jueves, 5 de marzo de 2015

HISTORIA DE LA CIENCIA DEL SUELO (EDAFOLOGÍA)

HISTORIA DE LA CIENCIA DEL SUELO (EDAFOLOGÍA)

Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx

1. Introducción

Las concepciones de la naturaleza del suelo se dividen en dos grandes vertientes. Una que lo concibe como material inerte que funciona como soporte mecánico de las plantas, tal como lo percibe nuestro sentido común, de ser un espacio en el que se desarrollan o viven los organismos vivos. La otra que lo concibe como un organismo vivo o con más rigor como un ecosistema. Pero, el suelo no se alimenta ni se reproduce, es decir, carece de dos rasgos esenciales de la vida, por consiguiente, no se trata de un organismo vivo, ni de un ecosistema. Del hecho de que en la formación del suelo participen los organismos vivos y funcione como hábitat de los mismos, no se deduce que se trate de un organismo vivo. En este sentido, el suelo no es un organismo vivo ni un ecosistema, más bien es un recurso abiótico y como tal parte de un ecosistema; pero es más que un material inerte; se trata de un recurso que se forma a partir de las rocas y de los organismos vivos. Las primeras aportan los componentes minerales, principalmente las arcillas, al ser meteorizadas por su interacción con la atmósfera -clima-. Por su parte los organismos vivos, aportan materia orgánica que es transformada por los microorganismos en humus. Tanto las arcillas, como el humus son de naturaleza coloidal; es decir, se trata de sustancias especiales que se caracterizan por presentar cargas eléctricas negativas y una elevada superficie específica. Estas cualidades de los coloides minerales y orgánicos, los hacen muy activos, de tal forma que en su interacción se fusionan para formar al suelo; es decir, el suelo no es un material inerte, más se trata de un un complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal muy activo. Este complejo orgánico-mineral por su carga eléctrica negativa, adquiere dos propiedades fundamentales para el desarrollo de las plantas. Una relaciona con su capacidad de retener iones positivos -cationes- principalmente amonio -nitrógeno-, calcio, potasio y magnesio; iones que son esenciales para la nutrición de las plantas. La otra relacionada con la capacidad de retención de humedad, dado que la la molécula de agua es bipolar, de tal forma que la parte positiva se adhiere a la carga eléctrica negativa de los coloides del suelo. Así pues, el suelo es uno de los principales recursos naturales que está asociado con el movimiento del agua y con la vida vegetal. Específicamente, la humedad almacenada en los poros del suelo, una vez que se ha producido la infiltración del agua ya sea de la lluvia o por el riego, es absorbida por las plantas y se mueve por el xilema –vaso capilar- y llega hasta los cloroplastos, en los que interacciona con la luz visible, que por su naturaleza corpuscular y ondulatoria produce la disociación del agua en hidrógeno y oxigeno por la acción de los fotones. El hidrógeno se combina con el bióxido de carbono de la atmósfera para formar carbohidratos y el oxigeno de la molécula del agua es liberado a la atmósfera. Este proceso se conoce como fotosíntesis y constituye la esencia de las plantas que las distingue de los animales. Así, las plantas son admirables "laboratorios" biológicos en los que se realiza la transformación de materiales inorgánicos en productos biológicos y enlaza a la Tierra –suelo y atmósfera- con el Sol a una distancia de 150 millones de kilómetros. El oxigeno liberado a la atmósfera es la materia prima de la respiración aeróbica  de todos los organismos vivos, proceso biológico que consiste en la combinación de oxigeno aportado por el aire, que al combinarse con los carbohidratos producidos por la fotosíntesis, genera la energía que los organismos requieren para sus necesidades metabólicas y la liberación de vapor de agua y bióxido de carbono a la   atmósfera. Así, la respiración y la fotosíntesis son dos procesos contradictorios, que se niegan recíprocamente para reciclar dos componentes esenciales para la vida: el bióxido de carbono y el oxígeno. Además, el suelo en condiciones naturales, no solo aporta humedad a las plantas, también aporta nutrientes, principalmente nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio y azufre; que se clasifican como macro nutrientes, por ser requeridos por los vegetales en cantidades relativamente elevadas. De los macro-nutrientes, el nitrógeno es el más importante cuantitativa y cualitativamente y a pesar de que el sistema radicular de los vegetales “nada” en un “océano” de nitrógeno molecular -78%-, no lo puede aprovechar, ya que la planta se alimenta solamente de iones; por esta razón es absorbido por las raíces de las plantas, una vez que los microorganismos lo transforman en iones nitrato o amonio y en seguida por procesos bioquímicos complejos se convierte en proteínas, biomoléculas esenciales para la vida por su diversidad de funciones vitales. 



2. Marco de referencia teórico


El fundamento teórico de la naturaleza coloidal de los componentes del complejo orgánico-mineral del suelo, es la dialéctica, particularmente sus tres leyes universales, que rigen el movimiento de la materia y del pensamiento, descubiertas por Hegel y expuestas en su Ciencia de la Lógica (1812-1816). Esta obra está dividida en tres partes y estructurada en forma tal que sigue el movimiento del conocimiento científico: de la apariencia a la esencia y de ésta a su expresión lógica. Así, en la primera parte -doctrina del ser- estudia la naturaleza del movimiento del pensamiento, en la que expone la primera ley la dialéctica del movimiento: la transformación recíproca de la cantidad y la cualidad. La cualidad y la cantidad son dos aspectos contradictorios de los objetos que se mueven. La cualidad es la que permanece relativamente estable y es idéntica al ser, en cambio la cantidad es la magnitud de la cualidad. La cualidad se mueve cuantitativamente en un rango -medida- en el que se conserva la cualidad, pero en un momento determinado se rebasa el límite de la medida y se produce un cambio brusco -"salto"- por medio del cual la vieja cualidad es relevada por una nueva cualidad con su correspondiente cantidad. Para Hegel, la nueva cualidad, es la esencia, objeto de estudio de la segunda parte de su Ciencia de la Lógica, ya que se ha producido un "salto" de la apariencia -cualidad vs cantidad- a lo que está oculto detrás de la sensibilidad -esencia-. Es en esta parte, en la que expone la segunda ley dialéctica: la contradicción universal, la cual establece que en el universo todos los procesos son contradictorios. Esta ley, es el "alma" de la dialéctica hegeliana, ya que constituye la "fuerza motriz" que mueve a la materia y al pensamiento. En su movimiento dialéctico el conocimiento prosigue su marcha y culmina en la doctrina del concepto. Este no es más que la esencia hecha pensamiento. El concepto, es el objeto de estudio de la tercera parte de la Ciencia de la Lógica de Hegel. En esta parte de su obra, expone la tercera ley de la dialéctica: la negación de la negación. En su obra representa el retorno a su punto de partida de su trabajo: la doctrina del ser, pero como doctrina del concepto, resultado de la doble negación: la primera se produce cuando la esencia niega al ser y la segunda se presenta, cuando la esencia es negada por el concepto. Si bien la negación de la negación, fue expuesta por Hegel en la esfera del pensamiento, pero, como el pensamiento es la expresión lógica de la esencia, por consiguiente, es una ley universal que opera en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. La doble negación se produce, por que en el movimiento del objeto se desdobla su unidad contradictoria y en su posterior desenvolvimiento se genera la negación recíproca de sus aspectos contradictorios, cerrándose así el ciclo para retornar a su punto de partida.

Las tres leyes universales de la dialéctica, son el fundamento teórico de todas las ciencias particulares, en virtud de que por la dialéctica de la contradicción, todo objeto de estudio, es la unidad contradictoria de lo singular y lo general, siendo lo particular un eslabón intermedio entre ambos. De  las tres leyes generales de la dialéctica, la ley de la contradicción es la más importante y tiene varias particularidades, siendo una de las más importantes, la contradicción entre la apariencia y la esencia, fundamental para el entendimiento del movimiento del conocimiento científico: de la apariencia a la esencia.


3.  Historia de la La Edafología

3.1. Origen

La Edafología como ciencia aparece en Rusia a fines del siglo XIX, como respuesta a la demanda de materias primas para la industria y de alimentos para una población cada vez más creciente que se asentaba en las ciudades.

Dokuchaev (1886), fundador de la Edafología como ciencia, concibe al suelo como un material formado por componentes minerales y orgánicos, producidos como resultado de la actividad combinada de los siguientes factores: clima, relieve, organismos vivos y muertos (plantas y animales), material originario y tiempo.

Los cinco factores que participan en la formación del suelo se presentan en la siguiente imagen.

Imagen 1. Factores de formación del suelo

De los cinco factores de formación, el primero está representado por la roca madre o material parental, ya que sin roca no hay suelo. El segundo está constituido por los organismos vivos, puesto, que sin la participación de la vida, tampoco hay suelo. Son los dos factores más importantes en la formación del suelo, ya que ambos aportan materiales minerales y orgánicos que en su interacción dan origen al suelo.

La roca madre por acción de la atmósfera -clima-, específicamente por la acción de la humedad y los cambios de temperatura -calor y frío- es alterada física y químicamente para transformarse en partículas más finas -arenas, limos y arcillas-. Paralelamente los organismos vivos, principalmente los microorganismos "colonizan" las rocas y las transforman bioquímicamente y con su aporte de materia orgánica, aunada a la aportada por el resto de organismos vivos, contribuyen con la materia de origen biológico, que posteriormente es transformada en humus que al fusionarse con con los componentes minerales derivados de las rocas, principalmente las arcillas, forman el suelo.

El proceso de transformación de la roca a suelo, conocido como meteorización o intemperismo, se presenta en la imagen que a continuación se muestra.

Imagen 2. Meteorización o intemperismo de las rocas

En la imagen anterior, es evidente que la meteorización o intemperismo de la roca, consiste en la transformación físico-química y biológica para su transformación en suelo.

La influencia de los organismos vivos se presenta con más detalle en la siguiente imagen.


Imagen 3. Influencia de los organismos vivos en la formación del suelo
En la imagen precedente, es evidente que los organismos vivos es otro factor del cual se forman los suelos, pues a parte de que participan en la meteorización de la roca, su principal función es aportar materia orgánica que al ser degradada por microorganismos se transforma en humus, que al interaccionar con los componentes minerales, principalmente las arcillas da origen al suelo.

En la meteorización de la roca la influencia de la atmósfera -clima- es determinante, particularmente la humedad y los cambios de temperatura. Ambas variables atmosféricas, transforman física y químicamente a las rocas para aportar los componentes minerales, que posteriormente se fusionarán con los componentes orgánicos aportados por los organismos, para dar origen al suelo.

La distribución espacial de los tipos de suelos en el mundo está condicionada por las condiciones climáticas, como se observa en la siguiente imagen.


Imagen 4. Principales tipos de suelos condicionados por el clima




En la imagen anterior, en el perfil (a) de un suelo desarrollado en un clima tropical -cálido- húmedo, la meteorización de la roca y la materia orgánica que da origen al suelo, es muy intensa, a tal grado que, en el horizonte superficial (A) la cantidad de materia orgánica transformada biológicamente en humus es escasa, debido a la humedad y temperatura elevadas; en cambio en el horizonte sub-superficial (B) se concentran compuestos insolubles de fierro y aluminio y ocasionalmente cuarzo -óxido de silicio-, sustancias características de suelos altamente meteorizados. En el siguiente horizonte dominan los hidróxidos de fierro y aluminio, también típicos de regiones con clima cálido húmedo. Contrastando con los suelos de regiones tropicales, los suelos de la regiones de clima secos mostrados en el perfil (b), se caracterizan por la presencia de cantidades considerables de humus, pero en el horizonte sub-superficial predominan las sales, principalmente de calcio, dando origen a problemas de salinidad frecuentes en éstas regiones en las que la precipitación es menor que la evaporación y en el caso de México son las dominan en extensión. Por último, en el perfil (c), se observa que en regiones de climas templados, localizados principalmente en regiones montañosas de México, el clima que se presenta es templado húmedo y dadas las bajas temperaturas -frío- el horizonte superficial -A- acumula cantidades significativas de humus y en horizonte B se concentran materiales más finos, como arcillas y óxidos de fierro y aluminio. En síntesis las condiciones climáticas determinan los tipos de suelos que se forman.

El siguiente factor de formación del suelo es el relieve y su influencia en la formación del suelo, tiene que ver con la configuración de la corteza terrestre, ya que no es el mismo tipo de suelo el que se forma en los valles -planicies-, laderas y montañas. Generalmente los suelos de planicies son más profundos, debido a la acumulación de materiales transportados por las corrientes superficiales -ríos principalmente- de las partes altas y depositados en las planicies para dar origen a suelos aluviales. La formación de estos suelos se les conoce como ex-situ, ya que se forman en otro espacio diferente de las rocas que les dan origen. En contraste, los suelos de ladera y de montaña, por formarse en sitios en los que se localizan las rocas que les sirven de material madre, se les conoce como de formación in-situ, es decir se forman el en el propio sitio en el que se localizan las rocas, a partir de las cuales se forman. En general, se caracterizan por ser suelos poco profundos y estrechamente relacionados con el material parental -roca- que les da origen. En suma, el relieve también contribuye en los tipos de suelos que se forman. 

La importancia del relieve en la formación de los tipos de suelos se observan en la siguiente imagen.


Imagen 5. Influencia del relieve en la formación de los suelos
En la imagen anterior, se aprecia que los suelos están estrechamente relacionados con el relieve. Así, el Leptosol que se desarrolla en las regiones montañosas, se caracteriza por ser poco profundo y estar estrechamente relacionado con la roca que le da origen; conforme se avanza de la parte alta a la porción media se localiza el Regosol que relativamente está más desarrollado que el Leptosol, pero todavía presenta propiedades que se derivan del material parental del cual se ha formado y también de poco espesor; finalmente, en la parte baja se ha originado el Fluvisol producto de la depositación de materiales erosionados de las partes altas y transportados por las corrientes superficiales -ríos-, por consiguiente se trata de suelos formados por estratos y en general profundos.

Dokuchaev, sentó las bases para el desarrollo de la Edafología como ciencia, al entender al suelo como una formación orgánico-mineral, resultado de la acción combinada de los siguientes factores de formación: material parental (roca), clima, organismos vivos, relieve y tiempo. Si el suelo es la consecuencia de la acción de cinco factores de formación, principalmente del clima, organismos vivos y relieve, que interaccionan con la roca madre; del tiempo, sólo puede decirse, que no es un agente o factor externo a la roca que le da origen, sino que está en el propio objeto que se transforma. Es decir, el suelo es el resultado de la transformación cuantitativa y cualitativa de la roca por acción de los factores de formación. De ninguna manera se trata de un material inerte, se trata más bien de un material, cualitativamente diferente de la roca madre que le ha dado origen, específicamente de arcillas en su mayoría de naturaleza coloidal, así como de humus producido por medios biológicos, principalmente por los microorganismos que habitan en el suelo. Tanto las arcillas, como el humus son de naturaleza coloidal, que prácticamente se fusionan, para dar origen a un complejo orgánico-mineral muy activo, que interacciona, con los organismos, el agua y aire de los poros del suelo (imagen 6).


Imagen 6. Suelo como complejo arcillo-húmico
Son precisamente las arcillas y el humus que por sus cargas eléctricas negativas, adquieren una propiedad química muy importante, conocida como Capacidad de Intercambio Catiónico. Esta propiedad implica que los suelos como complejos arcillo-húmicos retienen a cationes -potasio, calcio, magnesio, fierro, amonio, etc.- esenciales para la nutrición de las plantas. Así pues, los suelos con elevados contenidos de arcillas y humus son potencialmente fértiles. Como las arcillas y el humus son de naturaleza coloidal, por consiguiente, el suelo es un complejo orgánico mineral muy activo con el entorno con el cual interacciona.

La naturaleza coloidal del complejo arcillo-húmico, se aprecia en la imagen que se presenta a continuación.


Imagen 7. El suelo como complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal

En la imagen anterior es evidente que el suelo se deriva de la roca y de los organismos vivos. La roca por acción del intemperismo -meteorización- es transformada física y químicamente para convertirse principalmente en arcilla, que dada su naturaleza se trata de un coloide mineral. Los organismos vivos aportan la materia orgánica que por acción de los microorganismos es transformada en humus, que también se trata de un coloide orgánico. Ambos componentes, por su naturaleza coloidal son muy activos y en su interacción se fusionan, para dar origen al suelo, cuyo contenido es un complejo orgánico-mineral que se estructura en horizontes.

En su calidad de coloides, las arcillas y el humus presentan cargas eléctricas negativas y para neutralizar sus cargas se unen a cationes divalentes para formar el complejo orgánico-mineral para dar origen al suelo. Esto se presenta en la siguiente imagen.


Imagen 8. Carga eléctrica de los coloides orgánico-minerales del suelo y su importancia

En la imagen anterior -izquierda-, se explica que el puente de unión eléctrica entre los coloides arcillo-húmicos se realiza a través de iones positivos divalentes, entre los que destacan, el calcio, fierro, magnesio y aluminio. En la parte derecha de la imagen se aprecia que el complejo arcillo-húmico, dada su carga eléctrica negativa retiene cationes, muchos de ellos nutrientes importantes de las plantas.

Descubrir la esencia material oculta detrás de la apariencia, es un paso importante en el movimiento del conocimiento científico; pero, la materia no solo se mueve como resultado de sus contradicciones internas, también se estructura u organiza como respuesta al movimiento material. A la materia en movimiento, se le conoce como contenido y forma, a la estructura organizativa del contenido. Así, no existe contenido sin forma no forma sin contenido.

La esencia material del suelo consiste en ser un complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal, cuya forma consiste en estructurarse en horizontes.

Los horizontes en los que se estructura el contenido del suelo se presentan en seguida en la imagen de un perfil del suelo (corte vertical).


Imagen 9. Perfil del suelo 


Como se muestra en la imagen anterior, un perfil de un suelo, es un corte vertical del terreno en el que se muestra la sucesión de horizontes. El horizonte O es esencialmente de naturaleza orgánica, común en los suelos forestales; el horizonte A, es fundamentalmente de carácter orgánico-mineral; el horizonte B se caracteriza básicamente  por ser de naturaleza mineral -principalmente arcillas-; el horizonte C es la roca alterada que se está transformando en suelo; y, el horizonte R es la roca madre inalterada.

Finalmente, el factor tiempo es el resultado de la influencia de los organismos vivos, el clima y el relieve sobre la roca para que se transforme en suelos y está relacionado, con la sucesión de las etapas por las que se mueve el suelo, desde la roca hasta el suelo propiamente dicho. Además, el tiempo, también tiene que ver con la edad de los suelos, que está estrechamente relacionada con la naturaleza del material parental y con el clima.


El factor tiempo se presenta a continuación en la imagen 10.


Imagen 10. El factor tiempo -sucesión y edad- del suelo
En la imagen 10 se observa la sucesión de etapas por las que se mueve el suelo desde la roca hasta el suelo maduro, pasando por la etapa intermedia de suelo joven. Tanto las fases por las que se mueve el suelo, como su edad están condicionados por el tipo de clima, como por la naturaleza del suelo, a tal grado, que puede tardar miles de años y en algunos casos tal vez millones de años para su formación.

3.2. Método

Toda ciencia es teoría y es método, pues, no es posible concebir una ciencia sin método correspondiente. La Edafología no es la excepción, de tal forma que su método debe estar en correspondencia con su contenido y su forma. Como el contenido -complejo orgánico mineral de naturaleza coloidal- y su organización -forma- en horizontes no son accesibles a la sensibilidad -órganos de los sentidos-, ya que se encuentran enterrados en el interior de la superficie terrestre; por consiguiente, el método de la Edafología debe iniciar con un corte vertical del terreno -perfil de suelos-, en el que se muestre a la sensibilidad los horizontes del del suelo para su observación. Con los datos observados de los horizontes del suelo y conjuntamente con los datos obtenidos del análisis físico-químico y biológico de las muestras realizados en laboratorio y mediante el razonamiento abstracto, se descubren los rasgos generales, los cuales son plasmados en la clasificación de los suelos bajo estudio, considerando como referencia una clasificación de suelos de la FAO-UNESCO, que es la más común en México. 


El corte vertical del terreno, en el que se muestran los distintos horizontes del suelo, en los que se estructura el contenido del suelo, se conoce como perfil y se muestra en la imagen 11.


Imagen 11. Corte vertical -perfil del suelo- en el que se muestran los horizontes


El perfil del suelo mostrado en la imagen anterior, es de trascendental importancia, ya que constituye el punto de partida del conocimiento científico del suelo, debido a que proporciona los datos de los horizontes y las muestras de los mismos, que al ser analizadas en la laboratorio  aportan datos físico-químicos y biológicos. Tanto los datos observados directamente en campo, como los resultados de laboratorio, son sometidos al escrutinio pensamiento abstracto para descubrir los rasgos esenciales de los suelos, ocultos detrás de la sensibilidad. Es decir, el conocimiento científico tiene que moverse de la apariencia accesible a la sensibilidad a la esencia, oculta detrás de la apariencia.

3.3. Concepciones modernas

3.3.1. Concepción tradicional

Bohn, Mcneal y O´ Connor (1993), opinan que el suelo es una mezcla de sólidos orgánicos e inorgánicos, aire, agua y microorganismos. Todas estas fases influyen entre sí: las reacciones de los sólidos afectan la calidad del aire y del agua, éstos desgastan los sólidos y los microorganismos catalizan muchas de estas reacciones. 

Foth y Turk (1981), definen al suelo como la capa suelta de la Tierra que se distingue de la roca sólida.

Ortiz Villanueva y Ortiz Solorio (1990), comentan que el suelo, en su significado tradicional, se considera como el medio natural para el desarrollo de las plantas y está limitado en profundidad hasta donde penetran las raíces.

FitzPatrick (1996), explica que comúnmente se piensa que los suelos son la capa superficial de la corteza terrestre, con un espesor de pocos centímetros y donde se desarrollan las raíces de las plantas o cultivos. Esta visión es limitada y se enfoca sólo a la capacidad productiva del suelo. En primera instancia, a los suelos se les debe considerar un fenómeno natural y parte del ambiente.

Porta, López y Roquero (1999), definen al suelo como un cuerpo natural tridimensional, y como parte de un ecosistema.

Honorato (2000), define al suelo como un cuerpo natural, tridimensional, que ocupa un lugar en el espacio, producto de la transformación del material parental, a través de procesos destructivos y de síntesis, provocados por una determinada combinación de factores ambientales que se expresan en un perfil con horizontes y/o estratos.

Navarro (2000), explica que el término suelo, deriva del latín solum y significa piso; puede definirse como la capa superior de la Tierra que se distingue de la roca sólida y en dónde las plantas crecen.

Plaster (2000), define al suelo como una capa de material de soporte de vida muy delgada y a menudo frágil.

González (2007), específica que el fundador de la Edafología moderna es Dokuchaev   que en 1886, define al suelo como: “un cuerpo independiente, ubicado en la parte superficial de las rocas, diferente de la roca madre que, de un modo natural ha experimentado cambios bajo la acción compleja del agua, aire y diferentes clases de organismos vivos y muertos, clima y  relieve”.


Las investigaciones de Dokuchaev y su equipo, establecieron la definición del suelo como cuerpo natural y de la Edafología como Ciencia en el esquema de los fenómenos naturales.

3.3.2. Concepción agro-ecológica

Ante el deterioro de los recursos naturales, específicamente del suelo, en los años 70 del siglo XX, apareció la Agroecología como una alternativa promotora del aprovechamiento racional de los recursos naturales, entre ellos el suelo.

Lampkin (1998), en su obra: Agricultura ecológica, en el capítulo 2 denominado: el suelo vivo, considera que el punto de partida para crear un suelo sano habría de ser el romper con la idea de que el suelo es únicamente un medio de cultivo para las plantas, un lugar donde los cultivos pueden afianzar sus raíces y tomar los nutrientes que necesitan mientras el saco de fertilizante los alimenta. Todo el mundo conoce la posibilidad de obtener grandes cosechas de determinados cultivos de modo hidropónico, sin la utilización de suelo, en la medida en que todos los nutrientes necesarios se aportan de una manera asimilable por la planta cultivada. Pero el suelo no sólo proporciona el lugar más apropiado para que se desarrolle el alimento que necesitamos, es mucho más que una simple mezcla de piedras y partículas minerales con mayor o menor cantidad de materia orgánica. El suelo es un ente vivo, un ecosistema que contiene una gran variedad de especies animales y vegetales que cumplen una multitud de funciones.

Los principales componentes del ecosistema edáfico se pueden clasificar en organismos vivos, minerales, materia orgánica, agua y aire.

Gliessman (2002), describe al suelo como un complejo, viviente, cambiante y componente dinámico del agro-ecosistema. Sin embargo, más adelante, añade, que la palabra suelo, en el sentido más amplio, se refiere a la porción de la corteza terrestre donde las plantas están sostenidas; esto incluye todo. Más específicamente, es la capa superficial intemperizada de la Tierra que está mezclada con organismos vivientes y los productos de su actividad metabólica y de su descomposición. Los suelos incluyen material derivado de las rocas, substancias orgánicas e inorgánicas derivadas de organismos vivientes, aire y agua que ocupan los espacios entre las partículas del suelo.


En artículo de Internet (2011), cuyo título: "El Suelo Como Ecosistema", se define al suelo como un ecosistema porque está formado por seres bióticos como, microorganismos, lombrices o gusanos, etc. y por seres abióticos, como el agua, aire, minerales, etc. Por ello, existe un intercambio de materia y energía entre ambos organismos, cumpliendo con las funciones o nicho ecológico de todo ecosistema. Así pues, el suelo no es algo inerte, sino un ecosistema formado por factores abióticos y una comunidad de seres vivos rica y variada.


Zamorano (2011), menciona que uno de los recursos naturales menos reconocidos por la comunidad en general es el suelo. La generalidad considera este como un medio de producción y no como un ecosistema vivo. Por consiguiente, se trata de un recurso frágil que hay que conservar con las estrategias más acordes a su naturaleza biológica.

Así pues, con la Agro-ecología, surge una nueva concepción del suelo; ahora, se entiende como un ecosistema. En este sentido, se define como un ecosistema; es decir, como una comunidad de organismos vivos que interaccionan entre sí y con su medio ambiente.


4. Discusión

La dialéctica del movimiento del conocimiento científico de la apariencia a la esencia, implica dar un "salto" de la apariencia proporcionada por la sensibilidad al conocimiento racional fundado en el pensamiento abstracto. Este "salto" del conocimiento sensible al conocimiento racional, no siempre se produce, por consiguiente, el movimiento del conocimiento se limita únicamente a la esfera de la sensibilidad -apariencia-. En este sentido, las opiniones del sentido común que se derivan de la apariencia, se consideran como definiciones de los objetos de estudio de las ciencias particulares. Este es el caso de la Edafología, cuyo objeto de estudio no es accesible en forma natural a la sensibilidad, ya que se encuentra oculto debajo de la superficie terrestre. Esto ha generado opiniones del sentido común, que conciben al suelo, como el lugar donde viven las plantas, como el soporte mecánico de las plantas, como un organismo vivo o ecosistema, etc.; opiniones que se consideran como definiciones del suelo, pero una definición no es una simple opinión derivada de la sensibilidad del sujeto cognoscente, más bien se trata de la expresión lógica de la esencia. En este sentido, la definición es una por que la esencia del objeto de estudio -suelo- es una; opiniones habrá infinidad, tantas como el número de sujetos cognoscentes haya. Asimismo, lo que se percibe por la sensibilidad -órganos de los sentidos, principalmente la vista- no requiere explicación; además, la ciencia no se detiene en la variabilidad de la multitud de objetos singulares que se perciben, ya que no tiene sentido limitarse a lo que hoy es una cosa y mañana es otra, tiene que moverse de la variabilidad percibida por la sensibilidad a lo que permanece relativamente estable; es decir, tiene que moverse de lo singular cambiante, a lo general que se repite y se conserva en la multitud de objetos; con otras palabras, el conocimiento científico, tiene que moverse de la apariencia cambiante de las cosas, a la esencia genérica que permanece oculta detrás de la sensibilidad. Como toda ciencia, la Edafología es la unidad entre la teoría y el método. El método, como en cualquier ciencia debe corresponder a la naturaleza del objeto de estudio. En general el método de las ciencias naturales, inicia con la observación, que dada la naturaleza del suelo, tiene que comenzar con un corte vertical del terreno -perfil del suelo- en el que se muestran a la sensibilidad los horizontes en lo que se estructura el contenido del suelo. En seguida, se describen las características físico-químicas y biológicas de cada uno de los horizontes y junto con análisis de muestras de laboratorio, se recopila todo un conjunto de información. Hasta aquí todavía el conocimiento se mueve en el ámbito de la sensibilidad, es decir, en la esfera del conocimiento sensible. Falta el "salto" del conocimiento sensible al conocimiento racional, "salto" que sólo es posible darlo a través del pensamiento abstracto. Este, principalmente, por medio de la abstracción, permite descartar lo singular cambiante, para centrarse en la esencia genérica que permanece y se oculta en la variabilidad de lo singular. Para el caso del suelo, lo que permanece detrás de la variabilidad de los rasgos singulares de los suelos individuales, es la existencia de un complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal que se estructura en horizontes. Así pues, la definición del suelo solo es posible cuando se ha dado el "salto" de la apariencia a la esencia, es decir, una vez que se ha descubierto la esencia, ya que finalmente la definición es la expresión lógica de la esencia y una forma del pensamiento.



5. Conclusiones

Como todo conocimiento científico, el conocimiento del suelo se mueve de la apariencia -lugar donde viven las plantas, soporte mecánico de las plantas, organismo vivo o ecosistema, etc.- a la esencia -complejo orgánico mineral de naturaleza coloidal que se estructura en horizontes-.

El suelo es el medio que aporta materia para el metabolismo de los organismos vivos que interaccionan con él. Más concretamente es un complejo orgánico mineral que aporta agua y nutrientes a los organismos vivos que habitan en él.

Tanto la concepción tradicional como la agro-ecológica del suelo, se quedan en la esfera de la sensibilidad. No dan el salto cualitativo para pasar de la apariencia a la esencia del suelo.

Es necesario retomar los principios establecidos por Dokuchaev, y desarrollarlos para entender la esencia del suelo.

En medios ambientalistas, se concibe al suelo como un ecosistema, es decir, como una comunidad de organismos vivos que interacciona con medio ambiente biótico y abiótico.

El suelo no es ni un material inerte, ni un organismo vivo, más bien se trata de un complejo orgánico-mineral de naturaleza coloidal activa, que se estructura en horizontes e interacciona con los organismos vivos, el agua y el aire del medio poroso, definición que retoma los principios establecidos por Dokuchaev y los desarrolla.

En relación con la vida, el suelo puede ser definido como el medio que aporta materia que es metabolizada y reciclada por los organismos vivos que dependen de él para su desarrollo.

El método del conocimiento científico del suelo, inicia como el establece el método científico general, de la sensibilidad -observación-, pero dado que en condiciones naturales no es visible; por consiguiente, se recurre a un corte vertical del terreno -perfil de suelos- para mostrar los horizontes que constituyen la forma en que se organizan los componentes del suelo. Con la información derivada de las observaciones de los horizontes y con los análisis físico-químicos y biológicos de muestras de los horizontes, y recurriendo al pensamiento abstracto, se descubren los rasgos genéricos que reafirman la teoría y la desarrollan, así como también, son la base para la clasificación taxonómica de los suelos. Así pues, el conocimiento de los suelos se mueve de la observación del perfil y a través del pensamiento abstracto avanza al conocimiento racional; es decir, el conocimiento se mueve del conocimiento sensible al conocimiento racional, a través del pensamiento, principalmente por medio de la comparación y abstracción.


6. Bibliografía

Bohn, Hinrich L., Mcneal  Brian L. y O´ Connor A. 1993. Química del suelo. Editorial Limusa. México, D.F.

Fitzpatrick E. A. 1996. Introducción a la ciencia de los suelos. Editorial Trillas. México, D.F.

Foth H.D. y Turk L.M. 1981. Fundamentos de la ciencia del suelo. Editorial CECSA. México, D.F.


Hegel Federico. 1812-1816. Ciencia de la Lógica. Traducción de Mondolfo Rodolfo (1960). Buenos Aires, Argentina.

Gliessman Stephen R. 2002. Agroecología. CATIE. Turrialba, Costa Rica.

González Carcedo Salvador. 2007. Historia de la Ciencia del Suelo. El nacimiento de la moderna Edafología. http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2007/04/27/64513

Honorato Ricardo. 2000. Manual de Edafología. 4ª edición. Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile.

Lampkin N. 1998. Agricultura Ecológica. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid, España.

Navarro García G. 2000. Química agrícola. Mundi-Prensa. Mundi-Prensa. Madrid, España.

Plaster Edward. 2000. La ciencia del suelo y su manejo. Editorial Paraninfo. Madrid, España.

Porta Casanellas J., López Acevedo M. y Roquero de Laburu J. 1999. Edafología para la agricultura y el medio ambiente. 2ª Edición. Mundi-Prensa. Madrid, España.

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