domingo, 6 de julio de 2025

 

ENDOCRINOLOGIA (HORMONAS)

Valentín Vásquez

San Andrés Ixtlahuaca, Oaxaca, México

valeitvo@yahoo.com.mx

 

Introducción

Como todos los procesos biológicos, los procesos endocrinos son contradictorios, ya que las hormonas también tienen sus contrapartes que regulan la homeostasis del cuerpo humano. El carácter con contradictorio del sistema endocrino, hace posible la retroalimentación para retornar a la estabilidad relativa (homeostasis) del organismo. El retorno a la normalidad homeostática implica negar el estado normal, luego negar el desequilibrio homeostático y finalmente retornar al punto de partida. En este sentido, la vida es la unidad contradictoria entre equilibrio homeostático vs desequilibrio homeostático (enfermedad).

Más específicamente el sistema endocrino es la contradicción entre sus hormonas:

A. Insulina vs glucagón

B. Melatonina vs cortisol

C. Catecolaminas (adrenalina y noradrenalinas) vs cortisol

D. Testosterona vs estrógeno en los testículos y ovarios, respectivamente

E. T4 (tetrayodotiroxina) vs T3 (triyodotironina) en la tiroides

F. Ghrelina (hambre) vs saciedad (leptina). Etc.

El carácter contradictorio de las hormonas del sistema endocrino hace posible la vida. Además, de la naturaleza contradictorio de las hormonas se deriva doble negación de los contrarios y hace posible el retorno a la normalidad homeostática. Es decir, los procesos endocrinos, también son cíclicos que permiten la retroalimentación.

El 

Generalidades

Navarro (2019) dice que “En el cuerpo humano se conocen más de cincuenta hormonas, compuestos químicos de naturaleza diversa que viajan por el torrente sanguíneo y sirven para transmitir órdenes de unas células a otras. Los distintos tejidos y órganos que las producen, llamadas glándulas, forman en conjunto el sistema endocrino, íntimamente relacionado con el sistema nervioso y que se regula por ciclos de retroalimentación. El sistema endocrino es esencial para mantener la homeostasis, el equilibrio interno del organismo que oscila constantemente debido a estímulos de todo tipo, incluyendo a la propia alimentación”.

Epstein (2021) escribió que las hormonas son las potentes sustancias químicas que controlan el metabolismo, el comportamiento, el sueño, los cambios de humor, el sistema inmunológico, la lucha y la huida, por lo que, en cierto sentido, se trata de una historia sobre la bioquímica de los seres vivos, los seres que respiran y se emocionan.

El autor citado dice que en nuestro cuerpo existen nueve glándulas fundamentales, desde la cabeza hasta los genitales, son el hipotálamo, la glándula pineal y la hipófisis en el cerebro; la tiroides y su vecina paratiroides en la garganta; los islotes de Langerhans en el páncreas; las glándulas suprarrenales, encima de los riñones, y los ovarios y los testículos.

El mismo autor en el capítulo 1 de su libro menciona que en 1905 Starling en sus investigaciones sobre glándulas, pronunció por primera vez la palabra hormona (del griego hormao que significa excitar o estimular)…las hormonas son sustancias químicas que tienen que ser transportadas desde el órgano en el que se producen hasta el órgano en el que causan su efecto a través del torrente sanguíneo, y las constantes necesidades fisiológicas del organismo determinan su continua producción y circulación a lo largo del cuerpo; es decir, las hormonas son sustancias secretadas por una glándula cuyo objetivo es distante, viajan a través de la sangre, son fundamentales para el mantenimiento del cuerpo y para la supervivencia.

En otro capítulo de su libro Epstein explica que Harvey Cushing a principios del siglo XX se sentía fascinado por el floreciente campo de la endocrinología y puso en marcha estudios pioneros sobre las hormonas…Se habían realizado una gran cantidad de investigaciones sobre casi todas las glándulas secretoras de hormonas (tiroides, ovarios, testículos, paratiroides y suprarrenales), pero había una glándula que seguía siendo un misterio: la hipófisis. Cushing sabía que se había dejado de lado porque nadie podía llegar hasta ella, ya que se localiza en la profundidad del cráneo…Durante un tiempo fue conocida como la glándula maestra, hasta que en la década de 1930 los científicos descubrieron que otro órgano del cerebro, el hipotálamo, controlaba la hipófisis. En ese momento, el hipotálamo la relevó como madre de todas las glándulas.

El autor citado concluye: En la actualidad sabemos exactamente qué hace la hipófisis. El lóbulo anterior, al que los médicos llaman adenohipófisis, segrega diversas hormonas entre las cuales están la hormona del crecimiento y la prolactina (que participa en la producción de leche materna). También segrega las llamadas hormonas liberadoras, que son hormonas que inducen a otras glándulas a liberar otras hormonas, hormonas mensajeras de varias clases; por ejemplo, gonadotropinas, que son hormonas que hacen que los ovarios y los testículos secreten estrógeno y testosterona. La hipófisis también libera la hormona estimulante de la tiroides, que provoca que esta a su vez libere sus hormonas, y crea la hormona adrenocorticótropa (ACTH), que provoca que la glándula suprarrenal libera la hormona del estrés. El lóbulo posterior o neurohipófisis, produce vasopresina, que mantiene el equilibrio de fluidos. También segrega oxitocina, la cual entre otras cosas, provoca que el útero se contraiga durante el parto.

Palacios (2009) explica que:

Las funciones del cuerpo humano están reguladas por dos sistemas principales de control: el Sistema Nervioso y el Sistema Endocrino. El sistema nervioso controla la homeostasia (mantenimiento de un medio interno estable) a través de impulsos nervosos (potenciales de acción) conducidos a lo largo de los axones de las neuronas. Al alcanzar las terminales axonales, los impulsos nerviosos provocan la liberación de moléculas de neurotransmisores. El resultado es excitación o inhibición de otras neuronas específicas, contracción o relajación de fibras musculares y aumento o disminución de la secreción de células glandulares. Así, la médula suprarrenal y la hipófisis posterior secretan sus hormonas sólo en respuesta a estímulos nerviosos y muchas hormonas de la hipófisis anterior son secretadas en respuesta a la actividad nerviosa del hipotálamo. Por su parte, el sistema endocrino libera hormonas que, a su vez, pueden promover o inhibir la generación de impulsos nerviosos. También puede suceder que varias moléculas actúen como hormonas en algunas localizaciones y como neurotransmisores en otras, como sucede con la adrenalina, por ejemplo. Las hormonas controlan, sobre todo, las diversas funciones metabólicas del organismo, regulando la velocidad de las reacciones químicas en las células, el transporte de sustancias a través de las membranas celulares y otros aspectos del metabolismo celular y como el crecimiento y el desarrollo. Ambos sistemas, el nervioso y el endocrino, están coordinados entre sí como un supersistema de control llamado sistema neuroendocrino. Los impulsos nerviosos tienden a producir sus efectos gran rapidez, en unos pocos milisegundos mientras que algunas hormonas pueden actuar en segundos y otras en cambio, pueden tardar varias horas o más en llevar a cabo sus efectos.

Las hormonas se diferencian por su estructura química:

Hormonas esteroides: poseen una estructura química similar a la del colesterol pues son derivadas del mismo y son sintetizadas en el retículo endoplasmático liso de las células endocrinas. Las hormonas esteroides son secretadas por:

·         La corteza suprarrenal (aldosterona y cortisol).

·         Los ovarios ((estrógenos y progesterona).

·         Los testículos ((testosterona).

Aminas biógenas: son las moléculas hormonales más simple. Algunas derivan del aminoácido tiroxina como las secretadas por:

·         La glándula tiroides (tiroxina y triyodotironina).

·         La médula suprarrenal ((adrenalina y noradrenalina).

·         La glándula pineal (melatonina).

Proteínas o péptidos: consisten en cadenas de aminoácidos y son sintetizadas en el retículo endoplásmico rugoso de las células endocrinas. Si tienen grupos carbohidrato añadidos, se llaman glicoproteínas. Estas hormonas son secretadas por:

·         El hipotálamo. Son todas las hormonas liberadoras e inhibidoras que actúan sobre la secreción de la adenohipófisis, estimulándola o inhibiéndola respectivamente.

·         La hipófisis anterior o adenohipófisis, son la tirotropina, la corticotropina, las gonadotropinas, la hormona del crecimiento y la prolactina.

·         La hipófisis posterior o neurohipófisis (hormona antidiurética y la oxitocina).

·         La glándula tiroides (calcitonina).

·         El páncreas endócrino (insulina, glucagón y somatostatina).

Algunas hormonas son secretadas segundos después de su estimulación de la glándula y pueden desarrollar su acción total en segundos o minutos. Por ejemplo, la adrenalina y la noradrenalina empiezan a secretarse tras el estímulo del sistema nervioso simpático en el primer segundo de la estimulación y alcanzan su actividad máxima en 1 minuto. Después son destruidas con rapidez de modo que su acción no dura más de 1-3 minutos. Otras hormonas como las tiroideas, se almacenan en forma de tiroglobulina en las glándulas tiroides, a veces durante meses antes de la secreción final. Una vez se ha producido su secreción, se requieren horas o días antes de que produzcan actividad, pero su efecto, una vez producido, puede durar 4-6 semanas. Es decir, que cada hormona tiene un inicio y una duración característicos.

Las glándulas endocrinas se encuentran entre los tejidos más vascularizados del organismo. La adrenalina, la noradrenalina y los péptidos y proteínas son hidrosolubles y circulan en forma libre en el plasma (es decir, no unidas a proteínas). En cambio, las hormonas esteroides y tiroideas son hidrófobas y se unen a proteínas de transporte específicas, sintetizadas por el hígado, como la globulina fijadora de testosterona, la globulina fijadora de cortisol o la globulina fijadora de hormona tiroidea.

Las hormonas esteroides y las tiroideas (tiroxina y triyodotironina) pasan fácilmente a través de las membranas plasmáticas porque son liposolubles. Una vez que han entrado en la célula, las hormonas se unen y activan un receptor intracelular.

En el caso de las hormonas esteroides, sus receptores están en el citoplasma, son receptores citoplasmáticos, y una vez las hormonas se unen a su receptores, el complejo hormonas receptores penetran en el núcleo y actúan sobre la expresión genética, es decir, se ponen en marcha o se detienen genes específicos del ADN nuclear

En el caso de las hormonas tiroideas, sus receptores están en el núcleo, son receptores nucleares que se unen al ADN en la región promotora de genes regulados por dichas hormonas. De modo que cuando las hormonas tiroideas entran en el núcleo, se unen a sus receptores y promueven la transcripción de un gran número de genes codificadores de un amplio rango de proteínas.

La adrenalina, noradrenalina, péptidos y proteínas no son liposolubles y, por tanto, no pueden pasar a través de la membrana celular. Los receptores de estas hormonas hidrosolubles se encuentran en la superficie externa de la membrana plasmática. Ya que cada una de estas hormonas solo puede dar su mensaje a la membrana plasmática, se la llama primer mensajero. Pero se necesita un segundo mensajero para trasladar el mensaje dentro de la célula donde tienen lugar las respuestas hormonales. Hay diversos segundos mensajeros como AMP cíclico, el calcio o el inositol trifosfato. Una hormona puede usar más de un segundo mensajero.

Algunos patrones de regulación de secreción hormonal siguen los ciclos ambientales la luz/oscuridad o el sueño/vigilia. Los ritmos de 24 horas se conocen como ciclos circadianos. La secreción de diversas hormonas como la corticotropina (ACTH), el cortisol, la hormona del crecimiento y la prolactina siguen ritmos circadianos.


Páncreas endocrino

Palacios (2009) escribió:

El páncreas está formado por 2 tipos de células con funciones diferentes: las células que producen las secreciones exocrinas, que son secretadas al duodeno e interviene en la digestión (páncreas exocrino) y las células que producen las secreciones endocrinas y que constituyen unos islotes celulares o islotes de Langerhans (páncreas endocrino). Los islotes de Langerhans tiene 3 tipos de células: las células alfa que secretan glucagón, , las células beta que secretan insulina y las células delta que secretan somatostatina.

La insulina es un polipéptido de 51 aminoácidos. Las células beta de los islotes de Langerhans contienen gránulos rellenos de insulina que se funden con la membrana celular y expulsan su contenido en la sangre. La insulina se vierte en la sangre de la vena porta, de modo que la sangre que llega al hígado por esta vía, la transporta en concentración elevada. Es, por tanto, en el hígado donde ejerce su principal influencia sobre el metabolismo de los hidratos de carbono, aunque también en el músculo y el tejido adiposo. La insulina se une a receptores glicoproteícos de la superficie celular de los de las células diana, dando lugar a la inserción de transportadores de glucosa preformados con lo que aumenta la captación de glucosa por las células diana.

Gran parte de la insulina circulante está unida β-globulina, pero la vida media de la insulina en el plasma es muy breve, unos 5 minutos, porque en seguida es captada por los tejidos, en especial el hígado, los riñones, el músculo y el tejido adiposo. Una cantidad insignificante de insulina se elimina por la orina.

La insulina aumenta la lipogénesis con conversión de glucosa o de otros nutrientes en ácidos grasos y aumento de los depósitos de triglicéridos en el tejido adiposo. Asimismo, disminuye la lipolisis.

La insulina se secreta en respuesta a un nivel elevado de glicemia y produce un efecto hipoglicemiante (disminuye los niveles de glucosa en plasma) lo que se debe a que facilita la entrada de glucosa en las células que poseen receptores para la insulina. Además, acelera la conversión de glucosa en glucógeno (gluconeogénesis) con aumento de los depósitos de glucógeno en las células y disminuye la glucogenólisis y gluconeogénesis.

El principal elemento regulador en la secreción de insulina son los niveles de glucosa en plasma (glicemia), la glucosa actúa directamente sobre las células beta de los islotes pancreáticos estimulando la secreción de insulina. Durante el ayuno, cuando la glucosa en plasma es relativamente baja (alrededor 3-4 mmol por litro) la insulina apenas es detectable en sangre. Después de una comida normal, la secreción de insulina aumenta a medida que aumenta la glucosa en plasma, alcanzando unos niveles máximos entre 30 y 60 minutos después del inicio de la comida, llegando a aumentar entre 3 y 10 veces su nivel basal.

El sistema nervioso autónomo también interviene en la regulación de la secreción de insulina a través de su inervación de las células beta pancreáticas. El principal efecto de la estimulación simpática y de las catecolaminas circulantes (adrenalina y noradrenalina) es una disminución de la liberación de insulina mientras que la estimulación parasimpática tiene el efecto opuesto, aumenta la secreción de insulina.

Otras hormonas como la del crecimiento (GH) y el cortisol, al provocar una hiperglicemia, indirectamente causan un aumento de la secreción de insulina.

El glucagón es un polipéptido de 29 aminoácidos sintetizado y liberado por las células alfa de los islotes de Langerhans del páncreas y, al contrario que la insulina, eleva el nivel de glucosa en sangre. Es decir, es una hormona hiperglucemiante. Igual que la insulina, su período de vida media en el plasma es de unos 6 minutos. Su principal tejido diana es el hígado.

El glucagón aumente la captación hepática de algunos aminoácidos y la gluconeogénesis o síntesis de nueva glucosa a partir de los aminoácidos, lo que contribuye a aumentar los niveles de glucosa en plasma.

El glucagón aumenta la lipolisis, movilizando los ácidos grasos y el glicerol a partir del tejido adiposo lo que aporta sustratos metabólicos y permite que se ahorre glucosa para poder ser utilizada por el cerebro. El glicerol puede actuar como precursor de la glucosa en la gluconeogénesis hepática.

El glucagón aumenta la glucogenólisis hepática e inhibe la síntesis de glucógeno con lo que más cantidad de glucosa pasa al plasma.

El principal estímulo para la liberación de glucagón son los niveles bajos de glucosa en plasma o hipoglicemia. La disminución de la glicemia estimula la secreción de glucagón y el aumento de la glicemia la inhibe. De modo que la insulina y el glucagón actúan en sentido contrario. Sin embargo, en la mayor parte de los estados normales, el mecanismo de retroalimentación de la insulina es mucho más importante que el del glucagón. De hecho, la insulina inhibe directamente la secreción de glucagón. Pero cuando disminuye la ingestión de glucosa por ayuno o se utiliza en exceso durante el ejercicio o en situaciones de estrés, entonces disminuye la glicemia lo suficiente como para estimular la secreción de glucagón. La liberación de glucagón.

La función principal del páncreas endocrino es regular la glicemia o los niveles de glucosa en plasma. En una persona normal la glicemia está controlada dentro de límites muy estrechos entre 70 y 140 mg/100 ml de sangre (4-8 mmol por litro). Las hormonas pancreáticas contribuyen a la regulación de la glucosa que tiene lugar minuto a minuto.

La insulina es la única hormona capaz de disminuir los niveles de glucosa en plasma y el glucagón es la hormona hiperglucemiante más importante. Los sistemas de regulación de la glicemia actúan rápidamente después de una comida y devuelven su valor a cifras normales, por lo general a las 2 horas después de la última absorción de carbohidratos.

El hígado funciona como un importante sistema amortiguador de la glicemia. Al elevarse la glicemia y, consiguientemente la insulina, después de una comida, hasta 2/3 partes de la glucosa absorbida en el tuvo digestivo se almacena en el hígado en forma de glucosa. En las horas siguiente, cuando disminuye la glicemia y la secreción de insulina, el hígado libera nuevamente la glucosa a la circulación. Es decir, que el hígado retira la glucosa de la sangre cuando está presente en exceso después de una comida y la devuelve a la sangre cuando es necesaria entre comidas. Es importante que el páncreas no secrete demasiada insulina durante el período interdigestivo porque entonces la glucosa sería captada por otros tejidos dejando al sistema nervioso central sin su aporte nutritivo. Otros tejidos como los riñones, el músculo esquelético y la piel almacenan cantidades más pequeñas de glucosa en forma de glucógeno. Todas las células que almacenan glucógeno tienen la capacidad de utilizarlo para su propio metabolismo, pero las células del hígado y del riñón pueden, además, liberar glucosa a la circulación para que esté disponible para otras células. Los riñones constituyen una fuente de glucosa plasmática sólo en caso de ayuno, de modo que en la mayor parte de situaciones el hígado constituye la principal fuente de glucosa y desempeña un papel decisivo en el suministro de glucosa al sistema nervioso central. Cuando los depósitos de glucosa son suficientes, cualquier exceso de glucosa en plasma se convierte en ácidos grasos y se almacena en el tejido adiposo en forma de triglicéridos.


Eje hipotálamo-hipófisis

Palacios (2009) explica:

La hipófisis es una pequeña glándula de menos de 1 cm de diámetro y de 0.5-1 gr de peso que se encuentra dentro de la silla turca del esfenoides. Está unida al hipotálamo por el llamado tallo de la hipófisis o infundíbulo. Desde el punto de vista anatómico y fisiológico, la hipófisis se divide en 2 porciones:

·         Hipófisis anterior o adenohipófisis, que ocupa el 75% del peso total de la glándula y su parte secretora está formada por tejido epitelial especializado, como sucede con otras glándulas endocrinas.

·         Hipófisis posterior o neurohipófisis, formada por tejido nervioso ya que contiene axones y terminales axonales correspondientes a unas 5000 neuronas situadas en unos núcleos especializados del hipotálamo. Estos axones tienen su soporte en unas células llamadas pituicitos, que son similares a la glía.

Casi toda la secreción de la hipófisis es controlada por el hipotálamo. El hipotálamo es una estructura nerviosa situada en la base del encéfalo, por debajo de los dos tálamos (de ahí su nombre), y constituido por múltiples conjuntos de neuronas formando diversos núcleos. Es un centro receptor de señales procedentes de muchas zonas del encéfalo, así como de órganos internos, de modo que experiencias emocionales, dolorosas o estresantes causan cambios en su actividad. A su vez el hipotálamo controla el sistema nervioso autónomo y regula la temperatura corporal, el hambre, la sed, la conducta sexual y las reacciones defensivas como el miedo o la rabia. Pero no sólo es el hipotálamo un centro regulador importante en el sistema nerviosos, sino que, además, en él se encuentran unos grupos de neuronas especiales que sintetizan, al menos, nueve hormonas diferentes con la función de regular la secreción de hormonas de la hipófisis anterior y otros grupos de neuronas especiales que sintetizan 2 hormonas que posteriormente son transportadas hasta la neurohipófisis en donde son liberadas a la sangre. De modo que el hipotálamo y la hipófisis en conjunto regulan prácticamente todos los aspectos del crecimiento, el desarrollo, el metabolismo y la homeostasia del organismo. Podemos decir que el hipotálamo, la hipófisis y sus tejidos diana forman una unidad funcional completa.

En el hipotálamo hay unas neuronas especiales en unos núcleos específicos que sintetizan y secretan las hormonas liberadoras y hormonas inhibidoras que controlan, a su vez, la secreción de la adenohipófisis, facilitándola o inhibiéndola, respectivamente. La comunicación entre la hipófisis anterior y el hipotálamo se efectúa a través de pequeños vasos sanguíneos que proceden del hipotálamo y van a desembocar en los sinusoides (tipo especial de capilares) hipofisiarios proporcionando una conexión vascular directa entre el hipotálamo y las células endocrina de la hipófisis anterior. Estos vasos de comunicación entre hipotálamo y adenohipófisis constituyen el sistema portal hipotálamo-hipófisis. De este modo, las hormonas liberadoras en inhibidoras del hipotálamo pasan a los capilares hipotalámicos y son transportadas por la sangre directamente a los sinusoides de la hipófisis anterior desde donde se ponen en contacto con los distintos tipos de células de la adenohipófisis para facilitar o inhibir su función secretora.

Hay, pues, un eje de actividad hormonal: el hipotálamo actúa sobre la adenohipófisis, la adenohipófisis actúa sobre las glándulas diana y los productos hormonales producidos por éstas actúan, a su vez, sobre el hipotálamo y la adenohipófisis para regular su acción.

A diferencia de otras hormonas adenohipofisiarias, la hormona del crecimiento (GH) no funciona a través de una glándula diana, sino que actúa sobre casi todos los tejidos del organismo. Se llama también hormona somatotrópica o somatotropina o GH y es la hormona más abundante secretada por la adenohipófisis o hipófisis anterior. Es una pequeña molécula proteica de cadena única que provoca el crecimiento de todos los tejidos del cuerpo capaces de crecer. La somatotropina es necesaria, por tanto, para el desarrollo corporal normal del niño y adolescente.

La GH aumenta la entrada de aminoácidos en el interior de las células (en especial, las del músculo esquelético, hepatocitos y adipocitos) y, por tanto, aumenta la síntesis de proteínas (anabolismo proteico) en las células del organismo a la vez que reduce la desintegración o catabolismo de proteínas. Produce un aumento de la síntesis de ADN y de RNA y de la división celular. Debido a estos efectos, aumenta el crecimiento del esqueleto y de los músculos esqueléticos durante la niñez y la adolescencia. en adultos, ayuda a mantener el tamaño de huesos y músculos y promueve la reparación tisular.

La GH estimula el catabolismo de la grasa almacenada en el tejido adiposo, con lo que aumenta la liberación de ácidos grasos libres al plasma que son aprovechados por las células del organismo para obtener energía al estimular su conversión a acetil-coenzima A. de modo que bajo la influencia de la somatotropina se utiliza grasa para obtener energía de preferencia a los carbohidratos y proteínas. Este efecto es más importante en los períodos de ayuno o hambre.

La GH disminuye la utilización de la glucosa en el organismo para obtener energía porque disminuye la captación de glucosa por las células, principalmente las del músculo esquelético y los hepatocitos. Además, acelera la transformación del glucógeno hepático en glucosa (glucogenólisis). Como consecuencia de estos dos efectos, produce un aumento del nivel de glucosa en sangre (hiperglicemia). Por eso se dice que la GH tiene un efecto diabetogénico.

La secreción de la GH es controlada casi por completo en respuesta a 2 hormonas secretadas en el hipotálamo y que son transportadas después a la adenohipófisis por el sistema portal hipotálamo-hipófisis para que actúen sobre las células somatotropas de la hipófisis anterior:

·         La hormona liberadora de la secreción de la hormona del crecimiento (GHRH).

·         La hormona inhibidora de la hormona del crecimiento o somatostatina.

La tasa de liberación de la GH por las células somatotropas de la adenohipófisis está determinada por el equilibrio entre estas dos hormonas hipotalámicas. El mecanismo de liberación de la GH es en forma de pulsos y los picos de secreción coinciden con los picos de secreción de la GHRH mientras que los valores mínimos de secreción coinciden con un aumento de la liberación de somatostatina.

Existen, además, numerosos estímulos fisiológicos para la liberación de la somatotropina. La secreción de GH sigue un ritmo circadiano con aumentos importantes durante los períodos de sueño profundo en que se producen picos de secreción cada 1-2 horas. Las emociones, el estrés, la fiebre, los traumatismos, el dolor, el frío y la actividad corporal fuerte también son un estímulo para su secreción. Por otro lado, el estímulo metabólico más potente para su secreción es la hipoglicemia. El núcleo hipotalámico que causa la secreción de GHRH es la misma zona hipotalámica sensible a la hipoglicemia y que provoca la sensación de hambre.

La prolactina es una hormona producida por la hipófisis anterior y crea las condiciones previas para el cuidado de las crías de los mamíferos, es decir, para el mantenimiento de la especie. El órgano diana para la prolactina es la glándula mamaria. Durante el embarazo, la prolactina, los estrógenos y la progesterona promueven el desarrollo del tejido de la glándula mamaria. Tras el parto, la prolactina, junto con el cortisol y la insulina, es necesaria para la síntesis y secreción de la leche. La prolactina es la principal hormona responsable de la producción de leche o lactogénesis.

Durante el desarrollo embrionario, la hipófisis posterior queda conectada con el hipotálamo mediante un conjunto de fibras nerviosas que recibe el nombre de tracto o conducto hipotálamo-hipófisis, de ahí el nombre de neurohipófisis que se da a esta parte de la hipófisis. De modo que las hormonas que se secretan en la neurohipófisis, en realidad son sintetizadas dentro de los cuerpos celulares de grandes neuronas especializadas que se encuentran en el hipotálamo, que luego las transporta a lo largo de sus axones hasta las terminales axonales situadas en la neurohipófisis, necesitando varios días para llegar a la glándula. Es decir que la neurohipófisis almacena y libera hormonas, pero no las sintetiza. Estas hormonas son la vasopresina u hormona antidiurética (ADH) y la oxitocina.

Tanto la oxitocina como vasopresina circulan por la sangre principalmente como hormonas libres y actúan sobre las células diana a través de receptores de superficie acoplados a la proteína G. los riñones y el hígado son los principales órganos de eliminación de estos péptidos, cuya vida media en el torrente circulatorio es de alrededor de 1 minuto.

La oxitocina es la hormona producida por el hipotálamo y secretada en la neurohipófisis. Tiene un efecto estimulante potente sobre el útero grávido, en especial, al final de la gestación, estimulando las contracciones del mismo. Además, tiene una función de importancia especial en la lactancia porque provoca la contracción de las células mioepiteliales que rodean los músculos de la glándula mamaria de modo que la leche se expulsa hasta el pezón y el niño puede obtenerla al mamar.

El factor regulador de la secreción de oxitocina en el caso de la contracción uterina es el estiramiento del cuello uterino que ocurre al final del embarazo y en el caso de la lactancia es el niño al succionar los pezones de las glándulas mamarias.

La hormona antidiurética (ADH) o vasopresina, es una hormona producida en el hipotálamo y secretada en la neurohipófisis…la principal acción fisiológica de esta hormona es su efecto antidiurético, de ahí su nombre de hormona antidiurética (ADH). En este caso el riñón es el órgano diana para la hormona ya que produce un aumento de la permeabilidad de la parte distal de la nefrona para el agua, y permite que el agua se reabsorba a la sangre y sea por tanto conservada en el organismo. Como consecuencia se produce una disminución del flujo de orina. Cuando hay una disminución o ausencia de ADH, la parte distal de la nefrona es impermeable al agua de modo que ésta se pierde en la orina, pudiéndose eliminar grandes cantidades de una orina muy diluida por la cantidad de agua que contiene.

Como su nombre indica, la vasopresina también es un potente vasoconstrictor. Actúa principalmente sobre el músculo liso de las arteriolas de la dermis y de la circulación esplacnica (o de las vísceras de los órganos contenidos en el tronco). En circunstancias normales el aumento de la presión arterial inducido por la vasopresina es insignificante porque también induce la bradicardia (latido lento) y la disminución del flujo cardíaco que tienden a compensar el aumento de la resistencia periférica total. El efecto vasoconstrictor es importante como protector durante las hemorragias o deshidrataciones agudas. La vasopresina interviene también estimulando la liberación de ACTH por la adenohipófisis y en el control de la sensación de sed…El alcohol inhibe la secreción de ADH, de ahí su efecto diurético y la consiguiente deshidratación puede causar tanto sed como cefalea típica de la resaca.

 

Glándula tiroides

Palacios (2009):

La glándula tiroides pesa entre 10-20 gramos y está localizada inmediatamente por debajo de la laringe y a ambos lados y por delante de la tráquea. Tiene2 lóbulos que están conectados entre sí por una masa una masa de tejido tiroideo llamado istmo y está muy vascularizada.

Secreta 2 hormonas que contienen yodo: la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3) y una hormona que no contiene yodo y que participa en el metabolismo del calcio (la calcitonina).

La glándula tiroidea está compuesta por gran cantidad de folículos tiroideos cerrados, similares a sacos esféricos de un tamaño entre 20 y 900 micras, con una cavidad en su interior en donde se almacena una sustancia de aspecto coloide que es, en realidad, la tiroglobulina que contiene en su interior aminoácidos tirosina yodados que constituyen las hormonas tiroideas T3 y T4.

Las hormonas tiroideas son las únicas hormonas del organismo que contienen yodo, por tanto para fabricar cantidades normales de hormonas T3 y T4 es necesario ingerir aproximadamente 1 mg de yodo por semana. Los yoduros pasan del tubo digestivo a la sangre y al llegar a los riñones son eliminados rápidamente de modo que en menos de 3 días, el 80% de los yoduros circulantes es eliminado por la orina mientras el 20% restante es captado desde la sangre circulante por las células foliculares tiroideas.

Primera etapa: captación de yoduros. El yodo procedente de los alimentos y del agua de bebida es absorbido por el intestino delgado como yoduro inorgánico. Este yodo es transportado desde la sangre capilar al interior de las células foliculares de la glándula tiroides. La membrana plasmática basal de estas células tiene capacidad específica para transportar de modo activo iones yoduro a su interior contra un gradiente electroquímico elevado por medio de una bomba de yoduro, ya que en el interior de las células foliculares el yodo está más concentrado que en el exterior y por lo tanto no puede ser captado por difusión.

Segunda etapa: oxidación de los iones yoduros. Los yoduros negativamente cargados no pueden unirse a los aminoácidos tiroxina para formar las hormonas T3 y T4. Estos aniones deben sufrir, primero, una oxidación para convertirse en yodo libre molecular. Esta reacción es catalizada por una peroxidasa en el interior de las células foliculares y el peróxido de hidrógeno actúa como aceptor de electrones. A medida que los yoduros van siendo oxidados, el yodo libre va pasando desde la célula folicular al interior de la cavidad del folículo para que pueda producirse la yodación de la tiroglobulina.

Tercera etapa: síntesis de la tiroglobulina. Las células foliculares tiroideas sintetizan la tiroglobulina que es una glicoproteína de alto peso molecular (670 KDa) formada por unos 5000 aminoácidos. De estos unos 125 son aminoácidos tiroxina y, de éstos, solo unos 20 se combinan con átomos de yodo para formar hormonas tiroideas T3 y T4. Una vez formada la tiroglobulina, es empaquetada en vesículas secretadas que se desplazan hasta la membrana plasmática apical, en contacto con la cavidad folicular, en donde sufren exocitosis con lo que la tiroglobulina es liberada desde las células foliculares al interior de la cavidad folicular en donde queda almacenada.

Cuarta etapa: yodación de la tiroglobulina. A medida que los átomos de yodo libre van pasando desde la célula folicular a la cavidad del folículo se van uniendo con los aminoácidos tirosina dentro de la molécula tiroglobulina, para formar las hormonas tiroideas T3 yT4 que, por tanto, quedan incluidas dentro de la molécula de tiroglobulina.

La proteína yodada queda almacenada en la cavidad de los folículos glandulares durante meses, de modo que la cantidad almacenada puede cubrir las necesidades del cuerpo por un período superior a 3 meses.

En el momento en que hay que liberar o secretar hormonas tiroideas a la sangre, las células foliculares emiten pseudópodos al interior de la cavidad de los folículos. Estos pseudópodos se cierran alrededor de pequeñas porciones de tiroglobulina con lo que se forman vesículas en el citoplasma de las células foliculares. Entonces los lisosomas, se fusionan con estas vesículas y sus enzimas digieren las moléculas de tiroglobulina. Como consecuencia se liberan yodotirosinas, aminoácidos y azúcares. Los aminoácidos y azúcares son reciclados mientras que monoyodotirosinas (MIT) y las diyodotirosinas (DIT) son desyodadas para que el yodo pueda reutilizarse. Las hormonas T3 y T4 se liberan se liberan en los capilares en los capilares fenestrados que rodean al folículo después de atravesar la membrana de las células foliculares por el lado contrario al de la cavidad folicular.

Un 90% de la hormona liberada por la tiroides es tiroxina y un 10% es T3. La T3 es más potente que la T4, pero está presente en el plasma en cantidades menores. Las hormonas tiroideas T3 y T4 son transportadas por la sangre unidas a diversas proteínas plasmáticas, de las cuales la principal es la globulina ligadora de tiroxina (TBG).

Cuando las 2 hormonas llegan a los tejidos, se separan de las proteínas transportadoras y entran en las células tisulares por difusión o por un proceso mediado por transportador que requiere energía. Una vez han entrado en las células de los tejidos, una buena parte de la T4 experimenta desyodación y se convierte en T3 de modo que una pequeña parte de la demanda de yodo del organismo puede ser cubierta de este modo. La mayor parte de esta desyodación tiene lugar el hígado y los riñones. En el interior de las células de los tejidos se fijan de nuevo a proteínas intracelulares y vuelven a quedar almacenadas de modo que las pueden seguir usando lentamente durante días o semanas.

Las hormonas tiroideas son liposolubles y pueden atravesar la membrana plasmática de sus células diana por difusión o por un proceso mediado por un transportador. Una vez en el citoplasma T4 se transforma en T3, de modo que los niveles citoplasmáticos de T3 y T4 son similares, y se unen a un gran número de lugares. Tanto T3 como T4 entran en el núcleo donde están sus receptores que, por tanto, son receptores nucleares. Los receptores de hormonas tiroideas se unen al ADN en la región promotora de genes regulados por dichas hormonas, de modo que la unión de T3 y T4 a sus receptores promueve la transcripción de un gran número de genes codificadores de un amplio rango de proteínas. Debido a esto, los efectos de las hormonas tiroideas suelen tardar en aparecer varios días después de la estimulación de la secreción de las glándulas tiroides. Hay un aumento del ARN mensajero seguido por un aumento de la síntesis de proteínas que genera un incremento en los niveles intracelulares de enzimas específicas. Por tanto en la mayor parte de los tejidos aumenta el número de enzimas, proteínas estructurales, proteínas de transporte y otras sustancias. El resultado es un incremento generalizado de la actividad funcional de todo el organismo. El crecimiento de las personas jóvenes se acelera, los procesos mentales están más estimulados y la actividad de la mayor parte de las glándulas endocrinas está aumentada.

Las hormonas tiroideas son esenciales para la diferenciación y maduración normales de los tejidos fetales, particularmente el del esqueleto y el tejido nervioso. Son vitales para el crecimiento y desarrollo del cerebro en la vida fetal y el período perinatal, de modo que si no hay niveles adecuados de hormonas tiroideas en estas etapas se produce un retraso mental severo que si no se diagnóstica y trata rápidamente es irreversible.

Después del nacimiento, las hormonas tiroideas estimulan el crecimiento lineal del hueso hasta la pubertad, así como la osificación y la maduración de las zonas de crecimiento de los huesos largos crecen en longitud. En general se puede considerar que las hormonas tiroideas son factores de crecimiento tisular junto con la insulina y la hormona del crecimiento (GH) porque incluso aunque los niveles de GH sean normales, el crecimiento normal se deteriora en ausencia de T3 y T4.

Concentraciones normales de T3 y T4 estimulan la captación de aminoácidos en las células y la síntesis de proteínas estructurales y funcionales específicas. La síntesis de proteínas está disminuida en personas con hipotiroidismo. Por el contrario, unos niveles elevados de T3 y T4 se asocian con aumento del catabolismo de las proteínas de modo que en caso de un hipertiroidismo hay una pérdida de peso y debilidad muscular.

La T3 y T4 tienen un efecto lipolítico sobre los depósitos de grasa del organismo con lo que aumentan los niveles de ácidos grasos libres en el plasma. También producen un aumento de la oxidación de los ácidos grasos libres lo que contribuye al efecto productor de calor que tienen estas hormonas. El efecto global en el metabolismo de las grasas es una depleción de los depósitos de las grasas corporales con una disminución de peso y una reducción de los niveles de colesterol y otros lípidos en sangre.

La T3 y T4 aumentan la absorción intestinal de glucosa y la captación de la misma por las células del organismo, sobre todo de las musculares y adiposas. Facilitan la gluconeogénesis porque aumentan la disponibilidad de los materiales necesarios (aminoácidos y glicerol), actúan directamente sobre las enzimas implicadas en la glicolisis, activándolas, y potencian de un modo indirecto la acción sobre los hidratos de carbono de otras hormonas como la insulina y las catecolaminas (adrenalina y noradrenalina).

En la mayor parte de los tejidos, la T3 y T4 aumentan la producción de calor y el consumo de oxígeno. La acción productora de calor es importante para la regulación de la temperatura corporal y la adaptación a ambientes fríos y se mide por la tasa de metabolismo basal (TMB). Una TMB alta indica una glándula tiroides excesivamente activa y lo contrario en caso de un hipotiroidismo.

El aumento de la TMB se asocia con un aumento del tamaño y el número de mitocondrias celulares de tejidos sensibles a las hormonas tiroideas y también con un aumento de las enzimas de la cadena respiratoria. Tanto la T3 como la T4 estimulan la actividad de la Na+/K+ATPasa con lo que aumenta el transporte de sodio y potasio a través de las membranas celulares. Como consecuencia aumenta la hidrólisis de ATP que a su vez estimula el consumo de oxígeno por las mitocondrias.

Hay sinergismo entre las catecolaminas y las hormonas tiroideas lo que es importante para que la termogénesis, la lipólisis, la glucogenólisis y la neoglucogénesis sean máximas-la regulación de la secreción de la glándula tiroides se realiza a través del hipotálamo que produce y secreta la hormona liberadora de tirotropina (TRH) que actúa sobre la adenohipófisis, que entonces produce y secreta la tirotropina hipofisiaria (TSH) que, a su vez actúa sobre la glándula tiroides para incrementar la síntesis, el almacenamiento y la secreción de T3 y T4 hasta que el ritmo metabólico retorne a la normalidad.

El hipotálamo puede inhibir la secreción de TSH por medio de la somatostatina que es una hormona que también puede inhibir la secreción de la hormona del crecimiento y de la prolactina.

Las condiciones que incrementan la demanda de ATP como el frío, la hipoglicemia, la altura, el embarazo, etc. Causan un incremento de la secreción de TRH y tirotropina. Diversas reacciones emocionales pueden alterar la secreción de estas hormonas por acción a través del hipotálamo.

Navarro (2019) argumenta que: Las hormonas tiroideas… son reguladoras clave del metabolismo de los mamíferos en general y de la especie humana en particular. En este sentido dice el autor, que las hormonas tiroideas son el motor de la inteligencia.

 

Glándula paratiroides

Las glándulas paratiroides son 4, dos superiores y dos inferiores, y se encuentran situadas por detrás y muy próximas a la glándula tiroides. Son muy pequeñas, cada una tiene unos 6 mm de largo y el peso total de las cuatro es menor de 500 mg.

Sintetizan y secretan la paratohormona u hormona paratiroidea (PTH) que es una proteína pequeña de 84 aminoácidos con un papel fundamental en la regulación del metabolismo del calcio.

El calcio desempeña un papel esencial en muchos aspectos de la función de las células del organismo y es un componente estructural importante de los huesos del esqueleto.

El organismo humano adulto contiene aproximadamente 1 kilo de calcio, la inmensa mayoría del cual (99%) se encuentra en forma de cristales de hidroxiapatita dentro de los huesos y los dientes y el resto en tejidos blandos.

Junto con el tejido digestivo, los riñones son los órganos más importantes en la regulación de la entrada y salida del calcio del organismo de modo que en una persona que tenga un equilibrio correcto de calcio, la cantidad eliminada por la orina es igual a la cantidad absorbida por el intestino.

A lo largo de la vida de la persona, los huesos se encuentran en un equilibrio dinámico es decir, la formación y la degradación de hueso están equilibrados, lo que permite un remodelado constante del esqueleto según las necesidades mecánicas. Los osteoblastos son células formadoras de huesos y los osteoclastos son células que degradan el hueso, lo que libera calcio y fosfato que pasan al plasma.

Igual que sucede con el calcio, en una persona sana la absorción neta de fosfato por el intestino es igual a la excreción neta por el riñón.

En la regulación de los niveles de estos minerales en plasma intervienen tres hormonas principales que realizan sus efectos sobre el hueso, el riñón y el intestino y son la vitamina D, la paratohormona y la calcitonina.

Aunque se considera una vitamina debido a sus requerimientos en la dieta, la vitamina D también puede ser considerada una hormona, por varias razones: es sintetizada endógenamente, la parte que proviene de la dieta debe ser metabolizada a una forma activa biológicamente, circula por la sangre y una vez que alcanza las células diana entra en el citoplasma y se une a un receptor con el que forma un complejo. Este complejo hormona receptor entra después en el núcleo y regula la transcripción de un gran número de proteínas.

La vitamina D existe en el organismo en dos formas: vitamina D3 y vitamina D2. La vitamina D3 se forma en la piel por la acción de los rayos ultravioleta del sol, aunque también se puede obtener al comer carne de hígado, huevos y leche enriquecida. La vitamina D2 solamente está disponible a partir de la dieta, sobre todo vegetales. La vitamina D (tanto D3 como D2) es liposoluble de modo que su absorción a través del intestino depende de su solubilización con las sales biliares. En el plasma, la vitamina o está con quilomicrones o asociada con una globulina. La mayor parte de los depósitos de vitamina D en el organismo en el tejido adiposo. La acción de la paratohormona a nivel del riñón es esencial para conseguir la conversión final a la forma activa de la vitamina. En ausencia de riñones o de paratohormona, la vitamina D es inefectiva y como consecuencia, no se absorbe suficiente calcio por el intestino.

A nivel del intestino delgado, la 1,25-dihidroxivitamina D aumenta la absorción de calcio porque estimula la síntesis de diversas proteínas en las células epiteliales del intestino que favorecen la absorción de calcio. En condiciones normales, la absorción de calcio por el tubo digestivo es poca porque muchos compuestos de calcio son insolubles y además los cationes divalentes se absorben muy mal por la mucosa intestinal. Asimismo, la 1.25-dihidroxivitamina D promueve la absorción intestinal de fosfato.

A nivel del riñón, parece actuar sinérgicamente con la paratohormona (PTH) para aumentar la reabsorción de calcio a la sangre y evitar así que se pierda que se pierda por la orina. También promueve la reabsorción de fosfato por el riñón. Como consecuencia contribuye a aumentar los niveles de calcio y fosfato en el plasma. Sin embargo, los efectos de la vitamina D activa a nivel renal son menores que los de la PTH.

Una vez secretada por la glándula paratiroides, la PTH circula libre en el plasma y es rápidamente metabolizada. Su vida media es de unos 4 minutos. El hueso y el riñón tienen el mayor número de receptores para la PTH.

A nivel del hueso, el efecto neto de la PTH es promover la degradación de hueso con lo que niveles altos de calcio y fosfato pasan a la sangre. Los osteoblastos tienen receptores de membrana para la PTH, pero no así los osteoclastos por lo que el efecto de la PTH sobre los osteoclastos es indirecto. La PTH actúa sobre los osteoclastos y los precursores de los osteoclastos para inducir la producción de diversas citoquinas que son las que promueven el aumento tanto del número como de la actividad de los osteoclastos.

A nivel del riñón promueve la reabsorción de calcio a la sangre, con lo que disminuye la cantidad de calcio que es eliminada por la orina y, por tanto, aumenta los niveles de calcio en plasma. La vitamina D activa tiene un efecto sinérgico con la PTH en la reabsorción de calcio a nivel renal. Pero, a diferencia de la vitamina D activa, la PTH reduce la reabsorción de fosfato a nivel del riñón con lo que se elimina más fosfato en la orina y, por tanto, disminuyen los niveles de fosfato en plasma. La eliminación de fosfato por la orina es un mecanismo muy importante de regulación del metabolismo calcio-fosfato porque cuando hay niveles elevados de PTH se libera mucho calcio y fosfato del hueso con lo que se pueden producir precipitados de sales de fosfato cálcico en el plasma. Al inducir fosfaturia (eliminación de fosfato en la orina), la PTH disminuye la formación de complejos de fosfato cálcico e impide la precipitación de sales cuando se necesita movilización de calcio. Es decir que el organismo regula exactamente los niveles de calcio pero permite la variación amplia de los niveles de fosfato.

Así pues, el efecto neto de la PTH en el hueso y el riñón es aumentar los niveles de calcio en plasma y disminuir los niveles de fosfato.

El control de la secreción de PTH se debe a la concentración de iones calcio en el líquido extracelular. Se trata de un mecanismo de retroalimentación negativo. Incluso una ligera disminución de la concentración de calcio hace que las glándulas paratiroides aumenten tanto su ritmo de secreción de PTH en minutos, como su ritmo de síntesis porque las glándulas paratiroides contienen solo la cantidad de PTH suficiente para mantener una respuesta secretora estimulada durante unas horas. El efecto contrario (disminución de la síntesis y de la secreción de la PTH) se produce si aumenta la concentración de calcio en plasma, como cuando hay una gran cantidad de calcio en la dieta o se produce un exceso de destrucción de hueso, por ejemplo, en caso de inmovilidad.

La calcitonina es una hormona polipeptídica de 32 producida por las células C o parafoliculares de la glándula tiroides. La calcitonina se almacena en vesículas secretoras en las células C y se libera cuando se produce un aumento en los niveles de calcio en el liquido extracelular. Por el contrario, la disminución de los niveles de calcio en el liquido extracelular disminuye la secreción de calcitonina. Es decir, que su regulación es la opuesta a la que se produce con la paratohormona (PTH).

A nivel hueso, los osteoclastos, que no tienen receptores para la PTH, parecen ser la principal diana de la calcitonina. La calcitonina inhibe la actividad destructiva de los osteoclastos y enlentece el recambio del hueso con lo que disminuye los niveles del calcio y de fosfato que pasan al plasma. Pero el efecto de la calcitonina sobre el hueso es transitorio, debido a una rápida perdida de sensibilidad para la calcitonina de los receptores de calcitonina.

A nivel del riñón, la calcitonina, al contrario de la PTH, aumenta la eliminación de calcio por la orina pero, también aumenta la eliminación de fosfato por la orina (lo mismo que la PTH) porque inhibe el transporte de estos iones en el túbulo proximal. Todo ello contribuye al efecto de disminución de calcio y de fosfato en plasma, causado por la calcitonina. Pero estos efectos renales son de corta duración y no parecen ser muy importantes en la regulación renal global del calcio o del fosfato.

Aunque la paratohormona (PTH) y la 1,25-dihidroxivitamina D son las principales hormonas involucradas en modular el recambio de hueso, otras hormonas también participan en ese proceso.

La testosterona y el estradiol son necesarias para mantener la masa normal de hueso en hombres y mujeres respectivamente. La disminución en los niveles de estradiol que se producen después de la menopausia, expone a las mujeres a padecer osteoporosis, consistente en una masa disminuida del hueso debida a una disminución de la matriz ósea. La osteoporosis es menos común en hombres porque su masa esquelética tiende a ser mayor a lo largo de la vida adulta y porque los niveles de testosterona en los hombres disminuyen muy lentamente a medida que se hacen mayores, a diferencia de la disminución brusca del estradiol en las mujeres que se da después de la menopausia.

Los glucocorticoides también modulan la masa ósea. Esta acción es más evidente en casos en los que aumente el nivel de glucocorticoides en el organismo o por un proceso patológico o por administración farmacológica, lo que puede dar origen a la osteoporosis.

 

Glándulas suprarrenales

Palacios (2009) publicó:

Las glándulas suprarrenales son dos y cada una de ellas se encuentra situada en la parte superior de un riñón, pesa alrededor de 4 gramos y están muy vascularizadas.

Cada glándula suprarrenal está compuesta de dos partes que son diferentes, tanto

desde el punto de vista estructural como funcional, es decir, que cada glándula suprarrenal equivale a 2 glándulas endocrina: una más externa, la corteza suprarrenal (que constituye el 80% de la glándula) y otra más interna, la médula adrenal que constituye el 20% de la glándula.

Sus células cromafines tienen gránulos de almacenamiento que contiene las hormonas adrenalina y noradrenalina (llamadas también epinefrina y norepinefrina, respectivamente) que son liberadas como como reacción a una estimulación general del sistema nervioso simpático y preparan al organismo para afrontar una situación de estrés. Químicamente son catecolaminas y derivan del aminoácido tirosina. La adrenalina es más potente que la noradrenalina, liberándose en mayor cantidad, un 80% de adrenalina y un 20% de noradrenalina y son inactivadas de un modo muy rápido por lo que sus vidas medias en plasma son de 1-3 minutos. Son captadas por terminales simpáticas o inactivas en tejidos como el hígado, los riñones o el cerebro. La adrenalina y la noradrenalina actúan sobre diferentes tipos de receptores adrenérgicos.

Los efectos fisiológicos de las catecolaminas de la médula adrenal son parte de una respuesta simpática global ya que su liberación siempre se asocia con un aumento de la secreción de noradrenalina por las terminales del sistema nervioso simpático. Ambas hormonas aumentan la presión sistólica, estimulando la frecuencia cardiaca y la contractilidad del corazón y, por tanto, aumentan el gasto cardiaco. La adrenalina reduce la presión diastólica como consecuencia de la vaso-dilatación, sobre todo, de vasos del músculo esquelético mientras que la noradrenalina aumenta la presión sistólica por una vaso-constricción más generalizada.

Ambas hormonas causan dilatación de las pupilas y la adrenalina, además, bronco-dilatación y reduce la movilidad del intestino. La adrenalina aumenta el consumo de oxígeno y la termogénesis, igual que las glándulas tiroides.

Ninguna de las dos hormonas tiene efecto sobre el metabolismo de las proteínas, en cambio las dos hormonas aumentan la lipolisis con liberación de ácidos grasos al plasma.

La adrenalina estimula la degradación de glucógeno en el hígado (glucogenólisis) con el consiguiente aumento de los niveles de glucosa en plasma, en cambio la noradrenalina apenas tiene efectos en la glucogenólisis.

Usualmente el estrés físico (ejercicio, hipoglucemia, frío, hemorragias, hipotensión, dolor físico) o mental (miedo, cólera, traumas emocionales) es el que excita al sistema simpático. De modo que suele decirse que el propósito del sistema simpático es proporcionar una activación extra del cuerpo en estados de estrés, es lo que se llama la respuesta simpática al estrés. Las acciones coordinadas del cortisol y las catecolaminas movilizan sustratos para mantener la glicemia y el metabolismo energético durante el período de estrés, las respuestas cardio-vasculares se integran con estas adaptaciones metabólicas.

La corteza suprarrenal es la parte externa de la glándula suprarrenal y representa el 80% de ésta. A su vez, dentro de la corteza suprarrenal existen tres zonas constituidas por células diferentes: la zona glomerular que es la más externa y secreta unas hormonas llamadas mineral-corticoides, la zona fascicular, intermedia y la más extensa, que secreta unas hormonas llamadas glucocorticoides y la reticular, que es la más interna y delgada, y secreta esteroides sexuales. A este conjunto de hormonas se les llama genéricamente corticoesteroides o corticoides por proceder de la corteza suprarrenal.

Todas ellas son sintetizadas a partir del esteroide colesterol y tiene fórmulas químicamente similares. El colesterol es captado por las células glandulares de un modo directo desde la sangre porque la membrana de estas células tiene receptores en donde se fijan las lipoproteínas de baja densidad (LDL) que transportan concentraciones elevadas de colesterol. Al fijarse estas lipoproteínas a los receptores de la membrana celular se fomenta la entrada de colesterol en la célula por un mecanismo de endocitosis mediada por recepto. Las células glandulares también pueden sintetizar colesterol a partir del Acetil-CoA, pero este proceso se da en menor proporción. El colesterol es luego almacenado dentro de gotas de lípidos en el citoplasma de las células de la corteza suprarrenal. Una vez realizada su función, los corticoides se degradan en el hígado. Luego un 25% se excreta en la bilis y en las heces y un 75% se elimina en la orina.

 Los mineralocorticoides son hormonas sintetizadas en la zona glomerular de la corteza suprarrenal, que es la parte externa de la glándula. El nombre de mineral-corticoides se debe a que estas hormonas actúan principalmente sobre los electrolitos de los líquidos extracelulares. El principal mineral-corticoide es la aldosterona. No se almacena en forma significativa dentro de las células de la corteza suprarrenal, sino que se difunde rápidamente una vez sintetizada. Por tanto, la síntesis de aldosterona debe aumentar siempre que se necesite aumentar sus niveles en plasma. Una vez secretada, la aldosterona se combina de modo laxo con las proteínas plasmáticas, transcortina y, sobre todo, albúmina y llega a los tejidos diana (riñones) en unos 30 minutos.

Los efectos de los mineral-corticoides son esenciales para la vida, de modo que si no hay, se produce la muerte al cabo de pocos días. La función más importante de la aldosterona es la reabsorción de sodio en la parte distal de las nefronas, en los riñones, con lo que el sodio se recupera a la sangre y no se pierde en la orina. Este efecto se realiza mediante un intercambio con potasio que se elimina por la orina y no se acumula en el organismo. La reabsorción de sodio conduce a la reabsorción de los iones cloro y bicarbonato y al almacenamiento de agua en el organismo. Por tanto, la aldosterona evita la depleción (disminución) de sodio del organismo, ya que conserva sodio en el líquido extracelular, y controla los niveles extracelulares de potasio (fundamentales para el buen funcionamiento celular) evitando una acumulación de este ion. Si hay una disminución en la secreción de aldosterona se produce un aumento en los niveles de potasio en plasma (muy peligroso para la vida) y una disminución de los de sodio y cloro. Como consecuencia, el volumen de líquido extracelular y el volumen sanguíneo disminuyen y se produce una disminución del gasto cardiaco que puede llevar a la muerte.

Debido a su solubilidad en los lípidos de la membrana, la aldosterona se difunde con facilidad hacia en interior de las células endoteliales de los túbulos de las nefronas (distales y colectores) en los riñones. En el citoplasma de estas células se combina con un receptor citoplasmático. El complejo receptor-hormona se difunde al núcleo donde da lugar a la transcripción de genes y formación de RNA mensajero. Este RNA mensajero se difunde al citoplasma y origina la formación de una o más proteínas transportadoras de sodio y de potasio.

Los principales reguladores de la liberación de aldosterona son los niveles de potasio en plasma y el sistema renina-angiotensina. Los niveles de sodio constituyen un regulador muy leve de la secreción de aldosterona, lo mismo que los niveles de la hormona adrenocorticótropa (ACTH). Así pues, el incremento de la concentración de potasio en el líquido extracelular aumenta la secreción de aldosterona, lo mismo que el aumento de la actividad del sistema renina-angiotensina.

El efecto regulador del potasio es muy importante en la secreción de aldosterona, porque establece un poderoso mecanismo de retroalimentación para controlar el potasio extracelular, lo que resulta imprescindible para el buen funcionamiento de las células del organismo: a) un incremento en la concentración de potasio extracelular causa un incremento en la secreción de aldosterona; b) la aldosterona actúa sobre los riñones, causando un incremento en la excreción de potasio por la orina; c) por tanto, la concentración extracelular de potasio retorna a la normalidad.

 

Hormonas del estrés

Campillo (2020) escribió que: “La activación del hipotálamo también descarga impulsos nerviosos que alcanzan una estructura endocrina que está íntimamente asociada al hipotálamo: la glándula hipófisis. Las señales hipotalámicas (nerviosas u hormonales) estimulan la hipófisis para que fabrique una serie de hormonas que asumirán la dirección endocrina del estrés frente una determinada agresión. Una de las hormonas fundamentales que se liberan en la hipófisis es la llamada ACT (corticotrofina), que viaja por la sangre hasta llegar a las glándulas suprarrenales, donde estimula la secreción de grandes cantidades de la auténtica y más importante hormona del estrés, el cortisol. La función del cortisol es tan relevante que en todos los animales, seres humanos incluidos, el cortisol tiene un ritmo cíclico de producción que se ajusta al ritmo de día y noche (ritmo circadiano). En los seres humanos la mayor cantidad de cortisol se produce en la madrugada, lo que nos faculta para superar ese gran estrés diario que es el despertar. Su secreción va disminuyendo a lo largo del día hasta alcanzar un mínimo al anochecer, momento en que prepara metabólicamente al organismo para el reposo y el sueño... El cortisol llega por la sangre hasta cada rincón de nuestro organismo, hasta cada célula. Se disuelve en la membrana de las células, penetra en su interior y actúa sobre un receptor intracelular. Mediante esta unión se regulan algunos genes determinados y, en consecuencia, la célula fabrica determinadas proteínas, transportadores y enzimas, que son los que van a permitir que el organismo se defienda contra la amenaza. Este mecanismo hace que la actuación del cortisol sea más lenta que la del sistema simpático; es la segunda línea de defensa. El cortisol actúa en minutos y horas, mientras que el simpático actúa en segundos. En el mecanismo del estrés, el simpático es el responsable de la defensa inmediata, de la lucha o la huida (o de hacerse el muerto), y la acción preferente del cortisol es reparar los posibles daños que el incidente haya ocasionado, permitir la recuperación y, sobre todo, fijar en determinadas áreas cerebrales lo sucedido para que no se olvide el incidente”.

Respecto al estrés Mcgonigal (2019) escribió que tal “Como lo observó Walter Cannon la respuesta al estrés de pelear o huir principia cuando irrumpe el sistema nervioso simpático. Con el fin de que estés alerta y listo para actuar, ese sistema concentra todo tu cuerpo en la movilización de energía. El hígado vierte azúcar y grasa en la sangre para que sirvan como combustible, la respiración se intensifica para destinar más oxígeno al corazón y el ritmo cardíaco se acelera para llevar este oxígeno, grasa y azúcar a los músculos y el cerebro. Hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol ayudan a los músculos y al cerebro a tomar como usar más eficientemente esa energía. La respuesta al estrés nos prepara de todas estas formas para encarar los retos frente a nosotros…La ene4gía que obtenemos de la tensión no sólo ayuda a nuestro cuerpo a actuar; también activa nuestro cerebro. La adrenalina despierta nuestros sentidos. Las pupilas se dilatan para dejar entra más luz y el oído se agudiza. El cerebro procesa más rápidamente lo que percibimos. Dejamos de divagar y nuestras prioridades menos importantes se desvanecen. La ansiedad genera un estado de atención concentrada que nos da acceso a más información sobre nuestro entorno físico. Cuando nuestra sobrevivencia está en peligro, esos cambios biológicos son más agudos y quizá adoptemos una respuesta clásica de pelear o huir. Pero cuando la situación estresante es menos amenazadora, el cerebro y el cuerpo pasan a un estado distinto: la reacción de desafiar. Como la de pelear o huir, la respuesta de desafío nos da energía y nos ayuda a desenvolvernos bajo presión. El ritmo cardíaco aumenta, la adrenalina se dispara, los músculos y el cerebro reciben más combustible y las sustancias químicas que nos hacen sentir bien se incrementan de modo repentino”.

Los glucocorticoides son hormonas sintetizadas en la zona fascicular de la corteza suprarrenal, que es la parte más abundante de la glándula. El nombre de glucocorticoides se debe a que son hormonas que afectan la homeostasis de la glucosa.

Aunque en la zona fascicular de la corteza suprarrenal se producen otros glucocorticoides como la corticoesterona y la cortisona, el principal glucocorticoide en el ser humano es el cortisol yo hidrocortisona que, al igual que sucede con la aldosterona, es secretado rápidamente después de su síntesis. Es transportado unido a las proteínas plasmática y llega a los tejidos diana en 1-2 horas.

El cortisol se une a un receptor citoplasmático y el complejo hormona-receptor entra en el núcleo celular y modula la transcripción de genes en muchos tejidos. El cortisol es esencial para la vida. El 95% de la actividad glucocorticoide suprarrenal se debe al cortisol o hidrocortisona. En menor proporción intervienen otros glucocorticoides.

El cortisol actúa sobre el sistema nervioso central produciendo euforia y otros cambios de humor; aumente el tono vascular, posiblemente al potenciar los efectos de las catecolaminas y hace a los vasos sanguíneos más sensibles a los vasoconstrictores con lo que contribuye a elevar la presión arterial.

Las primeras acciones del cortisol consisten en regular el metabolismo de la glucosa, disminuyendo su utilización en los tejidos periféricos y aumentando la gluconeogénesis y los niveles de glicemia. Es una hormona fundamental en la resistencia del organismo al estrés.

Disminuye la síntesis de proteínas en el organismo, con excepción del hígado. Aumenta el catabolismo de las proteínas y el traslado de los aminoácidos desde las células, sobre todo las fibras musculares hasta el hígado, en donde los aminoácidos pueden ser convertidos en nuevas proteínas como las enzimas que son necesarias para las reacciones metabólicas o las proteínas de la coagulación. Si las reservas corporales de glucógeno y grasa son bajas, el hígado puede convertir el ácido láctico o ciertos aminoácidos en glucosa. Es lo que se llama gluconeogénesis. Se libera al plasma cualquier exceso de glucosa.

Estimula la lipolisis, es decir, la ruptura de los triglicéridos en ácidos grasos y glicerol, y la liberación de los ácidos grasos del tejido adiposo al plasma. Esta acción sobre las grasas la realiza o bien de modo directo o bien de modo indirecto, al aumentar las acciones lipolíticas de otras hormonas como la hormona del crecimiento o las catecolaminas.

Disminuye la captación y utilización de glucosa por las células con lo que aumentan los niveles de glucosa en plasma (glicemia).

Causa una rápida movilización de los aminoácidos y de las grasas de sus sitios de depósito (músculos y tejido adiposo, respectivamente) dejándolos disponibles para obtener energía de ellos en vez de la glucosa (esta acción permite además de ahorrar glucosa, poner a disposición celular otros sustratos energéticos), y para sintetizar otros compuestos necesarios para los diferentes tejidos del cuerpo en caso de ayuno u otro tipo de estrés.

Se considera que los glucocorticoides apoyan la capacidad de adaptación de los tejidos cuando éstos lo precisan para mantener la homeostasia. Sin glucocorticoides el animal no puede resistir los diferentes tipos de estrés mental o físico, y enfermedades que si se agravan pueden culminar con la muerte.

El punto central del control del cortisol es el hipotálamo a partir de diversas situaciones de estrés: traumatismos físicos o emocionales, infecciones, intenso calor o frío, estímulo simpático intenso, etc. Se secreta entonces la hormona liberadora de corticotropina (CRH) por el hipotálamo. La CRH, a su vez, actúa sobre la adenohipófisis y ésta libera corticotropina (ACTH) (cualquier tipo de estrés produce un incremento inmediato y notable de ACTH). En cuestión de minutos este incremento de ACTH es seguido por un incremento en la secreción de cortisol por la corteza suprarrenal. Es decir, hay un eje de regulación:

Hipotálamo (CRH)             à        adenohipófisis (ACTH)    à   corteza suprarrenal (cortisol)

La secreción de CRH y ACTH siguen un ritmo circadiano relacionado con el ciclo vigilia-sueño y esto se refleja en el patrón de secreción de glucocorticoides. La concentración de cortisol en el plasma es mínima alrededor de las 3 a.m., luego aumenta hasta un máximo entre 6 y 8 a.m. y disminuye después lentamente a lo largo del día. A este ciclo se superpone un patrón episódico de liberación con fluctuaciones de corta duración en los niveles de CRH y ACTH y consiguientemente de cortisol. El ritmo normal de liberación de cortisol se interrumpe con un estrés de cualquier tipo como consecuencia del estímulo directo de la secreción de CRH por el hipotálamo.

Phillips (2024) explica que: “El cortisol es, quizá, la hormona más importante del cuerpo humano. En situaciones de estrés, tus glándulas adrenales liberan cortisol en el torrente sanguíneo, lo que, a su vez, promueve la liberación de una gran cantidad de glucosa. Esta glucosa, o azúcar, te proporciona la energía que necesitas para gestionar la situación de estrés. El cortisol tiene un papel vital por derecho propio, porque equilibra la actividad del sistema inmunitario durante procesos inflamatorios (le proporciona el azúcar que lo alimenta) y actúa como antiinflamatorio a corto plazo. Por su parte, la adrenalina incrementa el ritmo cardiaco, dirige el flujo sanguíneo a los músculos (por eso puede hacerte temblar) y, por último, relaja tus vías aéreas para permitir que llegue más oxígeno a tus músculos y puedas golpear con más fuerza o correr más deprisa. La noradrenalina estimula la cognición aumentando tu concentración y tu atención. Juntas, las tres sustancias se preparan para salvarte entrando en uno de estos tres modos: lucha, huida o parálisis. Cuando te percataste que el tigre dientes de sable ya te vio, te moverás y escaparas más rápido de lo que lo harías normalmente. Este mecanismo ha mantenido viva a nuestra especie durante cientos de miles de años.

El mismo autor continúa: ¿Recuerdas a Duncan, el recolector de manzanas de hace 25000 años? Tenía hambre y necesitaba encontrar comida, pero la dopamina no era lo único que lo empujaba a buscar algo de comer. Eran el cortisol y la dopamina trabajando juntos. El propósito del cortisol es que te pongas en movimiento, que vayas de un lugar a otro. El cortisol dispara una sensación de incomodidad en ti, un estado de ansiedad que no te gusta. Así, cunado Duncan se despierta y constata que tiene hambre, el cortisol es lo primero que le da la sensación de que tiene que levantarse y moverse. La dopamina, que llega después del cortisol en este proceso, hace que Duncan empiece a visualizar manzanas silvestres y a imaginar lo ricas que estarán.  La dopamina se puede comparar con una fuerza mágica que te arrastra en dirección a tu objetivo, por lo que la sensación que causa en ti es mucho más agradable que la de cortisol. Estas dos fuerzas se combinan para convencer a Duncan de salir de su cómoda cama de paja y lo conducen a un territorio amenazante donde hay un manzano y encuentra por fin lo que fue a buscar. Simplificando muchísimo, estas son las dos fuerzas que nos mueven en la vida (evitar el dolor y buscar el placer). El objetivo del cortisol es que evitemos el dolor, lo que habitualmente expresamos con “tengo que […]”. La dopamina, por su parte, es la fuerza que nos empuja buscar el placer, una sensación que seguramente expresamos en forma de “quiero […]”. Ambas fuerzas te llevan del punto A al punto B. pero las experiencias que implican son muy distintas. Piensa en la diferencia que hay entre decir “quiero ir a dar una vuelta” y “tengo que ir a dar una vuelta” o compara “quiero ir a trabajar” con “tengo que ir a trabajar”. La sensación que transmiten es completamente distinta, ¿verdad? Como ves, la relación entre la dopamina y el cortisol es un aspecto brillante y fantástico de la condición humana. Pero, como suele suceder, esto también tiene sus inconvenientes. Resulta que este mecanismo increíble no fue capaz de predecir que los humanos crearían con tanta rapidez una sociedad que produce tantas fuentes nuevas y totalmente innecesarias de estrés. [Este] en cantidades limitadas no solo es placentero, ¡es maravilloso! El estrés puede hacer que nos pongamos en movimiento y nos sintamos vivos, que notemos la sangre palpitar en nuestras venas. ¿Qué hay más maravilloso en esta vida que experimentar y poco de impaciencia y entusiasmo genuinos? A veces, la concentración que obtenemos mediante la hormona del estrés noradrenalina puede hacernos sentir invencibles y el incremento de la adrenalina antes de llevar a cabo un ejercicio complicado en el gimnasio puede hacer que nos sintamos fuertes y vivos…El estrás en pequeñas cantidades es elixir de la vida y una magnifica fuente de energía. Por desgracia…casi todos los humanos sufrimos niveles de estrés a largo plazo que son literalmente mal sanos. Esta forma de vida poco saludable puede tener una serie de efectos dañinos [enfermedades] en nuestra salud física y mental.

Y prosigue el autor citado…” Las inflamaciones no solo no solo nos roban el triptófano, que es una pieza importante para la producción de serotonina, sino que ¡se lo entregan a un proceso que fabrica neurotoxinas! Entonces, ¿por qué el cuerpo elige emplear este triptófano para alimentar el proceso inflamatorio y no para producir serotonina? La respuesta es sencilla: porque tu supervivencia es más importante que la estabilidad y la calidad de tu estado de ánimo. En otras palabras, el motivo por el que no querría vivir con estrés crónico es porque quiero que mi equilibrio de serotonina esté intacto. ¿Y qué es exactamente el estrés crónico? Se puede definir como un estado en que el estrés te mantiene alterado a todas horas y del que no puedes desconectar significativamente mediante el descanso normal”.

Navarro (2019) dice que también la corteza suprarrenal produce corticoides sexuales, particularmente las relacionadas con las gónadas (ovarios y testículos) que, además, de producir los gametos (óvulos y espermatozoides) añaden la función de fabricar la mayor parte de los esteroides sexuales derivados del colesterol. Sin embargo, no acaparan en exclusiva la elaboración de las hormonas sexuales, ya que otras se generan en la glándula suprarrenal y el hígado. Es interesante subrayar que ambos sexos producen tanto los esteroides considerados masculinos como los femeninos. Entre los primeros se encuentra la testosterona, mientras que los segundos comprenden el estradiol, que es un estrógeno, y la progesterona. Las concentraciones relativas de estos esteroides varían en hombres y mujeres a lo largo de su ciclo vital, pero también de un individuo a otro independientemente de su sexo. En todo caso, son determinantes en el desarrollo de los caracteres sexuales y en la regulación de la conducta sexual.

Finalmente, la glándula pineal o epífisis cerebral es una pequeña estructura situada en el centro del cerebro, entre ambos hemisferios. Sus principales células secretoras son los pinealocitos, que producen y liberan melatonina, una hormona inductora del sueño que deriva del triptófano. La melatonina está críticamente en el control de los ritmos o ciclos circadianos. La mayoría de los organismos, incluidos los humanos, utilizan los cambios en la longitud del día (fotoperiodo) como reloj biológico.

 

El tejido adiposo como órgano endocrino

La leptina fue descubierta en 1994 (Jaramillo,2019). Se produce en el tejido adiposo y su función principal es controlar la saciedad de alimentación; pero en una sociedad consumista en la que no hay control de la comida “chatarra”, basada en un exceso de azúcares simples (sacarosa, fructuosa, lactosa, etc.,), almidones, harinas refinadas y aceites vegetales para cocinar; todos han provocado una pandemia de obesidad, enfermedad que es la antesala de la diabetes tipo 2 y las asociadas al síndrome metabólico (además de la obesidad, alta presión, hiperlipidemia, diabetes tipo 2, accidentes cardio-vasculares, entre otros). Además, la leptina se ha vuelto resistente a las células del tejido adiposo; es decir, de ha vuelto insensible a sus receptores; en consecuencia, ya no cumple su función de ser hormona de la saciedad, lo que provoca un círculo vicioso de comer constantemente y seguir almacenando grasa y con ello el aumento de la obesidad. La contraparte de la leptina, es la ghrelina, hormona producida por el estómago y su función principal es inducir el hambre para cubrir las necesidades del cuerpo humano. Así pues, estas dos hormonas regulan la saciedad y el hambre para conservar la homeostasis del cuerpo humano.

 

Conclusiones

En general todas las hormonas tienen sus contrapartes que mantienen la estabilidad relativa (homeostasis) del organismo.

Del carácter contradictorio de los procesos endocrinos, se deriva los procesos de retroalimentación, en cuyo ciclo se retorna a la normalidad.

La enfermedad se produce cuando hay un desequilibrio de la estabilidad relativa (homeostasis) del cuerpo humano y el cuerpo se cura recuperando el equilibrio homeostático de organismo.

Las hormonas actúan coordinadamente con el sistema nervioso (hipotálamo e hipófisis principalmente) para mantener la homeostasis del cuerpo humano.

El sistema nervioso junto con el sistema endocrino responde en forma inmediata (sistema nervioso simpático que libera adrenalina y noradrenalina) y en forma mediata liberando cortisol que tarda más tiempo en su acción. ambos sistemas hacen posible la sobrevivencia humana.

En general el cuerpo es un todo contradictorio que permanentemente se retroalimenta para recuperar su estabilidad relativa (homeostasis).


Referencias bibliográficas.

Campillo Álvarez José e. 2020. El mono estresado. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. Ciudad de México.

Epstein Hutter Randi.2021. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. Ciudad de México.

Jaramillo Carlos. 2019. El milagro metabólico. Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V. Ciudad de México.

Mcgonigal Kelly. 2019. Estrés: El lado bueno. Editorial Océano de México, S.A. de C.V. Ciudad de México.

Navarro Pere Berbel. 2019. El cerebro y las hormonas. National Geographic. RBA Editores México, S. de R.L. de C.V. Ciudad de México.

Palacios Reiriz Julia. 2009. Endocrinología. La Enfermera Virtual. Barcelona, España.

Phillips J.P. David. 2024. Las 6 hormonas que van a revolucionar tu vida. Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V. Ciudad de México.