudio en su totalidad concreta.



1. Marco de referencia teórico

El fundamento teórico del movimiento del conocimiento científico está en la ley universal de la contradicción que opera en las ciencias naturales, ciencias sociales y del pensamiento –lógica-, puesto, que lo general está integrado parcialmente en lo particular, en este caso en la esfera del conocimiento. La ley general de la contradicción, se particulariza como apariencia vs esencia, aspectos contradictorios que mueven al conocimiento científico de la apariencia a la esencia. El descubrimiento de la esencia requiere del concurso de la abstracción. Esta es una actividad mental, que deja de lado los aspectos secundarios del objeto sensible, para centrarse en la esencia oculta detrás de la apariencia percibida por la sensibilidad. El resultado de la abstracción es el concepto abstracto, con el que surge la verdad abstracta más general. La verdad abstracta por naturaleza es muy general, unilateral e incompleta, por consiguiente, tiene que moverse dialécticamente para elevarse de lo abstracto a lo concreto, es decir, tiene que convertirse en una verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En resumen, es la dialéctica de la apariencia y la esencia, así como la dialéctica del movimiento de lo abstracto a lo concreto, lo que constituye el fundamento teórico del movimiento del conocimiento científico.

1.1. Dialéctica de la apariencia vs la esencia

Rosental y Straks (1960) expresan la compleja unidad de los aspectos internos –esencia- y externos –apariencia- de los objetos y procesos de la realidad objetiva. En cuanto categorías del conocimiento, la apariencia y esencia reflejan la unidad dialéctica de los grados sensible y racional del proceso cognoscitivo, que revela la esencia profunda de las cosas, sobre la base de la práctica.

La solución acertada del problema de las categorías de apariencia y esencia, la justa interdependencia dialéctica, se haya indisolublemente vinculada al desarrollo científico de la teoría del conocimiento en general.

El error de los materialistas sensualistas consistía en subestimar la función del pensamiento abstracto en el descubrimiento de la esencia de los fenómenos; es decir, en su incapacidad para comprender la compleja dialéctica del proceso cognoscitivo. En contraposición a ellos, los materialistas racionalistas subestimaban el papel del factor sensible. Ni unos ni otros, por otra parte, comprendían el papel determinante que desempeña la práctica, así como el papel de la actividad humana transformadora, como bases del progreso del conocimiento.

Los filósofos idealistas, por supuesto, no podían resolver tampoco el problema de las relaciones mutuas entre la esencia y la apariencia. Los agnósticos como Kant y otros, negaban, en general, la posibilidad de llegar a conocer la esencia y separaban la esencia y la apariencia, como si fueran dos aspectos aislados, limitando el objeto del conocimiento simplemente al mundo de los fenómenos. Los idealistas racionalistas, que reconocían el papel activo que el pensamiento desempeñaba en el conocimiento, exageraban a tal grado dicho papel, que acababan por ver en él al creador de la realidad material, la esencia más profunda de todos los fenómenos del universo.

Los idealistas empiristas, por el contrario, llevaban a términos absolutos el papel del factor sensible del conocimiento, considerando las sensaciones como los elementos primarios del mundo y reduciendo éste a un conjunto de sensaciones.

El materialismo dialéctico, resuelve de modo muy distinto el problema de la esencia y la apariencia. Esta filosofía ha superado la unilateralidad, la limitación, el carácter metafísico del viejo materialismo y arrojado por la borda la pretensión de los filósofos idealistas de construir un mundo a base de conceptos lógicos. Para el materialismo dialéctico, la esencia y la apariencia son dos aspectos indisolublemente vinculados de la realidad objetiva; uno de ellos, el aspecto interno –la esencia- no puede manifestarse sino a través del aspecto externo –la apariencia-. Ahora bien, los dos aspectos no coinciden nunca plenamente en el modo de manifestarse, y es precisamente esta falta de coincidencia lo que hace necesario el proceso mismo del conocimiento científico. En efecto, la ciencia no tiene otro fin que el descubrir detrás de lo externo, detrás de lo que se percibe inmediatamente, el fundamento, la esencia de las cosas; es decir, el otro aspecto, el aspecto oculto e interno. Esta dialéctica de la esencia y la apariencia sirve de base para resolver acertadamente el problema de las mutuas relaciones entre el conocimiento sensible y el pensamiento abstracto, en el descubrimiento de la esencia de las cosas. La teoría dialéctica, materialista, del conocimiento parte del principio de que el hombre, en el curso de su actividad práctica, entra en relaciones de interdependencia con los objetos y fenómenos del mundo objetivo, de que sus órganos de los sentidos reflejan dichos objetos y fenómenos, y de que, mediante el pensamiento abstracto somete a un análisis lógico los datos suministrados por los órganos de los sentidos. Es así como el hombre avanza del conocimiento de la apariencia a la esencia; del conocimiento de lo inmediato, de lo externo, al de lo mediato e interno.

La unidad de la esencia y la apariencia reviste un carácter contradictorio. La esencia expresa algo universal, en tanto que la apariencia hace patente a algo singular; en la esencia se presenta el aspecto interno, profundo, de la realidad, mientras que en la apariencia se muestra el aspecto externo, superficial; la esencia tiene mayor estabilidad, se halla en reposo relativo,; en cambio, la apariencia se distingue por su movilidad y mutabilidad; la esencia se manifiesta por medio de la apariencia, en tanto que ésta se presenta en forma directa e inmediata. Así pues, la esencia es el aspecto interno, relativamente estable, de la realidad objetiva, que permanece oculto tras la superficie de la apariencia y que se manifiesta a través de ella. La apariencia es el aspecto externo más móvil y cambiante de la realidad objetiva, que constituye la forma de manifestarse de la esencia.

El conocimiento científico, se mueve de lo empírico a lo racional. Lo empírico es lo que se percibe por los órganos de los sentidos, pero la ciencia no se queda en lo sensible, porque lo que se percibe no necesita explicación, pero sí constituye el punto de partida de la ciencia. Esta tiene que avanzar de la apariencia percibida, a lo que está detrás de la sensibilidad, lo que está oculto, lo interno; es decir, el conocimiento científico se mueve de la apariencia de los objetos a la esencia de los mismos. Este proceso del conocimiento de la observación de la variabilidad de los procesos materiales, a lo relativamente constante (leyes), constituye, el movimiento del conocimiento científico, desde la observación hasta las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos, pasando por la hipótesis y la prueba de hipótesis. Así pues, el conocimiento científico se mueve de lo variable a lo relativamente estable, que se expresa a través de constantes...porque no tendría caso que la ciencia estudiara, lo que permanentemente esta variando, si lo que hoy es una cosa mañana es otra. La ciencia no debe limitarse a la esfera de lo empírico, es necesario que se mueva al ámbito de lo racional (lógico).

En el ambiente académico, es muy común, escuchar opiniones, como: "esta es mi verdad", como si la verdad fuera privativa de cada persona, pues, en este sentido, debe haber tantas verdades, como número de individuos; pero entonces, si cada quién tiene su verdad, también la ciencia sería innecesaria. Puntos de vista son muchos, pero la verdad es una, porque la esencia es una. En este sentido, la verdad es la expresión lógica de la esencia y es la práctica la que la confirma.

La falta de claridad respecto a los rasgos propios de la apariencia y la esencia, así como de su contradicción, ha llevado a los investigadores a la concepción de la identidad de ambas categorías (conceptos generales). Esta identidad, ha tenido repercusiones muy importantes en el desarrollo de la ciencia, a tal grado que se considera a la percepción de los objetos materiales, como si fuera su esencia y lo que hacen en realidad, es moverse en el campo del empirismo, sin trascender más allá de la sensibilidad. Si la apariencia y la esencia, únicamente fueran idénticas, la ciencia sería superflua; también son contradictorias y ésta contradicción es la que justifica la necesidad de la ciencia.

1.2. Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en el movimiento del conocimiento

Según Rosental y Straks (1960) las categorías de lo abstracto y lo concreto, están íntimamente relacionadas con el proceso del conocimiento y están estrechamente vinculadas con las categorías de esencia y apariencia. Estas últimas nos orientan para entender los aspectos internos y externos de los objetos, y lo concreto y abstracto son categorías que nos guían en el descubrimiento de la esencia mediante la abstracción.

Lo concreto en el conocimiento refleja el hecho objetivo de que los fenómenos y objetos de la realidad existen en una unidad, como un todo compuesto de diferentes aspectos, cualidades y relaciones.

La imagen concreta cognoscitiva representa un reflejo unitario del objeto; es decir, sus diferentes aspectos se presentan en una unidad, en una conexión recíproca.

Lo abstracto puede darse en el conocimiento porque los diferentes aspectos y las diversas propiedades y relaciones de los objetos poseen una relativa autonomía, se distinguen entre sí, se hallan en una distinta relación con la esencia; por ello, en el conocimiento se pueden separar unos aspectos del objeto, abstrayéndolos de otros.

Lo abstracto surge al separar los aspectos secundarios de los fenómenos, con el fin de captar su esencia. Esta actividad mental que permite prescindir de los aspectos inesenciales para descubrir la esencia, se conoce como abstracción.

La práctica determina cual es la propiedad que debe destacarse como esencial.

La tarea de abstraer no solamente consiste en destacar lo que hay de común, de idéntico, entre los objetos, sino principalmente en poner de relieve la esencia de las cosas. La abstracción no estriba simplemente en separar lo general, sino en destacar al mismo tiempo lo que es general y esencial en los procesos materiales.

Así pues, lo abstracto no solo refleja lo que hay de similar entre los fenómenos, sino su esencia, su sujeción a leyes y su naturaleza universal.

Lo abstracto no es el punto final del proceso del conocimiento, sino una etapa para elevarse a lo concreto.

En el movimiento de lo abstracto a lo concreto no se recrea el objeto sensible, que ya existía antes e independientemente de que fuera conocido, lo que surge es el concepto concreto de él; la verdad abstracta no existe, la verdad es siempre concreta. Esta marcha ascendente hacia lo concreto significa una marcha hacia el conocimiento más profundo de la esencia del objeto.

La Lógica Dialéctica considera que lo concreto es el punto de partida y de llegada del proceso del conocimiento. Lo concreto sensible es el punto de partida del conocimiento, lo concreto, a su vez, como síntesis y combinación de numerosas abstracciones, es la meta del conocimiento científico y las abstracciones aisladas constituyen el medio para alcanzar este fin.

La marcha de nuestro conocimiento desde lo concreto sensible a través de lo abstracto hacia lo concreto, reproducido sobre la base del conocimiento de la esencia de los fenómenos, expresa la negación de la negación del saber humano.

Lo abstracto es la negación de lo concreto sensible, y lo concreto, como síntesis de innumerables abstracciones, es la negación de lo abstracto. Esto no significa la vuelta a lo concreto que sirve de punto de partida, sino a lo concreto elevado a un nivel más alto de desarrollo del conocimiento, en el que el objeto es captado de modo más profundo y multilateral.

Kursanov (1966) escribe que Marx en su genial Introducción a la crítica de la economía política (1857), pone de manifiesto la inconsistencia del método rudimentario que parte inmediatamente del todo, sin analizarlo ni descomponerlo, por ejemplo, de la población, ya que como es abstracción no es nada, si se prescinde de las clases de que se compone. En esta trayectoria correcta de la ciencia, lo concreto se manifiesta como un concepto rico, pleno del contenido del saber multifacético del mundo, como la combinación de numerosas definiciones y de conceptos particulares que revelan las multiformes facetas y relaciones de los individuos, sintetizadas en el concepto concreto único. Lo concreto es la unidad de lo multiforme, la unidad de los conceptos abstractos particulares que se crean como síntesis histórico-lógicas de éstos últimos.  "Lo concreto lo es precisamente por ser la síntesis de muchas definiciones, por consiguiente, la unidad de lo multiforme".

El proceso de la dinámica del pensamiento en el desarrollo de los conceptos de lo abstracto a lo concreto, en línea ascendente, a través de un reflejo cada vez más profundo y completo de la esencia de los objetos y de los fenómenos, es la ley dialéctica universal del conocimiento. La riqueza del objeto determina la riqueza del contenido del concepto y exige la creación en el desarrollo histórico del conocimiento de nuevos y nuevos conceptos para su adecuada expresión. Cuanto más complejo y rico es el objeto, tanto más rico y multiforme debe ser el concepto científico del mismo. Cada definición abstracta es el componente necesario y un peldaño imprescindible en la formulación de lo concreto, y solo la suma infinita de los conceptos universales nos ofrece lo concreto en toda su plenitud.

Blauberg (1968) afirma que lo abstracto y lo concreto (del latín “abstractio”, aislamiento; concreto de “concrescere» crecer por aglomeración) son dos categorías dialécticamente vinculadas entre sí. Lo abstracto es un estado no desarrollado del objeto, un estado en que todavía no se han puesto de manifiesto por completo todas sus propiedades, todas sus particularidades; en tanto, lo concreto es el objeto en su integridad orgánica, en toda la multilateralidad de sus aspectos y conexiones. Son relativas las diferencias entre lo abstracto y lo concreto. Si un objeto concreto íntegro es examinado como parte de un sistema más general, tal objeto puede resultar abstracto. Lo abstracto y lo concreto ayudan de modo importante a caracterizar el conocimiento teórico acerca de los objetos. Por abstracto se entiende el conocimiento no completo, unilateral. Este conocimiento refleja distintos aspectos, rasgos y facetas de los objetos concretos, separados de otros de sus aspectos y propiedades. Tal cosa posibilita examinar las propiedades de los objetos en forma pura, al margen de cualesquiera influencias secundarias o casuales. En este caso, sin embargo, los objetos quedan desarticulados, pierden su integridad, la conexión interna de sus partes. En tanto, el conocimiento sólo es verdadero cuando es concreto, cuando considera los objetos y fenómenos de la realidad, en la total unidad de sus múltiples aspectos. El análisis concreto no puede ser logrado repentinamente: es el resultado del movimiento del pensar desde las determinaciones unilaterales, abstractas, del objeto, hasta las determinaciones cada vez más complejas y dialécticamente contradictorias. Este proceso de movimiento del pensamiento es denominado ascenso de lo abstracto a lo concreto. Fue Hegel quien quién lo describió por primera vez en sus rasgos generales; sin embargo, lo hizo de forma idealista al representárselo como un proceso en el que el pensamiento hace surgir, engendra los objetos concretos mismos. Estos en realidad existen como todo lo concreto antes de que emerja cualquier conocimiento; mas son reproducidos, reconstruidos mentalmente en el pensamiento en el proceso de ascenso de lo abstracto a lo concreto. Lo concreto es concreto porque es la síntesis de muchas determinaciones; es por consiguiente, la unidad de lo diverso. Es por eso que en el pensamiento actúa como proceso de síntesis, como resultado y no como punto de partida; aunque de hecho constituye el punto de partida real y por eso mismo también el punto de partida de la contemplación y la representación. La reproducción del objeto en el pensamiento como un todo vivo no es la simple suma, la enumeración de las abstracciones que reflejan los diferentes aspectos del objeto. En este proceso es superada su unilateralidad, su aislamiento y se ubican con una lógica tal que refleja el nexo objetivo existente entre los aspectos del propio objeto y el proceso de su desarrollo. El conocimiento no se queda en los marcos del solo pensamiento: debe utilizar el material de la observación empírica, remitirse frecuentemente a los hechos reales, a la práctica, sin lo cual no puede obtenerse el cuadro acertado del objeto como un todo concreto.

1.3. La abstracción científica

Rosental y Iudin (1965) explican que la abstracción deriva del latín «abstractio»: aislamiento, término que introdujo Boecio como traducción de la expresión griega utilizada por Aristóteles. Una de las facetas o formas del conocimiento consistente en la separación mental de varias propiedades de los objetos y de sus relaciones con delimitación o desmembración de una propiedad o relación determinada. La abstracción designa tanto el proceso de separación como su resultado. Todo conocimiento se halla necesariamente unido a procesos de abstracción. Sin ellos no sería posible descubrir la esencia del objeto, penetrar en su interior. La división del objeto en partes y la delimitación de las que son esenciales en él, el análisis multilateral de las mismas en su aspecto puro, son resultado de la actividad abstractiva del pensar. Todas las abstracciones científicas (correctas, serias, no absurdas) reflejan la naturaleza con mayor profundidad o, mejor dicho, de manera más completa. El carácter de la abstracción así como lo que concretamente se delimita en cada caso concreto y también las partes del objeto de que procede la separación mental, están determinados por los objetivos a que responda la actividad práctica y cognoscitiva del hombre y por la naturaleza del objeto que se investigue. La práctica nos proporciona, asimismo, el criterio para juzgar si las abstracciones introducidas en la ciencia son auténticamente científicas. La interpretación científica del proceso de abstracción y de sus resultados nos la proporciona el materialismo dialéctico. El idealismo ha especulado frecuentemente con las dificultades que ofrece la función abstractiva del pensar. Es propio de la filosofía idealista transformar los productos de la abstracción -conceptos, ideas- en la esencia y primer fundamento del mundo. Al mismo tiempo, el idealismo ve las abstracciones como resultado de una actividad arbitraria del intelecto, sin nexo alguno con el mundo objetivo ni con el hacer práctico del hombre. Esta manera de entender la abstracción es propia del positivismo moderno y de otras tendencias idealistas. En la lógica dialéctica, el concepto de lo abstracto se emplea también en el sentido de lo unilateral, lo que está sin desarrollar, a diferencia de lo concreto.

Kursanov (1966) al escribir acerca de la naturaleza del concepto, explica que está estrechamente vinculado al proceso de abstracción: por un lado como proceso de su formación y, por el otro, como su resultado, es decir, como concepto propiamente.

Hegel expuso ideas profundas acerca de la idea dialéctica del proceso y del carácter de la abstracción. Tanto en su Fenomenología del espíritu (1807) como en su Ciencia de la lógica (1812-1816) formula la concepción de que el concepto como abstracción suprema es la expresión y la forma en que se manifiesta la razón. Únicamente abstrayéndose de todos los elementos de la sensibilidad, alcanza el pensamiento su verdadera fuerza en el saber teórico, en la ciencia, en los conceptos  como formas supremas del conocimiento. Solo sí la abstracción se lleva hasta el fin, hasta eliminar por completo todos los elementos de las sensaciones y las nociones, se llega al concepto en el sentido supremo, enfático, de la palabra, como le gustaba repetir con frecuencia a Hegel.

La abstracción es un actividad mental compleja de naturaleza cíclica y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, conversión de las hipótesis en leyes (teorías); pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.



2. Marco de referencia histórico

Hegel desde 1807 en la Fenomenología del espíritu, expone su teoría del conocimiento, en el que el espíritu se mueve desde la conciencia sensible hasta el saber -conocimiento- absoluto. Dicha obra constituye la introducción a su sistema filosófico que desarrollará posteriormente. Entre 1812 y 1816 escribe su Ciencia de la lógica, obra dividida en tres volúmenes:

A).  Doctrina del ser, en la que expone la ley de la transformación recíproca de la cantidad y la cualidad.

B).  Doctrina de la esencia. Esta, es resultado de la negación del ser y  en ella expone la ley de la contradicción.

C). Doctrina del concepto. Este es el resultado de la negación de la esencia, con lo que se retorna al punto de partida –el ser- pero a un nivel superior. El concepto es el producto de la abstracción y constituye la “célula” del pensamiento abstracto.

Posteriormente en su Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817) expone su sistema filosófico, el cual está integrado por:

a). Lógica

b). Filosofía de la naturaleza

c). Filosofía del espíritu

Es en su sistema filosófico en el que es más evidente su idealismo, pues está integrado de tal forma que el concepto –lógica- tiene que salir de su unilateralidad para materializarse en la naturaleza: en este sentido concibe a la realidad material como el ser otro del espíritu –concepto-; es decir, es el espíritu –Dios- el que crea a la naturaleza material. En seguida el espíritu en su movimiento por la sociedad, da origen a la filosofía del espíritu y culmina como espíritu absoluto y así retornar a la lógica –idea o concepto- para cerrar el ciclo. Es decir, que lo abstracto (concepto) en su movimiento para salir de la unilateralidad crea a la realidad material.

Marx depuró la dialéctica hegeliana del misticismo religioso al invertir la dialéctica hegeliana y argumentar que es el ser material el que produce el espíritu; es decir, que lo abstracto o ideal es el reflejo mental de la materia en movimiento y no su creador como lo concebía Hegel. Así en 1857, en su Introducción general a la crítica de la economía política, afirma que parece justo empezar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo, en la economía, por la población, que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela [como] falso. La población es una abstracción si deja de lado, por ejemplo, las clases que la componen. Estas clases son, a su vez, una palabra vacía si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si se comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que siguió la economía política naciente. Los economistas del siglo XVII, por ejemplo, comienzan siempre por el todo viviente, la población, la nación, el Estado, varios estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que esos momentos singulares fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron los sistemas económicos [síntesis de las abstracciones aisladas] que se elevaron desde lo simple –trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio- hasta el Estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial. Este último es, manifiestamente, el método correcto. Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el efectivo punto de partida, y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y la representación. En el primer camino, la representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento que, partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo, mientras que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto, es para el pensamiento  sólo la manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual. Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo concreto [sensible] mismo.

Marx crítica el método seguido por la economía política, consistente en el movimiento de lo concreto sensible a lo abstracto y después su transformación en sistemas económicos; momentos realizados metafísicamente (aisladamente) como sino se compenetraran dialécticamente. Para él el verdadero método dialéctico se deriva de la concepción del lo concreto como la síntesis de múltiples determinaciones, por esto el método correcto para apropiarse intelectualmente del objeto concreto es la elevación de lo abstracto a lo concreto, aunque como dialéctico de ninguna manera negaba su contra-parte –ascenso de lo concreto a lo abstracto- sólo que en el ciclo del conocimiento el movimiento de lo abstracto a lo concreto constituye el momento esencial.



3. Discusión

El movimiento del conocimiento es un proceso complejo que inicia con la observación del objeto concreto sensible, particularmente con los datos empíricos derivados de la observación y datos empíricos históricos; con los antecedentes de trabajos similares y con un marco de referencia teórico, se propone una hipótesis, como explicación tentativa del problema objeto de investigación. En seguida, se procede a la prueba de la hipótesis planteada. Si se trata de un problema de investigación de las ciencias naturales, se recurre al experimento, para reproducir el fenómeno en condiciones artificiales y medir las variables. Los datos empíricos, se comparan, se analizan y se sintetizan, para concluir la validez de la hipótesis propuesta. Si los datos empíricos confirman la hipótesis planteada, la hipótesis se transforma en ley. Esta en su expresión lógica, es una de las formas del pensamiento, la más importante en que se expresa la verdad de los fenómenos naturales y como se ha expuesto es en la esencia donde se encuentra la verdad de la apariencia cambiante de los objetos sensibles. Resulta que la ley está estrechamente emparentada con la esencia, ya que la ley expresa la estabilidad relativa que está detrás de los fenómenos concretos cambiantes y la esencia también está oculta detrás de la movilidad de los fenómenos naturales cambiantes, es decir, es lo que permanece en el mundo cambiante de la apariencia. Tanto la ley como la esencia están en el mismo nivel, más allá del mundo sensible cambiante y expresan la constancia relativa que permanece en el movimiento de los objetos naturales, ya que no tendría sentido el estudio de lo cambiante por sí mismo, ya que hoy es una cosa y mañana es otra, solo las leyes permiten explicar el movimiento de los procesos que se expresan a través de variables y la ley se expresa como una constante cuando es posible fundamentarla matemáticamente. Así pues, se ha dado un salto en el movimiento del conocimiento, del objeto sensible se ha pasado a lo abstracto, a ley en la que se expresa lógicamente la esencia de los objetos percibidos como apariencia por nuestra sensibilidad. Pero, el conocimiento no concluye con el descubrimiento de la ley más general, con la verdad abstracta, es necesaria su elevación a la categoría de verdad concreta -teoría-, a través de una serie de abstracciones cada vez más particulares, para reproducir mentalmente al objeto concreto, por medio de un conjunto de leyes que expliquen en su totalidad concreta al objeto de estudio. En todo el proceso del conocimiento está presente la abstracción, ya que su fin es dejar de lado los aspectos singulares cambiantes de los datos empíricos del objeto de estudio, obtenidos del experimento y datos históricos de apoyo, para descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos.

En las ciencias sociales, no es posible recurrir a la experimentación y como no se cuenta con reactivos químicos, ni microscopios, ni telescopios, etc.; solo se tienen datos empíricos históricos de los acontecimientos sociales a los cuales el sujeto cognoscente tiene que aplicar la abstracción, para descartar los aspectos singulares y casuales de los acontecimientos sociales, con la finalidad de descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento de los movimientos sociales.

Tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias sociales, la abstracción es la principal "herramienta" mental para descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento del movimiento de los objetos materiales.

Así pues, el procedimiento (método) del conocimiento científico general es carácter cíclic y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.



4. Conclusiones

El universo deriva etimológicamente de uno y su unidad esta en su naturaleza material, ya que todo lo que existe es materia que se mueve como consecuencia de sus contradicciones internas.

Al igual que la realidad material, el conocimiento científico es un movimiento contradictorio, por consiguiente cíclico, que se mueve: primero, del objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.

Para descubrir la esencia, el conocimiento científico recurre a la abstracción. Esta es una actividad mental, que consiste en prescindir de los aspectos secundarios del objeto de estudio, e implica el uso de otras formas complementarias del pensamiento abstracto, tales como son: la comparación, el análisis y la síntesis, la inducción y la deducción, etc., para finalmente descubrir la esencia y la ley, que están detrás de la apariencia cambiante de los fenómenos materiales.

El método científico también es contradictorio y por consiguiente cíclico: de lo concreto sensible percibido sensorialmente se mueve a lo abstracto y de éste a lo concreto del pensamiento, como síntesis de múltiples determinaciones para reproducir al obteto de estudio como un todo concreto lógico.

De los dos momentos que integran el movimiento cíclico del conocimiento, el más importante para reproducir lo concreto en el pensamiento es el movimiento de lo abstracto a lo concreto mental (lógico).

La esencia hecha pensamiento es la verdad y con el descubrimiento de lo abstracto –esencia- aparece la verdad abstracta, que por su naturaleza general es insuficiente para apropiarse intelectualmente del objeto concreto en su totalidad. Es necesario moverse de la verdad abstracta a la verdad concreta a través de sucesivas abstracciones, para culminar con la síntesis de las múltiples determinaciones del objeto concreto y así apropiárselo integralmente.

El método general del conocimiento científico no suplanta a los métodos de las ciencias particulares, pero lo general al estar inmerso parcialmente en lo particular, constituye su fundamento teórico. En sí, es la generalización de los rasgos comunes inherentes a los métodos de las ciencias particulares, tanto naturales, como sociales. El método general del conocimiento es lo uno -universal- en la diversidad de los métodos particulares.

En síntesis el método científico general no es más que el procedimiento que se aplica en la investigación para generar conocimiento teórico, es decir, la ciencia es teoría y es método.



5. Referencias bibliográficas

Blauberg I. 1968. Diccionario marxista de filosofía. Ediciones de Cultura Popular (1978). México, D.F.

Hegel. 1807. Fenomenología del espíritu. Fondo de Cultura económica (1994). México, D.F.

Hegel. 1812-1816. Ciencia de la Lógica. Traducción de Mondolfo Rodolfo (1960). Pdf.

Hegel. 1817. Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Editorial Porrúa (1980). México, D.F.

Marx Carlos. 1857. Introducción general a la crítica de la economía política (1980). Siglo XXI. México, D.F.

Kursanov A. G. 1966. El materialismo dialéctico y el concepto. Editorial Grijalbo, S.A. México, D.F.

Rosental M. y Straks G. 1960. Categorías del materialismo dialéctico. Editorial Grijalbo. S.A. México, D.F.

Rosental y Iudin. 1965. Diccionario soviético de filosofía. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, Uruguay.

 DIALÉCTICA DE LO FINITO Y LO INFINITO  EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA


Valentín Vásquez
Oaxaca, México
Valentin02111956@gmail.com


Introducción


La concepción del universo ha cambiado en correspondencia con el desarrollo de las ciencias particulares y la filosofía. En un inicio fue la filosofía como ciencia general la que respondió a interrogantes de los pensadores antiguos principalmente de los griegos desde Tales de Mileto hasta Aristóteles.

El estudio del universo empezó por la percepción sensorial (órganos de los sentidos) para descubrir el principio (arjé) que rige el mundo (Tierra). Para Tales de Mileto fue el agua, para Heráclito el fuego, para Demócrio el átomo, para para Parménides el ser, para platón la idea, etc. (siglos VII-IV a.C.).

Aristarco de Samos en el siglo III a. C. ya conjeturó genialmente que el Sol estaba en el centro del universo visible y su "familia" de planetas giraba a su alredor.

Desde el Mundo antiguo aparecieron dos corrientes filosóficas que permearon el pensamiento filosófico y que todavía perduran en la actualidad: La corriente materialista que consideraba como fundamento de todo lo existente lo maerial y la corriente idealista que consideraba como fundamento de todo lo que existe lo ideal (idea, pensamiento, espíritu o Dios).

Posteriormente, en lo que respecta a la concepción particular del Mundo (Tierra) se generó el Modelo Geocéntrico de Tolomeo (siglo II d.C.) que postulaba a la Tierra como el centro del universo visible, alrededor de la cual giraban el Sol y el resto de los planetas, como lo percibían los óranos de los sentidos, principalmente la vista.

Con el nacimiento del capitalismo las ciencias experimentales impactaron en corrientes filosóficas. Por un lado, la corriente materialista fue desarrollada por los avances de la Astronomía, el Modelo Geocéntrico de Tolomeo fue relevado por el Modelo Heliocéntrico de Copérnico (ya conjeturado por Aristarco de Samos), el cual implicó una verdadera revolución en la ciencia astronómica, continuada por Galileo, Kepler, Giordano Bruno y Newton.

En lo referente a la corriente idealista, fue desarrollada por muchos filósofos (Descartes, Leibniz, Kant, etc.), siendo Hegen el principal pensador aleman que la desarrolló en su máxima expresión (racionalización de la Teología). Tan es así que concebía a lo sensible como el no ser y a la idea (Dios, Idea, pensamiento, etc.) como expresión de lo espiritual; es decir, creado por Dios (religión), como lo expuso en sus obras filosóficas (Fenomenolgía del espítu (1807, Ciencia de la lógica (1812-1816, Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817).

En el mismo siglo XIX una corriente de sus discípulos lo criticaron. Primero Feuerbach en: Crítica de la filosofía de Hegel (1839), Esencia del cristianismo (1841) y Principios fundamentales de la filosofía del futuro);  luego Marx y Engels que entre 1845 y 1886 escribieron: Tesis sobre Feuerbach, La sagrada familia, Ideología alemana, Miseria de la filosofía (Respuesta a la "filosofía de la miseria" del señor Proudhon). el Capital, el Anti-Dühring y Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, obras en las que depuraron a la filosofía hegeliana de su misticismo religioso para  bajarla del cielo a la tierra, creando así el materialismo dialéctico culminando el triunfo de la corriente materialista sobre la filofía idealista que le antecedió: Así lo confirma, el prolongado desarrollo de las ciencias particulares desde la antiguedad hasta el presente.



Marco de referencia

El fundamento teórico del universo físico, particularmente de las galaxias y de las estrellas (soles) como sus componentes principales, es la dialéctica, particularmente sus tres leyes universales, que rigen el movimiento de la materia y del pensamiento, descubiertas por Hegel y expuestas en su Ciencia de la Lógica (1812-1816). Esta obra está dividida en tres partes y estructurada en forma tal que sigue el movimiento del conocimiento científico: de lo finito  a la esencia y de ésta a su expresión lógica (concepto). Así, en la primera parte -doctrina del ser- estudia la naturaleza del movimiento del pensamiento, en la que expone la primera ley de la dialéctica del movimiento: la transformación recíproca de la cantidad vs la cualidad que caracteriza a todo objeto finito. La cualidad y la cantidad son dos aspectos contradictorios de los objetos que se mueven. La cualidad es la que permanece relativamente estable y es idéntica al ser, en cambio la cantidad es la magnitud de la cualidad. La cualidad se mueve cuantitativamente en un rango -medida- en el que se conserva la cualidad, pero en un momento determinado rebasa el límite de la medida y se produce un cambio brusco -"salto"- por medio del cual la vieja cualidad es relevada por una nueva cualidad con su correspondiente cantidad. Para Hegel, la nueva cualidad, es la esencia, objeto de estudio de la segunda parte de su Ciencia de la Lógica, ya que se ha producido un "salto" de lo finito –apariencia- a lo que está oculto detrás de la sensibilidad -esencia-. Es en esta parte, en la que expone la segunda ley dialéctica: la contradicción universal, la cual establece que en el universo todos los procesos son contradictorios. Esta ley, es el "alma" de la dialéctica hegeliana, ya que constituye la "fuerza motriz" que mueve el proceso del conocimiento. Este en su movimiento dialéctico prosigue su marcha y culmina en la doctrina del concepto. Este no es más que la esencia hecha pensamiento. El concepto, es el objeto de estudio de la tercera parte de la Ciencia de la Lógica de Hegel. En esta parte de su obra, expone la tercera ley de la dialéctica: la negación de la negación. En su obra representa el retorno a su punto de partida de su trabajo: la doctrina del ser, pero como doctrina del concepto, resultado de la doble negación: la primera se produce cuando la esencia niega al ser que se ha dado una existencia en lo finito, y la segunda se presenta, cuando la esencia es negada por el concepto. Si bien la negación de la negación, fue expuesta por Hegel en la esfera del pensamiento, pero, como el pensamiento es la expresión lógica de la esencia; por consiguiente, es una ley universal que opera en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. La doble negación se produce, porque en el movimiento del objeto se desdobla su unidad contradictoria y en su posterior desenvolvimiento se genera la negación recíproca de sus aspectos contradictorios, cerrándose así el ciclo para retornar a su punto de partida, pero a un nivel superior.

Las tres leyes universales de la dialéctica, son el fundamento teórico y metodológico de todas las ciencias particulares, particularmente de la Astrofísica y la Astronomía, cuyos objetos de estudio son las galaxias compuestas por estrellas, planetas, cometas, etc., que son los objetos del estudio en el presente escrito.

Fue Hegel (1812-1816), quien dio un salto en el conocimiento de la dialéctica de lo finito y lo infinito. Concibe a la esencia de lo finito como: no ser, perecer y morir. Su ser está en lo infinito. Este está en la negación permanente de lo finito. Lo finito es la cualidad del ser dentro de sí. Lo infinito es la afirmación, resultado de la negación de la negación de lo finito. Este no tiene realidad, su realidad está en lo infinito que constituye su fundamento, según Hegel.

Engels (1878) en su polémica con Duhring en el campo de la las ciencias naturales, analizó la naturaleza del universo y afirmó que  la esencia de lo finito no está en su ser, más bien está en su unidad material y la prueba de tal aseveración está en el prolongado período de desarrollo de las ciencias naturales experimentales. Estas confirman que detrás del nacer y perecer de lo finito está la materialidad del universo. En este sentido, el universo en su materialidad es infinito y eterno, es decir, no tiene principio ni fin.

Vásquez (1993) al interpretar la dialéctica hegeliana de lo infinito y lo finito, al afirmar que Hegel entendía que la filosofía, si pretende ser verdaderamente tal, es idealismo. Evidentemente, la filosofía de Hegel será también idealismo. ¿Qué hay que entender por tal? Por idealismo hay que entender, dice Hegel, "la idealidad de lo finito", esto es, que lo finito solo llega a la verdad cuando logra la identidad con el concepto. Lo finito, es lo perecedero, lo que tiene un nacimiento y un fin. Lo infinito, en cambio, ni nace ni muere ni cambia: permanece siempre igual a sí mismo. Una filosofía no idealista mantiene separados ambos conceptos. Por un lado, lo infinito, del otro, lo finito. Según Hegel, la infinitud verdadera es la unidad de lo finito y lo infinito. La unidad de ambos términos se logra a través del pensamiento. Lo infinito y lo finito son aspectos contradictorios de la realidad, por consiguiente, la unidad tiene que producirse, a través de la dialéctica. Lo finito, por su propia dialéctica tiene que convertirse en infinito. Uno de los ejemplos más claros en los que Hegel expone la dialéctica de lo finito y lo infinito en la Fenomenología del espíritu (1807), es cuando analiza la dialéctica de la certeza sensible -tiempo vs espacio-. El ahora es una determinación del tiempo y a la pregunta de ¿qué es el ahora? contesta que el ahora es de noche. Pero a la noche la sucede el medio día. De este ejemplo infiere Hegel que los ahora, el que se refería al día y el que se refería a la noche han dejado de ser, no se han conservado. Pero se mantiene el ahora que sirve para señalar a ambos, o más bien, a todos los ahora que dejan de ser. Estos, son finitos, empiezan y luego dejan de ser. Pero el ahora que permanece, no perece, no le afecta que los ahora sensibles dejen de ser, no le afecta para nada el surgir y perecer de los ahora, se mantiene en el desaparecer de los ahora sensibles finitos. Ellos tienen dentro de sí su negación, pero esa negación es lo que hace surgir el ahora que permanece. Si no fuera por ese desaparecer, o lo que es lo mismo, por la negación de lo sensible, no surgiría el ahora que no perece. Algo similar ocurre con el espacio. Aquí es un árbol, luego el aquí es una casa. En este ejemplo, el árbol y la casa son negados, pero se conserva el aquí que no perece con lo sensible. A esto que aparece con la negación de lo finito-sensible, es a lo que Hegel denomina como universal y es la verdad de la certeza sensible. El propósito de Hegel es demostrar que lo finito-sensible no es. Esta es una tesis fundamental de su filosofía idealista. El ser sensible no tiene realidad. La dialéctica, esto es, el proceso de negación de lo sensible, se fundamenta en la no realidad de lo finito-sensible. En consecuencia, Hegel tiene como supuesto que lo real es lo universal o infinito, lo que permanece en la negación de lo sensible. En la dialéctica de la certeza sensible ya está operando la base de la filosofía hegeliana: el no ser de lo sensible, la no verdad e irrealidad de lo singular sensible. Así pues, según Hegel, lo finito sensible no es. En contraposición al idealismo de Hegel, el materialismo afirma, que la verdadera realidad, de la que hay que partir para lograr un conocimiento verdadero, es lo finito. La dialéctica de lo finito, su negación es el mecanismo que Hegel utiliza para demostrar que solo hay una realidad, la de lo infinito. Lo finito es lo limitado, lo que tiene comienzo y fin, lo que existe al lado de otros objetos. Estos son su límite, y a la vez, cada ser finito se diferencia de los otros. Un ser diferente de los otros, constituido de modo diferente, limitado en espacio y tiempo, es un ser finito. Feuerbach y Marx invierten la dialéctica idealista hegeliana y ponen como fundamento de lo infinito a lo finito-sensible. En este sentido, el conocimiento tiene que moverse de lo finito-sensible a lo infinito insensible.



El universo sensible

El universo sensible se ha venido ampliando a medida que se perfeccionan y se inventan nuevos instrumentos de observación. Así, hasta principios del siglo XVII cuando Galileo inventó el telescopio, el universo visible se limitaba a lo que percibía nuestra vista natural y se idealizó en el modelo geocéntrico de Tolomeo, consistente en el sistema solar y las estrellas fijas. Posteriormente, los instrumentos de observación se perfeccionaron y aportaron nuevos datos que complementados con el pensamiento abstracto, el modelo geocéntrico de Tolomeo fue relevado por el modelo heliocéntrico de Copérnico. Ambos modelos consideraban un universo visible finito, como se lee y se observa en la siguiente imagen.


Imagen 1. Modelos geocéntrico y heliocéntrico del universo visible

Con el perfeccionamiento del telescopio el universo finito sensible se amplio y se descubrió que el sistema solar, es uno de muchos en la Vía Láctea a la que pertenece; además, ocupa una posición marginal en la misma, tal como se observa en la siguiente imagen.

Imagen 2. Posición espacial del Sistema solar en la Vía Láctea


La Vía Láctea es una acumulación de estrellas, planetas, satélites, cometas, etc. que coexisten espacialmente, como se pone en evidencia en la imagen anterior. Su magnitud es impresionante como se lee y observa en la imagen siguiente. Así pues, el universo finito visible se ha estado extendiendo espacialmente en correspondencia con el perfeccionamiento del telescopio. 

Imagen 3. Cantidad de estrellas en la Vía Láctea


El universo finito sensible no culmina con la Vía Láctea. Esta es parte de una totalidad llamada Grupo Local, el cual está integrado por tres galaxias, cuyos cocomponentes se estructuran en formas espirales: Andrómeda, Vía Láctea y el Triángulo. Además, contiene otras galaxias de menor tamaño de formas irregulares, que conjuntamente engloban el vecindarios galáctico de alrededor de 50 galaxias. Lo anterior se observa en la imagen 4.

Imagen 4. Galaxias contiguas a la Vía Láctea


El grupo local no es el límite del universo finito sensible, ya que con el telescopio más moderno se han observado 300,000 trillones de galaxias (300,000 billones de galaxias) y si cada galaxia tiene conservadoramente por lo menos 200,000 millones de estrellas, resulta una cantidad astronómica, como se pone en evidencia en la siguiente imagen.

Imagen 5. Cantidad de galaxias en el universo visible


Aun con los datos cuantitativos anteriores, no se agota el universo finito sensible, ya que seguramente conforme se perfeccione el telescopio, seguramente la cantidad de galaxias aumentará. 



Discusión

A medida que se han perfeccionado y se han inventado nuevos instrumentos de observación, el universo finito visible ha estado ampliándose desde la época de los griegos, hasta la actualidad, al pasar de un universo finito restringido al sistema solar y las estrellas fijas, idealizados en los modelos geocéntrico de Tolomeo y heliocéntrico de Copérnico. La diferencia esencial entre ambos consiste en que el primero postulaba a la Tierra como el centro del universo alrededor de la cual giraban el resto de planetas y el Sol, así como las estrellas fijas y, el segundo considera al Sol como el centro del universo finito alrededor del cual orbitan los planetas. La práctica y el desarrollo de la ciencia astronómica demostró la certeza del modelo heliocéntrico copernicano. Si embargo, ambos modelos coincidían en considerar un universo finito visible formado por el Sol con su "familia" de planetas y las estrellas fijas. Solo con el telescopio perfeccionado por Galileo a principios del siglo XVII, el universo finito visible se extendió espacialmente; desde entonces el telescopio se ha venido mejorando, de tal forma que después se observó que el sistema solar es parte de una galaxia llamada Vía Láctea, la cual está formada por miles de millones de estrellas (soles) con sus correspondientes planetas, satélites, cometas, etc. La Vía Láctea no agota el universo finito sensible, puesto, que es parte de un conjunto de galaxias que forman el Grupo Local, integrado por tres galaxias, cuyos componentes se organizan en formas espirales y son: La Andrómeda, la Vía Láctea y el Triángulo. Además, existen otras galaxias más pequeñas, cuyos materiales se estructuran en formas irregulares, que junto con las anteriores suman alrededor de 50 galaxias. Si se supone conservadoramente que cada galaxia está compuesta por lo menos de 100,000 millones de estrellas, resulta una cantidad muy grande. Así el universo finito sensible se ha extendido aun más. El Grupo Local al cual pertenece la Vía Láctea junto con nuestro sistema solar, no es el limite del universo, pues, con el telescopio más moderno se han detectado unas 300 mil trillones de galaxias. Conforme se perfeccione el telescopio, seguramente la cantidad de galaxias aumentará, pero a pesar de su magnitud astronómica, no dejan de ser objetos finitos dada su naturaleza de "nacer" y "morir". Pero lo finito no puede existir sin su contra-parte lo infinito y, si lo finito es lo que tiene principio y fin, así como su forma de existencia es espacial y temporal; por consiguiente, lo infinito está más allá de la sensibilidad y como tal hay que descubrirlo a través del pensamiento abstracto, es decir, se tiene que dar el salto de la sensibilidad a la racionalidad, para descubrir la unidad material del universo tal como lo conbió Engels hace 150 años. Es deccir, que a pesar del cambio permanente de lo finito sensible hay algo que permanece y es su materialidad que se expresa a través del pensamiento abstracto (concepto) en este caso de la materia que se expresa por medio del lenguaje (oral y/o escrito) por ser la expresión práctica del pensamiento humano.

La concepción idealista de Hegel lo indujo a sobrevalor lo ideal o pensamiento (lógica) como fundamento de su filosofía y consecuentemente subvalorar lo finito sensible; no obstante, el prolongado desarrollo del conocimiento de las ciencias particulares, dan la razón a Marx y Engels, en el sentido, de que la materialidad de lo sensible es el fundamento del pensamientom abastracto.



Conclusiones

El universo es todo lo que existe sin excepción y dado que todo lo que existe es materia que se mueve, resultado de sus contradicciones; por consiguiente, la materia en su movimiento dio origen, después de 4500 millones de años a la especie humana, cuyo rasgo esencial es el trabajo, el cual le permitió elevarse por encima del reino animal y desarrollar un cerebro muy complejo, sustrato de la concienciaComo la especie humana es parte del universo, junto con su pensamiento abstracto; en consecuencia, el universo es materia y conciencia.

El universo es la unidad contradictoria de lo finito vs lo infinito. Lo finito es lo que tiene fin y principio. Su contra-parte lo infinito, es lo no-finito, lo que no tiene principio ni fin, es decir, es eterno.

La finitud del universo ha venido extendiéndose en su dimensión espacial, pues, al principio con los griegos el universo finito se limitaba al sistema solar y las estrellas "inmóviles" plasmados en el modelo geocéntrico de Tolomeo. Con la Revolución Copernicana, el modelo heliocéntrico sucedió y relevó al modelo geocéntrico de Tolomeo y en su naturaleza espacial seguía siendo igual, puesto también solo consideraba la coexistencia del sistema solar y las estrellas fijas, con la única diferencia esencial, consistente en ubicar al Sol en el centro del universo finito.

Conforme se fueron perfeccionando e inventando nuevos instrumentos de observación -principalmente el telescopio- el universo finito se fue extendiendo, al descubrirse que el sistema solar es parte de una galaxia -Vía Láctea-, la que por lo menos tiene 200 mil millones de estrellas o soles, siendo nuestro Sol uno de ellos. En la actualidad se estima que el universo visible está formado por unas 300 mil trillones de galaxias. De esto se ha deducido erróneamente la infinitud del universo, ya que a pesar de las innumerables galaxias y estrellas con sus correspondientes planetas que las constituyen, no dejan de ser objetos finitos que constantemente están naciendo y pereciendos, por las fuerzas contradictorias que los mueven. En su dimensión temporal el no comprender la la naturaleza contradictoria del universo ha inducido a confusiones, en el sentido de considerar el origen del universo en general, cuando en realidad el universo en su naturaleza infinita no tiene principio ni fin, es decir es eterno, solo lo finito tiene origen y fin; por consiguiente, lo que se considera como teorías del origen del universo, se trata de una parte finita del universo.


Lo finito es accesible a la sensibilidad -principalmente la vista directa e indirecta- y la forma de su existencia es el espacio y el tiempo. El espacio es la coexistencia simultánea de la multitud de objetos finitos y el tiempo la sucesión  de momentos espaciales, así como, la sucesión de etapas por las que se desenvuelven los objetos finitos. Lo infinito (materia) es lo universal inherente a todo objeto finito y se caracteriza por ser lo genérico en una multitud de objetos finitos singulares; se expresa a través del lenguaje y al no ser sensible y estar oculto detrás de los objetos finitos, hay que descubrirlo a través del pensamiento abstracto. Esto es lo que han hecho todas las ciencias naturales en su largo periodo de desarrollo histórico, desde su aparición en la Grecia clásica antes de Cristo hasta el presente.

Las ciencias naturales experimentales en sus más de 2000 años de desarrollo han demostrado que la universalidad de lo infinito está en la unidad material del universo, ya que es la materia la que permanece en el continuo aparecer y desaparecer de lo finito.



Referencias bibliografícas

Hegel Federico. 1812-1816. Ciencia de la Lógica. Traducción de Mondolfo Rodolfo (1960). Buenos Aires, Argentina.

Engels Federico. 1878. Anti-Dühring. Ediciones de Cultura Popular. México D.F.

Engels Federico. 1873-1886. Dialéctica de la naturaleza. Editorial Grijalbo, S.A. México, D.F.

Internet.

Vásquez Eduardo. 1993. La dialéctica en Hegel y Marx. Apuntes filosóficos. Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela.