CUENCA
HIDROGRÁFICA: ESPACIO IDÓNEO PARA EL MANEJO INTEGRAL DE LOS
RECURSOS NATURALES
Valentín
Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
valeitvo@yahoo.com.mx
1.
Introducción
La cuenca hidrográfica es un
espacio físico-geográfico configurado por la tectónica de placas y la fuerza de
gravedad terrestre, en el que coexisten simultáneamente una gran diversidad de
recursos naturales que son aprovechados por las comunidades que interaccionan
con los mismos. De los recursos naturales, el agua es el principal, cuyo movimiento
está determinado por la naturaleza física de la cuenca hidrográfica y por las condiciones
climáticas. En su movimiento cíclico el agua se mueve de la atmósfera a los
continentes y océanos, la biósfera y nuevamente retorna a la atmósfera.
Específicamente, el agua pasa por diferentes procesos –precipitación, infiltración,
escurrimiento y evapotranspiración-, cuya sucesión temporal constituye el ciclo
hidrológico.
El agua es el recurso vital más
importante que en su movimiento cíclico, condiciona al resto de recursos
naturales asociados. Históricamente el ciclo del agua inicia en la atmósfera en
estado gaseoso, debido a las elevadas temperaturas de la Tierra primitiva, posteriormente
por el gradual enfriamiento –descenso paulatino de la temperatura- se produjo un
cambio brusco –salto- en la que el agua en estado gaseoso se transforma en agua
en estado líquido y/o sólido, dependiendo de la temperatura, dando como
resultado la condensación proceso físico que da origen a las nubes; con éstas,
se genera la precipitación –caída del agua de las nubes a la superficie
terrestre- para convertirse en infiltración y escurrimiento; el agua que se
infiltra se transforma en agua del suelo, la cual es aprovechada por la
vegetación, en seguida se produce la evapotranspiración –evaporación y
transpiración-, proceso que finalmente devuelve el agua a la atmósfera en
estado gaseoso, para cerrar el ciclo. Así pues, el agua en su movimiento
cíclico interacciona en el marco de la cuenca –espacio- con los principales
recursos naturales: la atmósfera para generar el clima, el suelo para producir
la infiltración y el escurrimiento y la biósfera para generar la
evapotranspiración. El carácter cíclico del agua se debe a la doble negación
por la que pasa en su movimiento: la primera negación se produce cuando el agua
líquida contenida en los cuerpos de agua –principalmente océanos y lagos- y en
los organismos vivos, se libera a la atmósfera en estado gaseoso, por el
proceso de evapotranspiración; la segunda negación sucede, cuando la atmósfera
se enfría y el vapor de agua se transforma en agua en estado líquido
y/sólido por el proceso de condensación para producir las nubes; éstas generan
la precipitación que se acumula en los cuerpos de agua y en los organismos
vivos, con lo que se retorna al punto de partida y se cierra el ciclo
hidrológico. La naturaleza cíclica del movimiento del agua, permite su
renovación permanente, lo que hace posible la vida, de lo contrario ya se
hubiera agotado y la vida se hubiera extinguido.
La importancia de las
cuencas hidrográficas radica, en que permite la planeación. Específicamente
hace posible elaborar un plan de manejo integral
de los recursos naturales, el cual consiste en la disposición espacial más
apropiada –cuenca- y la sucesión temporal oportuna de las acciones –obras- en
el marco de las estrategias para lograr
los objetivos y metas propuestos. Con otras palabras, el plan de manejo de los
recursos naturales responde a las siguientes preguntas: el ¿Dónde –espacio-? Y
el ¿Cuándo –tiempo-? se deben realizar las acciones –obras- en correspondencia
con las estrategias, para alcanzar los objetivos planteados.
2.
La cuenca como espacio físico-geográfico
La naturaleza geográfica de
la cuenca hidrográfica, nos remite a la concepción del espacio. Este, desde la
antigüedad griega, particularmente en la Física
de Aristóteles (348 a.C.) se concibe como el “recipiente” en el que está
contenido la materia. En este sentido, la materia sería todo lo que ocupa un
lugar en el espacio, tal como nos lo enseñan los libros, los profesores y el
internet. Aplicada esta opinión –por que estrictamente no es una definición-,
al caso de la cuenca –espacio-, ésta sería el recipiente en el que se almacena
el agua y están contenidos, el resto de recursos naturales, así como las
sociedades que se establecen en la misma. Así los recursos naturales que
interaccionan en el interior de la cuenca, serían los distintos tipos de
materia y el parte-aguas que delimita a la cuenca sería el espacio. Sin embargo,
el parte-aguas, es también de naturaleza material –elevaciones topográficas más
elevadas de las montañas-, con lo que se derrumba la concepción del espacio y
la materia tal como la concebía Aristóteles.
Los conceptos se mueven en
la medida que avanza el conocimiento de los procesos materiales, tal es el caso
de los conceptos de materia y espacio, que han evolucionado desde la antigua
Grecia, hasta el presente. Ahora el espacio y el tiempo son concebidos como
producto de la materia que se mueve. El primero es identificado con el
movimiento en extensión –longitud, anchura y profundidad- que se produce en el
momento en que las placas tectónicas interaccionan para formar las diferentes
formas del relieve –montañas, cordilleras, valles, cuencas o depresiones, etc.-
en conjunción con las fuerzas de la gravedad terrestre. El segundo –tiempo- relacionado
con la historia temporal como secuencia y duración de las distintas fases por
las que pasa la cuenca en su movimiento, una vez que se ha formado. Además, de
la tridimensionalidad del espacio, los objetos materiales no se encuentran
aislados, sino que se encuentran coexistiendo simultáneamente, segundo rasgo
propio del espacio, que permite la ubicación espacial de los objetos que
coexisten: derecha-izquierda, arriba-abajo, atrás-adelante, al este-oeste, al
norte-sur, etc. En este sentido, un mapa es la representación espacial de una
porción del terreno, que permite la ubicación de los objetos materiales que
están coexistiendo, a través de las coordenadas geográficas: latitud y
longitud; un plano permite localizar un objeto con tres coordenadas: X, Y, Z.
Así pues, el espacio tiene doble acepción: extensión relacionada con la
tridimensionalidad y coexistencia simultánea de los objetos materiales.
Lo anterior permite definir a
la cuenca como un espacio físico geográfico delimitado por un parte-aguas
topográfico, en el que coexisten objetos tridimensionales que interaccionan
entre sí y que son aprovechados por las comunidades humanas.
En la siguiente figura (1) se
muestra la cuenca hidrográfica –espacio- con sus componentes principales.
Figura
1. Cuenca hidrográfica –espacio- con sus componentes principales
En la figura 1 se observa que las partes principales de la cuenca hidrográfica son: el parte-aguas -puntos de mayor elevación topográfica- que la delimita; vertientes que son las áreas en las que se genera el escurrimiento y se distribuye en la red de drenaje, que converge en un cause principal que tiene su salida en la boquilla o garganta de la cuenca. Generalmente las obras de captación de agua se construyen en la boquilla de la cuenca hidrográfica.
3.
La cuenca y el ciclo hidrológico
3.1.
Los procesos del ciclo hidrológico
En el universo todos los
procesos son cíclicos. El agua no es la excepción. El ciclo hidrológico es el
movimiento periódico repetitivo del agua que se desarrolla en la cuenca como
espacio físico geográfico. Así el movimiento del agua se desarrolla temporal y
espacialmente. En el tiempo se desenvuelve como una sucesión de procesos necesarios –evapotranspiración, condensación, precipitación, infiltración y escurrimiento-;
en el espacio –cuenca- el agua coexiste e interacciona con la atmósfera, la
superficie terrestre y la biósfera.
Los procesos que integran el
ciclo del agua se muestran el la figura 2.
Figura
2. Ciclo hidrológico
Los procesos del movimiento cíclico de agua se describen a continuación:
a). Precipitación. La
precipitación consiste en la caída de agua en estado líquido y/o sólido de las
nubes a la superficie terrestre. Esta, a escala global está estructurada por la
coexistencia de cuencas oceánicas y continentales.
b). Infiltración y
escurrimiento. En su movimiento el agua precipitada se transforma en
infiltración y escurrimiento. La infiltración consiste en la velocidad con que
penetra el agua en el suelo y se almacena en los poros del mismo. Una vez que
son cubiertas las necesidades de infiltración del suelo, el excedente de
humedad se convierte en escurrimiento. Este es el movimiento del agua en la red
de drenaje de la cuenca y se concentra en una corriente principal, que
finalmente sale de la cuenca -espacio físico geográfico-.
c). Evapotranspiración. Este
es un proceso biofísico que consiste en la transformación del agua almacenada
en los cuerpos de agua al estado gaseoso y de la transpiración biológica
producida por los organismos vivos. La humedad convertida en vapor en este
proceso es aportada básicamente por el proceso de infiltración que
temporalmente antecede a la evapotranspiración. El agua en estado gaseoso que
se produce en el proceso de evapotranspiración se mueve a la atmósfera.
d). Condensación y nubosidad.
La condensación es un proceso físico que consiste en la conversión del agua en
estado gaseoso al estado liquido y/sólido, dependiendo de las condiciones
térmicas. Si la temperatura del aire desciende a 0°C el vapor de agua se
transforma en agua en estado sólido –hielo-. Si la temperatura del aire
disminuye sin llegar a 0°C y se produce la saturación de humedad de la
atmósfera, el excedente de vapor de agua que rebasa la capacidad de saturación
del aire se convierte en agua en estado líquido. Así pues, para que se produzca
la condensación se requiere enfriamiento. Este puede ocurrir por la dinámica de
la atmósfera a escala planetaria y por la influencia de los factores del clima,
entre los que destacan el relieve estrechamente asociado a la cuenca
hidrográfica. El resultado del proceso de condensación, es la formación de las
nubes. Estas son aglomeraciones de agua en estado líquido y/o sólido de naturaleza
coloidal –micro-partículas-, que dada su pequeñez flotan en la atmósfera.
e). Precipitación. Sin las nubes
no hay precipitación. La formación de las nubes es una condición necesaria para
que ocurra la precipitación, pero no suficiente, pues muchas veces hay
presencia de nubes y no se presenta la precipitación, debido a la influencia de
otros factores. Para que ocurra la precipitación es necesario que las gotas de
agua en estado sólido y/o líquido, que dada su naturaleza coloidal están en
constante movimiento produciendo choques entre las mismas, a tal grado que se
fusionan para formar partículas más grandes, hasta llegar el momento en que
alcanzan una magnitud que permite que la fuerza de gravedad de la superficie
terrestre las haga precipitar de las nubes a la superficie terrestre. Con la precipitación se
cierra el movimiento cíclico del agua.
Los procesos del ciclo
hidrológico descritos anteriormente, son cambios cualitativos –saltos- que implican cambios de estado del agua y son
resultado de la acumulación gradual de cambios cuantitativos ascendentes o descendentes,
que al rebasar la medida –límite en el que se mueve la cualidad- se produce un
cambio brusco –repentino- que inaugura una nueva cualidad. La cantidad se ha
transformado en cualidad. Es decir, el movimiento cíclico del agua es la unidad
y transformación recíproca de la cantidad en cualidad y viceversa.
La energía que mueve al
ciclo hidrológico es la procedente del Sol en forma de calor -expansión-. En realidad se
trata de una infinidad de proyectiles –fotones- producidos por las explosiones
nucleares en el interior de nuestra estrella más cercana, que desde su
formación hace aproximadamente unos 4500 millones de años, está quemando cada
segundo 500 millones de toneladas de hidrógeno que al fusionarse produce 496
millones de helio y 4 millones de energía que nos envía en forma de luz. Esta
es de naturaleza corpuscular y ondulatoria. Se trata de micro-partículas
–fotones- que se mueven ondulatoriamente. La primera barrera que encuentran a
su paso es la atmósfera. Esta es una mezcla de gases que es retenida alrededor
de la superficie terrestre por la fuerza de gravedad y sirve de filtro a la
radiación solar. En su parte superior se quedan las radiaciones más potentes,
principalmente los rayos gama y los rayos x, el resto de radiaciones,
especialmente las ultravioleta se consumen en la mesosfera y la estratosfera.
Finalmente, solamente llega a la biósfera, la radiación visible –del azul al
rojo- que al interaccionar –golpear- con el agua líquida, principalmente de los
océanos y cuerpos de agua de las cuencas continentales, les transfiere energía
–capacidad de movimiento- a las moléculas de agua para liberarlas a la
atmósfera en estado gaseoso, con lo que se inicia el movimiento cíclico del
agua. Así pues, el Sol es el motor que proporciona la energía para mover el
ciclo hidrológico. Específicamente se trata del calor-repulsión- que
interacciona con los océanos y cuerpos de agua continentales –principalmente
lagos- para liberar a las moléculas de agua en estado gaseosos a la atmósfera.
Ésta en su movimiento se enfría –contracción-
para producir las nubes por la condensación del vapor y con ello las nubes, que
posteriormente generan precipitaciones en forma líquida y/o sólida, que
finalmente se depositan en las cuencas oceánicas y continentales para cerrar el ciclo del agua.
En este sentido, es la contradicción repulsión vs contracción la que mueve al
agua en su movimiento cíclico.
El carácter cíclico del
comportamiento del agua en la naturaleza, se debe a la doble negación por la
que pasa en su movimiento cíclico: la primera negación se produce cuando los
cuerpos de agua líquida –principalmente océanos y lagos-, así como el agua
contenida en los organismos vivos, por el proceso biofísico conocido como
evapotranspiración se convierte en agua en estado gaseoso que se libera a la
atmósfera; la segunda negación se debe a la transformación del vapor de agua al
estado líquido y/o sólido, como resultado del proceso de condensación, cuando
la atmósfera se enfría para formar las nubes –agua en estado líquido y/sólido-;
con las nubes se genera la precipitación que se almacena en los cuerpos de agua
–océanos y lagos fundamentalmente- y en los organismo vivos –principalmente
plantas y animales; así se retorna al punto de partida con lo que se cierra el
ciclo hidrológico. La importancia de la naturaleza cíclica del movimiento del
agua radica en su renovación permanente, en sus tres estados físicos- líquido,
sólido y gaseoso- con lo que hace posible la vida, de lo contrario ya se
hubiera agotado y con ello la vida se hubiera extinguido en la faz de la
Tierra.
La naturaleza unidireccional
del movimiento cíclico del agua implica su irreversibilidad, aspecto de
trascendental importancia, que permite explicar la secuencia temporal de los procesos
del ciclo hidrológico. Los procesos descritos no coexisten simultáneamente en
la cuenca como escenario espacial, más bien se suceden temporalmente.
3.2.
Balance hidrológico en la cuenca hidrográfica
La distinción entre espacio
y tiempo es de crucial importancia para cuantificar el balance hidrológico en
la cuenca hidrográfica. Los procesos del ciclo hidrológico se suceden en el
tiempo. Esto implica que es la misma humedad aportada por la precipitación la
que se va transformando sucesivamente en los demás procesos del ciclo
hidrológico. Así, es el agua precipitada la que se convierte en infiltración,
escurrimiento y evapotranspiración. Como atributo espacial, el agua en su reposo
relativo coexiste simultáneamente con la atmósfera, la superficie terrestre y
con la biósfera.
El balance hidrológico no es
más que la cuantificación de las entradas y las salidas de agua en la cuenca
como espacio físico-geográfico. Las entradas tienen que ser iguales a las
salidas.
En forma simplificada las
entradas de agua, se pueden reducir a las aportadas por la precipitación y las
salidas están representadas por el escurrimiento y la evapotranspiración. La
infiltración se transforma en la reserva de humedad del suelo y es aprovechada
por los organismos vivos, principalmente la vegetación para la formación de
tejidos vivos y para sus necesidades de evapotranspiración.
Calcular el balance
hidrológico es un problema complejo, especialmente la cuantificación de las
salidas y aún se vuelve más complejo por la participación de las comunidades
humanas que también intervienen en la extracción del agua. Sin embargo, aunque
sea de forma aproximada es necesario realizar un balance hídrico, para estimar
las disponibilidades de agua en las cuencas hidrográficas.
El balance hidrológico se
muestra en la figura 3.
Figura
3. Balance hidrológico en cuenca hidrográfica
En la figura dos se aprecia que en el balance hídrico, la precipitación que es la principal fuente de entrada de agua a las cuencas oceánicas es de +382 unidades que sumadas a las 106 de los continentes da un total de +488 unidades, las cuales tienen que ser iguales a las salidas: -419 unidades de evaporación en los océanos -69 unidades en las cuencas continentales para dar un total 488 unidades equivalentes a las entradas. Las entradas -precipitaciones- son iguales a las salidas -evaporaciones-.
4. Plan de manejo de los recursos naturales
4.1.
Recursos naturales
La cuenca como unidad
espacial físico-geográfica en la que coexisten simultáneamente los principales
recursos naturales –abióticos y bióticos- con las comunidades que la habitan,
permite planear el manejo integral de los recursos naturales, principalmente el agua.
La implementación de un plan
de manejo sustentable de los recursos naturales, está condicionado por el
conocimiento científico de los principales recursos naturales. Esto implica que
el conocimiento científico no puede quedarse en el ámbito de la sensibilidad
–empirismo-, es necesario avanzar en el descubrimiento de la esencia que está
oculta de tras de la apariencia, a través del pensamiento abstracto, ya que la
verdad no es más que la expresión lógica de la esencia. La verdad no es una
simple opinión o punto de vista: es la concordancia entre lo lógico
–pensamiento- y la esencia que se comprueba por medio de la práctica.
El descubrimiento de la
esencia es un proceso complejo que avanza gradualmente y a saltos, a veces
durante períodos de tiempo muy prolongados, que es necesario conocer, para que con
bases científicas proponer un plan de manejo racional de los recursos
naturales.
4.1.1.
Clima
El clima es el principal
componente del medio ambiente al cual se adaptan los seres vivos. Por esto es
de vital importancia conocer su naturaleza. El escenario en el que se produce
el clima es la atmósfera, cuyo movimiento se genera por el concurso de la
energía proveniente del Sol y por los movimientos mecánicos de la Tierra. Así
el clima es resultado de la concurrencia de tres actores: el Sol que
proporciona la energía para mover al aire; la atmósfera que proporciona los
gases –principalmente el CO2 y el H2O-, cuyo movimiento
determina el clima; y la Tierra, cuyo movimiento de rotación –más de 1500 km/h-
determina la trayectoria general de los vientos a escala planetaria (figura 4),
así como el movimiento de traslación alrededor del Sol –más de 100 mil km/h- con
su eje de rotación inclinado respecto al plano de la eclíptica de 23.5 grados,
el cual determina las estaciones del año (figura 5).
Figura
4. Circulación general de la atmósfera (vientos)
En la figura 4 se observa que la atmósfera se mueve de las zonas de alta presión a las zonas de baja presión, pero el recorrido no es exactamente de los polos al ecuador, sino que se desvían en su trayectoria hacia el ecuador, debido a la rotación de la Tierra y por que se mueven de regiones polares en las que la velocidad de rotación es menor que la velocidad con que se mueven en la región ecuatorial. En este sentido, los vientos Alisios del noreste y del sueste, se dirigen de las zonas de alta presión ubicadas a los 30° latitudes norte y sur a las de baja presión localizadas en la región ecuatorial. De las mismas fajas de alta presión localizadas a los 30° latitudes norte y sur nacen los vientos del oeste que se dirigen a los centros de baja presión ubicados a los 60° latitudes norte y sur. Finalmente de las zonas de alta presión polares localizadas a los 90° latitudes norte y sur surgen los vientos polares del este para dirigirse a las zonas de alta presión ubicadas a los 60° latitudes norte y sur.
Las estaciones -climas temporales- se producen por la inclinación del eje terrestre respecto al plano de la órbita -eclíptica- que la Tierra describe en su movimiento de traslación alrededor del Sol, se presenta en la figura 5.
Figura
5. Estaciones condicionadas por el eje de inclinación terrestre
En la figura 5 se observa que es la inclinación del eje terrestre de 23.5°respecto de la eclíptica, la que hace que el polo norte esté orientado hacia el Sol durante el verano; en contra-parte el polo sur solo recibe parcialmente energía solar, lo que provoca enfriamiento característico del invierno. Las cuatro estaciones del año solo se presentan en regiones templadas, puesto que en los polos y en el ecuador todo el tiempo es invierno y verano respectivamente.
La energía que mueve a la
atmósfera para generar el clima se genera en el interior del Sol, cuya
temperatura es de alrededor de 15 millones de °C, condición térmica que produce
enormes velocidades de los protones –núcleos de hidrógeno- que en tales
condiciones se fusionan –a pesar de ser partículas con cargas positivas que
deberían repelerse- para formar helio y la energía que llega a la tierra en
forma de calor: del cuerpo más caliente, el Sol, con una temperatura en su
superficie de 6000°C, al más frío, la Tierra con una temperatura promedio global
de 15°C.
Hoy sabemos que la energía
procedente del Sol es de naturaleza corpuscular y ondulatoria, o más bien se
trata de micro-partículas –fotones- que se mueven con una trayectoria
ondulatoria y en su movimiento interaccionan con las “barreras” que se
interponen en su camino. El primer obstáculo que encuentran en su camino a la
Tierra, es la atmósfera. Ésta está constituida por una mezcla de gases que
rodea a la superficie sólida y líquida de la Tierra (figura 6).
Figura
6. Estructura vertical de la atmósfera
En la figura 6 se aprecia la estructura vertical –forma-
del contenido gaseoso atmosférico, la cual consiste básicamente de cuatro capas:
troposfera, estratosfera, mesosfera y termosfera o ionosfera. Cada una
desempeña una función específica. Es en la troposfera donde se concentra el 80%
de los gases atmosféricos –principalmente CO2 y H2O que
son los que determinan el clima-, está en constante movimiento y es la que
constituye el escenario del clima. La estratosfera es de pequeñas dimensiones,
pero su función es de trascendental importancia biológica: es en ella en la que
se consumen las radiaciones ultravioleta en la descomposición de la molécula de
ozono -O3-, proceso de vital importancia que protege a la biósfera
de letales radiaciones. La mesosfera es el escenario en la que se “queman” los
cuerpos sólidos –meteoritos- provenientes del exterior y además en su porción
inferior se produce la síntesis de la molécula de ozono a partir de átomos y
moléculas de oxigeno; es decir, es el laboratorio que produce el ozono que
luego se acumula en la estratosfera. Entre la mesosfera y la estratosfera se
realizan dos procesos contradictorios –síntesis y disociación- que mantienen en
condiciones naturales el equilibrio en la concentración del ozono. En la termosfera o ionosfera, como su nombre lo indica está compuesta por
iones, principalmente de nitrógeno y oxigeno, resultado de la interacción
–consumo- de los radiaciones gama y rayos X provenientes del Sol. Finalmente a
la biósfera –esfera biológica que coexiste e interacciona principalmente con la
troposfera- solo llega la radiación visible –de la luz azul a la roja- que es
la que proporciona la energía –capacidad de movimiento- para que la atmósfera
se mueva y genere el clima.
El clima se define como el
estado promedio o más frecuente de la atmósfera y como tal es relativamente
estable en el tiempo, no obstante varía en su dimensión espacial – de un
continente a otro y de una región a otra-. En este sentido el clima es de
naturaleza estadística y espacial.
A escala planetaria el clima
está determinado principalmente por la coexistencia de las cuencas oceánicas y
continentales por las que se mueve la atmósfera. Mientras se conserve la actual
distribución espacial de los océanos y continentes el clima será relativamente
estable. Sin embargo, durante la historia geológica de la Tierra -4500 millones
de años- y por la tectónica de placas, actualmente se sabe que la distribución
de océanos y continentes se mueve cuantitativamente –gradualmente- hasta
culminar en cambios cualitativos revolucionarios que alteran radicalmente la
distribución de océanos y continentes; y con ello, el clima también ha cambiado
cualitativamente de manera natural a largo plazo. La energía que mueve a las
placas tectónicas se genera en el interior de la Tierra por la desintegración
radiactiva de átomos pesados, principalmente uranio, torio y potasio 40; como
su desintegración es muy lenta, la energía liberada se acumula gradualmente
hasta llegar a valores que producen cambios repentinos y bruscos de las placas
para formar nuevos continentes y nuevos océanos, cuya nueva distribución
espacial, produce nuevos climas y con estos nuevas especies biológicas, como se
pone en evidencia en la sucesión de numerosas especies extinguidas en
correspondencia con los cambios climáticos.
La energía que mueve al
clima y que es aportada por el Sol, se distribuye desigualmente en la Tierra,
debido principalmente a la geometría terrestre -forma esférica- y a la
inclinación del eje terrestre -23.5 grados- respecto a la eclíptica. Estos factores condicionan para
que en la zona tropical, localizada espacialmente entre los trópicos de Cáncer
en el hemisferio norte y el de Capricornio en el hemisferio sur - faja geográfica
ubicada a 23.5 grados latitud norte y latitud sur- reciba mayor cantidad de
radiación solar. Esto provoca primeramente que los océanos tropicales aporten
gran cantidad de humedad –vapor de agua- a la atmósfera y dada su menor
densidad debido al calentamiento ascienden verticalmente –baja presión-, hasta
una altura en la que el aire se enfría, se vuelve más denso, por consiguiente
derrama horizontalmente en la troposfera superior y desciende verticalmente
–alta presión- aproximadamente a los 30° latitud norte y sur, hasta chocar con
la superficie terrestre; esto genera un movimiento horizontal divergente de la
atmósfera: un ramal retorna al ecuador para formar la célula de Halley, la otra
se dirige tanto al norte como al sur en ambos hemisferios, para interaccionar
con los vientos procedentes de los polos a las latitudes aproximadas de los 60°
latitudes norte y sur, originando el ascenso –baja presión- de las masas de
aire que en su elevación se enfrían y al hacerse más pesados derraman
horizontalmente y descienden –alta presión- en ambos polos a los 90° de
latitud. Así pues, a escala planetaria, en cada polo corresponden cuatro tipos
de climas, asociados a dos centros de baja presión y dos centros de alta
presión: climas húmedos asociados a las bajas presiones y climas secos
asociados a las altas presiones. Esto explica la existencia de dos fajas de
desiertos, una en cada hemisferio: una localizada a los 30° donde las masas de aire
son descendentes, la otra a los 90° en el polo en la que también las masas de
aire son descendentes en las que se presentan desiertos congelados. Además, en
cada hemisferio existen dos regiones en las que existen climas húmedos: en las
regiones tropicales, en las que ocurren bajas presiones y a los 60° en las que
el choque de las masas de aire producen zonas de baja presión.
En la figura 7 se muestra la
localización espacial de las zonas de baja y alta presión y los climas
asociados a las mismas.
Figura
7. Centros de alta y baja presión y climas asociados
La causa de que en las zonas
de baja presión el clima sea húmedo se debe al movimiento ascendente del aire,
que al enfriarse, el vapor de agua se condensa para formar las nubes y con
estas se producen las precipitaciones. Por el contrario, en las altas
presiones, el aire desciende, se calienta y esto no favorece la condensación y
la consiguiente formación de nubes; por consiguiente, el clima es seco.
México se ubica
geográficamente entre 14° y 32° de latitud norte. Es evidente que la parte
norte coincide con la faja de alta presión localizada a los 30° de latitud
norte. Esto explica el por qué en la parte norte de México dominan los climas secos,
en sus variantes seco estepario y seco desértico. En la parte sureste el clima es más
húmedo por la influencia de las bajas presiones, debido a su mayor cercanía con
la región ecuatorial, así como por el movimiento de los vientos Alisios hacia el Norte durante el verano. Sin embargo, en México y en particular en Oaxaca, el
relieve montañoso condiciona el ascenso –baja presión- y el descenso –alta
presión- de las masas de aire, generando una gran variedad de climas húmedos y
secos en cuanto a humedad, y en cuanto a temperatura climas, cálidos y templados
(figura 8).
Figura
8. Mapa de climas de México
En la figura 8 se presentan los climas de México y es evidente que los climas más extendidos, son el seco estepario -BS- y el seco desértico -BW, localizados en el centro-norte entre las sierras Madre Oriental y Occidental. Estos son debido principalmente a la presencia de zonas de alta presión. Los climas cálido-húmedos -Aw, Am y Af- se ubican en la región sureste y las costas y los climas templado-húmedos -Cw- se localizan en las regiones montañosas. Para el caso de Oaxaca, se observa en las regiones de la Mixteca y Valles Centrales domina el clima seco estepario -BS-, debido a la influencia de las montañas que circundan a ambas regiones, las cuales condicionan el ascenso -bajas presiones- del aire a las vertientes montañosas orientadas hacia el océano Pacífico y el Golfo de México, generando climas templados y húmedos en ambas vertientes. Por el contrario, en los Valles Centrales y la porción más al noroeste de la región Mixteca, el aire desciende -alta presión-, originándose así un clima seco desértico -BS-. En las otras regiones del Estado de Oaxaca, los climas son más favorables, siendo los cálido húmedos en las regiones cálidas y costeras -Aw, Am y Af- y los climas templado húmedos en la regiones montañosas, principalmente el Cw - lluvias en verano- y en menor proporción el Cf -lluvias todo el año.
4.1.2.
Agua
Las disponibilidades del
principal recurso vital –el agua- en el planeta se muestra en la figura 9.
Figura
9. Disponibilidad cuantitativa y cualitativa de agua en el mundo
En cuanto a la calidad del agua en el planeta, se observa en la figura 9 que domina el agua salada -97%- y el 3% corresponde al agua dulce. De estas el 77.6% están almacenadas en los glaciares polares y de montañas, el 21.8% son de naturaleza subterránea y únicamente el 0.6% son aguas superficiales. Es evidente que la disponibilidad de agua dulce es muy baja y con el incremento constante de la población y la contaminación, el panorama es desolador debida a la cada vez menos cantidad de agua dulce percapita.
Las disponibilidades del agua dulce en el mundo están condicionadas por el clima. Así, las regiones con mayores disponibilidades de agua dulce en la Tierra, son las que se localizan en las zonas de baja presión, ubicadas espacialmente en las regiones tropicales, sobre todo en las proximidades al ecuador terrestre y las regiones localizadas a las 60° latitudes norte y sur.
Para el caso de México, como
ya se dijo en el apartado del clima, la parte norte que se localiza en zonas de
alta presión el clima es seco, por consiguiente las disponibilidades de humedad
son escasas; contraponiéndose con la porción sureste del país, en la que la
influencia de las zonas de baja presión favorecen la presencia de un clima
relativamente más húmedo; en consecuencia, las disponibilidades de agua son
relativamente más elevadas. En comparación con las disponibilidades de agua en
el mundo, México es “pobre” en este recurso. Para Oaxaca, las disponibilidades
de agua son variables en dependencia de las condiciones climáticas: así para
las regiones de Tuxtepec y Choapan, las reservas de agua son considerables y
son las más altas en el Estado; siguiendo la región de la Costa en la que
también el clima tropical húmedo favorece la disponibilidad de tan vital
recurso; lo mismo es válido para la región de la Sierra, que por su posición
fisiográfica, favorece la ocurrencia de un clima templado húmedo; siendo las
regiones de la Cañada, Mixteca y Valles Centrales, las regiones que por su
posición geográfica –rodeadas de barreras montañosas- propician la presencia de
climas secos, por consiguiente, las disponibilidades de agua son bajas.
4.1.3.
Suelo
Como toda ciencia, la Edafología que tiene por objeto el estudio del
suelo, nació como respuesta a las necesidades de la producción. Dokuchaev
(1886) su fundador, sienta sus bases científicas en Rusia a fines del siglo
XIX, por las exigencias de la producción agropecuaria y forestal, así como por
la demanda de materias primas para el desarrollo industrial. Específicamente,
define al suelo como un cuerpo natural complejo, producto de la combinación de
cinco factores de formación: material parental (roca), clima, organismos vivos,
tiempo y relieve (figura 10).
Figura 10. Factores
de formación del suelo
De los cinco factores de formación de los suelos mostrados en la figura 10, los más importantes
son: la roca o material parental, los organismos vivos y el clima. Sin roca no
hay suelo, lo mismo que sin organismos vivos tampoco hay suelo. La vida participa alterando mecánicamente a las rocas -principalmente las plantas superiores- y los microorganismos participan bioquímicamente con sus
productos metabólicos; pero la función principal de los organismos vivos, es el aporte de materia orgánica,
que posteriormente se convierte en humus por acción de los microorganismos. El clima es el que a través de las
variaciones de humedad y temperatura contribuye a la transformación
cuantitativa y cualitativa de la roca para transformarla en suelo. El relieve
influye básicamente en el espesor de los suelos, ya que los suelos de montañas
y laderas son someros –poco profundos- y los de planicie son más profundos.
Finalmente el tiempo relacionado con la sucesión de las etapas por las que pasa
el suelo en su formación tiene que ver también con su edad.
Es evidente que los principios científicos de la Edafología como
ciencia, los estableció Dokuchaev en 1886, como lo prueba, la definición del
suelo como: Las formaciones
superficiales minerales y orgánicas, más o menos coloreadas por el humus, que
constantemente se manifiestan ellas mismas como resultado de la actividad
combinada de los siguientes agentes: clima, organismos vivos y muertos (plantas
y animales), material originario y tiempo.
Se trata de una verdad abstracta muy general, pero válida, que trazaba
el principio de un rumbo que debían seguir las investigaciones edafológicas,
para concluir en la verdad concreta del suelo. Sin embargo, en lugar de
avanzar, la verdad abstracta, se inmovilizó y se fijó como una definición
simplista del suelo, como un cuerpo natural con expresión variable en el
espacio y en el tiempo.
No se entendió la dialéctica del movimiento del conocimiento de la
verdad abstracta, a la verdad concreta; que el conocimiento en su dimensión
temporal se mueve, de la verdad relativa a la verdad absoluta. Con otras
palabras, la verdad concreta y la verdad absoluta, son la suma de verdades
abstractas y verdades relativas, respectivamente.
La concepción edafológica de Dokuchaev se mantiene todavía vigente y los avances en
las investigaciones modernas de los suelos, no han contribuido a un salto
cualitativo en el entendimiento de la esencia del suelo. Por el contrario, se
retrocedió ya que existe una amplia corriente de investigadores y académicos
que lo concibe como un material inerte que da sostén mecánico a las plantas. De
ninguna manera se trata de un material inerte; se trata más bien de un
material, cualitativamente diferente de la roca madre que le ha dado origen,
específicamente de arcillas en su mayoría de naturaleza coloidal, así como de
humus producido por medios biológicos, principalmente por los microorganismos
que habitan en el suelo. Tanto las arcillas, como el humus son de naturaleza
coloidal, que prácticamente se fusionan, para dar origen a un complejo
orgánico-mineral muy activo, que interacciona, con los organismos, el agua y
aire de los poros del suelo.
Los componentes minerales –inorgánicos- principalmente las arcillas y
los componentes biológicos, especialmente el humus, se distribuyen
verticalmente para formar los horizontes del suelo (figura 11).
Figura 11. Perfil de suelos en el que se muestran los horizontes
En la figura 11 se observa un perfil típico de un suelo forestal de regiones templadas, en el que se presenta un horizonte superficial O de naturaleza esencialmente orgánico -hojarasca-; en seguida la subyace el horizonte A de carácter eminentemente orgánico-mineral; más abajo está el horizonte B que se distingue por su naturaleza básicamente mineral -arcilla-; a mayor profundidad está el horizonte C que se caracteriza por ser la roca madre alterada mecánicamente; finalmente en el fondo está el horizonte R que consiste esencialmente en roca compacta de la que se ha derivado la parte mineral del suelo.
Ante el deterioro de los recursos naturales, específicamente del suelo,
en los años 70 del siglo XX, apareció la concepción Agroecológica como una
alternativa promotora del aprovechamiento racional de dichos recursos. Con la
Agroecología, surge una nueva concepción del suelo; ahora, se entiende como un
ecosistema. En este sentido, se define como un ecosistema; es decir, como una
comunidad de organismos vivos que interaccionan entre sí y con su medio
ambiente.
Del tipo de concepción del suelo, dependen las estrategias de su manejo
y conservación. Si se entiende como un cuerpo natural inerte, se derivan en su
gran mayoría, como hasta, hoy, en la agricultura convencional, prácticas
irracionales que han devastado al recurso suelo; y, en el ámbito educativo,
sobretodo en Europa y particularmente en España, en la Universidad de Almería,
se impartan posgrados en agricultura sin suelo. Si por el contrario, se
comparte, la visión agroecológica del suelo, como un organismo vivo, las
estrategias de su conservación y restauración estarán orientadas al cuidado de
las comunidades biológicas.
El suelo no es ni un material inerte, ni un organismo vivo; es un
complejo orgánico –humus- mineral –arcillas- que dada su naturaleza coloidal es
muy activo e interacciona con la fase liquida, gaseosa y con los organismos
vivos que lo habitan.
4.1.4.
Flora (vegetación) y fauna
A medida que se avanza en la
escala evolutiva del movimiento de la materia, el objeto de estudio se vuelve
más complejo, pues hablar de las plantas, es hablar de la vida y comprender la
esencia de la misma, aparentemente es muy sencillo, pero requiere seguir el
largo camino que inicia desde la aparición de sus formas más simples hasta sus
formas más complejas, para descubrir los rasgos más generales y fundamentales
que constituyen su esencia, lo cual se sale de los objetivos del presente
trabajo. Aquí solo se mencionaran algunos rasgos generales de la vida que
también son inherentes a la vida de las plantas como organismos complejos
estructurados por células.
La célula es la unidad
anatómica y fisiológica esencial de la vida y sus funciones vitales al igual
que los organismos superiores –plantas y animales-, son básicamente: la
reproducción y la renovación permanente de sus componentes, a través del
proceso contradictorio que los mueve conocido como metabolismo –anabolismo vs
catabolismo-. Este implica el intercambio constante de materiales con el medio
que rodea al organismo y a las células, proceso que implica otros procesos
vitales, principalmente la respiración, proceso biológico que consiste en la
inspiración de oxigeno que se combina con los carbohidratos para “quemarlos” y así
generarse la energía que la célula y el organismo requiere para sus funciones
metabólicas; el otro proceso biológico fundamental, que históricamente antecede
a la respiración aeróbica, es la fotosíntesis, rasgo esencial que caracteriza
específicamente a las plantas y las distingue de los animales. Para comprender
el proceso de fotosíntesis, es imprescindible conocer la esencia de la luz y
por el desarrollo de la física cuántica y relativista, hoy sabemos que su
naturaleza es corpuscular y ondulatoria. Específicamente se trata de
micro-partículas llamadas fotones, que en realidad son micro-proyectiles producidos en el interior del Sol por procesos de fusión
termonuclear, que al interaccionar con los componentes de la atmósfera,
particularmente el CO2 y el H2O en el entorno de los
estomas de las plantas, les transmite energía –mayor capacidad de movimiento-
para que se combinen químicamente para producir los carbohidratos que consume
el proceso de respiración descrito y la liberación de oxigeno a la atmósfera.
Más concretamente el agua proveniente del suelo, es disociada por la luz
visible en hidrógeno y oxígeno; el hidrógeno se combina con el bióxido de
carbono para formar los carbohidratos y el oxigeno se mueve a la atmósfera y
sirve de materia prima para la respiración. En el proceso de fotosíntesis
participan tres actores naturales: el suelo que proporciona la humedad y que
por el xilema –vaso capilar- se mueve hasta los estomas; la atmósfera que
aporta el CO2 y el Sol que proporciona la energía para que se
realice el proceso. Así, las plantas son admirables laboratorios en los que se
realiza la transformación de materiales inorgánicos en productos biológicos y
enlaza a la Tierra –suelo y atmósfera- con el Sol a una distancia de 150
millones de kilómetros.
El suelo no solo aporta
humedad a la planta, también suministra nutrientes, principalmente nitrógeno,
fósforo, potasio, calcio y magnesio, que por sus mayores cantidades se
clasifican como macro-nutrientes. De estos el nitrógeno es el más importante y al ser
absorbido en forma de nitrato y/o amonio por las raíces se mueve e interacciona
con los carbohidratos derivados de la fotosíntesis y mediante procesos
bioquímicos complejos se generan los aminoácidos, componentes estructurales de
las proteínas. Estas son las sustancias biológicas más importantes y cumplen
diversas funciones vitales, como son estructurales, de transporte, enzimáticas,
hormonales, etc.
Es evidente que la vida está estrechamente asociado al suelo y participa como un factor muy importante en la formación del suelo, junto con la roca, el clima; y, en menor grado con el relieve y el tiempo.
Es evidente que la vida está estrechamente asociado al suelo y participa como un factor muy importante en la formación del suelo, junto con la roca, el clima; y, en menor grado con el relieve y el tiempo.
4.2.
Aprovechamiento de los recursos naturales
Con la aparición de la
especie humana aparece el trabajo, entendido como la capacidad de elaborar
instrumentos de trabajo para transformar la naturaleza, con el fin de obtener
los alimentos necesarios para su subsistencia. Desde la aparición del hombre
primitivo, hace unos dos millones de años, hasta hace unos 10,000 años, período
conocido como Paleolítico, la economía que prevaleció fue la de apropiación, es
decir, una economía que se basó en la apropiación directa de lo que la propia
naturaleza proporcionaba. Desde el Homo habilis, hace unos dos millones de años, hasta el hombre moderno hace unos 10,000 años ese fue el rasgo distintivo
de la economía primitiva. Esta consistía principalmente en la recolección de
productos vegetales –frutos, hojas, raíces, etc.-, la caza de animales salvajes
y la pesca. Fue un largo período, que preparó gradualmente las condiciones para
el surgimiento de la primera revolución tecnológica y productiva conocida como
la Revolución Neolítica.
La Revolución Neolítica
–aparición de la agricultura y la ganadería- representa un salto en el
desarrollo de las fuerzas productivas. Se pasa de una economía de apropiación
–recolección de frutos, semillas, hojas, caza y pesca- a una economía de producción
de alimentos agropecuarios, mediante la domesticación de plantas y animales.
Andreev (1988) al describir
la Revolución Neolítica, afirma que “al
lado de la piedra, el hueso, la madera y el metal; figuraban ya, en un grado,
la tierra como medio de producción de comestibles, laboratorio de la naturaleza
y deposito de la materia prima, así como diversos elementos de la flora y la
fauna ligados a ella. Ya los primeros instrumentos de trabajo artificiales, muy
primitivos, hicieron posible elevar visiblemente la productividad de las
plantas y animales útiles al hombre. La
evolución ulterior de la agricultura –horticultura al principio- y de la
ganadería nómada contribuyó al progreso en la fabricación de herramientas y a
la diversificación de los materiales utilizados con este fin. Así se crearon
premisas para unir los logros de la producción industrial con la fuerza
muscular de los animales domesticados en el curso del desarrollo de la
ganadería y con elementos de la naturaleza tales como el viento, el agua, el
calor, etc.”.
La tecnología utilizada en
la domesticación de animales y en la agricultura permaneció relativamente
estable durante miles de años, hasta que se produjo la primera Revolución
Industrial entre 1750 y 1850 en Inglaterra, cuya esencia fue la fabricación de
máquinas que al extenderse a la producción agropecuaria potenciaron la producción
de alimentos. Pero con la nueva tecnología, también se alteró la dinámica
natural de evolución de los recursos naturales, tanto abióticos –suelo y agua-
como biológicos –flora y fauna-. La agricultura y la ganadería se intensificaron y se extendieron
espacialmente, incorporando enormes extensiones de tierras a las actividades
agropecuarias en detrimento de las áreas forestales. El resultado fue la
destrucción de la cobertura vegetal de los suelos y la consiguiente exposición de los mismos a la acción del viento y el agua, generándose así las condiciones para el
surgimiento de la erosión de los suelos y la alteración de los procesos del
ciclo hidrológico –aumento del escurrimiento y disminución de la infiltración-.
En México, durante miles de
años las comunidades prehispánicas aprovecharon y conservaron sustentablemente
sus recursos naturales, en gran parte por la propiedad comunal de la tierra y, acorde con ella el trabajo comunitario –tequio- en la ejecución de las obras de
conservación del suelo y del agua y, para el aprovechamiento racional de los
recursos naturales. La situación se alteró radicalmente después de la conquista
española en 1521, ya que las comunidades nativas fueron
despojadas de sus tierras comunales, a través diversos mecanismos y frecuentemente de forma violenta y convertidas en propiedad
privada de los hacendados. En un inicio y durante mucho tiempo, principalmente
durante la época colonial entre 1521 y 1821, los hacendados produjeron alimentos
agropecuarios únicamente para cubrir las demandas de los mercados locales. Sin
embargo, a medida que se abrían paso las relaciones de producción capitalistas
en la época de la Reforma (1855-1860) y durante el porfirismo (1876-1910), los hacendados
se fortalecieron aun más, ya que la gran cantidad de tierras en poder de la
Iglesia fueron acaparadas por ellos. En estas condiciones, lo que motivó a
los hacendados en la producción agropecuaria, fue la rentabilidad económica, es
decir el lucro para obtener mayores ganancias a costa de la explotación de la mano de obra, principalmente campesina, así como degradación de los recursos naturales. Con la Revolución de 1910-1917 y las reformas agrarias subsecuentes,
derivadas de la nueva Constitución de 1917, particularmente durante el
cardenismo (1934-1940) en el marco jurídico del artículo 27, las haciendas
fueron repartidas en propiedades ejidales y comunales a los pueblos. Después de
1940 y gradualmente y a "saltos" los nuevos gobiernos emprendieron la “guerra”
contra las propiedades de tierras ejidales y comunales de los pueblos; pero el
mayor ataque se dio en 1992 cuando fue modificado el espíritu constitucional del
artículo 27, para favorecer la privatización de las tierras comunales y
ejidales. La nueva privatización no solo ha despojado “legalmente” a los
ejidatarios y comuneros de sus tierras, junto con ellas se han privatizado
también los recursos minerales –oro, plata y hierro principalmente-, cuya explotación
por empresas nacionales y extranjeras, ha provocado una devastación ambiental,
por la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, generando
problemas de salud muy graves. Es evidente pues, que la propiedad privada de
las tierras y sus recursos asociados –agua, suelos, bosques, minerales, etc.-, es
incompatible con un aprovechamiento racional –sustentable- de los recursos
naturales.
Con la aparición de la
propiedad privada de la tierra y sus recursos asociados que coexisten en las
cuencas, la agricultura, la silvicultura –aprovechamiento de los bosques-, la
ganadería y la industria extractiva de minerales, se han vuelto actividades
irracionales –uso indiscriminado de productos químicos-, sobre todo después 1940 y principalmente después de 1992, con la modificación al artículo 27 Constitucional, a tal grado que han generado una catástrofe ambiental: destrucción de bosques, erosión de los suelos,
alteración de los procesos naturales del ciclo hidrológico y la contaminación
de las aguas superficiales y subterráneas.
Otra actividad que ha contribuido
a la destrucción de los bosques es la extracción de madera y leña. Las
comunidades rurales, especialmente en la región sureste de México, incluyendo
Oaxaca, utilizan la leña como fuente de energía, actividad que también ha
coadyuvado en menor grado a la destrucción de los bosques y con ello la
protección natural del suelo contra el proceso de erosión hídrica y eólica.
Las causas y las formas
principales de degradación de los suelos en el mundo, se
presentan en la figura 12.
Figura
12. Tipos y causas principales de degradación de los suelos
En la figura 12 se aprecia que la erosión es la principal causa de la degradación de los suelos, siendo la hídrica que está más extendida. En cuanto a las causas, es evidente que la agricultura -apertura de tierras al cultivo-, el sobre pastoreo y la deforestación, las principales actividades que han destruido la cobertura vegetal que es la principal protección contra la erosión. Aunque en la figura se muestran los tipos y causas de la degradación de las tierras a nivel mundial, son las mismas para México y para Oaxaca, pero en mayor magnitud. En México y en Oaxaca, prácticamente todas tierras están afectadas por erosión hídrica y eólica, siendo la región Mixteca la que presenta los problemas más severos de erosión hídrica, principalmente la hídrica a nivel nacional.
La erosión es un proceso
físico que consiste en el desprendimiento, transporte y depositación del suelo
en las partes bajas de las cuencas, causadas por la acción mecánica del viento
y el agua. La erosión eólica es más común en regiones áridas y la hídrica en
regiones de climas tropicales húmedos y templados –para el caso de México y
Oaxaca en las regiones montañosas- de elevadas precipitaciones. En estas
condiciones el suelo ya no es posible recuperarlo, por que se convierte en un
recurso natural no renovable y por consiguiente agotable.
La propuesta de un plan de
manejo integral que atienda la complejidad de los problemas ambientales
descritos, queda fuera del alcance del presente trabajo; solo se hará
referencia a la erosión hídrica de los suelos, por ser uno de
los problemas ambientales más extendidos en México y en Oaxaca, asociado con el
agua como principal recurso vital y con la vegetación que lo protege de la acción erosiva del agua.
4.3. Plan de manejo integral de los recursos naturales
Los componentes esenciales
de un plan de manejo de los recursos naturales son los siguientes:
4.3.1.
Objetivos y metas.
Los objetivos y las metas
están condicionados por la naturaleza de la problemática ambiental. Como ya se
dijo en este escrito se tratará únicamente de la erosión de los suelos, por
consiguiente, el objetivo principal es el control de la erosión en niveles que
permitan la productividad de los suelos. En cuanto a las metas –objetivos
cuantitativos- la superficie territorial que hay que atender está determinada
por la disponibilidad de recursos financieros, materiales y humanos.
4.3.2.
Estrategias
Las estrategias consisten en
la orientación general en las que se enmarcan las acciones para la conservación
de los suelos, el agua y los recursos biológicos asociados. Las estrategias más
importantes son las siguientes:
a). Mecánicas. Consisten básicamente
en movimientos de las tierras para reducir la velocidad de los escurrimientos
superficiales y, con ello disminuir la erosión de los suelos.
b). Biológicas. Consisten en
el establecimiento de todo tipo de barreras biológicas que disminuyan la velocidad
del escurrimiento y en contraparte favorecer la infiltración del agua en el
suelo. Así disminuye la capacidad del escurrimiento para generar la erosión de
los suelos, ya que es evidente que la cobertura vegetal es la principal
estrategia para la protección del suelo contra la erosión.
c). Mixtas. Consisten en la
combinación de las estrategias mecánicas y biológicas, de acuerdo a los grados
de la erosión. En regiones en las que la erosión es muy severa como es la
existencia de cárcavas –zanjas de enorme magnitud en las que se ha perdido el
suelo-, como en la Mixteca, la asociación de barreras biológicas con las
prácticas mecánicas es indispensable.
4.3.3.
Acciones (obras)
Las acciones son las obras
específicas que se implementan y su naturaleza mecánica y/o biológica, depende
de los recursos económicos, materiales y humanos disponibles en las
localidades.
Así pues, el plan de manejo consiste en la disposición
espacial –cuenca- y sucesión temporal de las acciones en el marco de las
estrategias para lograr los objetivos y metas.
En su dimensión espacial, las recomendaciones técnicas sugieren que las obras de conservación de los suelos y el agua deben iniciarse de la parte alta de la cuenca y avanzar a la parte media y finalmente en la parte baja. Esto se debe sencillamente a que son las partes altas y medias en las que los suelos son más susceptibles a la erosión hídrica, por la existencia de mayores pendientes de las tierras.
Es en el aspecto temporal,
es en el que se han producido los mayores fracasos, sobre todo en las acciones
–obras- biológicas, puesto que generalmente, los programas de reforestación no
se inician con la plantación en las fechas en las que la disponibilidad de
humedad es la más adecuada. La distribución temporal de las lluvias en su mayor
proporción se presenta de junio a octubre, por consiguiente, las plantaciones
deben iniciarse en junio –específicamente en la segunda quincena del mes-,
cuando el temporal se establece normalmente. No obstante, muchas veces se
reforesta en julio, agosto y a veces hasta septiembre. Aunado a lo anterior, no
existe seguimiento de los programas de reforestación, en consecuencia los
porcentajes de sobre vivencia son muy bajos. En suma, en general los programas
de re-forestación han sido un fracaso debido a las fechas inadecuadas de las
plantaciones y por falta de seguimiento y continuidad de los programas.
Otro factor que ha sido crucial en el fracaso de las obras de conservación de los suelos y el agua, particularmente de las acciones –obras- biológicas es el empleo de especies exóticas que no están adaptadas climáticamente a las regiones en las que se establecen, en consecuencia, los resultados de los programas de reforestación han sido escasos.
Los fracasos descritos nos
inducen a pensar en implementar acciones –obras-, sobre todo biológicas, en las
fechas adecuadas en las que la disponibilidad de humedad es la apropiada, seguimiento
permanente de las obras, así como plantaciones con especies biológicas nativas
adaptadas al clima de las localidades en las que se realizan los programas de
re-forestación. El uso de especies nativas en los programas de re-forestación,
requiere del establecimiento de viveros comunitarios en los que se produzcan
las plantas adaptadas a la región.
Un plan de manejo para
controlar los problemas de la erosión y los recursos asociados, se muestra en
la figura 13.
Figura
13. Plan de manejo integral de los recursos naturales en la cuenca
El la figura 13 se observa un plan de manejo integral de los recursos naturales en una cuenca hidrográfica, en el que se presentan un conjunto de acciones -obras- enmarcadas dentro de las estrategias mecánicas, biológicas y mixtas, con la finalidad de controlar el proceso de erosión de los suelos.
5.
Conclusiones
La cuenca como unidad
físico-geográfica, permite la planeación para el manejo integral de los
recursos naturales.
El movimiento cíclico del
agua, permite su renovación constante y hace posible la permanencia de la
biósfera, de lo contrario el agua ya se hubiera agotado y la vida ya se hubiera
extinguido en el planeta.
La cuenca hidrográfica
permite la medida del balance hidrológico –entradas y salidas de agua- para
cuantificar las disponibilidades de humedad en una región.
La cuenca hidrográfica es el
escenario espacial en el que se desenvuelve la sucesión de los procesos
–precipitación, infiltración, escurrimiento y evapotranspiración- que integran el ciclo hidrológico. La
secuencia y duración de los procesos del movimiento cíclico del agua
constituyen la temporalidad, complemento lógico de la espacialidad del ciclo
hidrológico.
El carácter cíclico del
movimiento del agua se debe a la doble negación por la que pasa en su
movimiento: la primera negación se produce cuando el agua líquida contenida en
los cuerpos de agua –principalmente océanos y lagos- y en los organismos vivos,
se libera a la atmósfera en estado gaseoso, por el proceso de
evapotranspiración; la segunda negación ocurre, cuando la atmósfera se enfría y
el vapor agua de agua se transforma en agua en estado líquido y/sólido por el
proceso de condensación para producir las nubes; éstas generan la precipitación
que se acumula en los cuerpos de agua y en los organismos vivos, con lo que se
retorna al punto de partida y se cierra el ciclo hidrológico. La naturaleza
cíclica del movimiento del agua, permite su renovación constante, lo que hace
posible la vida, de lo contrario ya se hubiera agotado y la vida se hubiera
extinguido.
Las fuerzas contradictorias
que mueven al ciclo hidrológico son la repulsión –calentamiento- y la
contracción –enfriamiento- del agua en sus tres estados físicos.
La agricultura, la
ganadería, la silvicultura y la industria han devastado los recursos naturales
en las cuencas hidrográficas. Dada la naturaleza empresarial de las actividades
socio-económicas mencionadas, lo que las mueve es la rentabilidad económica
incompatible con el aprovechamiento racional –sustentable- de los recursos
naturales.
Existen experiencias
exitosas en la conservación de los recursos naturales, la mayoría de
comunidades rurales, en las que a pesar de la adversidad siguen manteniendo la
propiedad comunal o ejidal de sus tierras, en las que a través del trabajo
comunitario –tequio- han implementado planes de manejo sustentables.
Un plan de manejo para controlar la erosión, que
es uno de los principales problemas de degradación de los suelos en las cuencas
hidrográficas, consiste en la disposición espacial más apropiada en la cuenca y
sucesión temporal oportuna de las acciones –obras- en el marco de las
estrategias –mecánicas, biológicas y mixtas- para lograr los objetivos y metas
planteados.
6. Bibliografía
Andreev I. 1988. El libro de
Engels: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”. Editorial
Progreso. Moscú. URSS.
Aristóteles. 348 a.C.
Física. Internet.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario