DIALÉCTICA
DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO (MÉTODO)
Valentín
Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
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Introducción
El objetivo de la ciencia en
general es el descubrimiento de la esencia que está oculta detrás de la apariencia
de los objetos sensibles. La ciencia como forma suprema de la conciencia
social, tiene como rasgo fundamental reflejar la esencia material en forma de
conceptos, leyes y definiciones, expresiones lógicas de la esencia, en las que
se expresa la verdad de la apariencia de los objetos percibidos por la sensibilidad
del sujeto cognoscente.
Para descubrir la esencia se requiere de un método que corresponda al contenido del objeto material de estudio. Independientemente de si se trata de ciencias naturales o de ciencias sociales, la “herramienta” mental más poderosa con que cuenta el sujeto cognoscente, es la abstracción. Esta es una actividad racional que consiste en prescindir de los aspectos singulares o casuales de los objetos de estudio para destacar las propiedades universales y esenciales que constituyen su fundamento. La abstracción se utiliza en todas las ciencias; tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias sociales; la única diferencia es que en las ciencias naturales se recurre al experimento para probar la hipótesis planteada; en cambio, en las ciencias sociales, la prueba de la hipótesis se basa en datos históricos empíricos existentes. Pero en ambos casos, la abstracción se aplica a los datos empíricos derivados del experimento en las ciencias naturales y a los datos históricos empíricos existentes en las ciencias sociales, para "depurarlos" de las contingencias -casualidades- y singularidades del objeto de estudio.
El primer resultado de la abstracción científica en la primera fase del movimiento del conocimiento de lo sensible a lo abstracto, es el concepto más general que expresa lógicamente el rasgo más universal de los objetos singulares bajo estudio. El concepto abstracto, producto de la abstracción, es la expresión lógica sintética de una multitud de fenómenos singulares. En este sentido, el concepto, es lo uno en lo múltiple, lo universal en la diversidad de los objetos singulares. Como la verdad está en la esencia, es decir, en el aspecto interno de los objetos sensibles; por consiguiente, la abstracción, tiene que descubrir no solo lo general, sino lo universal y esencial. La esencia es universal, puesto, que es lo uno, en la multitud de objetos singulares en que se manifiesta. Con el concepto abstracto, aparece la verdad abstracta. Esta es la más simple y como tal es unilateral e incompleta; en consecuencia, el conocimiento científico no concluye con la misma; tiene que moverse de lo abstracto a lo concreto del pensamiento y así transformar dialécticamente la verdad abstracta en verdad concreta. Esta es el resultado de una serie de abstracciones cada vez más particulares para apropiarse mentalmente del objeto de estudio en su totalidad concreta.
La abstracción es un actividad mental compleja de naturaleza cíclica y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.
Así pues, el conocimiento
científico se mueve cíclicamente: del objeto concreto sensible a lo abstracto,
resultado de la abstracción científica y de lo abstracto a la reproducción
mental del objeto concreto; pero no es el retorno al objeto sensible, sino al
objeto reconstruido lógicamente. De ambos momentos del movimiento cíclico del
conocimiento científico, el más importante es el ascenso de lo abstracto a lo
concreto, ya que permite reproducir mentalmente al objeto de estudio en su
totalidad concreta.
1.
Marco de referencia teórico
El fundamento teórico del
movimiento del conocimiento científico está en la ley universal de la
contradicción que opera en las ciencias naturales, ciencias sociales y del
pensamiento –lógica-, puesto, que lo general está integrado a lo particular, en
este caso la esfera del conocimiento. La ley general de la contradicción, se
particulariza como apariencia y esencia, aspectos contradictorios que mueven al
conocimiento científico de la apariencia a la esencia. El descubrimiento de la
esencia requiere del concurso de la abstracción. Esta es una actividad mental,
que deja de lado los aspectos secundarios del objeto sensible, para centrarse
en la esencia oculta detrás de la apariencia percibida por la sensibilidad. El resultado
de la abstracción es el concepto abstracto, con el que surge la verdad abstracta
más general. La verdad abstracta por naturaleza es muy general, unilateral e
incompleta, por consiguiente, tiene que moverse dialécticamente para elevarse de
lo abstracto a lo concreto, es decir, tiene que convertirse en una verdad
concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En resumen,
es la dialéctica de la apariencia y la esencia, así como la dialéctica del
movimiento de lo abstracto a lo concreto, lo que constituye el fundamento
teórico del movimiento del conocimiento científico.
1.1.
Dialéctica de la apariencia y la esencia
Rosental y Straks (1960)
expresan la compleja unidad de los aspectos internos –esencia- y externos
–apariencia- de los objetos y procesos de la realidad objetiva. En cuanto
categorías del conocimiento, la apariencia y esencia reflejan la unidad
dialéctica de los grados sensible y racional del proceso cognoscitivo, que
revela la esencia profunda de las cosas, sobre la base de la práctica.
La solución acertada del
problema de las categorías de apariencia y esencia, la justa interdependencia
dialéctica, se haya indisolublemente vinculada al desarrollo científico de la
teoría del conocimiento en general.
El error de
los materialistas sensualistas consistía en subestimar la función del
pensamiento abstracto en el descubrimiento de la esencia de los fenómenos; es
decir, en su incapacidad para comprender la compleja dialéctica del proceso
cognoscitivo. En contraposición a ellos, los materialistas racionalistas
subestimaban el papel del factor sensible. Ni unos ni otros, por otra parte,
comprendían el papel determinante que desempeña la práctica, así como el papel
de la actividad humana transformadora, como bases del progreso del
conocimiento.
Los filósofos
idealistas, por supuesto, no podían resolver tampoco el problema de las
relaciones mutuas entre la esencia y la apariencia. Los agnósticos como Kant y
otros, negaban, en general, la posibilidad de llegar a conocer la esencia y
separaban la esencia y la apariencia, como si fueran dos aspectos aislados,
limitando el objeto del conocimiento simplemente al mundo de los fenómenos. Los
idealistas racionalistas, que reconocían el papel activo que el pensamiento
desempeñaba en el conocimiento, exageraban a tal grado dicho papel, que
acababan por ver en él al creador de la realidad material, la esencia más
profunda de todos los fenómenos del universo.
Los idealistas empiristas, por el contrario, llevaban a términos absolutos el papel del factor sensible del conocimiento, considerando las sensaciones como los elementos primarios del mundo y reduciendo éste a un conjunto de sensaciones.
El materialismo
dialéctico, resuelve de modo muy distinto el problema de la esencia y la
apariencia. Esta filosofía ha superado la unilateralidad, la limitación, el
carácter metafísico del viejo materialismo y arrojado por la borda la pretensión
de los filósofos idealistas de construir un mundo a base de conceptos lógicos.
Para el materialismo dialéctico, la esencia y la apariencia son dos aspectos
indisolublemente vinculados de la realidad objetiva; uno de ellos, el aspecto
interno –la esencia- no puede manifestarse sino a través del aspecto externo
–la apariencia-. Ahora bien, los dos aspectos no coinciden nunca plenamente en
el modo de manifestarse, y es precisamente esta falta de coincidencia lo que
hace necesario el proceso mismo del conocimiento científico. En efecto, la
ciencia no tiene otro fin que el descubrir detrás de lo externo, detrás de lo
que se percibe inmediatamente, el fundamento, la esencia de las cosas; es
decir, el otro aspecto, el aspecto oculto e interno. Esta dialéctica de la
esencia y la apariencia sirve de base para resolver acertadamente el problema
de las mutuas relaciones entre el conocimiento sensible y el pensamiento
abstracto, en el descubrimiento de la esencia de las cosas. La teoría
dialéctica, materialista, del conocimiento parte del principio de que el
hombre, en el curso de su actividad práctica, entra en relaciones de
interdependencia con los objetos y fenómenos del mundo objetivo, de que sus
órganos de los sentidos reflejan dichos objetos y fenómenos, y de que, mediante
el pensamiento abstracto somete a un análisis lógico los datos suministrados
por los órganos de los sentidos. Es así como el hombre avanza del conocimiento
de la apariencia a la esencia; del conocimiento de lo inmediato, de lo externo,
al de lo mediato e interno.
La unidad de la esencia y
la apariencia reviste un carácter contradictorio. La esencia expresa algo
universal, en tanto que la apariencia hace patente a algo singular; en la
esencia se presenta el aspecto interno, profundo, de la realidad, mientras que
en la apariencia se muestra el aspecto externo, superficial; la esencia tiene
mayor estabilidad, se halla en reposo y es constante; en cambio, la apariencia
se distingue por su movilidad y mutabilidad; la esencia se manifiesta por medio
de la apariencia, en tanto que ésta se presenta en forma directa e inmediata. Así pues, la esencia es el aspecto
interno, relativamente estable, de la realidad objetiva, que permanece oculto
tras la superficie de la apariencia y que se manifiesta a través de ella. La
apariencia es el aspecto externo más móvil y cambiante de la realidad objetiva,
que constituye la forma de manifestarse de la esencia.
El conocimiento
científico, se mueve de lo empírico a lo racional. Lo empírico es lo que se
percibe por los órganos de los sentidos, pero la ciencia no se queda en lo
sensible, porque lo que se percibe no necesita explicación, pero sí constituye
el punto de partida de la ciencia. Esta tiene que avanzar de la apariencia
percibida, a lo que está detrás de la sensibilidad, lo que está oculto, lo
interno; es decir, el conocimiento científico se mueve de la apariencia de los
objetos a la esencia de los mismos. Este proceso del conocimiento de la
observación de la variabilidad de los procesos materiales, a lo relativamente
constante (leyes), constituye, el movimiento del conocimiento científico, desde
la observación hasta las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos,
pasando por la hipótesis y la prueba de hipótesis. Así pues, el conocimiento
científico se mueve de lo variable a lo relativamente estable, que se expresa a
través de constantes...porque no tendría caso que la ciencia estudiara, lo que
permanentemente esta variando, si lo que hoy es una cosa mañana es otra. La
ciencia no debe limitarse a la esfera de lo empírico, es necesario que se mueva
al ámbito de lo racional (lógico).
En el ambiente académico,
es muy común, escuchar opiniones, como: "esta es mi verdad", como si
la verdad fuera privativa de cada persona, pues, en este sentido, debe haber
tantas verdades, como número de individuos; pero entonces, si cada quién tiene
su verdad, también la ciencia sería innecesaria. Puntos de vista son muchos,
pero la verdad es una, porque la esencia es una. En este sentido, la verdad es
la expresión lógica de la esencia y es la práctica la que la confirma.
La falta de claridad
respecto a los rasgos propios de la apariencia y la esencia, así como de su
contradicción, ha llevado a los investigadores a la concepción de la identidad
de ambas categorías (conceptos generales). Esta identidad, ha tenido
repercusiones muy importantes en el desarrollo de la ciencia, a tal grado que
se considera a la percepción de los objetos materiales, como si fuera su
esencia y lo que hacen en realidad, es moverse en el campo del empirismo, sin
trascender más allá de la sensibilidad. Si la apariencia y la esencia,
únicamente fueran idénticas, la ciencia sería superflua; también son
contradictorias y ésta contradicción es la que justifica la necesidad de la
ciencia.
1.2.
Dialéctica de lo abstracto y lo concreto en el conocimiento
Según Rosental y Straks
(1960) las categorías de lo abstracto y lo concreto, están íntimamente
relacionadas con el proceso del conocimiento y están estrechamente vinculadas
con las categorías de esencia y apariencia. Estas últimas nos orientan para
entender los aspectos internos y externos de los objetos, y lo concreto y
abstracto son categorías que nos guían en el descubrimiento de la esencia
mediante la abstracción.
Lo concreto en el conocimiento refleja el hecho objetivo de que los fenómenos y
objetos de la realidad existen en una unidad, como un todo compuesto de
diferentes aspectos, cualidades y relaciones.
La imagen concreta cognoscitiva representa un reflejo unitario del objeto; es
decir, sus diferentes aspectos se presentan en una unidad, en una conexión
recíproca.
Lo abstracto puede darse en el conocimiento porque los diferentes aspectos y
las diversas propiedades y relaciones de los objetos poseen una relativa
autonomía, se distinguen entre sí, se hallan en una distinta relación con la
esencia; por ello, en el conocimiento se pueden separar unos aspectos del
objeto, abstrayéndolos de otros.
Lo abstracto surge al separar los aspectos secundarios de los fenómenos, con el
fin de captar su esencia. Esta actividad mental que permite prescindir de los
aspectos inesenciales para descubrir la esencia, se conoce como abstracción.
La práctica determina cual es la propiedad que debe destacarse como esencial.
La tarea de abstraer no solamente consiste en destacar lo que hay de común, de
idéntico, entre los objetos, sino principalmente en poner de relieve la esencia
de las cosas. La abstracción no estriba simplemente en separar lo general, sino
en destacar al mismo tiempo lo que es general y esencial en los procesos materiales.
Así pues, lo abstracto no solo refleja lo que hay de similar entre los
fenómenos, sino su esencia, su sujeción a leyes y su naturaleza universal.
Lo abstracto no es el
punto final del proceso del conocimiento, sino una etapa para elevarse a lo concreto.
En el movimiento de lo abstracto a lo concreto no se recrea el objeto sensible,
que ya existía antes e independientemente de que fuera conocido, lo que surge
es el concepto concreto de él; la verdad abstracta no existe, la verdad es
siempre concreta. Esta marcha ascendente hacia lo concreto significa una marcha
hacia el conocimiento más profundo de la esencia del objeto.
La Lógica Dialéctica considera que lo concreto es el punto de partida y de
llegada del proceso del conocimiento. Lo concreto sensible es el punto de
partida del conocimiento, lo concreto, a su vez, como síntesis y combinación de
numerosas abstracciones, es la meta del conocimiento científico y las
abstracciones aisladas constituyen el medio para alcanzar este fin.
La marcha de nuestro conocimiento desde lo concreto sensible a través de lo
abstracto hacia lo concreto, reproducido sobre la base del conocimiento de la
esencia de los fenómenos, expresa la negación de la negación del saber humano.
Lo abstracto es la negación de lo concreto sensible, y lo concreto, como
síntesis de innumerables abstracciones, es la negación de lo abstracto. Esto no
significa la vuelta a lo concreto que sirve de punto de partida, sino a lo
concreto elevado a un nivel más alto de desarrollo del conocimiento, en el que
el objeto es captado de modo más profundo y multilateral.
Kursanov
(1966) escribe que Marx en su genial Introducción a la crítica de la economía política (1857), pone de manifiesto la
inconsistencia del método rudimentario que parte inmediatamente del todo, sin
analizarlo ni descomponerlo, por ejemplo, de la población, ya que como es
abstracción no es nada, si se prescinde de las clases de que se compone. En
esta trayectoria correcta de la ciencia, lo concreto se manifiesta como un
concepto rico, pleno del contenido del saber multifacético del mundo, como la
combinación de numerosas definiciones y de conceptos particulares que revelan
las multiformes facetas y relaciones de los individuos, sintetizadas en el
concepto concreto único. Lo concreto es la unidad de lo multiforme, la unidad
de los conceptos abstractos particulares que se crean como síntesis histórico-lógicas
de éstos últimos. "Lo concreto lo es precisamente por ser la síntesis de muchas definiciones, por consiguiente, la unidad de lo multiforme".
El proceso de la dinámica del
pensamiento en el desarrollo de los conceptos de lo abstracto a lo concreto, en
línea ascendente, a través de un reflejo cada vez más profundo y completo de la
esencia de los objetos y de los fenómenos, es la ley dialéctica universal del
conocimiento. La riqueza del objeto determina la riqueza del contenido del
concepto y exige la creación en el desarrollo histórico del conocimiento de
nuevos y nuevos conceptos para su adecuada expresión. Cuanto más complejo y
rico es el objeto, tanto más rico y multiforme debe ser el concepto científico
del mismo. Cada definición abstracta es el componente necesario y un peldaño
imprescindible en la formulación de lo concreto, y solo la suma infinita de los
conceptos universales nos ofrece lo concreto en toda su plenitud.
Blauberg (1968) afirma que lo
abstracto y lo concreto (del latín “abstractio”, aislamiento; concreto de “concrescere» crecer por aglomeración) son dos
categorías dialécticamente vinculadas entre sí. Lo abstracto es un estado no
desarrollado del objeto, un estado en que todavía no se han puesto de
manifiesto por completo todas sus propiedades, todas sus particularidades; en
tanto, lo concreto es el objeto en su integridad orgánica, en toda la
multilateralidad de sus aspectos y conexiones. Son relativas las diferencias
entre lo abstracto y lo concreto. Si un objeto concreto íntegro es examinado
como parte de un sistema más general, tal objeto puede resultar abstracto. Lo
abstracto y lo concreto ayudan de modo importante a caracterizar el
conocimiento teórico acerca de los objetos. Por abstracto se entiende el
conocimiento no completo, unilateral. Este conocimiento refleja distintos
aspectos, rasgos y facetas de los objetos concretos, separados de otros de sus
aspectos y propiedades. Tal cosa posibilita examinar las propiedades de los
objetos en forma pura, al margen de cualesquiera influencias secundarias o
casuales. En este caso, sin embargo, los objetos quedan desarticulados, pierden
su integridad, la conexión interna de sus partes. En tanto, el conocimiento
sólo es verdadero cuando es concreto, cuando considera los objetos y fenómenos
de la realidad, en la total unidad de sus múltiples aspectos. El análisis
concreto no puede ser logrado repentinamente: es el resultado del movimiento
del pensar desde las determinaciones unilaterales, abstractas, del objeto,
hasta las determinaciones cada vez más complejas y dialécticamente
contradictorias. Este proceso de movimiento del pensamiento es denominado
ascenso de lo abstracto a lo concreto. Fue Hegel quien quién lo describió por
primera vez en sus rasgos generales; sin embargo, lo hizo de forma idealista al
representárselo como un proceso en el que el pensamiento hace surgir, engendra
los objetos concretos mismos. Estos en realidad existen como todo lo concreto
antes de que emerja cualquier conocimiento; mas son reproducidos, reconstruidos
mentalmente en el pensamiento en el proceso de ascenso de lo abstracto a lo
concreto. Lo concreto es concreto porque es la síntesis de muchas
determinaciones; es por consiguiente, la unidad de lo diverso. Es por eso que
en el pensamiento actúa como proceso de síntesis, como resultado y no como
punto de partida; aunque de hecho constituye el punto de partida real y por eso
mismo también el punto de partida de la contemplación y la representación. La
reproducción del objeto en el pensamiento como un todo vivo no es la simple
suma, la enumeración de las abstracciones que reflejan los diferentes aspectos
del objeto. En este proceso es superada su unilateralidad, su aislamiento y se
ubican con una lógica tal que refleja el nexo objetivo existente entre los
aspectos del propio objeto y el proceso de su desarrollo. El conocimiento no se
queda en los marcos del solo pensamiento: debe utilizar el material de la
observación empírica, remitirse frecuentemente a los hechos reales, a la
práctica, sin lo cual no puede obtenerse el cuadro acertado del objeto como un
todo concreto.
1.3. La abstracción científica
Rosental
y Iudin (1965) explican que la abstracción deriva del
latín «abstractio»: aislamiento, término que introdujo Boecio como traducción
de la expresión griega utilizada por Aristóteles. Una de las facetas o formas
del conocimiento consistente en la separación mental de varias propiedades de
los objetos y de sus relaciones con delimitación o desmembración de una
propiedad o relación determinada. La abstracción designa tanto el proceso de
separación como su resultado. Todo conocimiento se halla necesariamente unido a
procesos de abstracción. Sin ellos no sería posible descubrir la esencia del
objeto, penetrar en su interior. La división del objeto en partes y la
delimitación de las que son esenciales en él, el análisis multilateral de las
mismas en su aspecto puro, son resultado de la actividad abstractiva del
pensar. Todas las abstracciones científicas (correctas, serias, no absurdas)
reflejan la naturaleza con mayor profundidad o, mejor dicho, de manera más completa.
El carácter de la abstracción así como lo que concretamente se delimita en cada
caso concreto y también las partes del objeto de que procede la separación
mental, están determinados por los objetivos a que responda la actividad
práctica y cognoscitiva del hombre y por la naturaleza del objeto que se
investigue. La práctica nos proporciona, asimismo, el criterio para juzgar si
las abstracciones introducidas en la ciencia son auténticamente científicas. La
interpretación científica del proceso de abstracción y de sus resultados nos la
proporciona el materialismo dialéctico. El idealismo ha especulado
frecuentemente con las dificultades que ofrece la función abstractiva del
pensar. Es propio de la filosofía idealista transformar los productos de la
abstracción -conceptos, ideas- en la esencia y primer fundamento del mundo. Al
mismo tiempo, el idealismo ve las abstracciones como resultado de una actividad
arbitraria del intelecto, sin nexo alguno con el mundo objetivo ni con el hacer
práctico del hombre. Esta manera de entender la abstracción es propia del
positivismo moderno y de otras tendencias idealistas. En la lógica dialéctica,
el concepto de lo abstracto se emplea también en el sentido de lo unilateral,
lo que está sin desarrollar, a diferencia de lo concreto.
Kursanov (1966) al escribir acerca de la naturaleza del concepto, explica que está estrechamente vinculado al proceso de abstracción: por un lado como proceso de su formación y, por el otro, como su resultado, es decir, como concepto propiamente.
Hegel expuso ideas profundas acerca de
la idea dialéctica del proceso y del carácter de la abstracción. Tanto en su Ciencia de la lógica (1812-1816) como en
su Fenomenología del espíritu (1807) formula la concepción de que el concepto como abstracción suprema es la expresión y la
forma en que se manifiesta la razón. Únicamente abstrayéndose de todos los elementos
de la sensibilidad, alcanza el pensamiento su verdadera fuerza en el saber
teórico, en la ciencia, en los conceptos
como formas supremas del conocimiento. Solo sí la abstracción se lleva
hasta el fin, hasta eliminar por completo todos los elementos de las
sensaciones y las nociones, se llega al concepto en el sentido supremo,
enfático, de la palabra, como le gustaba repetir con frecuencia a Hegel.
La abstracción es un actividad mental compleja de naturaleza cíclica y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, conversión de las hipótesis en leyes (teoría); pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.
2. Marco
de referencia histórico
Hegel desde 1807 en la Fenomenología del espíritu, expone su
teoría del conocimiento, en el que el espíritu se mueve desde la conciencia
sensible hasta el saber-conocimiento- absoluto. Dicha obra constituye la
introducción a su sistema filosófico que desarrollará posteriormente. Entre
1812 y 1816 escribe su Ciencia de la
lógica, obra dividida en tres volúmenes:
A). Doctrina del ser, en la que expone la ley de
la transformación recíproca de la cantidad y la cualidad.
B). Doctrina de la esencia. Esta, es resultado de
la negación del ser y en ella expone la
ley de la contradicción.
C). Doctrina del concepto. Este es el resultado
de la negación de la esencia, con lo que se retorna al punto de partida –el ser-
pero a un nivel superior. El concepto es el producto de la abstracción y
constituye la “célula” del pensamiento abstracto.
Posteriormente en su Enciclopedia
de las ciencias filosóficas (1817) expone su sistema filosófico, el cual está
integrado por:
a). Lógica
b). Filosofía de la naturaleza
c). Filosofía del espíritu
Es en su sistema filosófico
en el que es más evidente su idealismo, pues está integrado de tal forma que el
concepto –lógica- tiene que salir de su unilateralidad para materializarse en
la naturaleza: en este sentido concibe a la realidad material como el ser otro
del espíritu –concepto-; es decir, es el espíritu –Dios- el que crea a la
naturaleza material. En seguida el espíritu en su movimiento por la sociedad,
da origen a la filosofía del espíritu y culmina como espíritu absoluto y así
retornar a la lógica –idea o concepto- para cerrar el ciclo. Es decir, que lo
abstracto en su movimiento para salir de la unilateralidad crea a la realidad
material.
Marx depuró la dialéctica
hegeliana del misticismo religioso al invertir la dialéctica hegeliana y
argumentar que es el ser material el que produce el espíritu; es decir, que lo
abstracto o ideal es el reflejo de la materia en movimiento y no su creador
como lo concebía Hegel. Así en 1857 en su Introducción
general a la crítica de la economía política, afirma que parece justo
empezar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo, en la economía,
por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en
su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela
[como] falso. La población es una abstracción si deja de lado, por ejemplo, las
clases que la componen. Estas clases son, a su vez, una palabra vacía si
desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo, el trabajo
asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del
trabajo, los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo
asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si se comenzara, pues, por la
población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada
vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; de lo
concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta
alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender
el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no
tendría una representación caótica de un conjunto sino una rica totalidad con
múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que siguió la
economía política naciente. Los economistas del siglo XVII, por ejemplo,
comienzan siempre por el todo viviente, la población, la nación, el Estado,
varios estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el
análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas determinantes,
tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que esos
momentos singulares fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron los
sistemas económicos [síntesis de las abstracciones aisladas] que se elevaron desde
lo simple –trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio- hasta el
Estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial. Este último es,
manifiestamente, el método correcto. Lo concreto es concreto porque es la
síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece
en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de
partida, aunque sea el efectivo punto de partida, y, en consecuencia, el punto
de partida también de la intuición y la representación. En el primer camino, la
representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el
segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo
concreto por el camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la
ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento que, partiendo de sí
mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí
mismo, mientras que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo
concreto, es para el pensamiento sólo la
manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como un concreto
espiritual. Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo
concreto [sensible] mismo.
Marx crítica el método
seguido por la economía política, consistente en el movimiento de lo concreto
sensible a lo abstracto y después su transformación en sistemas económicos;
momentos realizados metafísicamente (aisladamente) como sino se compenetraran
dialécticamente. Para él el verdadero método dialéctico se deriva de la
concepción del lo concreto como la síntesis de múltiples determinaciones, por
esto el método correcto para apropiarse intelectualmente del objeto concreto es
la elevación de lo abstracto a lo concreto, aunque como dialéctico de ninguna
manera negaba su contra-parte –ascenso de lo concreto a lo abstracto- sólo que
en el ciclo del conocimiento el movimiento de lo abstracto a lo concreto
constituye el momento esencial.
Sweezy (1975) en su ensayo: El método de Marx, indica que Marx era
un resuelto partidario del método abstracto-deductivo, que fue una
característica tan acusada de la escuela de Ricardo. “En el análisis de las formas económicas –escribió en el prefacio a El
Capital- ni el microscopio ni los reactivos químicos son útiles. La fuerza de
la abstracción debe reemplazar a uno y otros”. Más aún, Marx aceptaba y
practicaba lo que los teóricos modernos han llamado el método de las
aproximaciones sucesivas, que eliminando suposiciones simplificantes en las
etapas sucesivas de la investigación, de modo que la teoría pueda tomar en
cuenta y explicar una esfera cada vez más vasta de fenómenos reales.
Aun después de que la tarea
del investigador ha sido terminada, sin embargo, sigue careciendo de una
fórmula soberana que lo guíe. Como muy correctamente lo hacía notar Hegel en la
introducción de su Filosofía de la
historia: en el “proceso del
entendimiento científico, es de importancia distinguir y poner de relieve lo
esencial. Pero a fin de hacer esto posible debemos saber qué es la esencia”.
Poner de relieve lo esencial y hacer posible su análisis: esa es la tarea
específica de la abstracción. Pero ¿por dónde empezar? ¿cómo distinguir lo
esencial de lo no esencial? La metodología puede plantear estas cuestiones,
pero por desgracia no puede suministrar respuestas ya hechas. Si pudiera, el
proceso del entendimiento científico sería una cuestión bastante más de rutina
de lo que realmente es. En la práctica, se precisa formular hipótesis acerca de
lo que es esencial, profundizar en éstas hipótesis y comprobar las conclusiones
con los datos de la experiencia. Si hemos de comprender la obra de un hombre de
ciencia determinado, debemos, por consiguiente, tratar de identificar su
hipótesis clave y descubrir, si es posible, de dónde las obtiene y cómo
desarrolla sus implicaciones. Apenas es necesario hacer notar que esto no
siempre es cosa fácil, pero en el caso de Marx se sabe lo suficiente de su
desarrollo intelectual para hacer el intento.
Como estudiante
universitario, Marx se concentró en la ciencia del derecho y la filosofía,
aspirando una carrera académica.
Tenemos en el justamente
famoso prefacio a la Crítica de la economía política de 1859 una
declaración de Marx relativa a su desarrollo intelectual durante estos años
decisivos.
“Mis
estudios me condujeron –escribió Marx- a la conclusión que las relaciones
jurídicas al igual que las formas del Estado no podrían ni ser entendidas en sí
mismas, ni explicadas por el llamado progreso general de la mente humana, sino
que tienen sus raíces en las condiciones materiales de la vida que Hegel resume
a la manera de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de
sociedad civil”; la anatomía de esa sociedad civil ha de verse en la economía
política. El estudio de ésta última, que había yo emprendido en París, lo continué
en Bruselas”.
La conclusión a que llegó y
la cual, una vez alcanzada, siguió sirviendo de hilo conductor en sus
investigaciones, puede ser brevemente resumida como sigue: “En la producción social que realizan los hombres entran en
determinadas relaciones, que son independientes de su voluntad; estas
relaciones de producción corresponden a una etapa determinada de desarrollo de
las fuerzas materiales de producción. La suma total de estas relaciones de
producción constituye la estructura económica de la sociedad –la base real-
sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la cual
corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción en
la vida material determina el carácter general de los procesos sociales, políticos
y espirituales de la vida. No es la conciencia de los hombres la que determina
su existencia, sino que, por el contrario, su existencia social determina su
conciencia. En cierta etapa de su desarrollo, las fuerzas materiales de
producción de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción
existentes, o –lo lo que no es sino una expresión jurídica de lo mismo- con las
relaciones de propiedad dentro de las cuales habían operado antes. De formas de
desarrollo de las fuerzas de producción estas relaciones de producción se
convierten en sus trabas. Entonces se abre un período de revolución social. Con
el cambio de la base económica, toda la inmensa superestructura se transforma
más o menos rápidamente”.
Una vez alcanzada la
conclusión de que la clave del cambio social se encuentra en los movimientos
del modo de producción, Marx se dedicó efectivamente a un estudio completo de
la economía política, desde el punto de vista de las leyes que rigen los
cambios en el modo de producción. “Poner
al desnudo la ley económica del movimiento de la sociedad moderna” vino a
ser así la meta científica a la que dedicó la mayor parte del resto de su vida.
Dado este objetivo ¿cómo era
posible reconocer los aspectos esenciales del problema? Marx retuvo, porque
parecían sostenerse en pie a la luz de estudios de investigación sobre la
realidad del desarrollo histórico, aquellos elementos del pensamiento de Hegel
que hacían énfasis en el proceso y el desarrollo a través del conflicto entre
fuerzas opuestas o contradictorias. A diferencia de Hegel, sin embargo, siguió
los conflictos históricos decisivos hacia sus raíces en el modo de producción;
esto es, descubrió que eran lo que él llamó conflictos de clase…De aquí se
sigue que las relaciones económicas esenciales son aquellas que están debajo y
se expresan en la forma de conflictos de clase. Estos son los elementos
esenciales que deben ser aislados y analizados por el método de la abstracción.
El propósito legítimo de la abstracción en la ciencia social no es nunca alejarse del mundo real, sino más bien aislar ciertos aspectos del mundo real para fines de investigación intensiva. Por consiguiente, cuando decimos estar operando en un alto nivel de abstracción queremos decir que consideramos un número relativamente reducido de aspectos de la realidad; enfáticamente, no queremos decir que aquellos aspectos que consideramos o no sean susceptibles de investigación histórica y de ilustración factual.
En el movimiento del
pensamiento que se eleva de lo concreto a lo abstracto y de lo abstracto a lo
concreto, es éste último el momento esencial para llegar al conocimiento
teórico del mundo. Esta idea de Marx encuentra su aplicación en El Capital, donde hace falta buscar el
método y el modo de exposición propiamente marxistas. Un examen de la manera en
que Locke, Spinoza, Hegel, Adam Smith, Ricardo, concebían las relaciones de lo
abstracto a lo concreto, la inducción y la deducción, muestra el progreso
científico aportado por la concepción dialéctica de Marx. Las relaciones de la
lógica y del desarrollo histórico real se encuentran así aclarados.
Ilienkov (1975) en su
artículo: Elevarse de lo abstracto a lo
concreto, señala que en el curso de su análisis del método de la economía
política, Marx formula una serie de proposiciones de un inmenso alcance
filosófico. Es el caso de la tesis según la cual la única vía posible y justa
que permite al pensamiento resolver el problema específico del conocimiento
teórico del mundo que nos rodea es “elevándose
de lo abstracto a lo concreto”.
En la concepción de Marx, lo
concreto es “la unidad de la diversidad”.
“Esta es la razón de que aparezca en el
pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida,
aunque sea el verdadero punto de partida de la intuición y la representación”…el
todo, tal como aparece en el espíritu, como una totalidad pensada, es un
producto del cerebro pensante, que se apropia el mundo de la única forma que le
es posible, según modo que difiere de la apropiación artística, religiosa,
práctico-espiritual de ese mundo”.
El método que se eleva de lo
abstracto a lo concreto, donde “las
determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por la vía
del pensamiento”. Es un método específico que “sólo es para el pensamiento la manera de apropiarse lo concreto, de
reproducirlo bajo la forma de un pensamiento concreto”.
Solo este método permite al
teórico resolver su problema de investigación especial: la transformación en
concepto de los datos de la intuición y de la representación.
Marx es, ante todo, un
materialista. En otros términos: el parte del hecho de que las abstracciones
con ayuda de las cuales, por la síntesis de las cuales, el teórico reconstruye
el mundo por el pensamiento, representan copias mentales de momentos particulares
de la realidad objetiva misma, momentos puestos en evidencia por el análisis.
Dicho de otra forma, suponemos como evidente que cada definición, tomada
aparte, es el producto de la generalización y del análisis de los datos
inmediatos de la intuición. En este sentido (pero solamente en este sentido)
ella es el producto de la “reducción” de lo concreto en la realidad a su
expresión sintetizada y abstracta en la conciencia.
En lo que concierne a las
definiciones que usaba la economía política pre-marxista, Marx dice que ellas
son todas productos del movimiento de lo concreto, dado en la representación
hacia las abstracciones cada vez más descarnadas (desmaterializadas). Por eso
Marx caracteriza el camino histórico recorrido por la economía política como un
camino que parte de lo real y lo concreto y conduce primero a las “abstracciones más descarnadas”, y
solamente después de éstas abstracciones descarnadas a un sistema, a una
síntesis, a una combinación de abstracciones que forman una teoría.
“Reducir” la plenitud
concreta de la realidad a su expresión abstracta en la conciencia, es
evidentemente, la condición sin la cual ninguna investigación teórica especial
puede desarrollarse. Más aún esto no es solamente “premisa”, una condición
prehistórica de la apropiación teórica del mundo, sino también un momento
orgánico del proceso mismo de la edificación de un sistema de definiciones
científicas, es decir, de la actividad de síntesis del espíritu.
Es sabido que el teórico no
encuentra preparadas, a nivel de conocimiento, todas las definiciones con las
cuales él forma un sistema. Su tarea no se limita a agrupar formalmente las
frágiles abstracciones ya preparadas aplicando las reglas conocidas de esta
operación. Cuando el organiza un sistema de abstracciones ya preparadas,
obtenidas anteriormente hace siempre de ellas un análisis crítico; él las
verifica confrontándolas con los hechos y de esta forma recorre en cierto modo,
nuevamente el proceso de lo abstracto de la realidad a lo concreto del
pensamiento. Así, de este modo esta “subida” no es únicamente ni tan siquiera
una “premisa” de la edificación de un sistema científico sino un momento
orgánico de esta edificación misma.
Las definiciones abstractas
particulares, cuya síntesis da “lo
concreto en el pensamiento”, se forma en el curso de este mismo proceso.
Así, el proceso teórico que conduce al conocimiento concreto está siempre al
mismo tiempo, en cada uno de sus eslabones como en su conjunto, es un proceso
de reducción de lo concreto a lo abstracto.
En otros términos, se puede
decir que elevarse de lo concreto a lo abstracto, por una parte, y elevándose
de lo abstracto a lo concreto, por otra parte, son aquí dos formas que se
implican mutuamente en el proceso de la apropiación teórica del mundo o sea,
del “pensamiento abstracto”. Cada una de ellas no se realiza más que a través
de su contraria, en unión con ella. La elevación de lo abstracto a lo concreto
sin su contraria, la elevación de lo concreto a lo abstracto se convertiría en
un conjunto puramente escolástico de frágiles abstracciones ya hechas y
copiadas de otra parte sin un espíritu crítico. Contrariamente, reducir lo
concreto a lo abstracto al azar, sin una idea general de investigación
claramente concebida, sin hipótesis, no puede dar tampoco teoría y no la dará. Esto
sólo dará un montón desordenado de abstracciones “descarnadas”.
Pero ¿Por qué Marx, que
tiene en cuenta todo esto, hace justamente del método que consiste en “elevarse de lo abstracto a lo concreto”
el único método científico posible y correcto de apropiación teórica (del
reflejo) del mundo? Es que la dialéctica (a diferencia del eclecticismo) no
razona según el principio “de un lado,
del otro lado”, sino que indica en todos los casos el lado determinante,
dominante, el momento de unidad de los contrarios que es decisivo en el caso
considerado. He aquí un axioma de la dialéctica.
Es específico y
característico del proceso de la apropiación teórica (a diferencia de la simple
toma de conciencia empírica de los hechos) que cada “abstracción”, tomada por
separada, se forma en el curso del movimiento general de la investigación, en
el movimiento hacia una concepción cada vez llena, completa (es decir,
concreta), del objeto. Cada generalización tomada aparte (dónde la fórmula es:
“de lo concreto a lo abstracto”) no
tiene sentido en este caso sino a condición de ser un paso hacia la aprensión
concreta de la realidad por un camino que se eleve del reflejo abstracto del
objeto en el pensamiento a su expresión cada vez más concreta en el concepto.
Si un acto dado de
generalización no es al mismo tiempo un paso adelante en el desarrollo de la
teoría, un paso que va de un conocimiento ya alcanzado a uno nuevo conocimiento
más completo, si ello no hace avanzar toda la teoría y no la enriquece de una
nueva determinación general (sino que sólo hace repetir lo ya conocido), este
acto está, desde el punto de vista del desarrollo de la teoría, simplemente
desprovisto de sentido.
En otros términos lo
“concreto” (es decir el movimiento permanente hacia una comprensión teórica
cada vez más concreta) es aquí el fin específico del pensamiento teórico. En
tanto que es un fin de tal naturaleza, lo “concreto” define como ley la manera
de actuar del teórico (se trata de una acción mental naturalmente) en cada caso
particular, por cada generalización tomada aparte.
Desde ese punto de vista, lo
“abstracto” no es el fin sino el medio del proceso teórico, y cada acto de
generalización (es decir, de reducción de lo concreto a lo abstracto) aparece
como un momento “desvanecedor” en el movimiento general.
En el lenguaje de la
dialéctica, el “momento desvanecedor” es un momento que no tiene significado
por sí mismo, aparte de otros momentos, sino solamente en ligazón con ellos, en
interpretación viva con ellos, de paso.
He aquí toda la cuestión.
Porque Marx es un dialéctico, no se limita a la simple constatación del hecho
que el proceso del pensamiento teórico incluye también el movimiento de lo
concreto hacia lo abstracto y de lo abstracto hacia lo concreto, sino que pone
de relieve, ante todo, la forma del movimiento del pensamiento que es lo
dominante en el caso considerado y que determina el peso y la significación de
la forma contraria. En la investigación teórica especializada la forma que se
eleva de lo abstracto a lo concreto es la que domina. Por eso, es la específica
del pensamiento teórico.
Naturalmente esto no
significa de ningún modo que la otra forma esté totalmente ausente. Esto
significa pura y simplemente que la reducción de la plenitud concreta de los
hechos a su expresión abstracta en la conciencia no es ni la forma específica
ni aún menos la determinante del reflejo
teórico del mundo.
Para tomar la absorción de
la plenitud sensible concreta de los hechos en el seno de la abstracción por la
forma principal y determinante de la actividad intelectual del teórico, hace
falta ignorar totalmente la ciencia. Esto no es en la ciencia más que un medio
necesario para cumplir con una tarea más seria, específica, de la apropiación
teórica del mundo y de la meta real de la actividad del teórico. La
reproducción de lo concreto en el pensamiento es el fin que determina el peso
específico y la importancia de cada acto de generalización tomado por separado.
No se pueden presentar las
cosas como si cada ciencia debiera primero pasar por una etapa de aproximación
exclusivamente analítica del mundo, que
sería una etapa de reducción puramente inductiva de lo concreto a lo abstracto,
para solamente después que ese trabajo haya sido completamente terminado poder
llegar a “reunir” las abstracciones obtenidas en sistemas y “elevarse de lo abstracto a lo concreto”.
Cuando Marx se refiere a la
historia de la economía política burguesa y subraya que desde el momento de su
aparición ha tomado el camino del análisis unilateral para no comprometerse
sino más tarde por un camino “científicamente correcto”, no quiere decir con
eso que cada ciencia contemporánea deba seguir ese ejemplo y pasar por una
etapa puramente analítica antes de elevarse de lo abstracto a lo concreto.
El método exclusivamente
analítico no es una virtud que se puede recomendar como modelo de imitación.
El, más bien, ha expresado la inevitable limitación histórica de la economía
política burguesa que provenía, en particular, de la ausencia de un método
elaborado del pensamiento dialéctico. La lógica dialéctica no recomienda
solamente a la ciencia contemporánea comenzar por el análisis puro y por la
pura reducción de lo concreto a lo abstracto para pasar seguidamente a una
síntesis también pura, a una pura elevación de lo abstracto a lo concreto.
Recordemos solamente una vez
más, que no se entiende únicamente por datos de la intuición y la
representación lo que el individuo se representa personalmente bajo forma de
imagen sensible. Esta sería una interpretación extremadamente estrecha y completamente
falsa; esa era la interpretación de la filosofía pre-marxista y la de la
concepción antropológica del tema del conocimiento. Marx entendía siempre por
esto la masa de experiencia empírica socialmente acumulada, toda la colosal
masa de nociones empíricas suministradas al teórico por los libros, los
panoramas estadísticos, las revistas y los testimonios. Hoy tendríamos que
agregar la colosal masa de información proporcionada por los medios
electrónicos (internet).
Pero los almacenes de la
memoria social conservan todos estos datos empíricos bajo una forma contraída y
reducida ya a la expresión abstracta. Han sido ya expresados en lenguaje, en
terminología, en cifras, en cuadros y otras formas “abstractas”. La tarea
específica del teórico que parte de toda esta información sobre la realidad no
consiste, bien entendida, en darle a esta expresión “abstracta” una forma aún
más abstracta. Al contrario comienza siempre procediendo a un análisis crítico
de las abstracciones del nivel empírico del conocimiento y las rehace para
seguidamente avanzar, criticando la estrechez y el subjetivismo de tales
abstracciones y destruyendo las ilusiones que ellas contienen desde el punto de
vista de la realidad en su conjunto concreto. En este sentido (y sólo en este
sentido), el paso del estado empírico al estado racional del conocimiento
aparece también como un paso “de lo abstracto a lo concreto”.
La vieja lógica entendía,
con más o menos espíritu de consecuencia, por “inducción” el análisis de los
hechos empíricos, el proceso de formación de las determinaciones analíticas de
un hecho. Por esto, la inducción parecía ser el medio, sino único, fundamental
de acceder a un nuevo conocimiento. En cuanto a la deducción, se consideraba
esencialmente como un proceso de análisis del concepto que establecía las
distinciones en el interior de éste. Como tal, aparecía sobre todo como un
proceso y como forma de explicación, de exposición de un conocimiento ya
preparado, existente ya en la cabeza y no bajo la forma de creación de nuevos
conocimientos, de conceptos nuevos. El hombre (a condición que piense realmente
los hechos) no analiza los hechos empíricos con una conciencia “vacía” sino con
una conciencia que ha desarrollado en el curso de la educación. Es decir, capta
siempre los hechos desde el punto de vista de tal o cual concepto. Lo quiera o
no, no puede sin esto pensar activamente, comprender los hechos; en el mejor de
los casos, no puede sino constatarlos activamente.
Dentro de la más simple
generalización, la inducción está indisolublemente ligada con la deducción: el
hombre expresa los hechos en conceptos, y esto significa que toda nueva
definición analítica de los hechos se forma al mismo tiempo como nueva
determinación, más concreta, del concepto desde el punto de vista del cual él
piensa estos hechos. En el caso contrario, no se forma, de ninguna manera, la
determinación analítica del hecho.
Quien crea expresar los
hechos “absolutamente sin idea preconcebida”, sin ningún concepto
“anteriormente admitido”, no está desprovisto de ellos. Al contrario, es
inevitablemente esclavo de los conceptos más vulgares y más absurdos.
También
aquí la libertad no consiste en escapar a la necesidad, sino en asimilarla conscientemente.
La verdadera ausencia de prevención no consiste en expresar los hechos sin el
menor concepto “anteriormente admitido”, sino expresarlos con la ayuda de
conceptos justos conscientemente asimilados.
Engels ha mostrado esto
magníficamente a propósito de las categorías filosóficas de su crítica del
empirismo. El científico que hace gala de su “libertad” con respecto a toda
categoría lógica, por regla general, prisionero de las más vulgares
representaciones a este respecto, no está en condiciones de formarlas él mismo
“partiendo de los hechos”; esto sería tener la pretensión de realizar él
completamente solo lo que no puede lograr sino la humanidad en toda su
evolución. Por ello, en realidad, él toma siempre las categorías lógicas de una
filosofía. La cuestión se reduce a saber de qué filosofía: de un mal sistema
que está de moda o de un sistema que representa realmente el último grado del
desarrollo y que se basa en toda la historia de las investigaciones y de las
adquisiciones del pensamiento humano.
Esto no concierne,
naturalmente, sólo a los conceptos filosóficos. Lo mismo sucede con las
categorías de no importa que ciencia. El hombre no comienza jamás a pensar “a
partir del comienzo”, directamente a partir de los hechos. Sin ideas en la
cabeza no se puede percibir ningún hecho, decía Pavlov. La “intuición” sin
significación y la “inducción” sin idea es ficción, de la misma manera que el
“pensamiento puro”.
En consecuencia, la
“inducción empírica” se realiza como proceso de concretización, de
representación de los conceptos con los cuales se emprende el examen de los hechos;
es decir, como deducción, como proceso de completar los conceptos iniciales con
determinaciones más detalladas, obtenidas a partir de los hechos por vía de
abstracción.
La dialéctica materialista
ha “abolido” la vieja oposición entre la deducción y la inducción. La deducción
deja de ser un procedimiento de extracción formal de determinaciones contenidas
a priori en un concepto y se convierte en un procedimiento de desarrollo real
de los conocimientos sobre los hechos de su movimiento y su interacción
interna. Esta deducción cierra orgánicamente en sí misma el momento empírico;
se logra precisamente por el análisis más riguroso de los hechos empíricos, por
la inducción. Pero en el caso presente, las denominaciones “inducción” y
“deducción” no expresan nada sino una semejanza exterior y formal entre el
método de la dialéctica materialista y los métodos correspondientes de la
lógica tradicional. En efecto, esto no es ni la deducción ni la inducción, sino
otra cosa que incluye en sí misma, en tanto que “momento abolido”, la una y la
otra. Ambas se realizan al mismo tiempo, en tanto que contrarias; implicándose
recíprocamente, justamente por su interacción, crean una forma más elevada de
desarrollo lógico.
Esta forma más elevada, que
une orgánicamente en sí misma el análisis de los hechos con el análisis de los
conceptos, es precisamente la forma de paso de lo abstracto a lo concreto de la
que habla Marx. Es la única forma lógica de desarrollo del conocimiento que
corresponde a la naturaleza real del objeto. En efecto, sólo con su ayuda lo
concreto objetivo puede ser reproducido en el pensamiento como realidad
históricamente desarrollada. No se puede hacer de ninguna otra forma.
El método que se eleva de lo
abstracto a lo concreto ya no puede ser interpretado como un procedimiento
puramente lógico para sintetizar en un sistema único las abstracciones ya
preparadas, obtenidas previamente por vía puramente analítica. La concepción
según la cual el conocimiento procedería primero a un análisis “puro”, en el
curso del cual se elaborarían múltiples abstracciones después de una síntesis
pura, tal concepción pertenece al tipo de fantasías propias de la teoría
metafísica del conocimiento, como la de la inducción sin deducción.
El análisis y la síntesis
son (y han sido siempre) procesos lógicos contradictorios del proceso del
pensamiento, tan inseparables como la deducción de la inducción. Si tal o cual
época ha sobrestimado una en perjuicio de la otra, no es necesario hacer de
esto una ley a la que el pensamiento deba obedecer en el futuro, una ley
lógica, conforme a la cual cada ciencia primero debiera pasar por una etapa
“puramente analítica” para en seguida, apoyándose en ella, pasar a una etapa
sintética.
Sin embargo, sobre una tal
concepción se funda la idea de que el método que se eleva de lo abstracto a lo
concreto no puede ser empleado sino cuando se ha terminado enteramente el
proceso previo de “reducción” de lo concreto a lo abstracto. Este método es
ante todo un procedimiento de análisis de los hechos empíricos reales. Como
tal, incluye en calidad de contrario interno necesario el movimiento “inverso”;
cada paso por esta vía no es otra cosa que un acto que se eleva de lo concreto
dado sensible a su expresión teórica abstracta. Por esto, el proceso de
elevación de lo abstracto a lo concreto en el pensamiento es al mismo tiempo un
movimiento, sin cesar renovado, de lo concreto en la intuición y la
representación a lo concreto en el concepto.
Las determinaciones
abstractas de los hechos dados sensibles que están sintetizadas en sistemas
cuando nos elevamos hacia la verdad concreta, se forman en el curso del
movimiento mismo. No se encuentran en ningún caso preparadas como productos de
una etapa anterior, que se dice es puramente analítica del conocimiento lógico.
Y si existe algún sentido en
la afirmación según la cual, para elevarse de lo abstracto a lo concreto, es
necesario reducir en forma puramente analítica lo concreto empírico sensible a
una expresión abstracta por su esencia y como fase anterior particular de actividad
lógica en el tiempo, este sentido reside en que el examen teórico de la
realidad supone la presencia de un vocabulario desarrollado, de una
terminología espontáneamente constituida, de un sistema de representación
general abstracto. Esta etapa “puramente analítica” de reflejo de la realidad
objetiva en la conciencia no es sino la premisa de la actividad teórica lógica
y no su primera fase.
Podemos, pues resumir. El
método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es una forma
específica de acción del pensamiento y de elaboración lógica en conceptos de la
intuición y de la representación. No es, en ningún caso un procedimiento
artificial, una manera de exponer los conocimientos preparados ni un medio
formal de reunir en sistema las abstracciones ya existentes. Es sobre todo, la
ley “natural” del desarrollo teórico de la humanidad, puesta en evidencia por
la filosofía, después transformada en método de desarrollo de la teoría
conscientemente empleada.
Cada generalización
“inductiva” tomada aparte (cuya fórmula es: de lo concreto en la intuición a lo
abstracto en el pensamiento), se realiza en efecto, siempre en el contexto del
movimiento general del conocimiento, y en este sentido no es sino “momento que
se desvanece” en la marcha del movimiento general hacia la verdad concreta. Así
pues, la elevación de lo abstracto a lo concreto en el pensamiento y la
dialéctica del pensamiento son aspectos indisolublemente ligados.
Si se considera
dialécticamente el proceso del conocimiento, el método que se eleva de lo
abstracto a lo concreto, la determinación teórica general del objeto dado en la
intuición y la representación a determinaciones cada vez más concretas,
representa la forma teóricamente justa de la transformación de los hechos
empíricos en conceptos.
Sería completamente erróneo
no ver la necesidad de este método sino el hecho de que la conciencia del
hombre es incapaz de abarcar de un solo golpe toda la complejidad de un objeto
y que necesita “elevarse” de una representación del objeto incompleta,
unilateral (abstracta), a un conocimiento más completo. Esto no sería una
explicación sino la simple repetición de un hecho trivial. Que la conciencia
sea efectivamente tal es evidente.
La simple toma de
conocimiento de un objeto, de un fenómeno se desarrolla también como un proceso
de apropiación gradual y progresivo de detalles cada vez más nuevos; ella pasa
de una representación unilateral y pobre a otra más completa (pero siempre
puramente empírica). El proceso de acumulación de los datos empíricos por medio
de los cuales la realidad es percibida sin ser todavía conocida transcurre
también como un desarrollo del conocimiento unilateral.
El método que se eleva de lo
abstracto a lo concreto no es sino un método de reflejo de la realidad concreta
en el pensamiento, y no un método de creación de esta realidad por la fuerza
del pensamiento, como lo creía Hegel. Por esto el punto de partida y el orden
del desarrollo lógico de los conceptos, según éste método, no depende del
pensamiento, sino exclusivamente, como lo ha mostrado Marx, de las relaciones
en las cuales se encuentran los diferentes aspectos de un todo concreto de los
unos con relación a los otros.
En conclusión es evidente
que el conocimiento se mueve de lo unilateral e in completo, a lo más completo;
es decir, el conocimiento se eleva de lo abstracto a lo concreto, tal como
sucede en la realidad y porque lo más abstracto orienta el movimiento del
conocimiento.
3. Discusión
El movimiento del conocimiento es un proceso complejo que inicia con la observación del objeto concreto sensible, particularmente con los datos empíricos derivados de la observación y datos empíricos históricos; y con los antecedentes de trabajos similares y con un marco de referencia teórico, se propone una hipótesis, como explicación tentativa del problema objeto de investigación. En seguida, se procede a la prueba de la hipótesis planteada. Si se trata de un problema de investigación de las ciencias naturales, se recurre al experimento, para reproducir el fenómeno en condiciones artificiales y medir las variables. Los datos empíricos, se comparan, se analizan y se sintetizan, para concluir la validez de la hipótesis propuesta. Si los datos empíricos confirman la hipótesis planteada, la hipótesis se transforma en ley. Esta en su expresión lógica, es una de las formas del pensamiento, la más importante en que se expresa la verdad de los fenómenos naturales y como se ha expuesto es en la esencia donde se encuentra la verdad de la apariencia cambiante de los objetos sensibles. Resulta que la ley está estrechamente emparentada con la esencia, ya que la ley expresa la estabilidad relativa que está detrás de los fenómenos concretos cambiantes y la esencia también está oculta detrás de la movilidad de los fenómenos naturales cambiantes, es decir, es lo que permanece en el mundo cambiante de la apariencia. Tanto la ley como la esencia están en el mismo nivel, más allá del mundo sensible cambiante y expresan la constancia relativa que permanece en el movimiento de los objetos naturales, ya que no tendría sentido el estudio de lo cambiante por sí mismo, ya que hoy es una cosa y mañana es otra, solo las leyes permiten explicar el movimiento de los procesos que se expresan a través de variables y la ley se expresa como una constante cuando es posible fundamentarla matemáticamente. Así pues, se ha dado un salto en el movimiento del conocimiento, del objeto sensible se ha pasado a lo abstracto, a ley en la que se expresa lógicamente la esencia de los objetos percibidos como apariencia por nuestra sensibilidad. Pero, el conocimiento no concluye con el descubrimiento de la ley más general, con la verdad abstracta, es necesaria su elevación a la categoría de verdad concreta -teoría-, a través de una serie de abstracciones cada vez más particulares, para reproducir mentalmente al objeto concreto, por medio de un conjunto de leyes que expliquen en su totalidad concreta al objeto de estudio. En todo el proceso del conocimiento está presente la abstracción, ya que su fin es dejar de lado los aspectos singulares cambiantes de los datos empíricos del objeto de estudio, obtenidos del experimento y datos históricos de apoyo, para descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos.
En las ciencias sociales, no es posible recurrir a la experimentación y como no se cuenta con reactivos químicos, ni microscopios, ni telescopios, etc.; solo se tienen datos empíricos históricos de los acontecimientos sociales a los cuales el sujeto cognoscente tiene que aplicar la abstracción, para descartar los aspectos singulares y casuales de los acontecimientos sociales, con la finalidad de descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento de los movimientos sociales.
Tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias sociales, la abstracción es la principal "herramienta" mental para descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento del movimiento de los objetos materiales.
Así pues, la abstracción es una habilidad mental compleja de naturaleza cíclica que se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.
El movimiento del conocimiento es un proceso complejo que inicia con la observación del objeto concreto sensible, particularmente con los datos empíricos derivados de la observación y datos empíricos históricos; y con los antecedentes de trabajos similares y con un marco de referencia teórico, se propone una hipótesis, como explicación tentativa del problema objeto de investigación. En seguida, se procede a la prueba de la hipótesis planteada. Si se trata de un problema de investigación de las ciencias naturales, se recurre al experimento, para reproducir el fenómeno en condiciones artificiales y medir las variables. Los datos empíricos, se comparan, se analizan y se sintetizan, para concluir la validez de la hipótesis propuesta. Si los datos empíricos confirman la hipótesis planteada, la hipótesis se transforma en ley. Esta en su expresión lógica, es una de las formas del pensamiento, la más importante en que se expresa la verdad de los fenómenos naturales y como se ha expuesto es en la esencia donde se encuentra la verdad de la apariencia cambiante de los objetos sensibles. Resulta que la ley está estrechamente emparentada con la esencia, ya que la ley expresa la estabilidad relativa que está detrás de los fenómenos concretos cambiantes y la esencia también está oculta detrás de la movilidad de los fenómenos naturales cambiantes, es decir, es lo que permanece en el mundo cambiante de la apariencia. Tanto la ley como la esencia están en el mismo nivel, más allá del mundo sensible cambiante y expresan la constancia relativa que permanece en el movimiento de los objetos naturales, ya que no tendría sentido el estudio de lo cambiante por sí mismo, ya que hoy es una cosa y mañana es otra, solo las leyes permiten explicar el movimiento de los procesos que se expresan a través de variables y la ley se expresa como una constante cuando es posible fundamentarla matemáticamente. Así pues, se ha dado un salto en el movimiento del conocimiento, del objeto sensible se ha pasado a lo abstracto, a ley en la que se expresa lógicamente la esencia de los objetos percibidos como apariencia por nuestra sensibilidad. Pero, el conocimiento no concluye con el descubrimiento de la ley más general, con la verdad abstracta, es necesaria su elevación a la categoría de verdad concreta -teoría-, a través de una serie de abstracciones cada vez más particulares, para reproducir mentalmente al objeto concreto, por medio de un conjunto de leyes que expliquen en su totalidad concreta al objeto de estudio. En todo el proceso del conocimiento está presente la abstracción, ya que su fin es dejar de lado los aspectos singulares cambiantes de los datos empíricos del objeto de estudio, obtenidos del experimento y datos históricos de apoyo, para descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos.
En las ciencias sociales, no es posible recurrir a la experimentación y como no se cuenta con reactivos químicos, ni microscopios, ni telescopios, etc.; solo se tienen datos empíricos históricos de los acontecimientos sociales a los cuales el sujeto cognoscente tiene que aplicar la abstracción, para descartar los aspectos singulares y casuales de los acontecimientos sociales, con la finalidad de descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento de los movimientos sociales.
Tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias sociales, la abstracción es la principal "herramienta" mental para descubrir la esencia y las leyes que rigen el comportamiento del movimiento de los objetos materiales.
Así pues, la abstracción es una habilidad mental compleja de naturaleza cíclica que se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.
4.
Conclusiones
El universo deriva etimilógicamente de uno y su unidad esta en su naturaleza material, ya que todo lo que existe es materia que se mueve. Específicamente el universo es la unidad contradictoria de lo finito y lo infinito. Lo finito, como lo indica su nombre es lo que tiene fin y desde luego principio, por consiguiente, se caracteriza por su continuo aparecer y desaparecer. Para la ciencia no tendría sentido estudiar lo finito, ya que hoy es una cosa y mañana es otra. Pero detrás de lo finito, debe existir algo que permanece y que constituye su contra-parte: lo infinito, que se define como lo que no tiene fin, pero que es relativamente constante y como tal debe ser objeto de la ciencia. En este sentido, la dialéctica del conocimiento científico o método, se orienta al descubrimiento de lo infinito que está oculto en lo finito cambiante. Para conocer lo infinito, la ciencia inicia con lo finito sensible pero enfocado de distas formas para descubrir su esencia.
El movimiento del conocimiento, de lo sensible a lo infinito se muestra en la imagen siguiente.
Imagen 1. Método científico general
Para descubrir la esencia,
el conocimiento científico tiene que moverse del objeto sensible concreto a lo
abstracto –esencia- a través de la abstracción. Esta es una actividad mental,
que consiste en prescindir de los aspectos secundarios del objeto de estudio, e implica el uso de otras formas complementarias del pensamiento abstracto, tales como son: la comparación, el análisis y la síntesis, la inducción y la deducción, etc., para finalmente descubrir la esencia y la ley, que están detrás de la apariencia cambiante de los fenómenos materiales.
La abstracción es un proceso mental complejo de naturaleza cíclica y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.
La abstracción es un proceso mental complejo de naturaleza cíclica y se mueve; primero, desde el objeto sensible a la esencia y de ésta al concepto abstracto -verdad abstracta-; segundo, desde la verdad abstracta a la verdad concreta, para apropiarse del objeto de estudio en su totalidad concreta. En este proceso mental participan la observación, la formulación de hipótesis, prueba de hipótesis, ley y teoría; pasos metodológicos necesarios para culminar en un sistema de conceptos, definiciones y leyes, que explican racionalmente el movimiento de los objetos materiales.
Al igual que los procesos
materiales, el conocimiento científico también se mueve cíclicamente: de lo
concreto sensible, a lo abstracto y de lo abstracto a lo concreto del
pensamiento. En este movimiento general, el papel central lo desempeña la abstracción, tanto en las ciencias naturales, como en las ciencias sociales, pues, en ambos casos, el conocimiento tiene que moverse de los datos empíricos e históricos del objeto sensible, formulación de hipótesis, prueba de la hipótesis, transformación de la hipótesis en una ley muy general -verdad abstracta- y finalmente concluir en una teoría -verdad concreta-.
De los dos momentos que
integran el movimiento cíclico del conocimiento, el más importante para
reproducir lo concreto en el pensamiento es el movimiento de lo abstracto a lo
concreto mental.
La esencia hecha pensamiento
es la verdad y con el descubrimiento de lo abstracto –esencia- aparece la
verdad abstracta, que por su naturaleza general es insuficiente para apropiarse
intelectualmente del objeto concreto en su totalidad. Es necesario moverse de
la verdad abstracta a la verdad concreta a través de sucesivas abstracciones,
para culminar con la síntesis de las múltiples determinaciones del objeto
concreto y así apropiárselo integralmente.
El método general del conocimiento científico no suplanta a los métodos de las ciencias particulares, pero lo general al estar inmerso parcialmente en lo particular, constituye su fundamento teórico. En sí, es la generalización de los rasgos comunes inherentes a los métodos de las ciencias particulares, tanto naturales, como sociales. El método general del conocimiento es lo uno -universal- en la diversidad de los métodos particulares.
El método general del conocimiento científico no suplanta a los métodos de las ciencias particulares, pero lo general al estar inmerso parcialmente en lo particular, constituye su fundamento teórico. En sí, es la generalización de los rasgos comunes inherentes a los métodos de las ciencias particulares, tanto naturales, como sociales. El método general del conocimiento es lo uno -universal- en la diversidad de los métodos particulares.
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