miércoles, 13 de diciembre de 2017

IMPACTO DE LA ESPECIE HUMANA EN DEGRADACIÓN DEL SUELO


IMPACTO DE LA ESPECIE HUMANA EN LA DEGRADACIÓN DEL SUELO Y EL BOSQUE.

Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx

Introducción

El rasgo esencial que define a la especie humana es el trabajo, entendido como la capacidad de fabricar herramientas para transformar el medio natural, con el fin de producir los alimentos necesarios para su existencia. 

Tan importante son los instrumentos de trabajo que, la mayor de la historia del hombre, se divide en dos períodos: el Paleolítico y el Neolítico, división basada en la naturaleza de las herramientas de trabajo, que determinan la tecnología aplicada a la producción.

El grado de impacto sobre los recursos naturales, particularmente en el suelo, está condicionado por la tecnología y por el contexto socio-económico en la que se aplica. En este sentido, el incipiente desarrollo tecnológico durante el Paleolítico (dos millones de años-10,000 años) basado principalmente en instrumentos de trabajo de piedra, hueso y madera, no alteraron la cualidad de los recursos naturales, que aunado a la movilidad –nomadismo- y la baja productividad, condicionaron, la existencia de una comunidad igualitaria primitiva, en la que la tierra (suelo), es de propiedad comunal y la producción y distribución de los bienes materiales es equitativa. Además, la sociedad primitiva, consideraba los recursos naturales sagrados. En consecuencia, tenían que cuidarlos, porque de ellos dependía su sobre-vivencia. 
La economía de apropiación directa característica del prolongado periodo Paleolítico, basada en la recolección de productos vegetales y la caza de animales salvajes, sentó las bases para el cultivo de plantas –agricultura- y la domesticación de animales –ganadería-, hace unos 10,000 años e implicó la primera revolución tecno-productiva, basada en instrumentos de trabajo, principalmente de piedra pulida y herramientas a base de metales (hachas, coas, hoces, etc.). La nueva economía productiva sucedió a la de apropiación directa y con una tecnología más avanzada, permitió una mayor productividad del trabajo y con ello aumentó la disponibilidad de alimentos, con lo que cubrieron las necesidades de la comunidad primitiva y además, generó un excedente destinado al intercambio mercantil; primero, entre comunidades vecinas, que aunado a la división social del trabajo entre tribus agricultoras y ganaderas, dio como resultado la propiedad privada del principal medio de producción: la tierra, con la que aparecieron las sociedades clasistas –esclavismo y feudalismo-, que relevaron  a las comunidades primitivas igualitarias.
Con el surgimiento de las sociedades clasistas, aparece la explotación de los recursos naturales, ya que el aprovechamiento racional es incompatible con el interés general de la sociedad, en la que los productos se orientan en beneficio de la clase minoritaria y en detrimento de la clase mayoritaria. 
La incompatibilidad de la sociedad clasista con el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, principalmente del suelo, se agudizó con la aparición del capitalismo en el siglo XVI en Europa, particularmente con la Revolución Industrial (1750-1850) en Inglaterra, de donde se extendió al resto del mundo. La nueva revolución basada en la máquina y aplicada a la agricultura y la ganadería impactó radicalmente en el recurso suelo, a través de la mecanización de las labores agrícolas, actividades que removieron al suelo y lo hicieron susceptible a la erosión por acción del viento y del agua. La revolución no se quedó en la máquina, siguió con una revolución química, en la segunda mitad del siglo XIX y su impacto en el manejo del suelo y de los cultivos, que produjo un conjunto de agro-químicos, particularmente de los pesticidas, han causado una catástrofe biológica de los organismos que interaccionan con el suelo, principalmente de microorganismo, que son cruciales en el reciclaje de los nutrientes, al ser sustento de la vida vegetal y con ella de los organismo autótrofos y heterótrofos (animales y especie humana).
Las consecuencias de las revoluciones tecnológicas en la degradación de los recursos naturales, particularmente del suelo, han sido devastadoras, sobre todo en los últimos 50 años, período en el que las degradaciones, física, química y biológica, del suelo, se han acrecentado, convirtiéndose una verdadera catástrofe ambiental, en la actual sociedad capitalista, en la que la ganancia del capital, es incompatible con el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, dentro de los cuales está el suelo.
Ante esta problemática, es evidente que se requiere la implementación de un plan de manejo de los recursos naturales asociados al suelo, con el objetivo de lograr su conservación y restauración, en el marco de la cuenca hidrográfica, espacio idóneo que permite su aprovechamiento racional e integral.

1. Suelo: sustento de la vida

Según la FAO (2017) cada año se pierden por la erosión entre 12 y 13 millones de hectáreas de suelo en el mundo, equivalentes a 1.4 veces el Estado de Oaxaca, que por tratarse de un recurso finito fundamental para sustentar vida, es indispensable conocer su naturaleza, para implementar un plan integral de conservación y restauración de tan importante recurso.

Las materias primas a partir de las cuales se genera el suelo, son las rocas y los organismos vivos, principalmente por la acción de la atmósfera –clima-, particularmente la humedad y los cambios de temperatura.

Las rocas que constituyen la corteza terrestre aparecieron en los primeros 500 millones de existencia de la Tierra, en cuyo período, también se generó el océano, el cual se formó como resultado del enfriamiento de nuestro planeta, que dio origen a la condensación del vapor de agua de la atmósfera, formando así las nubes, las cuales precipitaron durante millones de años. La humedad atmosférica y los cambios de temperatura, alteraron física y químicamente a la roca, procesos que produjeron la liberación de sus componentes químicos minerales que se depositaron en los océanos, así como una atmósfera reductora, en la que predominaba vapor de agua, metano y amoniaco. Además, existía suficiente energía aportada por la radiación solar complementada por la generada por fuentes hidrotermales.

Los gases atmosféricos con el concurso de la energía solar, interaccionaron químicamente con el agua de lluvia y al precipitar se depositaron en los océanos, en los que se encontraban disueltos los elementos químicos derivados de las rocas, con los que reaccionaron químicamente para formas compuestos orgánicos simples (azúcares, aminoácidos, nucleótidos, etc.) que luego se combinaron para formar moléculas más complejas, como fueron proteínas, ácidos nucleicos y fosfolípidos. Las nuevas moléculas, principalmente los fosfolípidos interaccionaron con el agua, que por su naturaleza química dieron origen a la primera membrana, con la que aparece la célula procariota, hace 3500 millones de años. Con la vida apareció una nueva cualidad: el metabolismo, entendido como un proceso contradictorio –anabolismo vs catabolismo- que transforma la materia y la energía que aporta el medio para su desarrollo.

El metabolismo de la vida primitiva era heterótrofo, ya que el océano rebozaba de gran de cantidad de alimento orgánico, producto de la síntesis química natural a partir de compuestos inorgánicos y por muerte de microorganismos.

Después de 1000 millones de años, la población bacteriana aumentó exponencialmente, con lo que el alimento orgánico se agotó, entonces, surgió el metabolismo autótrofo, principalmente la fotosíntesis, desarrollada por las cianobacterias, consistente en la combinación del agua y minerales aportados por el océano y el bióxido de carbono aportado por la atmósfera, que con el aporte de la energía del Sol, elaboraron sus propios alimentos orgánicos y oxígeno. Este en su inicio se combinó químicamente con los metales disueltos en el océano, principalmente el hierro, proceso de oxidación que duró millones de años y una vez agotado dicho proceso, el oxígeno se liberó a la atmósfera.

El oxígeno emitido al aire fue letal para la vida primitiva de metabolismo anaeróbico, adaptada a un ambiente en ausencia de oxígeno, pero algunos microorganismos respondieron con un metabolismo aeróbico más eficiente energéticamente.

El oxígeno libre en la atmósfera fue crucial en el desarrollo de formas más complejas de vida, de tal forma que después de otros 1000 millones de años, originó hace 1500 millones de años a las células eucariotas más complejas que las procariotas.

Con la célula eucariota se desarrollaron formas de vida pluricelulares que aunadas a la glaciación global produjeron la Tierra “bola de nieve”, hace unos 600-700 millones de años, después de la cual surgieron formas de vida más complejas, particularmente la fauna de Ediacara en los océanos.

Posteriormente aparecieron organismos animales que desarrollaron esqueletos resistentes como parte de sus estructuras, que favorecieron su conservación, dando origen a la Eón Fanerozoico –vida visible-, que inicio con la Era Paleozoica, hace 550 millones de años.

 La vida seguía siendo acuática, hasta que en el período Ordovícico de la Era Paleozoica, hace unos 450 millones de años, probablemente, por la acción de la tectónica de placas, los océanos se transformaron en continentes, por lo que la vida acuática tuvo que evolucionar en un ambiente continental terrestre, particularmente, las algas que dieron origen a las plantas vasculares.


Con la vida terrestre aparece propiamente el suelo, puesto, que las plantas tuvieron que anclarse en tierra firme, por lo que desarrollaron raíces, que con su fuerza mecánica fragmentaron la roca y con su metabolismo la alteraron bioquímicamente también, con lo que dieron origen propiamente al suelo. 
Así pues, la vida y su metabolismo fue el otro actor esencial en la formación del suelo, ya que al igual que sin roca, sin vida no hay suelo. Tanto las rocas como los organismos vivos, constituyen los materiales parentales, a partir de los cuales se forma el suelo, bajo la acción del clima.

Si el suelo se deriva del intemperismo físico-químico y biológico de la roca, sus productos son: compuestos minerales inorgánicos y sustancias orgánicas generadas por el metabolismo de los organismos vivos, por consiguiente, el suelo puede definirse en una primera aproximación como un complejo orgánico-mineral, que se estructura en horizontes.

La vida representa un cambio cualitativo de la materia inorgánica a la materia viva, cambio, resultado de transformaciones cuantitativas graduales que se acumularon durante mil millones de años, desde que la Tierra apareció hace 4500 millones de años hasta hace 3500 millones de año.
Si la materia viva es esa misma materia inorgánica transmutada cualitativamente, entonces, el suelo, se convirtió en medio que aporta nutrientes para el metabolismo de nueva vida.

Como la planta que vive de los nutrientes aportados por el suelo, al metabolizarlos genera muchos desechos orgánicos, que sirven de alimento a muchos microorganismos que viven en el suelo, principalmente bacterias, que son esenciales en el reciclaje de los componentes del suelo, con lo que hacen posible la continuidad de la vida. 

La importancia del suelo como sustentador de la vida vegetal y por medio de ella, a los animales y especie humana, se visualiza en la siguiente imagen.

Imagen 1. Importancia del suelo en la vida vegetal

En la imagen anterior, es evidente que el suelo aporta a la planta macro-nutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre) y micro-nutrientes (hierro, cobalto, molibdeno, boro, manganeso, cobre y zinc), que disueltos en el agua son absorbidos por la planta y transportados por el xilema a los cloroplastos, en los que se realiza la fotosíntesis. Esta es un proceso bioquímico en el que participa la energía solar, que rompe la molécula de agua: en hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno que proviene del agua del suelo, se combina con el dióxido de carbono aportado por el aire (atmósfera) para formar glucosa que luego se combina con el resto de nutrientes provenientes del suelo, para formar las biomoléculas que se distribuyen por el floema a toda la planta. El oxigeno emitido a la atmósfera participa en la contraparte de la fotosíntesis: la respiración. Es evidente que el suelo aporta la mayor cantidad de nutrientes para el vegetal (14 de 16), dejando los otros dos al aire: carbono y oxígeno, contenidos en el dióxido de carbono. 

Así pues, el suelo es el medio que aporta agua y nutrientes para el metabolismo de las plantas y a través de éstas sustenta el metabolismo de los organismos heterótrofos (animales y especie humana), por consiguiente, es importante conocer el impacto de la especie humana en tan importante recurso.


2. Origen y desarrollo de la especie humana
La especie humana es la cúspide o cima del tallo principal del árbol de la evolución, ya que, su aparición es relativamente reciente y por lo mismo es el ser más complejo. El acontecimiento fue una casualidad, porque pudo haber sucedido o no, pero una vez acontecido, cambió radicalmente el rumbo de la evolución de la vida. Se trató del impacto de un meteorito de un diámetro de unos 10 kilómetros en lo que hoy es la Península de Yucatán en México.

Las consecuencias catastrófica del impacto fueron el calor y el frío, cambios ambientales  extremos que produjeron la extinción de los dinosaurios, desbrozando así el camino para el desarrollo de los mamíferos que habían coexistido con los dinosaurios, pero ocupando una posición marginal y subordinada.
Así se iniciaba una nueva era: la Cenozoica (65-0 millones de años), que según Erickson (1992) se caracteriza por una intensa actividad tectónica, el relieve cambio y con ello las condiciones climáticas, las cuales condicionaron el tipo de flora y fauna. Las gimnospermas de semillas desnudas, particularmente las coníferas fueron relevadas por las angiospermas –plantas con flores-, destacando los pastos que fueron los más extendidos desde el Mioceno ( 24-5 millones de años). La vegetación tropical que se había extendido durante la Era Mesozoica (250-65 millones de años) se retiró a zonas reducidas alrededor del Ecuador, como consecuencia del clima más frío y seco que originó la elevación generalizada de las masas continentales y la desaparición de los mares interiores. Los pastizales se extendieron mientras los bosques se retiraban, y el medio ambiente fue favorable para el desarrollo de mamíferos herbívoros, así como de mamíferos carnívoros que se alimentaban de ellos.  

Los mamíferos se extendieron por todos los hábitats y hace 20 millones apareció el género de los primates y dentro de éstos los monos antropomorfos, nuestros parientes lejanos que se movían en las selvas tropicales o cálido húmedas, es decir, estaban adaptados a un hábitat arborícola.
Mientras la tectónica de placas no alteró el escenario físico geográfico que condiciona los tipos de clima, los bosques tropicales permanecieron y con ello sus habitantes; pero, hace unos 10-15 millones de años en el Mioceno (25-5 millones de años), se produjo un hundimiento tectónico en el Este de África, para formar el Valle del Rift, paralelamente con el levantamiento de las áreas adyacentes para formar cordilleras montañosas. Es decir, la tectónica de placas alteró el relieve por el que se mueve la atmósfera para generar, el tiempo y el clima, específicamente modificó la trayectoria de los vientos procedentes del océano Índico que, al chocar con las laderas montañosas orientadas hacia el mar, el aire húmedo se eleva y se enfría para condensarse en forma de nubes, que precipitan su humedad y al rebasar la barrera montañosa, descienden ya secos en el Valle del Rift, condicionando la existencia de un clima seco o árido.

La formación del valle del Rift, resultado de la tectónica de placas en el Este de África, se muestra en la siguiente imagen.

Imagen 2. Valle del Rift: cuna de la especie humana

El clima que sucedió al antiguo clima tropical húmedo, determinó la aparición de la sabana africana –grandes llanuras de pastizales coexistiendo con los arboles muy espaciados-, condición ambiental que condicionó la evolución de nuevas especies de flora y fauna. Esto repercutió en la reducción de los bosques tropicales húmedos en los se movían nuestro parientes antropoides, que en las nuevas condiciones ambientales tuvieron que descender de los árboles para aventurarse en las extensas sabanas –enormes llanuras de pastizales con árboles espaciados-, pobladas por animales herbívoros y carnívoros,  en las que tuvieron que modificar su desplazamiento cuadrúpedo, por movimientos bípedos torpes todavía, con lo que dieron origen a los homínidos, grupo emparentado con los antecesores de la especie humana.
El nuevo ambiente dominado por la sabana en la que aparecieron los antecesores de la especie humana, se ilustra en la imagen que sigue.
Imagen 3. Sabana en el Este de África en la que aparecieron los homínidos

Uno de los homínidos que primero evolucionaron hace unos 7 millones de años fue el Ardipitecus ramidus, que descendió de los bosques y se movió por la sabana africana. Luego lo sucedió el Australopitecos afarensis, hace uno 3-4 millones de años, caracterizado por su desplazamiento bípedo y erecto. Su desplazamiento bípedo era torpe; sin embargo, el movimiento bípedo y erguido significó un cambio biológico revolucionario, ya que le quedaron libres las manos, primero para manipular objetos, que aunado su carácter social, le permitió  protegerse de los animales depredadores y ahuyentarlos para participar como carroñeros de animales cazados por animales salvajes coexistieron con ellos en la sabana africana. Muchos australopitecos desaparecieron al ser presas de animales salvajes, los que sobrevivieron dieron el “salto” cualitativo y dieron origen al hombre primitivo: el Homo habilis hace unos dos millones de años.
Los australopitecos antecesores inmediatos del hombre primitivo, se presentan a continuación en la siguiente imagen.

Imagen 4. Australopitecos desplazándose en forma bípeda

Con el Homo habilis apareció el rasgo esencial de la especie humana: el trabajo, entendido como la capacidad de fabricar instrumentos de trabajo y defensa para apropiarse de los medios de subsistencia básicos. Desde luego las herramientas de trabajo, eran muy rudimentarias a base principalmente de piedra, hueso y madera; instrumentos que fueron cruciales en la sobre vivencia en la infancia de la especie humana, dada su coexistencia con fieras salvajes depredadoras. Su dieta era esencialmente carnívora complementada con productos vegetales, lo que repercutió en el desarrollo de un cerebro más grande -700 gramos- y más complejo que sus antecesores australopitecos, cuyo cerebro era menor y menos complejo, con un tamaño de 400-500 gramos.

Los rasgos físicos del Homo habilis son parecidos a los de los australopitecos, pero su rasgo esencial de fabricar instrumentos de trabajo, le permitió desarrollar un cerebro más grande y complejo, como se observa en la imagen que sigue.

Imagen 5. Característica del hombre primitivo (Homo habilis)

El Homo habilis desapareció y lo relevó el Homo erectus, cuyas características fundamentales fueron: el caminar erguido –erecto- más firme y posteriormente la manipulación y el invento del fuego. Esta variante del hombre primitivo mejoró los instrumentos de trabajo, fundamentalmente de piedra para la recolección y para la caza. No obstante, el invento principal que revolucionó su desarrollo fue el invento del fuego, por sus múltiples usos, por el calor producido para calentar sus viviendas –cuevas-, lo cual fue muy importante, dado el ambiente frío en el que se desarrolló, ahuyentar a las fieras salvajes y para la caza de animales silvestres. Sin embargo, la utilidad principal del fuego fue su uso para la cocina de los alimentos, tanto vegetales como animales, que al someterlos a la acción del fuego, se hicieron más asimilables para el metabolismo, proceso que repercutió en el desarrollo de un cerebro más grande y más complejo, de aproximadamente 900 gramos. Su distribución espacial se extendió más allá del Este africano, hasta Europa, Asia y Oceanía.

En la siguiente imagen se muestra el invento principal del Homo erectus, el cual fue crucial para su posterior desarrollo.

Imagen 6. Homo erectus y el fuego, su invento principal

El carácter nómada del hombre primitivo para la búsqueda de alimentos de origen vegetal y animal, lo impulsaron a su migración a diversos lugares, de tal forma que hace unos 40,000 años apareció el Homo sapiens en Europa, particularmente, en lo que actualmente es Francia y España, denominado hombre de Cro-Magno,  por el sitio en el que fueron encontrados sus restos fósiles en Europa. Sus herramientas de trabajo habían mejorado notablemente, hechas principalmente a base de piedra y hueso, para la caza de animales salvajes y la recolección de productos vegetales. Se trató del hombre moderno propiamente, con un cerebro ya muy desarrollado, tanto cuantitativamente como cualitativamente, cuyo peso rondaba los 1500 gramos. Con su cerebro más complejo el Homo sapiens desarrolló la conciencia, propiedad esencialmente humana, de reflejar el mundo material a través de ideas mentales, las cuales implicaban el desarrollo del lenguaje articulado, fundamento del pensamiento abstracto. Particular mención merece el arte, expresado en las pinturas rupestres, en las que plasmaban su vida cotidiana, principalmente la caza de animales salvajes de la cual dependía su existencia.

El origen africano del Homo sapiens -hombre sabio como lo denota su nombre-, así como sus características, se observan en la imagen que sigue.

Imagen 7. Rasgos del Homo sapiens

En suma la especie humana moderna, es el resultado de un prolongado desarrollo histórico, iniciado con la aparición de la vida primitiva, hace 3500 millones de años culminado hace unos 40,000 años, caracterizado por la unidad contradictoria de cambios cuantitativos lentos y cualitativos –bruscos-, empujados por ese metabolismo que caracteriza a la vida de procurarse alimentos, pero que con el hombre, aparece el metabolismo humano, impulsado por el trabajo –capacidad de fabricar instrumentos de trabajo- para proveerse de alimentos, que finalmente concluye con el desarrollo de un cerebro más complejo, como sustrato de la conciencia humana.

Dada su naturaleza nómada por la necesidad de proveerse de alimentos, el Homo sapiens migro de su cuna: en oriente africano, hacia Europa, Asia, Oceanía y América. En el Continente Americano arribó hace unos 30000 años, a través del Estrecho de Bering, aprovechando un "puente" natural debida a la congelación del océano. A México llego hace unos 20000 años y luego se extendió hacia el sur-sureste, para finalmente llegar hace 13000 años en Sudamérica.

La migración espacial del Homo sapiens se observa en el siguiente mapa del mundo.

Imagen 8. Mapa en la que se aprecia la movilidad de la especia humana

3. Economía

Con la aparición de la especie humana aparece la economía, como una actividad práctica para la obtención de los alimentos para cubrir las necesidades metabólicas del hombre.

3.1. Economía del periodo Paleolítico (2 millones-10,000 años a. C.)
Con la aparición de la especie humana aparece el trabajo, entendido como la capacidad de elaborar instrumentos de trabajo para transformar la naturaleza para obtener los productos necesarios para su subsistencia. Desde la aparición del hombre primitivo hasta hace unos 10,000 años, período conocido como Paleolítico, la economía que prevaleció fue la de apropiación, es decir, una economía que se basó en la apropiación directa de lo que la propia naturaleza proporcionaba. Desde el Homo habilis hace unos dos millones de años hasta hace unos 10,000 años ese fue el rasgo distintivo de la economía primitiva. Esta consistía principalmente en la recolección de productos vegetales –frutos, hojas, raíces, etc.-, la caza de animales salvajes y la pesca. Dada la dependencia de la disponibilidad de alimentos  producidos por la naturaleza y su carácter estacional, la comunidad humana primitiva tuvo que  movilizarse permanentemente para acceder a sus medios de subsistencia. Es decir, se trató de una sociedad igualitaria de carácter nómada. La prolongada experiencia en la recolección de productos vegetales y animales, preparó gradualmente las condiciones para el surgimiento de la primera revolución tecnológica y productiva conocida como la Revolución Neolítica.

La tecnología y la economía de apropiación directa del hombre paleolítico se presenta en seguida.

Imagen 9. Economía del hombre del período Paleolítico
3.2. Economía del periodo neolítico (10 000 años a.C-hoy)
La Revolución Neolítica –aparición de la agricultura y la ganadería-, representa un salto en el desarrollo de las fuerzas productivas. Se pasa de una economía de apropiación directa –recolección de frutos, semillas, hojas, caza y pesca- a una economía de producción de alimentos agropecuarios, mediante la domesticación de plantas y animales.

Las condiciones ambientales que favorecieron el surgimiento de la agricultura y la ganadería fue el inicio de un período inter-glacial conocido como Holoceno (10000 a.C- hoy) caracterizado por un aumento de temperatura.

La revolución productiva generada –agricultura y ganadería-, solo fue posible porque se produjo un salto cualitativo en el desarrollo de la tecnología –azadón, coa, arado, etc.,-, que produjo una mejora en la productividad del trabajo y como consecuencia una mayor disponibilidad de productos alimenticios e incluso excedentes. Estas dos condiciones: la agricultura y la ganadería dieron origen a la primera gran división social del trabajo y la mayor disponibilidad de alimentos, favorecieron las condiciones necesarias para la producción mercantil, primero con el intercambio de excedentes entre las diversas tribus comunitarias y posteriormente en el interior de la misma comunidad. Ambas condiciones, contribuyeron a la aparición de la propiedad privada sobre la tierra y sus productos naturales en poder de una minoría, contrastando con el resto de la mayoría de la población que carecía de medios de producción. Así es como surge la sociedad esclavista, basada en el trabajo esclavo, especialmente en la antigua Grecia. A pesar de la naturaleza esclava de la sociedad neolítica avanzada, representó un salto progresivo en el desarrollo de la sociedad, ya que permitió la división del trabajo en intelectual y físico. El primero desarrollado por la clase esclavista o por sus representantes, hizo posible el surgimiento de la ciencia, forma superior de la conciencia humana. Por el contrario, el trabajo físico lo ejercieron los esclavos al servicio de la clase esclavista y consistió básicamente en producir los alimentos que la sociedad esclavista demandaba para su existencia.

Los rasgos principales rasgos de la economía del período Neolítico, se presenta a continuación (imagen 10).
Imagen 10. Economía del período Neolítico


Andreev (1988) al describir la Revolución Neolítica, escribe que “al lado de la piedra, el hueso, la madera y el metal; figuraban ya, en un grado, la tierra como medio de producción de comestibles, laboratorio de la naturaleza y depósito de la materia prima, así como diversos elementos de la flora y la fauna ligados a ella. Ya los primeros instrumentos de trabajo artificiales, muy primitivos, hicieron posible elevar visiblemente la productividad de las plantas y animales  útiles al hombre. La evolución ulterior de la agricultura –horticultura al principio- y de la ganadería nómada contribuyó al progreso en la fabricación de herramientas y a la diversificación de los materiales utilizados con este fin. Así se crearon premisas para unir los logros de la producción industrial con la fuerza muscular de los animales domesticados en el curso del desarrollo de la ganadería y con elementos de la naturaleza tales como el viento, el agua, el calor, etc.”.

3.3. Revolución industrial
La tecnología utilizada en la domesticación de animales y en la agricultura permaneció relativamente estable durante miles de años, hasta que se produjo la primera Revolución Industrial -1750-1850- en Inglaterra, cuya esencia fue la fabricación de máquinas que al extenderse a la producción agropecuaria potenciaron la producción de alimentos. Pero con la nueva tecnología, también se alteró la dinámica natural de evolución de los recursos naturales, tanto abióticos –suelo y agua- como de los biológicos –flora y fauna-. La agricultura  y la ganadería se intensificaron y se extendieron espacialmente, incorporando enormes extensiones de tierras a las actividades agropecuarias en detrimento de las áreas forestales. El resultado fue la destrucción de la cobertura vegetal de los suelos y la consiguiente exposición a la acción del viento y el agua, generándose así las condiciones para el surgimiento de la erosión de los suelos y la alteración de los procesos del ciclo hidrológico –aumento del escurrimiento y disminución de la infiltración-.

Las características de la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XVIII, se describen en la siguiente imagen.

Imagen 11. Revolución industrial y su temporalidad


A la revolución mecánica basada en las máquinas, le siguió la revolución química basada en la producción artificial de agroquímicos, que al aplicarlos en la producción agropecuaria, alteraron radicalmente el medio ambiente, particularmente la muerte de microorganismos que viven en el suelo en asociación con las plantas superiores, así como la contaminación del agua y del aire.

Si bien es cierto que tanto la revolución mecánica como la química se iniciaron en Europa, posteriormente se extendieron a todo el mundo. Sus consecuencias para el medio ambiente han sido catastróficas, particularmente en los últimos 50 años, a tal grado que actualmente existe una crisis ambiental extrema, particularmente la degradación física –erosión- y contaminación del suelo, así como del agua y del aire.

Los principales problemas de la degradación del suelo a nivel mundial se presentan en la imagen que sigue.

Imagen 12. Problemas principales de la degradación del suelo en el mundo

4. Plan de manejo integral de los recursos naturales
Los componentes esenciales de un plan de manejo de los recursos naturales, particularmente el suelo, son los siguientes:

4.1. Objetivos y metas.

Los objetivos y las metas están condicionados por la naturaleza de la problemática ambiental. Como ya se dijo en este escrito se tratará únicamente de la erosión de los suelos, por consiguiente, el objetivo principal es el control de la erosión en niveles que permitan la productividad de los suelos. En cuanto a las metas –objetivos cuantitativos- la superficie territorial que hay que atender está determinada por la disponibilidad de recursos financieros, materiales y humanos.

4.2. Estrategias

Las estrategias consisten en la orientación general en las que se enmarcan las acciones para la conservación de los suelos, el agua y los recursos biológicos asociados. Las estrategias más importantes son las siguientes:

a). Mecánicas. Consisten básicamente en movimientos de las tierras para reducir la velocidad de los escurrimientos superficiales y, con ello disminuir la erosión de los suelos.

b). Biológicas. Consisten en el establecimiento de todo tipo de barreras biológicas que disminuyan la velocidad del escurrimiento y en contraparte favorecer la infiltración del agua en el suelo. Así disminuye la capacidad del escurrimiento para generar la erosión de los suelos, ya que es evidente que la cobertura vegetal es la principal estrategia para la protección del suelo contra la erosión.

c). Mixtas. Consisten en la combinación de las estrategias mecánicas y biológicas, de acuerdo a los grados de la erosión. En regiones en las que la erosión es muy severa como es la existencia de cárcavas –zanjas de enorme magnitud en las que se ha perdido el suelo-, como en la Mixteca, la asociación de barreras biológicas con las prácticas mecánicas es indispensable.

43. Acciones (obras)

Las acciones son las obras específicas que se implementan y su naturaleza mecánica y/o biológica, depende de los recursos económicos, materiales y humanos disponibles en las localidades.

Así pues, el  plan de manejo consiste en la disposición espacial –cuenca- y sucesión temporal de las acciones en el marco de las estrategias para lograr los objetivos y metas.

En su dimensión espacial, las recomendaciones técnicas sugieren que las obras de conservación de los suelos y el agua deben iniciarse de la parte alta de la cuenca y avanzar a la parte media y finalmente en la parte baja. Esto se debe sencillamente a que son las partes altas y medias en las que los suelos son más susceptibles a la erosión hídrica, por la existencia de mayores pendientes de las tierras.

El esquema de un plan de manejo en el marco de la cuenca hidrográfica, como espacio en el que se realiza, se muestra en la siguiente imagen.

Imagen 13. Plan de manejo integral de conservación y restauración del suelo

Es en el aspecto temporal, es en el que se han producido los mayores fracasos, sobre todo en las acciones –obras- biológicas, puesto que generalmente, los programas de reforestación no se inician con la plantación en las fechas en las que la disponibilidad de humedad es la más adecuada. La distribución temporal de las lluvias en su mayor proporción se presenta de junio a octubre, por consiguiente, las plantaciones deben iniciarse en junio –específicamente en la segunda quincena del mes-, cuando el temporal se establece normalmente. No obstante, muchas veces se reforesta en julio, agosto y a veces hasta septiembre. Aunado a lo anterior, no existe seguimiento de los programas de reforestación, en consecuencia los porcentajes de sobre vivencia son muy bajos. En suma, en general los programas de re-forestación han sido un fracaso debido a las fechas inadecuadas de las plantaciones y por falta de seguimiento y continuidad de los programas.

Otro factor que ha sido crucial en el fracaso de las obras de conservación de los suelos y el agua, particularmente de las acciones –obras- biológicas es el empleo de especies exóticas que no están adaptadas climáticamente a las regiones en las que se establecen, en consecuencia, los resultados de los programas de reforestación han sido escasos.

Los fracasos descritos nos inducen a pensar en implementar acciones –obras-, sobre todo biológicas, en las fechas adecuadas en las que la disponibilidad de humedad es la apropiada, seguimiento permanente de las obras, así como plantaciones con especies biológicas nativas adaptadas al clima de las localidades en las que se realizan los programas de re-forestación. El uso de especies nativas en los programas de re-forestación, requiere del establecimiento de viveros comunitarios en los que se produzcan las plantas adaptadas a la región.


5. Conclusiones
A pesar de que la economía de apropiación directa –recolección de productos vegetales y caza de animales salvaje- fue la que aportó los alimentos para la sobre vivencia de la sociedad humana primitiva de carácter nómada, perduró alrededor de dos millones de años, su impacto en la degradación de los recursos naturales fue mínimo, particularmente el suelo, dada la escasa población y la tecnología primitiva en que se sustentó.

La economía de apropiación directa fue relevada por una economía productora derivada del cultivo de plantas –agricultura- y domesticación de animales –ganadería- hace unos 10 000 años y en México hace unos 4000-5000 años, conocida como Revolución Neolítica, efectivamente representó un cambio revolucionario, pues, se pasó de una economía dependiente de lo que proporcionaba el medio natural a una economía productora de alimentos para la subsistencia de la especie humana. Sin embargo, su carácter sedentario y la apertura de áreas para el cultivo de plantas y la cría de ganado, implicó la deforestación de los bosques, proceso que favoreció la erosión del suelo y con ello el sustento de la vida vegetal. No obstante, que la ganadería y la agricultura impactaron negativamente en el deterioro del recurso suelo, no se compara con el efecto catastrófico que han causado y están causando con más intensidad, las revoluciones industriales: la mecánica y la química, a tal grado que actualmente se vive una crisis ambiental, particularmente la contaminación y degradación física –erosión- del suelo, así como la contaminación del aire y del agua.

Las sociedades clasistas basadas en la propiedad privada de la tierra como principal medio de producción, que relevaron a la sociedad primitiva igualitaria, basada en la propiedad comunal de la tierra, principalmente en la sociedad capitalista actual, la ganancia derivada de la explotación del trabajo ajeno, es incompatible con el aprovechamiento racional y sustentable de los recursos naturales, particularmente del suelo.

El suelo no está  aislado, está en interacción, principalmente con la atmósfera –clima- y con la vida autótrofa y heterótrofa que sustenta. Particular interés tiene la especie humana, que también depende para su sustento del suelo y es la principal causante de su degradación física, química y biológica, a través de sus actividades: agricultura, ganadería, silvicultura e industria. En este sentido, es indispensable implementar un plan de manejo del recurso suelo, en el marco de la cuenca hidrográfica, espacio que permite su conservación y restauración en forma racional e integral de tan importante recurso que sustenta la vida en la Tierra.

6. Bibliografía

Andreev I. 1988. El libro de Engels: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”. Editorial Progreso. Moscú. URSS.
Erickson John. 1992. La vida en la Tierra. Origen y evolución. McGraw-Hill/Interamericana de España. Madrid, España.

FAO. 2017. Cinco de diciembre día mundial del suelo.


jueves, 7 de diciembre de 2017

HISTORIA DEL SUELO Y SU IMPORTANCIA EN EL SUSTENTO DE LA VIDA


HISTORIA DEL SUELO Y SU IMPORTANCIA EN EL SUSTENTO DE LA VIDA 

Valentín Vásquez

Oaxaca, México

valeitvo@yahoo.com.mx


Introducción

Las materias primas a partir de las cuales se genera el suelo, son las rocas que por acción del clima -principalmente por la humedad atmosférica y cambios de temperatura- se transforma en minerales de naturaleza inorgánica; así como los organismos vivos, cuyo metabolismo, produce la materia orgánica que, luego es transformada en humus que al fusionarse con los componentes derivados de las rocas dan origen al suelo.

Las condiciones para el origen de la vida que antecede al suelo fueron: las rocas que constituyen la corteza terrestre, las cuales aparecieron en los primeros 500 millones de años de existencia de la Tierra, período en el que también se generaron los océanos, como resultado del enfriamiento de nuestro planeta, lo cual dio origen a la condensación del vapor de agua de la atmósfera, para formar las nubes, cuya precipitación duró millones de años. La humedad atmosférica y los cambios de temperatura, alteraron física y químicamente a las rocas terrestres, procesos que produjeron la liberación de sus componentes químicos minerales que se depositaron en los océanos, que se mezclaron con los minerales de las fuentes hidrotermales de los mares; así como una atmósfera reductora -rica en hidrógeno y ausencia de oxígeno libre-, en la que predominaban vapor de agua, metano y amoniaco. Además, existía suficiente energía aportada por la radiación solar complementada por la generada por fuentes hidrotermales en los océanos. 
Una vez presentes las condiciones para la aparición de la vida, los gases atmosféricos con el concurso de la energía solar, interaccionaron químicamente con el agua de lluvia y al precipitar se depositaron en los océanos, en los que se encontraban disueltos los elementos químicos derivados de las rocas, con los que reaccionaron químicamente para formas compuestos orgánicos simples -azúcares, aminoácidos, nucleótidos, etc.-, que luego se combinaron para formar moléculas más complejas, como fueron proteínas, ácidos nucleicos y fosfolípidos. Las nuevas moléculas orgánicas, principalmente los fosfolípidos interaccionaron con el agua, que por su naturaleza química dieron origen a la primera membrana, con la que aparece la célula procariota, dando origen a la vida primitiva hace 3500 millones de años. Con la célula procariota apareció el metabolismo, rasgo esencial que permite definir a la vida como un proceso contradictorio –anabolismo vs catabolismo-, que transforma la materia y la energía que aporta el medio para su desarrollo.
El metabolismo de la vida primitiva era heterótrofo, ya que el océano rebozaba de gran de cantidad de alimento orgánico, producto de la síntesis química natural a partir de compuestos inorgánicos con la participación de la energía, principalmente la solar.

Después de 1000 millones de años, la población bacteriana procariota aumentó exponencialmente, con lo que el alimento orgánico se agotó, entonces, surgió el metabolismo autótrofo, principalmente la fotosíntesis, desarrollada por las cianobacterias, consistente en la combinación del agua y minerales aportados por el océano y el bióxido de carbono aportado por la atmósfera, que con el aporte de la energía del Sol, elaboraron sus propios alimentos orgánicos y, además, liberaron oxígeno. Este en su inicio se combinó químicamente con los metales disueltos en el océano, principalmente el hierro por ser el más abundante, proceso de oxidación que duró millones de años y una vez consumido, el oxígeno molecular se liberó a la atmósfera.

El oxígeno emitido al aire fue letal para la vida primitiva de metabolismo anaeróbico, adaptada a un ambiente en ausencia de oxígeno, pero algunos microorganismos respondieron con un metabolismo aeróbico más eficiente energéticamente.

El oxígeno libre en la atmósfera fue crucial en el desarrollo de formas de vida más complejas, de tal forma que después de otros 1000 millones de años, originó hace 1500 millones de años a las células eucariotas más complejas que sus antecesoras procariotas.

Con la célula eucariota se desarrollaron formas de vida pluricelulares, que después de la glaciación global que produjo la Tierra “bola de nieve”, hace unos 600-700 millones de años, aparecieron formas de vida más complejas, particularmente la fauna de Ediacara en los océanos.

Posteriormente aparecieron los animales que desarrollaron esqueletos resistentes en sus estructuras, que favorecieron su conservación, dando origen a la Eón Fanerozoico –vida visible-, que inicio con la Era Paleozoica, hace 550 millones de años.

La vida seguía siendo acuática, hasta que en el período Ordovícico (490-440) hace unos 450 millones de años, probablemente, por la acción de la tectónica de placas, los océanos se transformaron en continentes, por lo que la vida acuática tuvo que evolucionar en un ambiente continental terrestre, particularmente, las algas, que en su evolución dieron origen a las plantas vasculares.

Con la vida terrestre aparece propiamente el suelo, puesto, que las plantas tuvieron que anclarse en tierra firme, por lo que desarrollaron raíces, que con su fuerza mecánica fragmentaron la roca y con su metabolismo la alteraron bioquímicamente también; así como la materia orgánica acumulada en su área de influencia, sirvió de alimento a microorganismos, que al metabolizarla la convirtieron en humus que al fusionarse con los minerales derivados de la roca, principalmente las arcillas, dieron origen al suelo.

Así pues, la vida y su metabolismo fue el otro actor esencial en la formación del suelo, ya que al igual que sin roca, sin vida no hay suelo. Tanto las rocas como los productos metabólicos de los organismos vivos, constituyen los materiales parentales, a partir de los cuales se forma el suelo, bajo la acción del clima.

Si el suelo se deriva del intemperismo físico-químico y biológico de la roca, sus productos son: compuestos minerales inorgánicos y sustancias orgánicas generadas por el metabolismo de los organismos vivos, por consiguiente, el suelo puede definirse en una primera aproximación como un complejo orgánico-mineral, que se estructura en horizontes.

La vida representa un cambio cualitativo de la materia inorgánica a la materia viva, cambio, resultado de transformaciones cuantitativas graduales que se acumularon durante mil millones de años, desde que la Tierra apareció hace 4500 millones de años hasta hace 3500 millones de años.

Si la materia viva es esa misma materia inorgánica transmutada cualitativamente, entonces, el suelo, se convirtió en medio que aporta nutrientes para el metabolismo de nueva vida.

Como la planta vive del agua y los nutrientes aportados por el suelo, que al metabolizarlos genera muchos desechos orgánicos, que sirven de alimento a muchos microorganismos que viven en el suelo, principalmente microorganismos, que son esenciales en el reciclaje de los componentes del suelo, con lo que hacen posible la continuidad de la vida. Es evidente pues, que el suelo es el sustento de la vida de la vida continental.


1. Composición química de la planta y del cuerpo humano

El metabolismo como rasgo esencial definitorio de la vida en general y de la vida terrestre continental en particular, en su movimiento genera la estructura o anatomía de los organismos vivos; en consecuencia, en el ambiente terrestre continental las plantas que se desarrollaron a partir de las algas, en un principio con tallos desnudos, tuvieron que desarrollar hojas para realizar la fotosíntesis, así como raíces para anclarse en las rocas y para absorber el agua y las sales minerales, que se elevaron por el xilema para alcanzar las hojas, en las que por medio de la energía solar el agua es disociada en hidrogeno y oxígeno. El hidrógeno se combinó químicamente con el bióxido de carbono, para formar la glucosa y, después formar el resto de sustancias vitales al combinarse con los minerales aportados por el suelo y, el oxígeno molecular fue liberado a la atmósfera.

El metabolismo autótrofo produjo una transformación cualitativa revolucionaria de la materia inorgánica en materia viva, al elaborar los compuestos que la planta requería para sus necesidades metabólicas y el excedente sirvió de alimento para los microorganismos que se instalaron en la rizósfera, la cual sirvió de hábitat para los mismos y su desecho metabólico, el humus, se fusionó con los componentes minerales inorgánicos derivados de la roca, principalmente las arcillas, para formar ese complejo orgánico mineral que se estructura en horizontes y que hoy lo conocemos como suelo.

Los microorganismos que viven en el suelo, con su metabolismo autótrofo y heterótrofo, son esenciales por el reciclaje que realizan de los componentes inorgánicos minerales del suelo, que de esta forma sustentan la vida vegetal y ésta sustenta la vida heterótrofa de los animales en general y de la especie humana en particular.

Tanto la arcilla como el humus son coloides, es decir partículas muy pequeñas que han desarrollado nuevas cualidades, destacando una elevada superficie específica y carga eléctrica, predominantemente negativa, la que condiciona la adsorción de iones cargados positivamente, como calcio, potasio, magnesio, hierro, etc.; todos cruciales para el metabolismo de las plantas. En este sentido, ahora se puede definir al suelo como un sistema de naturaleza coloidal, en el que los coloides orgánico-minerales (arcillas y humus) constituyen la fase dispersa que interacciona con el agua que constituye la fase continua del sistema.

El suelo como totalidad desarrolla coloides tanto de carga negativa, como de carga positiva, por consiguiente, desarrolla una propiedad química esencial: la capacidad de intercambio iónico, que se define como la capacidad que tiene el suelo de intercambiar iones entre la fase sólida (arcillas, humus y sesquióxidos de hierro y aluminio) con el agua, propiedad fundamental de los suelos en la que se basa su fertilidad natural para sustentar a las plantas.

Los elementos químicos principales que los medios (suelo y aire) aportan para el metabolismo de los vegetales, se muestran en el siguiente cuadro.

Cuadro 1. Composición química del tejido vegetal

En el cuadro anterior, se observan los elementos químicos que constituyen el tejido vegetal. En total son dieciséis, los cuales son aportados por el medio ambiente (aire y suelo) y, con el concurso de la energía aportada por el Sol, se combinan químicamente, para transformarse en compuestos orgánicos en las plantas.

Los vegetales constituyen el primer eslabón en la cadena alimenticia trófica, que sirven de alimento a los animales de metabolismo heterótrofo. Como la especie humana también es de metabolismo heterótrofo, por consiguiente, al igual que los animales, no tiene la capacidad de elaborar sus propios alimentos, en consecuencia, depende del aporte de los mismos, de las plantas y de los animales.

En el cuadro que sigue se ilustra la cualidad y la cantidad de los elementos químicos del cuerpo humano.

Cuadro 2. Composición química del cuerpo humano
   
Es evidente en el cuadro anterior, la existencia de una coincidencia entre la composición química de los vegetales y la del cuerpo humano, lo cual es razonable, ya que la especie humana, así como los animales dependen de las plantas para su alimentación.


2. Origen de los elementos químicos

Pero de ¿Dónde se originan los elementos químicos que integran la composición química de las plantas y de los animales, particularmente de la especie humana? Para responder a esta interrogante, hay que remontarse a las estrellas, pues, es en ellas en las que se sintetizaron los elementos químicos, que posteriormente, interaccionaron químicamente, para dar origen al Sol y su "familia" de planetas, luego a la vida en la Tierra y finalmente a la especie humana.

La importancia de las estrellas en la producción de elementos químicos se observan en la siguiente imagen.

Imagen 1. Elementos químicos de la tabla periódica y su origen
En la imagen anterior, se observa que el hidrógeno y el helio son generados durante el Big Bang y son los principales componentes químicos de las estrellas de primera generación, que dependiendo de su tamaño producirán diferentes elementos químicos. En este sentido, si se trata de estrellas relativamente pequeñas, como nuestro Sol de color amarillo, solo generarán carbono, nitrógeno, oxígeno, neón y azufre. El resto de elementos químicos naturales más pesados son sintetizados por estrellas grandes y supernovas. Adicionalmente, se aprecia, que el Litio, Berilio y Boro, son producidos por la acción de los rayos cósmicos de naturaleza estelar; así como los elementos químicos artificiales sintetizados por el hombre.

En lo que respecta a nuestro Sol está en su primera fase de desarrollo, en la que utiliza el hidrógeno como combustible, que al fusionarlo se transforma cualitativamente en helio y en radiación solar que nos llega y es la fuente de energía para la fotosíntesis. Cuantitativamente cada segundo nuestro Sol quema 564 millones de toneladas de hidrógeno para convertirlas en 560 millones de toneladas de helio y 4 millones de toneladas energía solar.

Como el hidrógeno del Sol es finito, en unos 4500 millones de años se agotará, entonces nuestra estrella se comprimirá por la fuerza de gravedad, lo que causará aumento de temperatura, que según Ruíz (2017) será de alrededor de 100 millones de grados centígrados, suficientes para que entre en reacción el helio y por fusión se transformará cualitativamente en carbono y energía que enviará para otros procesos, porque la vida en la Tierra se extinguirá –si es que todavía existe-, ya que el incremento de la temperatura hará que nuestro Sol se expanda y se convierta en una gigante roja, que absorberá a los planetas más cercanos –Mercurio y Venus- y la Tierra quedará tan cerca, a tal grado que la temperatura será muy elevada, con lo que los océanos hervirán y con ello la vida tal como se conoce en nuestro planeta se extinguirá. El Sol una vez agotado su helio, una vez más se contraerá y nuevamente su temperatura crecerá, pero dada su relativa pequeñez, no será suficiente para fusionar el carbono, que requiere 600 millones de grados centígrados. A partir de este momento nuestra estrella se irá extinguiendo hasta convertirse en una “enana” blanca –“cadáver” del Sol- que previamente habrá expulsado al exterior sus materiales externos, para integrarse en las nubes cósmicas, que por fuerzas de atracción iniciarán otro ciclo en la formación de nuevas estrellas. Por consiguiente, la síntesis de elementos químicos más pesados: desde el oxígeno hasta el hierro, será necesaria la participación de estrellas de tamaño mediano, que sucesivamente se irán comprimiendo para generar las temperaturas de fusión, primero los 600 millones de °C que requiere la fusión del carbono para generar oxígeno y, luego temperaturas de miles de millones de °C, para producir la fusión de elementos químicos más pesados hasta el hierro. Después del hierro, ya no se libera energía, por lo que a partir del cobalto y hasta el uranio, se sintetizan por la explosión violenta de estrellas muy grandes (supernovas), que al aumentar las temperaturas hasta miles de millones de °C, hacen posible la producción de los elementos mencionados.

Así pues, son las estrellas las que sintetizan los elementos químicos que van desde litio hasta el uranio y con ello aparece propiamente la cosmoquímica y su posterior transformación en geoquímica –química de la Tierra- y bioquímica –química de la vida-.


3. Origen del sistema solar

Como nuestro Sol y su "familia" de planetas contienen los 92 elementos químicos naturales, por consiguiente, es evidente, que nuestro Sol es una estrella de segunda generación –las de 1ª generación está formadas por hidrógeno y helio-, cuya materia que lo forma a él y a su "familia" de planetas, fue resultado de la explosión de estrellas grandes que sintetizaron los elementos químicos pesados y los diseminaron en el espacio. Después por acción de fuerzas gravitacionales de atracción los materiales cósmicos se comprimieron, hasta que las elevadas presiones y temperaturas de más de 10 millones de grados centígrados, hicieron posible la fusión del hidrógeno para formar helio y energía (calor), que con su repulsión contrarrestó a la fuerza de gravedad y en ese momento nuestro Sol empezó a brillar como una estrella, en la que los planetas que lo orbitaban se distribuyeron de acuerdo con su densidad: en las cercanías los planetas rocosos, más densos (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) y a mayor distancia, los planetas con elementos químicos más ligeros, principalmente hidrógeno y helio, que dada la lejanía, se encuentran congelados.
Un aspecto importante de nuestro planeta, es su posición espacial respecto al Sol: no se encuentra ni muy lejos, ni muy cerca, ubicación que permite la coexistencia del agua en sus tres estados físicos: sólido, líquido y gaseoso, con la predominancia del líquido almacenado en el océano global primitivo, el cual fue crucial para el origen de la vida.

La posición espacial del Sol y su “familia” de planetas, se presenta en la imagen que sigue.

Imagen 2. Distribución espacial del Sol y su “familia” de planetas

La Tierra, al igual que el Sol y el resto de los planetas se formó hace 4500 millones de años. Según Hazen (2015), el origen de nuestro planeta fue catastrófico, resultado de innumerables impactos de meteoritos y asteroides de diversos tamaños y su posterior fusión de sus materiales, hasta alcanzar una tamaño que permitió retener una atmósfera. La frecuencia de los impactos, así como una intensa actividad volcánica, se encontraba en estado de fusión, por las temperaturas –en su inicio de unos 5000 mil -, que posteriormente por enfriamiento se formó una corteza sólida superficial. Primero de naturaleza basáltica que cubrió todo el planeta. En seguida, dado el continuo enfriamiento, el vapor de agua se condensó para dar origen a las nubes, las cuales produjeron lluvias durante millones de años, para dar origen a un océano que cubría a la superficie terrestre. Como la corteza basáltica selló la superficie de nuestro planeta, por consiguiente, se acumuló el calor interno de la Tierra y con el concurso del agua líquida del océano, se produjo la fusión del basalto, que al interaccionar con el agua y los minerales disueltos, se transformó en una roca granítica, que al ser menos densa se elevó por encima de la corteza basáltica para dar origen a los continentes.


4. Origen de la vida

En los primeros 500 millones de años, de existencia de la Tierra, durante el Eón Hádico (4500-3800 millones de años), ya estaban dadas las condiciones necesarias, para el surgimiento de la vida, como se observa en la imagen siguiente.

Imagen 3. “Ingredientes” de la vida

En la imagen anterior, es evidente que los ingredientes de la vida eran: presencia de energía solar abundante, atmósfera reductora -rica en hidrógeno y ausencia de oxígeno-, cuyos gases principales eran el vapor de agua (H2O), amoniaco (NH3) y metano (CH4); todos de efecto invernadero; continentes formados de roca granítica; y, océanos, los cuales se transformaron en verdaderos "laboratorios" en los que se sintetizaron una gran diversidad de moléculas orgánicas, esenciales para el origen de la vida.

El tránsito de la materia inorgánica a la materia orgánica y después a la materia viva, siguió el siguiente proceso:

La humedad atmosférica (el agua), mediante la energía aportada por el Sol, reaccionó químicamente con el metano y el amoniaco, para sintetizar compuestos orgánicos simples, que se depositaron en los océanos, en los que interaccionaron con los minerales aportados por los continentes y/o fuentes hidrotermales, que a través de la polimerización dieron origen a compuestos orgánicos más complejos: lípidos, particularmente, fosfolípidos; proteínas y ácidos nucleicos; compuestos, que al interaccionar con el agua de los océanos, principalmente, los fosfolípidos, dieron como resultado la formación de la membrana nuclear, con lo que apareció propiamente la primera célula procariota y, con ella la vida primitiva, hace 3500 millones de años, cambio cualitativo que implicó el inicio del Eón Arcaico (3500-2500 millones de años).

Con la vida primitiva surgió su rasgo esencial definitorio, que consiste en transformar la materia y energía que aportaba el medio para su desarrollo. En una condición de abundante alimento orgánico depositado en los océanos, producido en forma natural por procesos químicos, similares a los que formaron los compuestos orgánicos que dieron origen a la vida, por lo tanto, el metabolismo era heterótrofo, pues no era necesario elaborar el alimento; pero a medida que creció exponencialmente la población bacteriana, el alimento se agotó, por lo que tuvo que aparecer necesariamente el metabolismo autótrofo con las cianobacterias; primero a base de la combinación de sustancias inorgánicas, como el sulfuro de hidrógeno (Canfield, 2016) y después, con el agua aportada por el océano que se combinó químicamente con el bióxido de carbono, para producir glucosa y la liberación de oxígeno libre a la atmósfera, hace unos 2500 millones de años. La fotosíntesis, fue la respuesta metabólica a la falta de alimento orgánico y significó e inauguró un nuevo Eón: el Proterozoico (2500-550 millones de años).

La vida primitiva se originó en una ambiente anaeróbico, es decir, en ausencia de oxígeno, ya que en una atmósfera aeróbica, el oxígeno hubiera inmediatamente oxidado a los primeros compuestos orgánicos, con lo que la aparición de la vida hubiera sido imposible.

Durante 1000 millones de años el oxígeno producto de la fotosíntesis fue liberado primero al océano y por tratarse de un elemento químico muy reactivo, se combinó con los elementos metálicos disueltos en los océanos, principalmente el hierro, para formar óxidos de hierro. Una vez agotada la oxidación de los metales disueltos en los océanos, tuvo que liberarse a la atmósfera en su forma molecular (O2).

La presencia del oxígeno en la atmósfera y su disolución en los océanos fue crucial para el desarrollo de vida más complejo. Antes de su aparición, el metabolismo era anaeróbico, en las nuevas condiciones, el oxígeno resultaba letal para la vida anaeróbica, por lo que muchas bacterias se extinguieron y otras se refugiaron en ambientes anaeróbicos. Otras se vieron obligadas a evolucionar y desarrollaron un metabolismo aeróbico, más eficiente energéticamente que su antecesor, ya que produce 36 moléculas netas de ATP por cada molécula de glucosa oxidada, contrastando con el metabolismo anaeróbico, que por cada molécula de glucosa genera 2 moléculas de ATP, según lo documenta Asimov (1985).

El oxígeno fue crucial para el desarrollo de organismos más complejos, como fue el origen de la célula eucariota, hace unos 1500 millones de años. Con la célula eucariota, aparecen los organismos pluricelulares y al final del Eón Proterozoico, surgió la fauna de Ediacara, en la que probablemente influyó el enfriamiento del planeta, al producirse su congelación, lo que se conoce como Tierra “bola de nieve” hace unos 650 millones de años. De no ser por la tectónica de placas, que generó una intensa actividad volcánica, que rompió la cubierta de hielo que envolvía al planeta, tal vez la vida se hubiera extinguido, pero los volcanes la rescataron, principalmente, por la emisión de grandes cantidades de vapor de agua y bióxido de carbono, ambos de efecto invernadero que calentaron al planeta y lo volvieron a la normalidad.

Después del episodio de la Tierra “bola de nieve” de nieve aparecieron formas de vida más complejas, con estructuras esqueléticas duras a base de minerales resistentes (compuestos principalmente de calcio y silicio)  que favorecieron su preservación, dando origen a un nuevo Eón: el Fanerozoico (550-0 millones de años), cuyas eras son: la Paleozoica (550-250 millones de años), la Mesozoica (250-65 millones de años) y la Cenozoica (65-0 millones de años).


5. Origen del suelo

La Era Paleozoica inició hace unos 550 millones de años con la “explosión cámbrica”, caracterizada por una gran diversidad de formas de vida complejas, en cuya formación fue crucial el oxígeno liberado a la atmósfera por la fotosíntesis, ya que la vida animal tiene como rasgo fundamental, la movilidad espacial, la cual es imposible en ausencia de oxígeno. Además, el oxígeno se incorporó estructuralmente a las nuevas formas de vida para darles mayor estabilidad. En esta era, probablemente por la tectónica de placas, los océanos se cerraron por el choque de placas continentales y se convirtieron en tierras continentales. En estas nuevas condiciones, en el período Ordovícico (490-443 millones de años), según Erickson (1992), hace aproximadamente unos 450 millones de años, la concentración de oxígeno en la atmósfera generó el suficiente nivel de ozono en la capa superior de la troposfera, para proteger la vida terrestre de los dañinos rayos ultravioleta procedentes del Sol y, por primera vez, las plantas alcanzaron y colonizaron tierra firme. Los líquenes, una simbiosis entre algas y hongos, que viven cada uno de los productos del metabolismo del otro, fueron probablemente los primeros en aventurarse sobre la superficie continental. Posteriormente fueron seguidos por los musgos y las hepáticas. El siguiente paso importante fue el desarrollo de un sistema vascular, que condujera el agua desde las raíces a las partes superiores de la planta. La estructura proporcionó a las plantas una fuerza que les permitió mantenerse erguidas. Los primeros musgos, helechos, equisetos -colas de caballo-, fueron las primeras plantas en hacer uso de este sistema. Se desarrollaron verdaderas raíces que permitían a las plantas sobrevivir en tierra seca aprovechando la humedad aportada por la lluvia.

En forma parecida se expresan Margulis y Sagan (1995) al escribir que las algas crecían en aguas poco profundas e iluminadas por la luz solar. De vez en cuando esas zonas se secaban y las algas que podían mantener húmedo su interior, mientras el exterior permanecía seco se encontraban en situación ventajosa desde el punto de vista evolutivo. Sobrevivieron y se multiplicaron para convertirse en los primeros vegetales: formas que apenas se alzaban de la superficie, sin tallos ni hojas, parecidas a los modernos musgos y hepáticas, que no podían soportar su propio peso fuera del agua. Las algas se convirtieron en plantas terrestres conservando el agua en su interior. Hacerse terrestre significaba desarrollar una estructura tridimensional completamente distinta de las primeras formas que permanecían recostadas sobre la superficie. Al usar el oxigeno de la atmósfera liberado por la fotosíntesis, las plantas primitivas desarrollaron un material para la pared celular llamado lignina. Esta lignina, combinada con la celulosa, es lo que da fuerza y flexibilidad a árboles y arbustos. Esa robustez llevó al desarrollo del sistema vascular, que transportaba el agua elevándola desde las raíces y haciendo descender los compuestos orgánicos, desde los extremos de las ramas que se habían modificado para dar origen a las hojas primitivas. Cuando los microorganismos se expandieron y dieron origen a plantas más desarrolladas de tierra firme, en forma de hermosas plantas, los microorganismos invisibles se encontraban por todas partes. La resistencia a la sequía, la producción de lignina y la conquista de tierra firme, probablemente implicaron simbiosis entre microbios y plantas.

Así surgieron las plantas vasculares autótrofas, cuyos elementos químicos los aportaba el agua almacenada en la porosidad existente, entre los minerales derivados del intemperismo físico-químico de las rocas, que luego eran transportados por el xilema a las hojas, en las que por medio de la energía solar se combinaban con el bióxido de carbono aportado por la atmósfera y producían glucosa y la emisión de oxígeno molecular a la atmósfera. Específicamente el proceso fotosintético consistía en la ruptura de la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno molecular por la acción de la energía solar. Con la participación de la radiación solar, el hidrógeno se combinaba con el bióxido de carbono para formar la glucosa y liberación de oxígeno molecular a la atmósfera. La fotosíntesis no solo producía carbohidratos, estos, después se combinaban con el resto de sales minerales disueltas en el agua, para formar los compuestos orgánicos que las plantas requerían para su metabolismo. El excedente se acumulaba en la superficie y, por la acción de la infiltración descendían al interior y añadían a los materiales orgánicos producidos por el metabolismo de las raíces. En el área de influencia de las raíces, conocida como rizósfera, se acumulaba la materia orgánica, en la que servía de alimento de los microorganismos, principalmente bacterias que con su metabolismo produjeron el humus, el cual se fusionaba con los minerales provenientes de las rocas, principalmente las arcillas, para dar origen a un complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal, que interacciona con el agua en el que se encuentra disperso. Es así como surge propiamente el suelo en el período Ordovícico de la Era Paleozoica, hace unos 450 millones de años. Es decir, el suelo es relativamente reciente en comparación con la prolongada historia geológica de nuestro planeta datada en 4500 millones de años.

Así pues, fue la vida la que produjo el "salto" cualitativo, para que los materiales minerales derivados de la meteorización físico-química de la roca, se convirtieran en suelo.

El intemperismo físico-químico y biológico que transformó la roca en suelo, se presenta en la siguiente imagen.

Imagen 4. Meteorización físico-química y biológica de la roca

La meteorización físico-química que fragmenta y altera cualitativamente las rocas antecedió a la vida y fue una de sus condiciones para su origen. Pero una vez que apareció la vida y se extendió en los continentes hace unos 405 millones de años, a través de su metabolismo alteró biológicamente la roca y con la humificación de la materia orgánica produjo el humus, que se fusionó con los minerales derivados de la roca, para dar origen al suelo. En suma, el suelo es el resultado de la meteorización física, química y bioquímica de la roca, tal como se muestra en la imagen anterior.

La secuencia de las etapas por las que pasa la roca y la materia orgánica, para formar el suelo se presenta en la siguiente imagen.

Imagen 5. Sucesión o movimiento (tiempo) de la roca al suelo

En la imagen arriba mostrada, son evidentes las etapas, por las que pasa la roca para convertirse en suelo. El proceso inicia con la roca que es alterada física y químicamente. La meteorización física o mecánica consiste en la fragmentación de la roca principalmente por los cambios de temperatura. Su disminución, si desciende a 0ºC produce la congelación de la humedad atmosférica en el interior de las grietas o fisuras generando su fragmentación en partículas cada vez más pequeñas, del tamaño de gravas, arenas y arcillas. La meteorización biológica es producto del metabolismo, específicamente de sus productos químicos que actúan sobre la roca y la transforman en materia orgánica, que luego es humificada por los microorganismos, para dar origen al componente orgánico del suelo y su secuencia vertical de horizontes A-B-C. El horizonte A superficial, es esencialmente de naturaleza orgánica, ya que se forma en el área de influencia de la rizósfera, en la que se concentran los microorganismos que a través de su metabolismo de la materia orgánica generan el humus; el horizonte B, se caracteriza porque es de naturaleza mineral, principalmente formado por arcillas y sesquióxidos de hierro y aluminio; finalmente el horizonte C, que es la roca “madre” alterada mecánicamente que sobre yace a la roca de la que se forma el suelo.


6. Importancia del suelo en la vida vegetal

Las arcillas y el humus, principales componentes del suelo son partículas coloidales muy pequeñas, que han adquirido nuevas propiedades que las diferencian cualitativamente de sus materiales de origen –rocas y materia orgánica-, destacando una elevada superficie específica y carga eléctrica, propiedades fundamentales de las que dependen la fertilidad de los suelos.

El complejo coloidal arcillo-húmico y su importancia en la fertilidad del suelo se observa en la imagen que sigue.

Imagen 6. Complejo coloidal arcillo-húmico del suelo

 En la imagen se pone en evidencia el origen de los coloides del suelo. Las arcillas son derivadas de la meteorización de las rocas y el humus es generado por el metabolismo microbiano de la materia orgánica. Ambos se fusionan mediante elementos químicos metálicos positivos (calcio, magnesio, hierro y aluminio), dada la carga eléctrica negativa de los coloides. La carga negativa de los coloides arcillo-húmicos, es fundamental para la fertilidad del suelo como se observa en la imagen, ya que permite retener cationes positivos (calcio, magnesio, potasio, hierro, etc.), todos nutrientes que son absorbidos por las plantas para su metabolismo.

En las regiones tropicales de clima cálido húmedo, las lluvias abundantes y las elevadas temperaturas, degradan rápidamente las rocas y la materia orgánica en sus componentes químicos que son lixiviados por el agua más allá de la rizósfera, fuera del alcance de las raíces de las plantas y luego transportados por los escurrimientos y finalmente depositados en los cuerpos de agua continentales y en el océano. El intenso lavado principalmente de calcio, magnesio y potasio; reduce la fertilidad del suelo, ya que únicamente resisten el lavado el hierro y el aluminio, elementos que producen la hidrólisis del agua y su consecuente acidificación. En estas condiciones se formas sesquióxidos de hierro y aluminio de cargas positivas, que tienen la capacidad de retener iones negativos (fosfato, sulfato y nitrato).

En síntesis, el suelo como totalidad, dada su naturaleza coloidal, desarrolla una propiedad química fundamental: la capacidad de intercambio iónico, que consiste en la capacidad del suelo de intercambiar iones entre su fase solida (arcillas, humus y sesquióxidos de hierro y aluminio) y el agua, para hacerlos disponibles para la nutrición de las plantas.

La importancia del suelo para sustentar la vida vegetal se presenta en la siguiente imagen.

Imagen 7. Importancia del suelo para sustentar vida vegetal

En la imagen se aprecia que los medios que aportan nutrientes para la planta, son el suelo y el aire (atmósfera).

De los 16 elementos químicos que la planta requiere para su metabolismo, el suelo aporta 14: macronutrientes: hidrógeno, nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre; micronutrientes: cloro, hierro, manganeso, zinc, boro, cobre y molibdeno. El aire solo aporta dos: el carbono y el oxígeno, contenidos en el bióxido de carbono.

En la imagen es evidente que el suelo aporta macronutrientes y micronutrientes, que cuantitativamente rebasan  en mucho, al bióxido de carbono que aporta la atmósfera, compuesto que solo contiene carbono y oxígeno.  Es decir, cuantitativa y cualitativamente el suelo es más importante en su aporte de nutrientes al metabolismo de los vegetales. Pero aún hay más, el agua junto con los minerales asciende a través del xilema y llega a las hojas, en las que existen los cloroplastos en los que está contenida la clorofila, en cuya estructura está un átomo central de magnesio que aporta el suelo, molécula esencial para la fotosíntesis, proceso foto-químico en que la energía del Sol disocia la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno molecular. El hidrógeno se combina químicamente con el bióxido de carbono aportado por la atmósfera, para producir la glucosa y el oxígeno molecular es liberado al aire. Es decir, el suelo, además, de aportar macro y micro-nutrientes, también aporta hidrógeno al metabolismo de las plantas. Especial mención merece el oxígeno liberado por la fotosíntesis, que aunque está en la atmósfera, se origina del agua del suelo, el cual es fundamental para la respiración, proceso catabólico, sin el cual no hay vida. Esto reafirma la importancia del suelo como sustentador de la vida vegetal que, a partir de la imagen descrita, puede ser definido como el medio que aporta agua y nutrientes para el metabolismo de las plantas.


7. Metabolismo heterótrofo

Hasta ahora se ha fundamentado la importancia del suelo en el metabolismo vegetal, pero no se ha analizado el metabolismo heterótrofo de los animales y de la especie humana. Como los animales dependen para su alimentación de las plantas y las plantas dependen de los minerales aportados por el suelo, por consiguiente, la composición química  de los animales, debe ser similar a la de las plantas. En el mismo sentido cabe opinar de la especie humana, que depende de los vegetales y de los animales para su metabolismo, entonces, su composición química debe ser parecida al de las plantas.

Los elementos químicos de las plantas y el medio que los aporta, se presentan en el cuadro que a continuación se ilustra.

Imagen 3. Composición química del tejido vegetal y el medio que lo aporta
    Fuente: Internet (2017) complementado por Vásquez (2017).

En el cuadro mostrado, es evidente que el suelo es el principal medio que aporta nutrientes para el metabolismo de las plantas, pues de los 16 elementos que la planta necesita, el suelo aporta 14. El aire (atmósfera) solo aporta el carbono y el oxígeno, contenidos en el bióxido de carbono. Lo anterior refuerza una vez más, la importancia del suelo como sustento de la vida vegetal.

Para terminar este apartado es importante mostrar la composición química del cuerpo humano y el medio que lo aporta, la cual se presenta en el siguiente cuadro.

Imagen 4. Composición química del cuerpo humano y el medio que lo aporta
     Fuente: Herrera (2016) complementado por Vásquez (2017).     

En la imagen se observa que la composición química del cuerpo humano es muy similar a la de los vegetales, lo cual es lógico, ya que la especie humana depende de los vegetales para su alimentación y de los animales, que también dependen de las plantas para su nutrición. En lo referente al medio que los aporta, es evidente que el suelo es el que provee la mayor cantidad de los nutrientes y la atmósfera solo aporta el oxígeno y el carbono para el metabolismo de las plantas.

Mención especial merecen los elementos químicos traza, particularmente el hierro que aporta el suelo y que, al ser integrante de la hemoglobina, desempeña una función crucial en la captura del oxígeno en los pulmones y luego transportado por la sangre a todas las células, para el proceso de respiración esencial para la vida.


7. Conclusiones

Tanto la vida general como la especie humana en particular son “hijos” de las estrellas (soles), ya que en sus núcleos se sintetizaron los elementos químicos, que posteriormente por fuerzas contradictorias de atracción vs repulsión dieron origen al Sol y su "familia" de planetas.

La vida antecedió al origen del suelo, puesto que, tanto la roca como la materia viva, en su movimiento se transformaron en suelo. La roca por acción del clima se transformó física y químicamente, para liberar sus componentes minerales que se depositaron en los océanos, originados por la condensación y posterior precipitación del agua de lluvia, que aunados a la combinación de los gases (principalmente amoniaco y metano) con la humedad atmosférica y con el concurso de la energía solar y/o hidrotermal, dio origen a compuestos orgánicos simples y, luego al reaccionar con los minerales derivados de la roca produjo una gran variedad de sustancias orgánicas, que interaccionaron entre sí, se transformaron en compuestos orgánicos más complejos: proteínas, ácidos nucleicos y fosfolípidos, que al interaccionar con el agua de los océanos, principalmente los fosfolípidos, dieron origen a la membrana celular, con lo que apareció una nueva cualidad a partir de la materia inorgánica: la vida. Con la vida apareció el metabolismo, como rasgo esencial definitorio de la vida, el cual fue crucial para la transformación biológica de la roca, que junto con el intemperismo físico químico condicionaron la formación del suelo, hace aproximadamente 450 millones de años, en el período Ordovícico de la Era Paleozoica. Esto significa que sin vida no hay suelo y sin éste no hay vida.

Los minerales derivados de la roca y disueltos en la solución del suelo, son aportados para el metabolismo de las plantas y como de estas dependen los animales y la especie humana para su metabolismo; por consiguiente, el suelo es el que sustenta la vida, ya que es el que aporta la mayor cantidad de nutrientes (macro y micro); en total 14 elementos químicos, de 16 que necesitan los vegetales para su desarrollo. El aire (atmósfera) solo aporta el bióxido de carbono, en el que están contenidos el oxígeno y el carbono, dos nutrientes de 16.

Por tratarse de un complejo orgánico mineral, el suelo se ha convertido en sustentador de la vida autótrofa (vegetales) y la vida heterótrofa (animales y especie humana).

Si bien es cierto que a largo plazo -miles y/o millones de años-, el suelo se mueve cíclicamente, pero a corto y mediano plazo, se trata de un recurso finito, por consiguiente, hay que conservarlo y restaurarlo  para sustentar la vida en general y la vida humana en particular.


8. Bibliografía

Asimov Isaac.1985. Fotosíntesis. Editorial Orbis. S.A. Barcelona, España.

Canfield Donald. 2016. Oxígeno. Una historia de cuatro mil millones de años. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. Barcelona, España.

Erickson Jon. 1992. La vida en la Tierra. Origen y evolución. McGraw-Hill/Interamericana de España. Madrid, España.

Margulis Lynn y Sagan Dorian. 1995. Microcosmos. Tusquets Editores, S.A. Barcelona, España.

Ruíz María Teresa. 2017. Hijos de las estrellas. Un maravilloso recorrido sobre los orígenes del universo y del ser humano. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. Ciudad de México.