REVOLUCIONES
TECNOLÓGICAS CAPITALISTAS INCOMPATIBLES CON EL EMPLEO
Valentín
Vásquez
Oaxaca,
México
valeitvo@yahoo.com.mx
Introducción
El
rasgo general que caracteriza al capitalismo es la producción de mercancías,
régimen en el que hasta la fuerza de trabajo humana se transforma en mercancía,
como resultado de la expropiación de los medios de producción de los
productores directos (campesinos y artesanos), para convertirlos en mano de
obra libre, dispuesta a vender su capacidad de trabajo a los capitalistas
propietarios de los medios de producción expropiados.
La
fuerza de trabajo como toda mercancía tiene valor de valor y valor de uso. Su
valor representa el tiempo de trabajo socialmente necesario para la
subsistencia del obrero y se expresa en los medios de subsistencia necesarios
para su existencia y es equivalente al salario que percibe el trabajador. Es
decir, la fuerza de trabajo se intercambia por su valor y se expresa como
salario. En este sentido se trata de un intercambio de equivalentes. En
consecuencia no hay posibilidad de plusvalía. No obstante, el valor de uso de
uso de la fuerza de trabajo consiste precisamente en el trabajo que el obrero
desarrolla en la empresa capitalista durante la jornada laboral, la cual se
divide en tiempo de trabajo necesario en el que el trabajador produce lo
equivalente al precio (salario) de su capacidad de trabajo y, en el tiempo de
trabajo adicional en que se produce la plusvalía, que constituye la esencia del
sistema capitalista.
La
plusvalía apareció con el capitalismo y en su inicio no fue más que la
transformación formal del plus-producto en su forma dineraria del régimen feudal
que le antecedió en plusvalía absoluta, que implica una jornada laboral
dividida en tiempo de trabajo necesario y tiempo de trabajo adicional, forma de
plusvalía que prevaleció sobre todo en el período manufacturero del
capitalismo.
Sin
embargo, lo característico del capitalismo es la plusvalía relativa que implica
la constante innovación tecnológica, por medio de la cual aumenta la
productividad del trabajo, lo que permite abaratar el costo de los medios de
subsistencia de los obreros y con ello disminuir el tiempo de trabajo necesario
en el que el obrero compensa el salario que percibe y, por consiguiente,
aumentar el tiempo de trabajo adicional en el trabajador produce la plusvalía. Esto
ha venido sucediendo desde la primera revolución industrial en la segunda mitad
del siglo XVIII ocurrida en Inglaterra y después extendida al resto de países.
Así siguió ocurriendo con el resto de las revoluciones tecnológicas que le han
sucedido. No obstante, la quinta revolución tecnológica de naturaleza digital,
ha aumentado la productividad del trabajo a niveles sin precedentes con la
automatización de los procesos productivos e improductivos y desde luego el
aumento de la plusvalía relativa. Pero, la robotización de la economía está
causando un desempleo tecnológico masivo y, como el trabajo productivo es la
única fuente de plusvalía, entonces, la ganancia capitalista tiende a descender
a medida que disminuye la cantidad de trabajadores relevados por las máquinas. Así
pues, las fuerzas productivas han alcanzado un nivel de desarrollo con la
tecnología digital, que han entrado en conflicto con las relaciones de
producción capitalistas, contradicción que desembocará en una nueva revolución
social que relevará dichas relaciones de producción burguesas y su sustitución
por unas nuevas relaciones sociales de producción acordes con las fuerzas
productivas vigentes.
Marco de referencia teórico
Marx
(1859) en el prólogo de su obra: Contribución
a la crítica de la economía política, expresa la tesis fundamental del
materialismo histórico:
“En
la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una
superestructura política y jurídica y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la
conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, por el contrario, su
ser social el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de
su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las
relaciones existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto,
con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta
allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se
convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al
cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la
inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian estas
revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos
en las condiciones económicas de producción, que pueden apreciarse con la
exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra las formas ideológicas en
que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de
sí, no podemos juzgar a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que,
por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de
la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas
sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece
antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de
ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que
las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la
propia sociedad antigua. Por eso la humanidad se propone siempre únicamente los
objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que
estos objetivos solo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando,
las condiciones materiales para su realización”.
Una
vez expuesto el principio fundamental del materialismo histórico, Marx (1873) en
el primer tomo de El Capital analiza
el proceso de producción del capital. Consecuentemente, en esta parte se hace
abstracción del proceso de circulación. A grandes rasgos en este tomo inicia
con el análisis de la mercancía, se descubren sus contradicciones, dando como
resultado la caracterización del valor de uso y del valor. Este en su
movimiento da como resultado la teoría del valor. Este en su manifestación
externa da origen al valor de cambio, cuyo desarrollo, explica el surgimiento
del dinero. En seguida se caracterizan las diferentes formas del dinero. Luego
estudia el proceso de transformación del dinero en capital, mediante la
compra-venta de la fuerza de trabajo. Más adelante, describe el proceso de
trabajo, sus elementos –medios de trabajo, objeto de trabajo, medios de
producción y las fuerzas productivas-. En este punto también se detalla la
esencia del capitalismo: la producción de plusvalía. Sus diferentes formas se
estudian a continuación. Primero la plusvalía absoluta que se relaciona con la
lucha de la clase obrera por reducir la jornada laboral. Luego se caracteriza
la plusvalía relativa, asociada principalmente a la primera revolución
tecnológica industrial ocurrida en Inglaterra, como una forma reducir el tiempo
de trabajo necesario en el que el obrero compensa lo que recibe de salario por
el valor de su fuerza de trabajo y, en consecuencia se prolonga el tiempo de
trabajo adicional en el que se produce la plusvalía relativa. La plusvalía
extraordinaria la considera como una forma temporal de la plusvalía relativa.
Analiza la tasa de explotación y la masa de explotación. En seguida estudia el
salario en el capitalismo y particularmente, sus dos formas: salario por tiempo
y salario a destajo. En este punto crítica a la economía política clásica, por
tomar prestadas expresiones de la vida cotidiana como “precio necesario” y
“precio natural”, expresiones que se quedan en la esfera del empirismo y no
avanzan en el descubrimiento de la esencia del salario en el capitalismo.
Además, precisa la diferencia entre trabajo y fuerza de trabajo, distinción que
le permite explicar, que el obrero no vende su trabajo, sino su fuerza de
trabajo. En este sentido, el salario es la expresión monetaria del valor de la
fuerza de trabajo. Luego estudia la reproducción capitalista en sus dos
vertientes. La simple y la ampliada, lo que lo lleva a explicar la esencia de
la acumulación originaria de capital: el despojo violento de los medios de
producción a los productores directos, para convertir a los medios de
producción en propiedad del capitalista, y al mismo tiempo convertir a los
productores despojados en trabajadores libres que el capitalismo requiere.
También analiza la concentración y la centralización del capital. La
composición técnica y orgánica del capital, el ejército industrial de reserva,
etc.; procesos muy importantes relaciones con la tecnología.
Finalmente
estudia la tendencia histórica de la producción capitalista: su reemplazo por
un modo de producción en el que se haga compatible el carácter cada vez más
social de la producción que el capitalismo ha generado, con el incesante
desarrollo de las fuerzas productivas.
A
la muerte de Marx en 1883, Engels (1885) publicó el tomo II de El Capital (el proceso
de circulación del capital) en el que se explica que el desarrollo normal del
capitalismo exige necesariamente el intercambio equilibrado entre los grandes
sectores de la producción. El intercambio es una necesidad, ya que el sector I
productor de medios de producción y particularmente los capitalistas y los
obreros dedicados a ese sector adquieren productos del sector II para
satisfacer sus necesidades de consumo individual; por otro lado, el sector II y
principalmente los capitalista de ese sector necesariamente tienen que adquirir
medios de producción del sector I para seguir produciendo artículos de consumo.
En
el caso del sector I que elabora máquinas para producir, es evidente que la
reposición de su capital constante se reduce al intercambio recíproco entre los
diferentes capitalistas dedicados a ese proceso. Es decir, la reposición del
capital constante en el sector I no necesita del intercambio con el sector II,
puesto que los medios de producción para fabricar máquinas solo es función del
sector I. Por el contrario el capital variable destinado a salario y la
plusvalía del sector I solo se realiza con el intercambio con artículos de
consumo del sector II que representan al capital constante. Los capitalistas
del sector II al vender productos de consumo a los capitalistas y obreros del
sector I transforman una parte de su producción en dinero, el cual es utilizado
para la adquisición de medios de producción. En cuanto al capital variable
utilizado en salarios y la plusvalía se realizan en el seno del propio sector
II, a través de la compra de artículos de consumo para cubrir sus necesidades.
La
crisis se produce como consecuencia del desarrollo de las fuerzas productivas,
traducido fundamentalmente en la elaboración de máquinas cada vez más
perfeccionadas que al ser incorporadas a la producción de artículos de consumo,
provocan la creación de una cantidad enorme de productos que rebasan los
límites del capital variable y la plusvalía del sector I, de tal forma que se
presenta un excedente de producción que no puede ser realizado, originando que
el capital constante del sector II no pueda ser repuesto. El equilibrio se
logra solo por medio de la crisis.
La
crisis no es una sobre-producción de medios de producción, sino una sobre-producción
de artículos de consumo, debido a una mayor productividad de las máquinas.
Tanto
en el sector I como en el sector II, el mejoramiento tecnológico genera el
desplazamiento de fuerza de trabajo, por lo tanto en ambos sectores la ganancia
tiende a disminuir; en consecuencia, la crisis estalla en el momento que las
ganancias capitalistas ya no son compatibles con un mayor desarrollo
tecnológico.
El
centro del desarrollo de las fuerzas productivas reflejado en la producción de
mejores medios de producción se da en el sector I dedicado a la producción de
máquinas.
El
mayor desarrollo tecnológico en el sector I se traduce en la fabricación de
máquinas para producir máquinas, lo cual origina un mayor desplazamiento de
mano de obra. Esto provoca el descenso del capital variable y la plusvalía de
los obreros y capitalistas del sector I; proceso que conjuntamente contribuye
al descenso de las ganancias capitalistas, puesto que el peso del capital constante
aumenta en mayor proporción que el capital variable. Esto provoca que la
ganancia cada vez más se rezague respecto al volumen de los artículos de
consumo del sector II que representan al capital constante.
Con otras palabras
el descenso de las ganancias capitalistas en el sector I origina la
sobre-producción de artículos de consumo en el sector II, desencadenándose la
crisis para restablecer el equilibrio entre la ganancia capitalista del sector
I y la sobre-producción del sector II, y específicamente de los artículos que
representan al capital constante.
La
crisis se produce en el momento que el desequilibrio entre el sector I y el
sector II ya no es posible mantenerse.
La
crisis se agrava aún más, ya que también en el sector II se produce el descenso
de la ganancia, ya que la introducción de máquinas más perfeccionadas, también
desplazan mano de obra; originando que los artículos de consumo tampoco se
realicen en su totalidad por el capital variable y la plusvalía en el seno del
propio sector II. Así pues, se produce un excedente de artículos de consumo
incompatible con la ganancia de los capitalistas de ambos sectores de la
producción.
Al
igual que el segundo tomo de El Capital,
Engels (1894) publicó el tomo III (el proceso global de la producción
capitalista) en el que se expone la ley de la tendencia decreciente de la
ganancia capitalista: a medida que se desarrolla el capitalismo, el capital
constante (principalmente máquinas) va desempeñando un mayor peso en relación
al capital variable (salarios), puesto que el capitalismo produce la innovación
científica para ponerla al servicio de la producción (tecnología aplicada), y
como el capital constante no genera plusvalía, entonces, es evidente que si el
capital variable va disminuyendo en proporción al capital constante, en
consecuencia desciende la tasa de ganancia. Con otras palabras, a medida que se
desarrolla el capitalismo aumenta la composición orgánica del capital, es
decir, el capital constante se incrementa más a prisa que el capital variable,
lo cual origina que se genere un descenso de la tasa de ganancia.
La
competencia capitalista provoca que permanentemente los capitalistas
desarrollen la productividad del trabajo, a través de la mejora tecnológica,
para apropiarse de una mayor cantidad de plusvalía relativa y extraordinaria.
Sin embargo, el aumento de la productividad implica un mayor peso del capital
constante en relación al capital variable y por consiguiente la tasa de
ganancia se reduce.
Como
la producción capitalista es en esencia reproducción ampliada –acumulación-,
entonces, tanto el capital constante como el capital variable, en términos
absolutos tienden a incrementarse a medida que se desarrolla la producción
capitalista; por lo tanto, la ley de la tasa decreciente de ganancia implica
únicamente, que en forma relativa el capital variable es menor que el capital
constante.
La
ley decreciente de la tasa de ganancia capitalista es una tendencia
contrarrestada por diversas causas, entre las que destacan el aumento del grado
de explotación del trabajo asalariado, que al incrementar la producción de
plusvalía frena el descenso de la ganancia; la reducción del salario por debajo
de su valor, que al disminuir el valor de la fuerza de trabajo también
contrarresta el efecto de dicha ley; disminución del precio de los elementos
del capital constante, como consecuencia del incremento de la productividad del
trabajo; la superpoblación relativa que presiona a la baja al salario; el
comercio exterior, a través del intercambio desigual que favorece el
abaratamiento de los productos, principalmente para los países más
desarrollados y finalmente el aumento del capital por acciones. Este último
factor, contrarresta el descenso de la tasa de ganancia, mediante la
centralización del capital, puesto que la fusión de capitales aislados produce
una gran concentración de obreros en empresas de mayores dimensiones,
favoreciendo así una mayor explotación del trabajo y con ello una mayor
extracción de plusvalía.
Conforme
se desarrolla el capitalismo se incrementa la productividad. Esta al crecer
reduce el tiempo de trabajo necesario, aumentado así la tasa de plusvalía al
prolongarse el tiempo de trabajo adicional. Sin embargo, la productividad
genera un proceso contrario, puesto que al introducirse mejoras tecnológicas se
produce una disminución de la cantidad de obreros, en consecuencia se reduce la
ganancia. Así pues, a pesar de que existen factores que contrarrestan el
descenso de la tasa de ganancia, también existen factores contrarios que en
última instancia favorecen la operación de la ley de la tasa decreciente de
ganancia.
El
capitalismo tiende a desarrollar en forma absoluta las fuerzas productivas
independientemente del valor, la plusvalía y las relaciones sociales en que se
desenvuelve; pero por otro lado tiene como objetivo la producción y apropiación
de plusvalía, de aquí que frecuentemente se presenten crisis, que no son más
que soluciones violentas y momentáneas de las contradicciones existentes,
bruscos estallidos que restablecen temporalmente el desequilibrio.
La
tasa de ganancia es la fuerza motriz de la producción capitalista y solo se
origina si se puede producir con ganancia y en la medida en que es posible
producir con ella. El desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social
es la tarea histórica y la justificación del capital. Esa es precisamente la
manera en que se crea, sin saberlo, las condiciones materiales de un modo de
producción superior.
Según
Pérez (2004) entre los años de 1770 y el 2000 se han sucedido cinco
revoluciones tecnológicas, cuyas características se resumen en el siguiente
cuadro.
Cuadro
1. Revoluciones tecnológicas (1770-2000)
Revolución tecnológica
|
Nombre
|
País
|
Big bang iniciador de la
revolución
|
Año
|
Primera
|
Revolución industrial
|
Inglaterra
|
Mecanización de la industria textil
|
1771
|
Segunda
|
Era del vapor y los ferrocarriles
|
Inglaterra
|
Prueba del motor a vapor Rocket para el ferrocarril
Liverpool-Manchester
|
1829
|
Tercera
|
Era del acero, la electricidad y la
ingeniería pesada
|
Estados Unidos y Alemania
|
Inauguración de la acería Bessemer de
Carnegie en Pittsburgh Pennsylvania
|
1875
|
Cuarta
|
Era del petróleo, el automóvil y la
producción en masa
|
Estados Unidos y Alemania
|
Salida del primer modelo-T de la
planta Ford en Detroit, Michigan
|
1908
|
Quinta
|
Era de la informática y las
telecomunicaciones
|
Estados Unidos
|
Invento del microprocesador Intel en
Santa Clara, California
|
1971
|
Fuente: Pérez (2004)
Las
cinco revoluciones que se han sucedido en el marco del capitalismo, según la
autora mencionada, han tenido una temporalidad entre 50 y 60 años.
Rabilotta
(2011) afirma que en el capitalismo actual: el aumento
del capital constante destinado a automatizar o robotizar los
procesos de producción comienza el proceso irreversible de reducción constante
de la mano de obra, del capital variable en la fórmula empleada por Karl
Marx, en prácticamente todos los procesos productivos. La acrecentada
competencia entre capitalistas acentúa la baja tendencial de la
ganancia y alimenta la revolución tecno-científica que ha permitido
en el último siglo emprender el camino de la automatización del modo de
producción. Desde los años 60 comenzó a cristalizarse el modo de producción en
el cual la “mano” de la manufactura comienza a ser desplazada mecanismos,
antecesores de los actuales sistemas robóticos presentes y a veces
dominantes en la mayoría de los procesos de producción. El avanzado proceso de
automatización aumenta la producción y disminuye significativamente
la participación de “la principal fuerza productiva, el hombre”, el trabajador
asalariado, que no solo es excluido del proceso de producción sino del consumo,
es decir del mercado, fase vital para la reproducción del capital. En
otras palabras, el desarrollo de las fuerzas productivas en los principales
centros del capitalismo gracias a la automatización, la
informática y el acelerado desarrollo científico-técnico, que acelera
la disminución de la principal fuerza productiva, el hombre mismo mientras
aumenta la producción, está provocando una contradicción fundamental con las
relaciones de producción y de cambio, conflicto que causará una nueva
revolución social que relevará el capitalismo financiero actual, por otras
relaciones de producción superiores acordes con el elevado desarrollo de las
fuerzas productivas presentes, tal como lo previó Marx en 1859.
Revoluciones tecnológicas capitalistas
incompatibles con el empleo
El
rasgo genérico de las cinco revoluciones tecnológicas es el desplazamiento de
la mano de obra en los procesos económicos. Lo que ha variado es la magnitud de
la sustitución de la fuerza de trabajo en cada una de las revoluciones
tecnológicas. En la primera son las máquinas las que relevan a trabajadores e
inicia en Inglaterra con la mecanización de la industria textil en 1771.
Después en 1829 en la era del vapor y los ferrocarriles, la revolución se
produce en el transporte de mercancías y pasajeros, cambio cualitativo que
“barrió” con los carretas y carruajes, talleres y la tracción animal. En 1875
en la era del acero, la electricidad y la ingeniería pesada, se revoluciona la
industria de la construcción y la mecanización de la industria y el transporte.
La cuarta revolución conocida como la era del petróleo, el automóvil y la
producción en masa, inaugura el uso del petróleo como fuente de energía para el
movimiento del transporte automotriz. Finalmente la era de la informática y las
telecomunicaciones, que inicia en 1971 y sigue vigente en la actualidad, está
produciendo la automatización masiva de las actividades económicas, tanto
productivas como improductivas, proceso que está causando un desempleo
tecnológico masivo, tanto en los países capitalistas desarrollados como en los
países capitalistas subdesarrollados.
Oppenheimer
(2018) con base en la experiencia de haber constatado en Europa, Asia y América
y, además, entrevistas con expertos en el impacto de la tecnología digital en
el mundo laboral, concluye que: “es probable que, en las próximas dos décadas,
casi la mitad de los trabajos sea reemplazada por computadoras con inteligencia
artificial”.
Galván
(2018) escribe que: “No obstante las cuantiosas ganancias que registra año tras
año, el segundo banco más grande de España y número uno en México,
BBVA-Bancomer, emprendió un recorte de personal en su filial mexicana que
alcanzará a 984 empleados, según el servicio informativo Infosel. El periódico
español El Economista cifra los despidos en un número mayor a mil 500
personas. Publicó que el motivo del recorte es el proceso de digitalización que
está llevando a cabo la institución financiera. En mayo, el consejero delegado
Carlos Torres Vila dijo que la digitalización es una de las principales herramientas
de la empresa para lograr eficiencia y así enfrentar las depreciaciones de
ciertas monedas con las que opera, como el peso mexicano. Esa teoría sí que es
genial: enfrentar los efectos de una devaluación despidiendo empleados. El
beneficio neto del grupo bancario en 2017 fue de 45 mil 603 millones de pesos,
11.8 por ciento más frente a los 40 mil 787 millones del año anterior. Las
utilidades generadas por la institución en México fueron equivalentes a 40.3
por ciento del total de las obtenidas por el Grupo BBVA en los 11 países en que
opera”.
Es
evidente que la tendencia a la automatización de los procesos laborales,
derivada de la revolución digital actual, nadie la detiene y en consecuencia el
desempleo tecnológico cada vez será mayor.
Discusión
La
esencia del capitalismo es la generación
de plusvalía (trabajo no pagado) durante el proceso de producción de mercancías
y, las dos para producirla son alargando la jornada laboral (plusvalía
absoluta), agotada históricamente, por lo que la única fuente de plusvalía a la
que recurre el capitalista es la plusvalía relativa. Esta está asociada al
desarrollo tecnológico, pues es el único que hace posible reducir el tiempo de
trabajo necesario, período en el que el obrero cubre lo que percibe como
salario de la venta de su fuerza de trabajo y el resto de la jornada laboral
(tiempo de trabajo adicional) se prolonga, con lo que aumenta la plusvalía, que
constituye la fuente de la ganancia capitalista. En este sentido el capitalismo
tienen que revolucionar permanentemente la tecnología para garantizar la
creación de la plusvalía relativa y, mientras la innovación tecnológica se
produce en alguna industria en particular se produce una plusvalía relativa
extraordinaria que beneficia a las industrias innovadoras tecnológica y que
posteriormente al generalizarse en las industrias se normaliza como plusvalía
relativa.
Sin
embargo, las revoluciones tecnológicas que han sido característica del
capitalismo desde hace casi 250 años, cuando se produjo la primera revolución
industrial en Inglaterra y la consiguiente mecanización de la industria textil,
tuvo el inconveniente de sustituir mano de obra. Lo mismo sucedió con la
siguiente revolución tecnológica relacionada con la máquina de vapor que se
incorporó a los ferrocarriles, también ocurrida en Inglaterra, la que provocó
la desaparición de muchos trabajadores que se dedicaban al transporte
tradicional a base de carruajes que se movían con tracción animal. No se diga
de la tercera revolución tecnológica: la del acero, la electricidad y la
industria pesada, ocurrida en Alemania y Estados Unidos, la cual mejoró la
construcción de los transportes (ferrocarriles, barcos, etc.) y una mayor
mecanización de los procesos productivos (industria y agricultura), lo que
implicó el incremento de trabajadores relevados por las máquinas y su
incorporación al “ejército” de desempleados. La cuarta revolución tecnológica
acaecida a principios del siglo pasado, cuyo epicentro fue Estados Unidos y
Alemania, estuvo asociada a la producción en masa de vehículos movidos con
motores de combustión interna a base de petróleo como fuente de energía,
innovación tecnológica que revolucionó el trasporte público y privado.
Finalmente, la quinta revolución tecnológica con sede en California (Estados Unidos),
relacionada con la informática y las telecomunicaciones, inicia en la década de
los 70 del siglo XX y continúa en el presente siglo XXI. A diferencia de las
cuatro revoluciones tecnológicas que le han antecedido, se trata de una
innovación técnica que está causando la automatización de todas las actividades
económicas, tanto productivas como improductivas, proceso que está
intensificando el desempleo tecnológico.
Conclusiones
Las
cinco revoluciones tecnológicas que se han sucedido en los últimos 250 años han
sido el fundamento de la plusvalía relativa desde el capitalismo industrial
hasta el actual capitalismo financiero. Pero en el presente la revolución
digital con su automatización de la economía, al mismo tiempo que aumenta la
productividad del trabajo, también causa el desempleo masivo. Con esto el
capitalismo pierde parcialmente la principal fuente de plusvalía base de su
ganancia. Así ha entrado en una contradicción, entre las fuerzas productivas
que se desarrollan incesantemente como consecuencia de las revoluciones
tecnológicas que chocan con las relaciones de producción capitalistas, las
cuales tendrán que ser relevadas por unas nuevas relaciones sociales de
producción en correspondencia con el nivel alcanzado por las actuales fuerzas productivas.
Así
pues, el capitalismo con sus cinco revoluciones tecnológicas ha desarrollado
las fuerzas productivas en un nivel como nunca lo habían logrado los sistemas
socio-económicos que le han precedido y con ello ha preparado las condiciones
de su relevo por un nuevo modo de producción superior que potencie el
subsecuente ascenso de las fuerzas productivas, en el que el mayor tiempo libre
del hombre derivado de la automatización, sirva para actividades recreativas y
coadyuven en la formación de hombres universales y así acabar con la
mediocridad que reina en la sociedad capitalista actual.
La
producción de bienes materiales es inherente a la sociedad humana e implica la
aplicación productiva de la tecnología: desde la comunidad paleolítica y
neolítica hasta el capitalismo financiero actual y, sólo en los sistemas
socio-económicos clasistas la tecnología está al servicio de los intereses de
la clase dominante económicamente. En este sentido la tecnología no es mala de
por sí, es en el marco de las relaciones de producción capitalistas actuales,
lo que ha causado un desempleo tecnológico masivo que amenaza la estabilidad
del propio capitalismo; sin embargo, en una nueva sociedad la automatización
será una bendición para el disfrute de la sociedad.
Bibliografía
Galván
Ochoa Enrique. 2018. BBVA Bancomer despedirá a casi mil empleados. La Jornada.
Ciudad de México, México.
Marx
Karl. 1859. Contribución a la crítica de la economía política. Siglo XXI
Editores, S.A. de C.V. México, D.F.
Marx
Karl. 1873. El Capital. Tomo I. El proceso de producción del capital. Segunda
Edición. Londres, Inglaterra. Siglo XXI Editores (2014). México, D.F.
Marx Karl-Engels Friedrich. 1885. El Capital. Tomo
II. El proceso de circulación del capital. Siglo XXI Editores (2014). México,
D.F.
Marx
Karl-Engels Friedrich. 1894. El Capital. Tomo III. El proceso global de la
producción capitalista. Siglo XXI Editores (2014). México, D.F.
Oppenheimer
Andrés. 2018. ¡Sálvese quien pueda¡. El futuro del trabajo en la era de la
automatización. Penguin Random House. Grupo Editorial, S.A. de C.V. Ciudad de
México, México.
Pérez
Carlota. 2004. Revoluciones tecnológicas y capital financiero. Dinámica de las
grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza. Siglo XXI Editores, S.A.
de C.V. México, D.F.
Rabilotta
Alberto. 2011. Y parece que Marx tenía razón. https://www.alainet.org/es/active/47472.
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