DE LA DIETA PALEOLÍTICA
DE NUESTROS ANCESTROS A LA PALEODIETA MODERNA
Valentín Vásquez
San Andrés
Ixtlahuaca, Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
Introducción
El rasgo más general (esencial) que define la vida el metabolismo (anabolismo vs catabolismo) y el metabolismo es química (oxidación vs reducción), en consecuencia, la vida es el movimiento de electrones de unas sustancias a otras en el organismo vivo en general y de la especie humana en particular. En este sentido, el metabolismo es el conjunto de reacciones químicas necesarias que se producen en los alimentos para generar la energía necesaria para hacer posible la vida.
La aparición de la especie humana hace dos millones de años, es consecuencia de evoluciones y revoluciones biológicas que iniciaron con el origen de la vida hace unos 3500 millones de años.
La evolución de la especie humana no culminó con la aparición del Homo habilis. Este prosiguió mejorando sus herramientas de trabajo y después de un accidentado desarrollo apareció el Homo erectus, con instrumentos de trabajo más sofisticados, además, descubrió el fuego, invento que fue crucial para su sobrevivencia, dado que en el ambiente frío en el que se desenvolvió le sirvió para calentarse, protegerse de los animales salvajes y para cazarlos, así como para cocinar sus alimentos (vegetales y animales) para hacerlos más asimilables, lo que favoreció la disminución del sistema digestivo y colateralmente contribuyó al aumento del cerebro y de mayor complejidad, aspectos que conjuntamente le permitieron a la mayoría migrar para Europa y Asia hace unos 200 mil años. La parte que se quedó en África siguió mejorando su tecnología para la apropiación de sus alimentos y miles de años después también emigraron a Europa que ya estaba poblada por los Neandertales, que al confrontarlos y al disponer de mejor tecnología y armas los aniquilaron, para luego transformarse en el hombre moderno de Cromañón en Francia hace unos 35 mil años. Las pinturas rupestres del hombre de Cromañón prueban que ya habían desarrollado lenguaje escrito plasmado en sus pinturas rupestres, lo que indica la existencia de pensamiento abstracto, ya que el arte puede ser definido como el reflejo de lo abstracto a través de imágenes concretas.
Estilo de vida del hombre paleolítico.
Nichols y Houzel (1996-2013), sostienen que el aumento del cerebro del Homo erectus, está relacionado con el descubrimiento del fuego y su aplicación en la preparación de los alimentos. La alimentación del hombre primitivo a base de alimentos cocinados con fuego, favoreció una mejor asimilación tanto de los productos vegetales como animales y su efecto en el desarrollo del cerebro fue determinante, ya que en un período de 600,000 años duplicó su tamaño. Acontecimiento que no ocurrió en el Australopitecos y menos en gorilas y chimpancés, cuya dieta es esencialmente vegetariana y se basa en alimentos crudos. “Más que la invención del fuego, lo que realmente nos hizo humanos fue aprender a utilizarlo para cocinar: el 100% de los alimentos cocinados son metabolizados por nuestro organismo, mientras que los alimentos crudos producen solamente entre el 30 y el 40% de sus nutrientes. Además, “al aplicar fuego a los alimentos, éste ablanda las fibras más duras, libera los sabores y acorta el proceso de masticar y digerir. Todo ello permitió a nuestros antepasados necesitar menos tiempo para buscar y digerir alimentos. Así, cocinar nos proporcionó la nutrición necesaria para desarrollar cerebros más grandes y tiempo que dedicar a cosas más importantes. Fue entonces, cuando tener un cerebro grande dejó de ser un problema, algo que exigía más esfuerzo para mantenerlo, para convertirse en una ventaja, una ayuda para obtener nutrientes de forma sencilla. El hombre empezó a dedicar más tiempo a pensar cómo cazar, vivir, desarrollar el arte, la cultura…Cualidades que hoy en día nos hacen ser como somos”. Así pues, desde el punto de vista cuantitativo, el Homo erectus, superó a su predecesor el Homo habilis que tenía un cerebro con un peso aproximado de 650 gramos al alcanzar un cerebro con un tamaño de alrededor de 900 gramos.
Cordain (2011), atribuye una enorme importancia a la dieta carnívora en
el surgimiento de la especie humana moderna: "La idea de que los
seres humanos debían ser vegetarianos es contraria a todas las pruebas de la
evolución que presentan los datos sobre fósiles y estudios antropológicos. Es
enorme nuestra deuda con la carne magra. De hecho, los estudios y pruebas
científicos sugieren que si nuestros primeros antepasados hubieran comido una
dieta sin carne ahora no existiríamos. Yo no me habría convertido en
científico, tu no estarías leyendo este libro y todos nos parecerían muchísimo más a
nuestros parientes animales más cercanos: los chimpancés". Además, de la dieta basada en carne de animales salvajes, nuestros
ancestros paleolíticos realizaban actividad física permanente, dado su carácter
nómada de su estilo de vida.
Europa Soberana (2013), publica un artículo en el que se afirma que actualmente se ha satanizado a los alimentos de origen animal, cuando los supermercados están repletos de alimentos “chatarra”. Sin embargo, fue la carne, la sangre, la grasa, el tuétano (médula ósea), los sesos y las vísceras; derivados de la caza de animales salvajes, los que sirvieron de alimentos y luego impactaron el desarrollo –cantidad y cualidad- del cerebro, con lo que se crearon las premisas biológicas para el surgimiento de la inteligencia humana.
Los chimpancés, con quienes la especie humana comparten las mayores similitudes
genéticas, son carroñeros e incluso depredadores, pero su alimentación derivada
de estas actividades, solo representa el 2% de su dieta; otro 8% lo obtiene del
consumo de insectos sociales –hormigas, termitas, abejas, larvas- y el resto de
sus alimentos son de origen vegetariano.
Los gorilas, poco más alejados genéticamente del hombre, son esencialmente vegetarianos. Su alimentación de frutas es baja y su consumo de hojas es alto, por consiguiente, han desarrollado un sistema digestivo, adaptado para metabolizar a la celulosa. Además, comen hormigas y ocasionalmente recurren a la carroña y caza, pero en un grado mucho menor que los chimpancés.
Tratando ya de los homínidos más emparentados con el hombre primitivo, los Australopitecos, que vivieron en África hace aproximadamente 4 millones de años, eran indudablemente carroñeros, lo que significa que acudían al cadáver del animal muerto y probablemente con piedras cortaban los tendones y la piel, para obtener la carne y la grasa; además, rompían la cabeza para obtener el tuétano y los sesos, productos altos en colesterol y otras grasas saturadas, que luego servían de alimento a estos homínidos.
Probablemente el uso de piedras proporcionadas por la naturaleza a los Australopitecos y su uso frecuente en la carroña, fue la base material para el surgimiento del trabajo (fabricación de herramientas), con lo que se produjo del salto de alguna especie de Australopitecos a Homo habilis.
Con la fabricación de instrumentos de trabajo de piedra muy rudimentarios, la principal actividad productiva para obtener alimentos fue la caza. Esta proporcionó la carne cruda como fuente regular para su alimentación, además de los productos vegetales, derivados de la recolección; así, la dieta se volvió omnívora.
El estilo de vida del Homo habilis consistía en dedicarse a la caza de animales salvajes y recolección de productos vegetales. La respuesta anatómica a este estilo de vida consistió en el desarrollo de un cuerpo con grasa abdominal almacenada para ser utilizada en períodos de escases de alimentos, lo que obliga al hombre paleolítico al ayuno frecuente, brazos largos aun adaptados para moverse en los árboles (herencia de su antecesor el Australopitecos) y una estatura aproximada de 1.40 metros.
En lo relativo a la encefalización, el tamaño de su cerebro rondaba en los 650 gramos, 200 gramos por arriba de su predecesor el Australopitecos. El tamaño relativamente pequeño de su cerebro, permite inferir que se trataba de un hombre poco inteligente; débil e indefenso, todavía presa de grandes depredadores como el temible felino tigre con dientes de sable, que coexistió con él en África.
El siguiente salto en la evolución de la especie humana, se dio con la aparición del Homo erectus, probablemente de alguna rama del Homo habilis, resultado del mejoramiento de la tecnología lítica, que permitió primero manipular el fuego natural y luego producirlo, así como su uso en la preparación de alimentos.
El Homo erectus se caracterizó por ser cazador de animales salvajes y recolector de alimentos vegetales. Un rasgo distintivo de esta especie fue su carácter nómada, actividad que estaba asociada con la migración de los animales salvajes. Prueba de ello es su salida de África, siguiendo las manadas de animales salvajes, de cuya caza dependía su sobrevivencia.
Especial importancia merece la incorporación de alimentos cocidos, especialmente de carne, en la dieta del Homo erectus, por sus consecuencias en el desarrollo de su cerebro, de tal forma que se produjeron cambios cuantitativos (aumento de tamaño) y cualitativos (mayor complejidad). Específicamente su cerebro aumentó a 900 gramos, 250 gramos por arriba de su probable predecesor el Homo habilis. Con un cerebro más grande y de mayor complejidad, era de esperarse que fuera más inteligente que su antecesor.
La distribución geográfica (espacial) que Homo erectus fue muy extensa y lo llevó a adaptarse a numerosos tipos de terreno y climas: en África como Homo ergaster, en China como Homo pekinensis y en el Cáucaso como Homo georgicus. En el aspecto temporal, fue el hombre primitivo que más duró: alrededor de 1.6 millones de años, pues se cree que se extinguió hace unos 300 mil años.
El Homo antecesor apareció hace 1.2 millones de años y puede considerarse como una raza europea del Homo erectus y probablemente descendió del Homo ergaster (versión africana del Homo erectus). Utilizó la tecnología achelense para cazar animales salvajes y recolectar productos vegetales; por consiguiente, su alimentación fue omnívora (productos vegetales y animales).
El Homo heidelbergensis apareció hace unos 500,000 años y con toda certeza desciende del Homo antecesor y el Homo erectus de la península ibérica y seguramente es el antepasado del hombre de Neandertal. Se trató de una especie de Homo robusta, pues tenía una estatura entre 1.75 y 1.80 metros y un peso aproximado de 100 kg. y vivió en Europa en condiciones extremas de frío, pues coexistió con la glaciación de Mindel (la antepenúltima edad de hielo).
El Homo heidelbergensis fue cazador-recolector, pero más cazador que recolector, dadas las condiciones extremas de frío en las que vivió, gran parte de plantas se extinguieron. En consecuencia, su dieta fue mayoritariamente carnívora.
El hombre de Neanderthal surgió hace unos 230, 000 años en Europa, también, dominó el fuego y lo usó para cocinar principalmente la carne y dadas las condiciones extremas de frío en que se desarrolló, su alimentación era básicamente carnívora. Esto repercutió en el aumento de su cerebro (superior a los 1400 gramos), a tal grado que su tamaño fue mayor al del hombre moderno. El hecho de que su cerebro fuera más grande que el del hombre moderno, no significa que fuera más inteligente, pues la cantidad no está aislada de la cualidad, por lo que probablemente, su cerebro era más grande, pero menos complejo. Esto tiene que ver seguramente con su extinción.
El hombre de Cro-Magnon (Homo sapiens) apareció hace aproximadamente unos 40,000 años. Su tecnología lítica fue superior a las especies humanas que le precedieron y como su existencia coincidió con el último máximo Glacial, la vegetación fue escasa, por lo que la principal fuente de alimentación fue la carne. La alimentación esencialmente carnívora, impactó en el desarrollo de su cerebro, de tal forma que creció por arriba de los 1400 gramos y en el aspecto cualitativo, se hizo más complejo. Esto repercutió en una mayor inteligencia, que se tradujo en el desarrollo del arte rupestre, que ya implica en cierto grado un gran desarrollo del pensamiento abstracto, puesto que el arte no es más que el reflejo de lo abstracto en imágenes concretas, antecedente del lenguaje escrito.
La superioridad en la tecnología del Homo sapiens y su mayor inteligencia, contribuyeron seguramente a la extinción del hombre de Neandertal en Europa.
En resumen, el artículo concluye que, si los antepasados del hombre se hubieran quedado en el clima cálido de África, con una dieta estrictamente herbívora, el cerebro nunca habría aumentado en tamaño y complejidad; es decir, sin la carne con su grasa, complementada con la de los huevos y semillas hizo posible la aparición del Homo sapiens.
Los alimentos de la dieta paleolítica fueron obtenidos con las tecnologías líticas (fabricadas por el trabajo del hombre) aplicadas a la caza de animales salvajes y recolección de productos vegetales. La cantidad de carne cada vez fue mayor y en cuanto a su cualidad, siempre se trató de carne magra y huevos. El Homo habilis se alimentó de carne cruda y desde el Homo erectus hasta el hombre moderno (Homo sapiens), se alimentaron de carne cocida. Las fuentes de carbohidratos fueron principalmente de tubérculos (raíces feculentas), frutas y ocasionalmente la miel; respecto a la grasa tuvo como fuente la asociada a la carne magra, complementada con la de los huevos y de semillas; es decir, se trató de una alimentación omnívora.
imagen 1. Dieta paleolítica de nuestros ancestros.
a). Todavía existían algunos depredadores, por lo cual era riesgoso que las
mujeres y los niños salieran a la recolección de productos vegetales.
b). El cazar y cocinar un animal era mucho menos laborioso que procesar
alimentos vegetales que, con excepción de las frutas y algunas otras partes
vegetales más, no podían ser digeridos directamente.
c). Aspectos ecológicos que condicionaban la obtención de productos vegetales y
combustible (energía), dado que se trató de una época en la que ocurría la
última glaciación.
d). El cazar tenía también un profundo significado socio-cultural: “dejar de
ser presa y ser cazador”.
e). La carne obtenida de la cacería variada proveía al ser humano de todos los
nutrientes esenciales como ningún otro tipo de alimento lo hace, y podía
vivirse perfectamente con una dieta exclusiva de carne, aun siendo “cruda”, tal
como lo han hecho los esquimales hasta nuestros días. Más aún, la capacidad
estomacal que posee el hombre moderno es propia de un gran cazador, ya que
llenando el estómago una vez alcanza sobradamente para subsistir al menos dos
días, lo cual no ocurre en los grandes herbívoros. Es interesante que la gran
mayoría de la humanidad continuara comiendo una vez al día hasta finales del
siglo XIX, y sugestivamente se debe recalcar que la obesidad prácticamente no
existía hasta esa época. La única excepción era que la clase aristocrática,
dada su posición social poseía una mayor disponibilidad de alimentos. La
alimentación esencialmente carnívora prevaleció hasta hace aproximadamente
10,000 años, cuando paralelamente en Europa y América, apareció la
domesticación de plantas (agricultura) y animales (ganadería).
Valenzuela (2007) argumenta que, el Homo ergaster ("hombre
trabajador"), que sucedió al Australopitecos afarensis,
hace aproximadamente dos millones de años, se caracterizaba por su nomadismo,
inicialmente carroñero que, en su desarrollo, se transformó en un mono obeso.
Se trató de un homínido muy semejante a nuestra fisonomía actual, que pudo
medir hasta 1.80 metros y con un volumen cerebral de 1000 centímetros cúbicos
(c.c), 60% de nuestro volumen cerebral. Al Homo ergaster, quien
podría haber sido el primer Homo erectus, le tocó vivir en
condiciones mucho más duras que sus antecesores. Evolutivamente debió
padecer un cambio trascendental: o consolidarse como un herbívoro o convertirse
en un omnívoro-carnívoro “a la fuerza”. Los herbívoros tienen un sistema
digestivo mucho más complejo y más grande que los carnívoros, ya que su proceso
digestivo es más prolongado. Esto los obliga a tener un cuerpo de mayor tamaño,
pesado y de movimiento lento. Por el contrario, los carnívoros tienen un
sistema digestivo más corto, ya que el proceso de digestión de sus alimentos,
principalmente carne y grasa, es mucho más rápido que en los herbívoros, con lo
cual pueden ser de menor tamaño, más ágiles y rápidos, condición esencial para
alcanzar a sus presas. El Australopithecus afarensis, desarrolló un
sistema digestivo más similar al de los carnívoros, sin serlo, que al de los
herbívoros, con lo cual, el Homo ergaster, aunque no tengamos
certeza de que sea su descendiente directo, tenía la misma estructura en su
sistema digestivo. Su estructura anatómica lo obligó a seguir el camino de los
omnívoros-carnívoros, abandonando para siempre la opción de ser herbívoro. Al
transformarse en un carnívoro no adaptado, se hizo más marcada la insulino resistencia
del tejido muscular. Los carnívoros por naturaleza son fisiológicamente
insulino resistentes, ya que su dieta está constituida esencialmente por
proteínas y grasas, y muy pocos carbohidratos, por lo cual deben desarrollar
insulino resistencia, tanto a nivel del tejido muscular como del tejido adiposo
(no hay carnívoros obesos). La gluconeogénesis a partir de los aminoácidos es
particularmente activa en los carnívoros absolutos. De esta forma, sus músculos
solo consumen ácidos grasos y aminoácidos como fuentes energéticas, su tejido
adiposo acumula reservas muy restringidas de triglicéridos debido al poco
aporte dietario de carbohidratos, ya que estos son esencialmente reservados
para la función del cerebro. Sino fuese así, un gato o un tigre, después de su
almuerzo, consistente de solo carne y grasa, podrían desmayarse después de
devorar a su presa. La insulino resistencia muscular fue la clave para
sobrevivir los períodos de hambruna muy frecuentes para el Homo
ergaster. La glucogénesis hepática y renal (durante el ayuno prolongado
hasta un 40% de la glucogénesis es renal), que permite mantener la glucemia en
niveles normales durante el ayuno, se hace mucho más efectiva si el músculo
esquelético presenta insulino resistencia, ya que este tejido se obliga a
utilizar ácidos grasos provenientes de las reservas del tejido adiposo
reservando, a su vez, a la glucosa para un consumo casi exclusivo por
parte del cerebro y de los eritrocitos, los dos tejidos altamente dependientes
de la glucosa para sus funciones bioquímicas. La insulino resistencia muscular,
al producir altos niveles de insulina circulante, favorece la acumulación de
triglicéridos en el tejido adiposo, con lo cual favorece la adipogénesis. De
esta forma el Homo ergaster, al ser un carnívoro no adaptado,
consolidó la insulino resistencia necesaria para los carnívoros verdaderos, y
favoreció la acumulación de las reservas energéticas en el tejido adiposo.
Dicho de otra forma, el genotipo del “gen ahorrador”, consolidó al fenotipo del
“mono obeso”. Es probable que también se consolidara una leptino resistencia,
para asegurar que la regulación de la saciedad se alcanzara a niveles mayores
de leptina circulante producida por el tejido adiposo, con lo cual se lograba
una mayor acumulación de reservas energéticas para los períodos de hambruna que
seguían al festín derivado del cazar, o más bien de encontrar una presa a medio
comer lista para el carroñeo. El Homo ergaster, dotado de un
cerebro de 1000 c.c., capaz de utilizar utensilios para cazar, y que se
movilizaba en grandes grupos para optimizar su propia defensa y alimentación,
comenzó a abandonar África y a colonizar Asia y Europa, migración que duró
miles de años. Algunos descendientes del Homo ergaster permanecieron
en África, desarrollándose en forma independiente. Su cerebro aumentó en tamaño
y complejidad, originando la única especie humana que hoy día puebla la Tierra,
el Homo sapiens. Del grupo de migrantes destaca el Hombre
de Cro-Magnon, cuyos restos fósiles se encontraron en Francia y España. El
Hombre de Cro-Magnon, era un individuo alto, aproximadamente 1.80-1.90
metros, poco macizo, de huesos largos y poca musculatura, muy ágil, y un
experto cazador, conocedor del fuego y más tarde artífice del hacha, el arco y
la flecha. Su dieta, mayoritariamente carnívora, era hiperproteica muy similar
a la de los Inuits (esquimales) actuales, quienes ingieren el 50% de sus
requerimientos energéticos en forma de proteínas. El único mecanismo
fisiológico que permite sobrevivir a una dieta hiperproteica es la insulino
resistencia, ya consolidada en estos Homos. La insulino resistencia
conlleva un hiperinsulinismo, el que a su vez estimula la actividad
biosintética del tejido adiposo, la que se expresa en una acumulación de
triglicéridos en los adipocitos. A este efecto, se debe agregar la leptino
resistencia que favorecía la ingesta de grandes cantidades de alimento,
precisamente carne, para enfrentar los períodos de hambruna, y el inclemente
frío de las últimas glaciaciones que tuvo que enfrentar nuestro antepasado. El
arte de la caza lo practicó no solo con los animales terrestres, también con
los de origen marino, con lo cual los peces, moluscos y mamíferos marinos
constituyeron un importante aporte de ácido omega 3 (ácido docosahexanoico) ,
que influyó notablemente en el mejor desarrollo de su cerebro en tamaño y
complejidad. Es evidente, que la dieta paleolítica, basada esencialmente en proteínas
y grasas derivadas de la caza de animales terrestres y acuáticos, fue decisiva
para la conversión del Australopithecus afarensis en Homo
habilis.
En suma, es necesaria una nutrición inteligente (Sacal, 2025) que combine sabiamente con base en el conocimiento, los macronutrientes (grasas, proteínas y carbohidratos) con los micronutrientes (vitaminas y minerales) para lograr una nutrición equilibrada para una buena salud, dando énfasis a las grasas y proteínas y, en menor proporción a los carbohidratos, como fue la paleodieta de nuestros ancestros. Estos vivieron en dependencia de lo que proporcionaba la naturaleza (productos vegetales, carroña y caza ocasional de animales salvajes) para su subsistencia, por lo que constantemente se presentaban períodos de abundancia y escases de alimentos, procesos que condicionaron la aparición de grasa abdominal, que funcionó de reserva energética utilizada en períodos críticos en los que escaseaban las disponibilidades de alimentos. Como el entorno ecológico en el apareció la especie humana (Valle del Rift en el este de África) en la sabana africana (clima seco y desértico) los alimentos vegetales eran escasos, alimentos acuáticos moderados de ríos y lagos afluentes del río Nilo (Lago Victoria, lago Turkana, Lago Tana, etc.); abundantes animales salvajes, aunque la caza se reducía fundamentalmente a especies menores, debido a la dificultad de la caza de animales salvajes superiores (grandes) por nuestros primeros ancestros (Homo habilis y Homo erectus). En estas condiciones, la alimentación de nuestros ancestros consistió fundamentalmente de los obtenidos de la carroña de los desechos de los animales cazados por los animales carnívoros (tuétano médula ósea de las articulaciones del músculo esquelético, ácidos grasos de los cerebros), pescados de ríos y lagos y escasos alimentos de origen vegetal (tubérculos de las raíces) y miel. Así pues, la dieta paleolítica condicionada por las condiciones ecológicas, era elevada en grasas y proteínas de origen animal y baja en carbohidratos, dieta que favoreció el aumento del tamaño y mayor complejidad del cerebro humano sede del pensamiento lógico (abstracto).
Respecto a la dieta paleolítica Campillo (2015), escribió que hace dos millones de años, nuestros antecesores, a causa de la escasez alimentos de alimentos vegetales, debido al clima frío, se vieron obligados en alimentarse de animales terrestre y acuáticos. Esto que fue una imposición de los cambios ambientales, ocasionó un resultado sorprendente: permitió que creciera el cerebro. Este antepasado, que ya pertenecía al genero Homo, fue capaz de elaborar instrumentos de piedra para acceder a los alimentos y protegerse de las fieras salvajes, lo que le permitió iniciar el camino desde el oriente de África hasta la colonización del mundo…las evidencias fósiles indican que el género Homo surgió en un entorno ecológico único, formado por numerosos lagos que llenan las depresiones del valle del Rift. Se llenaban, como lo hacen hoy, del agua de los escurrimientos de los numerosos ríos que desembocan en ellos. Muchos de estos lagos son alcalinos debido a la intensa actividad volcánica. Son abundantes en peces, moluscos y crustáceos que tienen proporciones de lípidos poliinsaturados de larga cadena muy similares a los que componen el cerebro humano (sede material de la inteligencia). Este entorno, en el que la especie Homo evolucionó durante al menos dos millones de años, proporcionó a nuestros ancestros una excelente fuente de proteína de elevada calidad biológica y de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, una combinación ideal para hacer crecer el cerebro. Este entorno ecológico singular (único), no solo proporcionó los nutrientes imprescindibles para el desarrollo del cerebro, sino que aceleró numerosos cambios evolutivos que confluirían en la aparición del Homo sapiens (hombre sabio); en suma fue la carroña y el pescado los alimentos que nos hicieron inteligentas.
Imagen 2. Cuenca hidrográfica del Río Nilo
Wikipedia escribe que la dieta
paleolítica, también conocida como: dieta paleo, dieta de las cavernas o dieta
de la edad de piedra, es una dieta de moda moderna que consiste en alimentos
que sus defensores consideran similares a los que consumían los humanos durante
el período paleolítico.
La dieta paleolítica ha sido popularizada por Loren Cordain en 2002 en su libro con ese nombre.
· Alimentos permitidos en la dieta paleolítica son: Verduras (incluidas las hortalizas de raíz), frutas (incluidos los aceites de frutas, como, aceite de oliva, aceite de coco y aceite de palma), frutos secos, raíces, carne, huevos y pescado.
· Alimentos no permitidos en la dieta paleolítica: alimentos a base de cereales, azúcar, productos nutricionales de la industria (incluidas las grasas refinadas y los carbohidratos refinados, y productos lácteos, debido a que el ordeño no existió en el período paleolítico hasta después de la domesticación de animales hace unos 10, 000 años.
Discusión
El bipedalismo fue posible por los cambios tectónico y climático (enfriamiento) que provocó el relevo de selvas tropicales por extensas sabanas y fue el rasgo típico de los Australopithecus. Constituyó toda una revolución biológica, que sentó las bases para el surgimiento de la especie humana, ya que permitió que las extremidades superiores quedaran libres, y así desempeñaran funciones radicalmente nuevas, principalmente, la manipulación de objetos proporcionados directamente por la naturaleza para defenderse de las fieras salvajes y para procurarse sus alimentos para su dieta.
Imagen 3. Bipedalismo de Australopitecus
Nuestros ancestros primitivos compitieron con otros carroñeros de la sabana africana para acceder al alimento animal (carne y grasa), el cual fue crucial para el crecimiento y desarrollo del cerebro humano como el órgano de la inteligencia.
El salto de alguna especie de Australopithecus (probablemente
el afarensis) a Homo habilis, se produjo hace unos dos
millones de años y fue posible después de un período prolongado (por los menos
700, 000 años) de acumulación gradual de experiencias en la manipulación de
objetos proporcionados por la naturaleza, principalmente piedras utilizadas en
la carroña de animales muertos, hasta que la experiencia acumulada permitió la
fabricación de herramientas rudimentarias, haciendo posible la transición
de Australopithecus a Homo habilis. Así pues,
detrás de la aparición del Homo habilis está el trabajo, rasgo
esencial que caracteriza desde entonces a la especie humana, entendido como la
capacidad para fabricar instrumentos de producción, para carroña.
Hasta el presente, ninguna especie animal superior, principalmente los monos antropomorfos y Australopithecus, que son los más emparentados con el hombre ha sido capaz de fabricar el más rudimentario instrumento de trabajo, a lo más que han llegado es a la manipulación de los objetos que la naturaleza proporciona. En suma, el trabajo es un atributo inherente únicamente a la especie humana.
Con la caza de animales salvajes, la carne cruda se introdujo en la dieta del hombre primitivo, que, aunada a los productos vegetales de la recolección, la alimentación de nuestros ancestros se volvió omnívora.
Además, la caza y recolección, implicaban movimiento diario de varios kilómetros para seguir a los animales salvajes y buscar los alimentos vegetales, actividad que conjuntamente con la dieta omnívora (carne cruda y vegetales) influyeron en la fisiología y anatomía del Homo habilis: cuerpo relativamente obeso, derivado de la necesidad de almacenar grasas como fuentes de energía en los período de escases de alimentos (por cierto, muy frecuentes en la historia del hombre paleolítico), brazos largos todavía emparentados con su antecesor el Australopithecus, estatura aproximada de 1.40 metros.
Especial atención merece el desarrollo del cerebro de Homo habilis. Su tamaño era de alrededor de 650 gramos, 200 gramos más grande que la de predecesor el Australopithecus. Su tamaño relativamente pequeño y de poca complejidad, permite inferir que se trataba de una “criatura” débil e indefensa y de escasa inteligencia; por consiguiente, todavía era presa de grandes depredadores, como el temible tigre con dientes de sable, felino que coexistió con él en África.
Imagen 5. Homo habilis fabricando herramientas de piedra
El descubrimiento del fuego requirió experiencia práctica y cierto nivel de inteligencia. Otra vez, el trabajo fue el fundamento material del salto de Homo habilis a Homo erectus.
Imagen 6. Homo erectus produciendo fuego
El dominio del fuego también es un rasgo típico solo del hombre, pues, ningún animal superior (monos antropomorfos y Australopithecus) han sido capaces de producir el fuego.
Con la utilización del fuego en el cocido de los alimentos se produjo una revolución alimentaría, que, aunque siguió siendo omnívora, la carne jugaba un papel cada vez más importante. Ahora ya no era ingerida cruda, como en el caso del Homo habilis, ahora cocida, se hizo más asimilable y su eficiencia energética aumentó, haciendo posible suministrar la energía necesaria a un cerebro más grande y más exigente.
De trascendental importancia, fue la nueva dieta que involucraba a la carne cocida como principal componente de la alimentación omnívora, por su impacto en el desarrollo cerebral. Su impacto produjo que el cerebro alcanzara un tamaño de 900 gramos, 250 gramos mayor que su antepasado el Homo habilis. Con un cerebro mayor y de mayor complejidad su inteligencia aumentó.
Dotado con una mayor inteligencia dejó de ser localista y se extendió por diversas regiones geográficas, con características climáticas y edáficas muy diversas: como Homo ergaster en África, como Homo pekinensis en China y como Homo georgicus en el Cáucaso.
El Homo erectus se distinguió por su gran movilidad por su carácter nómada, derivada de su estrecha dependencia de la caza de animales salvajes y búsqueda de alimentos vegetales. La evidencia de su permanente movilidad está en su salida de África siguiendo la migración de los animales salvajes de cuya subsistencia dependía. Fue la especie de Homo que más vivió, pues duró alrededor de 1.6 millones de años.
Imagen 7. Homo erectus utilizando el fuego
El último “eslabón” de la “cadena” es el hombre de Cro-Magnon (Homo sapiens), que apareció hace 40,000 años en Europa. Sus herramientas líticas fueron muy superiores a las de sus predecesores y también fueron posibles por la experiencia acumulada en la fabricación de instrumentos de trabajo, principalmente de piedra y hueso, las que le permitieron mejorar la caza de animales salvajes, principal actividad de la especie moderna de Homo. Una vez más fue el trabajo el fundamento en la aparición del hombre moderno.
La fabricación de herramientas de trabajo más perfectas, la alimentación mayoritariamente carnívora y las relaciones sociales más complejas, hicieron posible el surgimiento del lenguaje articulado, fundamento del pensamiento abstracto. La alimentación esencialmente carnívora y el lenguaje articulado potenciaron el desarrollo cuantitativo y cualitativo del cerebro, a tal grado que alcanzó un tamaño mayor de 1400 gramos, 500 gramos por arriba del Homo erectus y con una complejidad mayor. Esto se tradujo en una mayor inteligencia que las de sus predecesores.
Con el lenguaje articulado, aparece el concepto, “célula” del pensamiento abstracto, ya que permite generalizar a través de la palabra. Los conceptos hacen posibles los juicios y los razonamientos abstractos.
Con el pensamiento abstracto aparece el arte como una forma de la conciencia y se caracteriza por reflejar lo abstracto en imágenes concretas (pinturas rupestres) principalmente de animales salvajes), antecedente del lenguaje escrito.
Imagen 8. Arte rupestre del hombre de Cro-Magnon
Con una tecnología superior a la de sus antepasados y con una inteligencia mayor se lanzaron a poblar la Tierra y de paso seguramente contribuyeron a la extinción del hombre de Neandertal, Homo que coexistió con él en Europa.
Imagen 9. Hombre moderno de Cro-Magnon
Finamente, el cerebro del hombre moderno, como órgano del pensamiento abstracto, es el resultado de un largo proceso (más de dos millones de años) de aumentos cuantitativos graduales, interrumpidos por cambios bruscos repentinos o “saltos” en cada especie de Homo primitivo. Así pues, el desarrollo cerebral del Homo habilis, respecto a su antecesor el Australopithecus, en su aspecto cuantitativo con un cerebro de 650 gramos, 250 gramos por arriba; en su atributo cualitativo, implicó un salto evolutivo, pues dejó de ser Australopithecus, para transformarse en Homo habilis.
Con el Homo erectus su cerebro adquiere un volumen de 900 gramos, 250 gramos superiores al de su predecesor, el Homo habilis.
Con el hombre moderno de Cro-Magnon, el cerebro llega a ocupar un volumen de 1500 gramos, 600 gramos más que el de su antepasado el Homo erectus. El mayor tamaño, aunado a una mayor complejidad, produjo la transformación cualitativa de su antecesor en la nueva especie de Homo moderna.
Imagen 10. Crecimiento del cerebro desde Australopitecus hasta Homo sapiens
Finalmente, en lo que respecta a la dieta paleolítica, según la concibe Wikipedia, como una dieta de moda moderna que se basa en alimentos similares a los que consumían los humanos durante el período paleolítico, es cuestionable, porque ya no es posible retroceder en el tiempo y retornar a una paleodieta que fue impuesta a nuestros ancestros por las condiciones ambientales de su tiempo. Sin embargo, es posible mejorarla con los avances en la ciencia de la nutrición y adecuarla al nuevo contexto histórico.
Conclusiones
El universo es la unidad contradictoria de lo uno vs lo múltiple o de lo universal vs lo singular, por consiguiente, la vida (biología) por tratarse de lo singular, contiene parcialmente a lo universal o general.
La vida es metabolismo (anabolismo vs catabolismo) y el metabolismo es química (oxidación vs reducción) en la que los electrones se mueven de unas sustancias a otras en el organismo vivo.
La vida desde su aparición hace aproximadamente 3500 millones de años se ha desarrollado de lo simple a lo complejo, movida por el metabolismo en forma gradual y a saltos y en forma cíclica. El carácter cíclico no ha implicado retornar exactamente a su punto de partida, sino a un nivel superior. En este sentido, la dieta paleolítica moderna no sígnica volver a la dieta de nuestros ancestros, más bien implica retornar a un nivel superior mejorada con los milenarios avances de la ciencia de la nutrición humana.
Si bien es imposible retroceder en el tiempo para conocer la dieta paleolítica en su origen; no obstante, el pensamiento abstracto rasgo esencial de la especie humana -después del trabajo- sí es capaz de “viajar” al pasado y al futuro para conjeturar acerca de los rasgos fundamentales de la dieta paleolítica. Además, las condiciones físico-geográficas (tectónica de placas, relieve, ubicación geográfica, etc.) siguen vigentes, como es la existencia de la sabana africana con su flora (plantas) y fauna principal (animales), que proporcionaron los alimentos de la paleodieta de nuestros ancestros.
El prolongado período paleolítico de 2 millones de años de desarrollo moldeó nuestro diseño genético, incompatible con sociedad moderna industrial, lo que ha repercutido en la aparición de enfermedades metabólicas crónicas (obesidad, diabetes, alta presión, accidentes cerebrovasculares, etc.) ajenas a nuestros ancestros.
Es importante destacar que el clima del período paleolítico coexistió con el Pleistoceno de período cuaternario de la Era Cenozoica, caracterizado por un clima muy frío (glaciaciones) que condicionaron la escases de alimentos vegetales y mayor abundancia de alimentos de origen animal, lo que repercutió en una alimentación omnívora en la que predominaban los nutrientes animales.
La dieta paleolítica no fue una libre elección de nuestros ancestros, fue impuesta por el entorno ambiental (clima muy frío, sabana africana de clima seco y desértico, escasos alimentos vegetales y animales, etc.), contrastando con la alimentación moderna, que aunque “chatarra” es muy abundante, lo que ha provocado la existencia de una sociedad de mal-nutridos susceptibles a enfermedades.
Desde el cultivo de plantas (agricultura) y domesticación de animales (ganadería) hace 10,000 millones de años y particularmente desde la revolución industrial y las sucesivas revoluciones tecnológicas posteriores (1750-actualidad), se ha roto con la paleodieta y relevada por los “alimentos ultra procesados chatarra”, producidos por las empresas mundiales alimentarias agropecuarias y su industrialización, cuyo interés económico es el dinero, no la alimentación sana de la población mundial. El resultado, ha sido devastador para la salud humana como lo evidencia, el aumento de enfermedades metabólicas crónicas (obesidad, diabetes tipo 2, alta presión y eventos cerebrovasculares), características de civilización moderna.
En una sociedad como la actual, cuya característica es la desigualdad socioeconómica, no existe imparcialidad de la ciencia en general y menos de la nutrición humana en particular; por consiguiente, la verdadera ciencia de la nutrición que debe ser la base de una dieta saludable, es incompatible con el sistema socioeconómico imperante.
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