DEL
HELIOCENTRISMO GRIEGO A LA REVOLUCIÓN COPERNICANA
Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
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1. Introducción
La Astronomía como toda
ciencia se desarrolló por las necesidades de la producción y de la navegación
desde la época griega. Ya Tales de Mileto (624-547 a.C.), se le atribuye haber
predicho un eclipse de Sol en el año 585 a.C.
Posteriormente, se desarrolla el paradigma del Geocentrismo, expuesto por Aristóteles (384-322 a.C.), el cual considera a la Tierra inmóvil en el centro del Universo; particularmente considera que los planetas, el Sol y las estrellas fijas giran en órbitas
circulares alrededor de la Tierra. La contra-parte del geocentrismo se le atribuye
a Aristarco de Samos (310-230 a.C.), que aunque no se conserva su obra
astronómica en lo fundamental, se sabe por comentarios de Tolomeo, Arquímedes y
Plutarco, que conjeturaba un universo centrado en el Sol y no en la Tierra; es
decir, era partidario del Heliocentrismo, paradigma que consideraba al Sol como
centro inmóvil, alrededor del cual se movían en órbitas circulares los planetas
y las estrellas fijas.
El Geocentrismo fue desarrollado y sistematizado por Claudio Tolomeo (85-165 d. C.) y expuesto en el año 140 d. C. en su obra: el “Almagesto”. El movimiento de los planetas alrededor de la Tierra los describe, a través de pequeños círculos –epiciclos- que se mueven en los círculos más grandes de las órbitas geométricas generales de los planetas. Este paradigma astronómico perduró por casi 1400 años, pero durante el renacimiento, cuando las ciencias naturales “despertaron” del largo período de letargo medieval, las observaciones astronómicas, cada vez eran más incompatibles con el Geocentrismo, pues en lugar de explicarlas, lo volvían más complicado. El Geocentrismo estaba “agrietado” por todas partes, por lo que llegó un momento, en el que ya no pudo ser sostenido y saltó hecho añicos, para ser relevado por el Heliocentrismo copernicano. Se produjo la negación de la negación: el Geocentrismo tolemaico, negó al Heliocentrismo griego y este fue negado por el Heliocentrismo copernicano, para retornar al punto de partida: al Heliocentrismo griego pero elevado a un nivel muy superior.
Es evidente, pues, que el movimiento del pensamiento, al igual que los procesos materiales se mueve gradualmente y a saltos –revoluciones-; en este caso, la revolución copernicana, es el resultado de la acumulación gradual de conocimientos desde la época griega y tolemaica durante más de 1500 años, hasta que se interrumpe la gradualidad, a través de un cambio brusco –salto- para dar paso a una nueva cualidad: La revolución copernicana. Esta propició un cambio radical en la ciencia astronómica, al pasar de una concepción de una Tierra inmóvil –apariencia- como centro del Universo a un nuevo paradigma científico, en el que la Tierra se mueve -esencia- junto con el resto de los planetas y las estrellas fijas alrededor de un Sol "inmóvil".
Con el descubrimiento de la movilidad de la Tierra y los planetas, se plantea otra interrogante para la ciencia astronómica: descubrir las leyes del movimiento planetario. Esta tarea fue realizada por Galileo Galilei, pero particularmente por el astrónomo alemán Kepler, quien descubrió tres leyes empíricas que rigen el movimiento en órbitas elípticas de los planetas alrededor del Sol. Finalmente, la generalización del movimiento planetario alrededor del Sol, fue realizada por Isaac Newton y expuesta en al Ley de la Gravitación Universal en 1687, en cuya ley está implícita la fuerza de atracción como causa del movimiento planetario.
Así pues, el movimiento del conocimiento es muy complejo. Inicia con el movimiento de la apariencia a la esencia, en seguida se mueve al descubrimiento de las leyes y finalmente descubre las causas del movimiento.
2. Fundamentación teórica
2.1. Dialéctica de la apariencia y la esencia
El conocimiento científico se mueve de la apariencia percibida por la sensibilidad a la esencia –lo que está oculto- . La apariencia y la esencia, es un caso particular de la ley de la contradicción universal que impera en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. En la Lógica, se trata de dos categorías –conceptos más generales del pensamiento- contradictorias, que reflejan el carácter contradictorio del proceso del conocimiento. La apariencia –lo que parece y no es-, es el punto de partida del conocimiento, puesto, que es la forma de manifestación de la esencia. El conocimiento no puede quedarse en la sensibilidad –apariencia-, tiene que moverse a lo que constituye su esencia- lo interno-, ya que en la esencia está la verdad de los procesos materiales.
Afanasiev (1990) explica que la apariencia y la esencia expresan la compleja unidad de los aspectos internos y externos de los objetos y procesos de la realidad objetiva. En cuanto categorías del conocimiento, reflejan la unidad dialéctica de los grados sensible y racional del proceso cognoscitivo, que revela la esencia profunda de las cosas, sobre la base de la práctica.
La esencia y la apariencia, son dos aspectos indisolublemente vinculados de la realidad objetiva; uno de ellos, el aspecto interno (esencia) no puede manifestarse sino a través del aspecto externo (apariencia). Ahora bien los dos aspectos contradictorios, no coinciden nunca plenamente en el modo de manifestarse, y es precisamente esta falta de coincidencia lo que hace necesario el proceso del conocimiento científico. En efecto, la ciencia no tiene otro fin que el descubrir detrás de lo externo, detrás de lo que se percibe inmediatamente, el fundamento, la esencia de las cosas; es decir, el otro aspecto, el aspecto oculto e interno de los procesos materiales.
La esencia es el aspecto interno relativamente estable, de la realidad objetiva, que permanece oculto tras la superficie de lo aparente y que se manifiesta a través de la apariencia.
La apariencia es el aspecto externo más variable y cambiante de la realidad objetiva, que constituye la forma de manifestarse de la esencia.
En un primer nivel la contradicción entre la esencia y la apariencia se presenta como la unidad contradictoria de los aspectos externos e internos.
El proceso del conocimiento inicia con el aspecto externo cambiante de las cosas y a través de la abstracción descubre la esencia oculta de los fenómenos.
La unidad existente entre la esencia y sus diversas manifestaciones nos permite hallar lo universal en la pluralidad de los fenómenos singulares y descubrir las leyes de su desarrollo.
En el nivel superficial de los fenómenos están los datos científicos proporcionados por la observación directa y por los instrumentos; información que representa la etapa inicial para el descubrimiento de la esencia oculta de los fenómenos.
Para descubrir la esencia, hay que realizar una serie de experiencias y observaciones especiales; hay que separar lo esencial e importante de lo inesencial y casual; hay que desarrollar un complejo trabajo analítico de los datos experimentales obtenidos; en una palabra, es necesario llevar a cabo una profunda investigación científica.
La contradicción entre esencia y fenómeno es precisamente la causa de que la ciencia solo pueda descubrir la esencia de muchos fenómenos al cabo de una prolongada labor y a veces como fruto de investigaciones que duran siglos.
En el segundo nivel la contradicción entre la esencia y el fenómeno se presenta también bajo la forma de contradicción entre lo estable y lo inestable, entre lo que se halla en reposo y lo que se mueve, entre lo que permanece más o menos constante y lo que cambia rápidamente.
Una vez que ha sido descubierta la esencia, es decir, una vez operada la reducción de lo externo a lo interno, de la apariencia a la esencia, la tarea del conocimiento científico consiste en demostrar cómo y porqué la esencia aparece precisamente bajo determinada forma y no bajo otra; en este momento se transita dialécticamente a las categorías de causa y efecto.
El descubrimiento de la contradicción existente entre la esencia y la apariencia en el proceso cognoscitivo constituye, por tanto, un proceso complejo. Este proceso consiste en el movimiento del pensamiento de lo concreto a lo abstracto, al conocimiento de la esencia y estriba, a su vez, en un movimiento inverso: de ascenso de lo abstracto a lo concreto, de la esencia al fenómeno, es decir, de elevación hacia una comprensión más profunda de los fenómenos y de los procesos.
La práctica constituye el fundamento inmediato del conocimiento sensible, también se convierte en el criterio objetivo de la verdad.
La práctica es la fuente, la fuerza motriz del proceso del conocimiento, ella es justamente la que plantea a la ciencia nuevas tareas, a la par que exige el que se penetre cada vez más con mayor profundidad en la esencia de los fenómenos.
El proceso del conocimiento no puede detenerse en la superficie de los fenómenos, sino que debe siempre llegar a su esencia, penetrar en lo más profundo de los procesos, asimilar las leyes por las que se rige el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad, ya que solo el conocimiento de la esencia, de los nexos internos de los hechos, permite orientarse en el medio que nos rodea, prever el resultado probable de nuestras acciones y determinar acertadamente el rumbo que han de seguir los procesos históricos.
Por esencia se entienden las relaciones internas, estables. La esencia, como el aspecto interno, es lo opuesto al aspecto externo, mutable de la realidad y conocido como fenómeno.
El conocimiento científico no puede quedarse en la apariencia percibida por la sensibilidad, tiene que moverse a la esencia de las cosas, porque en la esencia está la vedad de los procesos materiales.
La apariencia es contradictoria con la esencia y ambos aspectos contradictorios son inherentes a los objetos singulares.
La apariencia está relacionada con el conocimiento sensible, pero es necesario ir más allá, para avanzar y alcanzar el grado racional del conocimiento.
El no distinguir la apariencia de la esencia, conduce a graves errores, ya que frecuentemente, se toman datos e información proporcionada por la sensibilidad como si fueran verdades, cuando en realidad son falsedades.
La ciencia no es sentimiento, es racionalismo, es decir es pensamiento abstracto.
La
discordancia entre la esencia y apariencia
fundamentan la necesidad de la ciencia y de la investigación científica.
2.2. Dialéctica de la cantidad y la cualidad
La dialéctica de la cantidad y la cualidad está expresada en la ley del tránsito recíproco de la cantidad a la calidad, la cual constituye una poderosa herramienta teórica, que permite analizar los procesos materiales y lógicos en movimiento. Esta ley establece que los procesos materiales, se mueven gradualmente –cuantitativamente-, hasta que llega un momento, en el que si se supera un límite –medida- se interrumpe violentamente la gradualidad, dando como resultado el surgimiento de una nueva cualidad que releva a la vieja cualidad.
En la esfera del pensamiento, es
de gran utilidad para entender el movimiento del conocimiento, como una
acumulación gradual, hasta que llega un momento en
el que se rebasa un límite –medida- y se produce un cambio brusco en el
conocimiento –salto- dando origen así a una revolución científica.
El primero que ´descubrió la ley
del tránsito recíproco de la cantidad y la cualidad fue Hegel (1807), quien la
expuso, en el siguiente pasaje de su Fenomenología del espíritu:
“No es difícil darse cuenta, por lo demás, de que vivimos en tiempos de gestación y de transición hacia una nueva época. El espíritu ha roto con el mundo anterior de su ser allí y de su representación y se dispone a hundir eso en el pasado, entregándose a la tarea de su propia transformación. El espíritu, ciertamente, no permanece nunca quieto, sino que se halla siempre en movimiento incesantemente progresivo. Pero, así como en el niño, tras un largo período de silenciosa nutrición, el primer aliento rompe bruscamente la gradualidad del proceso puramente acumulativo en un salto cualitativo, y el niño nace, así también el espíritu que se forma va madurando lenta y silenciosamente hacia la nueva figura, va desprendiéndose de una partícula tras otra de la estructura de su mundo anterior y los estremecimientos de este mundo se anuncian solamente por medio de síntomas aislados; la frivolidad y el tedio que se apoderan de lo existente y el vago presentimiento de lo desconocido son los signos premonitorios de que algo otro se avecina. Estos paulatinos desprendimientos, que no alteran la fisonomía del todo, se ven bruscamente interrumpidos por la aurora que de repente ilumina como un rayo la imagen del mundo nuevo”.
Así pues, Hegel descubrió esta importante ley universal del pensamiento hace ya más de 200 años; sin embargo, es desconocida en los medios académicos y científicos, circunstancia que ha provocado que nos movamos a "ciegas" en el complejo mundo de la ciencia.
La importancia de esta ley universal que se analiza, no está a discusión, pues es una valiosa herramienta que permite entender las revoluciones científicas –como la copernicana- como resultado del avance gradual de los conocimientos astronómicos desde la época griega hasta el siglo XVI, cuando se produce un salto –revolución- al transitar del Geocentrismo al Heliocentrismo.
2.3. Ley científica
El descubrimiento de la esencia –movilidad de la Tierra-, no agota el movimiento del conocimiento científico, es necesario avanzar y descubrir detrás del movimiento lo permanente e invariable –ley- que rige la variabilidad del movimiento de los planetas.
Hegel en su obra: Fenomenología del espíritu (1807), caracteriza a la ley del siguiente modo:
“Ley [es]… la
imagen constante del fenómeno inestable. El mundo suprasensible es… un
tranquilo reino de las leyes, ciertamente más allá del mundo percibido, ya que
este mundo solo presenta la ley a través del constante cambio, pero las leyes
se hayan precisamente presentes en el, como su tranquila imagen inmediata”
La ley objetiva es una de las formas generales de las relaciones existentes entre los fenómenos.
La
ley no expresa todos los vínculos generales existentes entre los fenómenos,
refleja solo aquellos que son esenciales para un conjunto de aspectos internos
de un conjunto de procesos materiales relacionados.
“No todo lo similar, idéntico, es ley, sino solamente aquello que expresa la esencia de los fenómenos” (Konstantinov, 1976).
Ley es el nexo interno y el condicionamiento mutuo de los fenómenos.
Ley es la conexión interna y necesaria de los fenómenos.
Konstantinov (1979) explica que toda ley es una forma de lo universal: la ley abarca y expresa lo general, la esencia, los nexos internos de una masa inmensa de fenómenos afines, lo que de un modo esencial y general caracteriza a esta masa de fenómenos. Pero cada fenómeno de por si tiene sus cualidades propias, y la acción de la ley se refracta a través de estas cualidades específicas de lo singular.
La ley en su forma general, es una determinada relación necesaria entre cosas, fenómenos o procesos, relación que responde a su naturaleza interna, a su esencia. El concepto de ley es una de las fases del conocimiento de la unidad, los nexos y la acción mutua de los fenómenos del mundo objetivo.
No todo nexo entre los fenómenos es una ley. La ley expresa los nexos internos que tienen carácter esencial. Es lo esencial en el movimiento de los fenómenos. Los conceptos de ley y esencia corresponden al mismo orden, a la misma fase.
La ley es la relación necesaria entre los fenómenos, los nexos sujetos a ley actúan obligatoriamente, por la fuerza de la necesidad.
La ley es lo permanente, lo estable, lo que se repite, lo que hay de idéntico en los fenómenos. La ley refleja aquello en que los fenómenos más diversos son idénticos entre sí. Lo idéntico solo ocurre en lo diverso, y lo diverso no excluye la identidad, la unidad de los fenómenos en cualquiera de sus aspectos o propiedades. La ciencia al descubrir los nexos internos de los fenómenos sujetos a leyes, establece la identidad en lo diverso y la diversidad en lo idéntico. La ley es una relación interna, necesaria, esencial, entre dos fenómenos.
La ley se caracteriza como una relación de causa a efecto; sin embargo, dicha relación es más general que la ley, ya que la incluye en su seno. La relación causal puede no tener fuerza de ley, puede ser casual, es decir, no ser por si misma una manifestación de la ley. Ahora bien, la ley entraña necesariamente cierta relación causal, ya que provoca siempre determinado efecto.
La ley implica un nexo de causa a efecto, en su más profundo sentido. En el nexo esencial entre dos fenómenos, que es lo que constituye la ley, la acción de un aspecto se convierte en causa de la acción de otro y, a la par, en efecto suyo.
Todo fenómeno es internamente contradictorio. En su individualidad es irrepetible y, sin embargo, pese a ello, se repite y reproduce constantemente. El fenómeno es cambiante, pero lleva en sí, al mismo tiempo algo estable, firme y en reposo. La ley representa lo que continuamente se repite y se reproduce en el fenómeno.
Lo estable se haya indisolublemente unido a la universalidad, que es otro rasgo fundamental de la ley. La ley es universal en el sentido de que encarna los nexos necesarios, estables, esenciales, de todos los fenómenos de un determinado campo, sin excepción.
Por muy individual que se presente un fenómeno, sino es casual, siempre se descubrirán en el ciertos rasgos comunes, que le convierten en un fenómeno sujeto a ley.
Así pues, la ley es una relación necesaria, esencial, interna y estable de los objetos y fenómenos, expresada en los movimientos de estos.
Hegel consideró la ley como lo que permanece en calma, en reposo, en la inestabilidad de los fenómenos.
Las Academias de Ciencias de Cuba y la URSS (1981) argumentan la existencia de relaciones estables, permanentes e invariables entre las propiedades, rasgos y características de los objetos y fenómenos que cambian incesantemente, sirve de base para la abstracción de las leyes. Precisamente la ley expresa la relación estable entre determinadas propiedades y características de los objetos y procesos, resultando indiferentes si se trata de las propiedades de un objeto aislado o de diferentes objetos. Tanto los objetos como sus propiedades, no se mantienen iguales, sino que sufren diversas modificaciones que se describen en las ciencias naturales con ayuda de las variables. Pero independientemente de los cambios y las características de los objetos y procesos, en estas modificaciones siempre se pueden separar algunas relaciones estables y permanentes.
Las leyes son como las estrellas que nos orientan o guían en el infinito movimiento de los procesos materiales.
La ciencia no puede restringirse al estudio de lo variable (singular) por que la materia es infinita en su movimiento y nunca alcanzaría la meta de explicar todos los fenómenos individuales, porque estos son infinitos en su manifestación. Sin embargo, detrás de todo ese infinito movimiento de la materia, existe algo en reposo relativo, que es lo que expresa la categoría de Ley. Matemáticamente se expresa como constantes que se derivan de la interacción de las variables o procesos materiales que intervienen; por consiguiente, la ley, puede ser definida como la dependencia necesaria y esencial entre los fenómenos; es decir, las leyes expresan la constancia que se conserva en la variabilidad resultado de la interacción de los objetos materiales y en las ciencias naturales se expresan a través de magnitudes numéricas constantes.
Las leyes pueden clasificarse en estadísticas y deterministas. Las primeras expresan los nexos necesarios que ocurren en una multitud de procesos materiales casuales y por lo mismo están sujetos a probabilidad; en cambio las leyes deterministas constituyen un caso particular de las leyes estadísticas cuando la probabilidad de ocurrencia es igual a 1 y se presentan cuando el promedio coincide con el hecho casual singular. Por ejemplo cuando el precio promedio coincide con el precio individual de una mercancía. Además las leyes deterministas operan al nivel de los fenómenos singulares o individuales.
3. Del heliocentrismo griego a la Revolución Copernicana
3.1. Heliocentrismo griego
El Heliocentrismo no es nuevo, se remonta a la época griega. Así pues, Copérnico
no fue el primero en postular el heliocentrismo. Desde la época griega, en el
año 270 a.C. ya el astrónomo Aristarco de Samos conjeturó que los planetas se
movían alrededor del Sol, describiendo órbitas circulares.
Crispi
(2002), afirma que Tolomeo en su obra hace referencia a Aristarco de Samos: "en el Almagesto lo nombra como un concienzudo
observador de los solsticios y equinoccios. Parece haber interpretado estas
observaciones correctamente, atribuyendo estos fenómenos al movimiento de la
Tierra alrededor del Sol. Dedujo por esto que era necesario que la órbita
terrestre estuviera inclinada para explicar los cambios de estación.”
Arquímedes en el Arenario -el contador de Arena- se refiere a Aristarco
y su teoría así:
"Aristarco de Samos publicó
un libro basado en ciertas hipótesis y en el que parece...que el universo es
muchas veces mayor que el que ahora recibe ese nombre. Sus hipótesis son que
las estrellas fijas y el Sol permanecen inmóviles, que la tierra gira alrededor
del Sol siguiendo la circunferencia de un círculo con el Sol en medio de la
órbita, y que la esfera de las estrellas fijas también con el Sol como centro,
es tan grande que el circulo en el que supone que la tierra gira guarda la
misma proporción a la distancia de las estrellas fijas que el centro de la
esfera a su superficie."
Plutarco también hace referencia a Aristarco resumiendo su idea
geocéntrica en que el cielo es inmóvil y la Tierra se mueve sobre una órbita
inclinada rotando al mismo tiempo sobre su propio eje. En el mismo texto, Plutarco relata que Cleantes (alrededor de 260 a.C.)
denunció a Aristarco por impío, basándose en que desplazó la Tierra del centro
del universo.
De la literatura se deduce que Aristarco consideraba al Sol
como una estrella y probablemente que las estrellas eran soles.
De lo que se conoce de los pensamientos sobre el cosmos se puede resumir
que:
Fue uno de los primeros en promulgar la teoría heliocéntrica
Comenzó a medir la distancia y comparar los tamaños relativos en la
cosmología utilizando la Trigonometría.
Explicó los movimientos de rotación y traslación terrestres.
Dedujo que el eje de la Tierra se encuentra inclinado.
Amplio el tamaño del universo conocido - aunque con un gran margan de
error ya que calculó que el Sol era 19 veces más grande que la Luna y se
encontraba 19 veces más lejos, actualmente se sabe que es 400 veces más grande
y está 400 veces más lejos-.
Pudo asumir que el Sol era una estrella más de las que se observan en el cielo
3.2. Geocentrismo
La historia de la Astronomía anterior a Copérnico sistematizó y modeló la apariencia del movimiento de los planetas, el Sol y las estrellas, en un universo finito geocéntrico en el que la Tierra se encontraba inmóvil en el centro del mismo, rodeada de esferas que giraban a su alrededor. Dentro de estas esferas se encontraban (ordenados de dentro hacia afuera): la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y, finalmente, la esfera exterior en la que estaban las llamadas estrellas fijas. Se pensaba que esta esfera exterior fluctuaba lentamente y producía el efecto de los equinoccios.
El callejón en que se hallaba la astronomía medieval, pues según el modelo Ptolemaico, resultaba cada vez más complicado ajustar la teoría con los nuevos datos observacionales: se necesitaban ya más de 80 epiciclos para describir las trayectorias planetarias, de manera que a partir de las mejoras de las observaciones, en vez de haberse resuelto los problemas, se había, en palabras del propio Copérnico (siglo XVI), "engendrado un monstruo".
Todo esto chocaba con el convencimiento de Copérnico de que el Universo, por ser obra divina, debería estar regido por unas leyes matemáticas lo más simples posibles y que tanto la distribución de los astros como sus movimientos debían constituir una unidad armónica y sistemática.
La estructura -forma- del movimiento de los planetas, el Sol y las estrellas de acuerdo al modelo geocéntrico, se muestran en la figura 1.
Figura 1: Modelo geocéntrico de Tolomeo
3.3.
Heliocentrismo
Copérnico (1514), explica
que “sus predecesores recurrieron a un
elevado número de esferas celestes a fin, sobre todo, de poder explicar el
movimiento aparente de los planetas respetando el principio de uniformidad. En
verdad parecía completamente absurdo que un cuerpo celeste no se moviera
uniformemente a lo largo de un círculo perfecto. Las
teorías planetarias propuestas por Tolomeo y casi todos los demás astrónomos,
aunque guardaban un perfecto acuerdo con los datos numéricos, parecían
comportar una dificultad no menor. Efectivamente, tales teorías sólo resultaban
satisfactorias al precio de tener asimismo que imaginar ciertos ecuantes, en
razón de los cuales el planeta parece moverse con una velocidad siempre
uniforme, pero no con respecto a su deferente ni tampoco con respecto a su
propio centro. Por ese motivo, una teoría de estas características no parecía
ni suficientemente elaborada ni tan
siquiera suficientemente acorde con la razón. Habiendo
reparado en todos estos defectos, me preguntaba a menudo si sería posible
hallar un sistema de círculos más racional, mediante el cual se pudiese dar
cuenta de toda irregularidad aparente sin tener para ello que postular
movimiento alguno distinto del uniforme alrededor de los centros
correspondientes, tal y como el principio del movimiento perfecto exige. Tras
abordar este problema tan extraordinariamente difícil y casi insoluble, por fin
se me ocurrió cómo se podría resolver por recurso a construcciones mucho más
sencillas y adecuadas que las tradicionalmente utilizadas, a condición
únicamente de que se me concedan algunos postulados. Estos postulados,
denominados axiomas, son los siguientes.”
Primer postulado
"No existe un centro único de todos los círculos o esferas celestes".
Segundo postulado
"El centro de la Tierra no es el centro del mundo, sino tan sólo el centro de gravedad y el centro de la esfera lunar".
Tercer postulado
"Todas las esferas giran en torno al Sol, que se encuentra en medio de todas ellas, razón por la cual el centro del universo está situado en las proximidades del Sol".
Cuarto postulado
"La razón entre la distancia del Sol a la Tierra y la distancia a la que está situada la esfera de las estrellas fijas es mucho menor que la razón entre el radio de la Tierra y la distancia que separa a nuestro planeta del Sol, hasta el punto de que esta última resulta imperceptible en comparación con la altura del firmamento".
Quinto postulado
"Cualquier movimiento que parezca acontecer en la esfera de las estrellas fijas no se debe en realidad a ningún movimiento de ésta, sino más bien al movimiento de la Tierra. Así, pues, la Tierra –junto a los elementos circundantes- lleva a cabo diariamente una revolución completa alrededor de sus polos fijos, mientras que la esfera de las estrellas y último cielo permanece inmóvil".
Sexto postulado
"Los movimientos de que aparentemente está dotado el Sol no se deben en realidad a él, sino al movimiento de la Tierra y de nuestra propia esfera, con la cual giramos en torno al Sol exactamente igual que los demás planetas. La Tierra tiene, pues, más de un movimiento".
Séptimo postulado
"Los movimientos aparentemente retrógrados y directos de los planetas no se deben en realidad a su propio movimiento, sino al de la Tierra. Por consiguiente, éste por sí solo basta para explicar muchas de las aparentes irregularidades que en el cielo se observan".
Es en los postulados en los que está expuesta la esencia de la revolución copernicana, especialmente en el tercero, quinto y sexto; en los que están planteados el Heliocentrismo (3°), movimiento de rotación de la Tierra como generadora del movimiento aparente de la esfera de las estrellas fijas (5°) y el movimiento aparente del Sol derivado de la movilidad de la Tierra (6°).
La forma -estructura- del movimiento de los planetas alrededor del Sol se presentan en la siguiente figura (2).
Figura 2. Modelo heliocéntrico de Copérnico
En la figura 2 se presenta el modelo del sistema heliocéntrico de Copérnico, en él han desaparecido los epiciclos del modelo de Tolomeo, debido a que con el nuevo modelo en el que la Tierra se mueve, eran ya innecesarios; además, se observa que sigue existiendo la esfera de las estrellas fijas, es decir, todavía de trata de un universo finito.
Así pues la verdadera revolución astronómica de Copérnico, consistió en darle movilidad a la Tierra y al Sol inmovilizarlo y trasladarlo al centro del Universo. Específicamente, para Copérnico la
Tierra tiene tres movimientos: el de rotación que se produce cada 24 horas, que
es el genera el día y la noche, el de traslación alrededor del Sol en su órbita
elíptica que dura un año y la inclinación del eje terrestre –actualmente de
23.5°-.
Crispi (2002), cita un pasaje de la obra astronómica cumbre de Copérnico denominada Sobre las revoluciones de las órbitas celestes de 1543, en el que expone el razonamiento que lo indujo a suponer el movimiento de la Tierra: "cuando un barco navega sin sacudidas, los viajeros ven moverse, a imagen de su movimiento, todas las cosas que les son externas y, a la inversa, creen estar inmóviles con todo lo que está con ellos. Ahora, en lo referente al movimiento de la Tierra, de manera totalmente similar, se cree que es todo el universo íntegro el que se mueve alrededor de ella".
Con sus observaciones astronómicas y razonamiento abstracto, Copérnico ya había llegado a la conclusión que era el movimiento de la Tierra, la que producía la apariencia de los movimientos de los planetas y las estrellas alrededor de sí misma.
Posteriormente con las nuevas observaciones astronómicas de Tycho Brahe y las novedosas observaciones de Galileo con el telescopio, permitieron superar el el viejo Geocentrismo tolemaico,
el cual ya era incompatible con el contenido de las observaciones astronómicas,
por lo que tuvo que ser relevado por el Heliocentrismo.
4.
Leyes del movimiento de los planetas
Una vez establecido el Heliocentrismo y con él la movilidad de los planetas alrededor del Sol -esencia-, el
siguiente paso consistió en descubrir las leyes del movimiento de los mismos,
tarea emprendida por Kepler.
Para la formulación de las leyes del movimiento de los planetas, fueron de trascendental importancia, las observaciones minuciosas realizadas por el astrónomo Tycho Brahe, quien durante 30 años estuvo registrando sus observaciones y después de su muerte estuvieron a disposición de Kepler.
Las tres leyes del movimiento planetario descubiertas por Kepler, se definen en seguida:
La primera tiene carácter geométrico y expresa que
los planetas se mueven alrededor del Sol siguiendo órbitas elípticas, en uno de
cuyos focos se encuentra el Sol (figura 3).
Figura 3. Primera ley de Kepler
Cabe ponderar el cambio radical que constituye esta
primera ley. Desde los comienzos de la astronomía teórica griega las órbitas
utilizadas para salvar el fenómeno fueron siempre circulares, nunca hasta
Kepler se había probado otra curva. Por otra parte, las órbitas, que habían
sido mantenidos incluso por Copérnico, también desaparecen. Los sistemas de
deferentes y epiciclos, así como el ecuante y las circunferencias excéntricas
son ya prescindibles.
La segunda ley plantea que los planetas en su
movimiento orbital barren áreas iguales en tiempos iguales (figura 4). Esta ley está
relacionada con la velocidad que desarrollan los planetas en correspondencia
con la distancia al Sol. Cuando están más cerca en el perihelio, se mueven más rápidamente,
contrastando con su mayor lentitud cuando están más alejados del Sol durante el afelio.
Figura 4. Segunda ley de Kepler
La tercera ley establece una relación constante
entre los períodos orbitales y las distancias medias al Sol. Esta tercera ley de Kepler, se muestra en la figura 5.
Figura 5. Tercera ley de Kepler
Ley
de la gravitación universal
El descubrir las leyes del
movimiento de los planetas alrededor del Sol, no implica conocer la causa de la
movilidad. Ya Kepler intuía que estaba relacionada con la fuerza de atracción
entre los planetas y el Sol, pero fue Newton, quién partiendo de las tres leyes
de Kepler, logró formular matemáticamente la Ley de la Gravitación Universal,
en los siguientes términos: Fa = G (M1) (M2)/R2; es decir, que la
fuerza de atracción (Fa) entre dos cuerpos materiales, es directamente
proporcional al productos de sus masas -(M1) (M2)- e inversamente proporcional
a cuadrado de la distancia que los separa (figura 6). En suma, es la fuerza de atracción
–según Newton- la que mueve a los planetas alrededor del Sol, siguiendo órbitas elípticas.
Figura 6. Ley de la Gravitación Universal
5.
Discusión
La historia de la Revolución
copernicana es “rica” en enseñanzas metodológicas y filosóficas.
En el aspecto metodológico, es evidente, que el conocimiento científico se mueve de la apariencia observada –inmovilidad de la Tierra- a la esencia oculta –movilidad de la Tierra- detrás de la sensibilidad. La apariencia y la esencia son dos aspectos contradictorios inherentes a los objetos materiales y al pensamiento como reflejo mental de los mismos. La contradicción entre la esencia y la apariencia, es la que justifica la necesidad de la ciencia, ya que si coincidieran –identidad- la ciencia fuera superflua, puesto que la esencia se percibiera y la sensibilidad no requiere explicación. Pero el movimiento del conocimiento científico, no se agota con el descubrimiento de la esencia –movilidad de la Tierra y el resto de los planetas alrededor del Sol-, ya que no tiene caso estudiar lo que está cambiando permanentemente, porque hoy es una cosa y mañana es otra, es necesario descubrir lo que permanece en el movimiento, es decir, es forzoso descubrir las leyes que rigen el movimiento, en este caso de los planetas alrededor del Sol. Fue a Kepler a quien le correspondió descubrir las tres leyes del movimiento planetario. De las tres leyes, es la primera la más importante, porque es la que explica las órbitas elípticas por las que se mueven los planetas alrededor del Sol, lo que confirma y mejora el Heliocentrismo copernicano. El descubrimiento de las leyes del movimiento planetario, tampoco agota el movimiento del conocimiento, ya que el siguiente paso metodológico, es descubrir la causa del movimiento. Esta tarea la realizó el genial científico inglés Isaac Newton a fines del siglo XVII, al descubrir como causa del movimiento de los planetas alrededor del Sol, a la fuerza de atracción entre mismos y expuesta en la Ley de la Gravitación Universal. Esta ley establece que el movimiento planetario es producto de una fuerza de atracción, la cual es directamente proporcional al producto de las masas de los cuerpos que se atraen e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. La constante de gravitación universal, en realidad representa la constancia y la estabilidad que está detrás del movimiento de los objetos materiales y es la que permite explicar la variabilidad.
En el aspecto filosófico, en la Revolución Copernicana, están implícitas las tres leyes universales del movimiento de la materia y del pensamiento. La primera que tiene que ver propiamente con el tránsito recíproco de la cantidad y la cualidad y aplicada al movimiento del conocimiento científico, indica que la Revolución Copernicana constituye un salto –revolución- resultado de la acumulación gradual de conocimientos astronómicos desde la época griega hasta el Renacimiento de las ciencias –durante más de 1500 años-. La segunda, es la Ley de la Contradicción, la cual establece que en el universo todos los procesos son contradictorios y es precisamente la contradicción la que mueve a los procesos materiales y del pensamiento. La contradicción más general es la que se presenta entre el contenido y la forma. Esta es la forma de existencia del contenido. En la Astronomía el Geocentrismo es la forma como se estructura el contenido –movimiento de los planetas y el Sol alrededor de la Tierra inmóvil-. Las nuevas observaciones astronómicas y el razonamiento abstracto de Copérnico eran incompatibles con el Geocentrismo, por lo que tuvo que ceder el paso al Heliocentrismo - nueva forma- , cuyo contenido consistió en considerar el movimiento de los planetas alrededor de un Sol inmóvil. El contenido siguió desarrollándose con nuevas observaciones más precisas registradas por el astrónomo Tycho Brahe, las cuales fueron cruciales para la formulación de las tres leyes del movimiento planetario por Kepler. Otro salto en el desarrollo del Heliocentrismo, fueron las observaciones astronómicas de Galileo, realizadas con el telescopio, las cuales revelaron nuevas cualidades –satélites de Júpiter, montañas en la Luna, manchas solares, etc.- que compatibilizaban con el Heliocentrismo. El Geocentrismo fue derrumbado por el movimiento imparable del contenido de las nuevas observaciones astronómicas y relevado con el Heliocentrismo. Con el Heliocentrismo se restableció la unidad del contenido –movimiento del los planetas alrededor del Sol- y la forma –estructura planetaria del contenido-. En este sentido la Revolución Copernicana, es el producto de la contradicción del heliocentrismo griego y el geocentrismo tolemaico. La contradicción entre ambos paradigmas movió al conocimiento desde el Heliocentrismo griego hasta el Heliocentrismo copernicano. Por último, la Ley de la Negación de la Negación, está relacionada con el carácter cíclico de los procesos materiales y en la esfera del pensamiento implica que para completar el ciclo se requiere pasar por doble negación: el geocentrismo tolemaico negó al heliocentrismo griego, finalmente el heliocentrismo copernicano negó al geocentrismo tolemaico, para retornar al Heliocentrismo griego, pero a un nivel superior, en el que se conservan los aspectos positivos de ambos paradigmas; se ha producido pues, la Negación de la Negación.
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Conclusiones
Las leyes universales del movimiento material y del pensamiento –Ley del Tránsito recíproco de la cantidad y cualidad, la Ley de la Contradicción y la Ley de la Negación de la Negación- constituyen una poderosa herramienta teórica y metodológica, que “ilumina” el complejo movimiento del conocimiento científico.
La apariencia y la esencia es un caso particular de la ley general de la contradicción. En este sentido es la contradicción de la apariencia y esencia, la que mueve al conocimiento científico.
El conocimiento científico se movió de la apariencia -inmovilidad de la Tierra- a la esencia -movilidad de la Tierra-.
Con el descubrimiento de la esencia no se agota el conocimiento científico, es necesario el descubrimiento de las leyes y las causas del movimiento de los procesos materiales, en este caso del movimiento de los planetas.
Con el descubrimiento de la esencia no se agota el conocimiento científico, es necesario el descubrimiento de las leyes y las causas del movimiento de los procesos materiales, en este caso del movimiento de los planetas.
La verdad no está en la sensibilidad –apariencia-. La verdad está en la esencia –aspecto interno- de los procesos materiales. En este sentido la verdad es la expresión lógica de la esencia.
El heliocentrismo
copernicano constituye toda una revolución científica –salto- en la Astronomía,
resultado de la acumulación gradual de conocimientos durante 1400 años.
El Heliocentrismo griego es negado por el Geocentrismo y éste es negado por el Heliocentrismo copernicano, para retornar al punto de partida, pero a un nivel muy superior; es decir, se ha producido la negación de la negación.
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Bibliografía
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