sábado, 19 de enero de 2019

OBJETO DE ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA Y SU IMPORTANCIA

OBJETO DE ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA Y SU IMPORTANCIA

Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx


Introducción

Existe la opinión generalizada de que la filosofía es una “ciencia” inútil porque tiene que ver con la especulación y no tiene ninguna aplicación práctica para la sociedad. Que basta con las ciencias particulares para conocer los diversos aspectos del universo. Sin embargo, desde que apareció la especie humana hace unos dos millones de años, particularmente desde hace por lo menos unos 500 años a.C en la antigüedad griega, en el marco de la sociedad esclavista, los grandes pensadores iniciaron la reflexión filosófica teniendo como tema central la relación mente-cuerpo y, desde entonces se convirtió en el problema central de la meditación filosófica, porque hablar de la relación mente-cuerpo es también hablar de la contradicción cuerpo (materia) vs mente (conciencia). En este sentido, el objeto general de estudio de la filosofía, es la relación entre materia y conciencia y del carácter primario o secundario de uno de los dos aspectos contradictorios depende el rumbo de la meditación filosófica. Para los que conciben a la materia como lo primario y a la conciencia como lo secundario se les identificó con la doctrina filosófica materialista; los que por el contrario conciben a la conciencia (espíritu, idea, Dios) como lo primario y a la materia como lo derivado se les identificó con la tendencia filosófica idealista.

Tanto el materialismo como el idealismo aparecieron con sus rasgos genéricos en la antigüedad griega. Ambas doctrinas filosóficas perduraron durante la Edad Media (siglos: V-XV) como realismo (idealismo) y nominalismo (materialismo). En los siglos XVI y XVII el capitalismo releva al sistema feudal y con el nuevo sistema reaparece el idealismo como racionalismo (Descartes) y el materialismo como empirismo (Bacon y Locke) y en Francia en el siglo XVIII surge el materialismo mecanicista.

El desarrollo del racionalismo culminó con la filosofía clásica alemana, particularmente con el idealismo hegeliano, sistema en el que la conciencia (idea absoluta) es la que en su desarrollo genera la naturaleza y la sociedad, es decir, que la idea es lo primario y la materia lo secundario. A pesar de tratarse de un sistema idealista, su método dialéctico implicó un salto en el desarrollo del pensamiento filosófico, a pesar de que se trataba de una dialéctica de los conceptos, fue una conjetura genial que adivinaba la dialéctica de los procesos materiales.

Los grandes descubrimientos científicos de mediados del siglo XIX: Teoría celular, Ley de la conservación de la materia y la energía en la física y la Teoría de la evolución biológica de las especies vivas, cuya generalización filosófica hizo posible la unidad entre la doctrina materialista y la dialéctica idealista hegeliana invertida por Marx, para dar origen al materialismo dialéctico como la doctrina filosófica que sintetiza los grandes descubrimientos científicos de las ciencias particulares, cuya esencia es la Ley de la contradicción, la Ley de la transformación recíproca de la cantidad vs la cualidad y la Ley de la negación de la negación, leyes universales que rigen la naturaleza la sociedad y el conocimiento.

La teoría relativista que revolucionó la la física, descubrimiento de los ácidos nucleicos que revolucionaron la ciencia genética, teoría de la tectónica de placas que revolucionó la geología y la neurobiología que revolucionó el conocimiento del cerebro como órgano de la conciencia humana durante el siglo XX, confirmaron la validez científica de la doctrina materialista dialéctica.

En suma la filosofía no es solo una ciencia general, que se limite al estudio del problema fundamental: materia vs conciencia, sino que es mucho más en la medida que sintetiza (generaliza) los conocimientos de las ciencias particulares. En este sentido la filosofía como ciencia general es la contra-parte de los conocimientos de las ciencias particulares que por su carácter analítico requieren de su concurso para darles su "acabado". Es decir, el conocimiento debe ser la unidad contradictoria del conocimiento analítico (ciencias particulares) vs conocimiento sintético (filosofía).


Naturaleza material de la conciencia humana

La comprensión racional de la morfología de la neurona fue iniciada por el sabio español Santiago Ramón y Cajal, quien a fines del siglo XIX y principios del siglo XX estudió meticulosamente la histología de las células nerviosas especializadas del cerebro y observó que no presentaban continuidad en sus conexiones, espacio que luego se conoció como sinapsis en la que se producía una discontinuidad en la comunicación entre neuronas.

El misterio de la comunicación interneuronal se fue descubriendo en la segunda mitad de siglo XX, particularmente en las dos últimas décadas y recientemente en el presente siglo XXI como lo documentan: Tapia (1987), Aréchiga (2001), Herrera (2016), Valderas (2017), Sánchez (2017) y Viosca (2017); autores que coinciden en la naturaleza electro-química de la comunicación entre neuronas. Específicamente se trata de movimiento iónico (sodio, potasio y cloro) y neurotransmisores químicos orgánicos en los que participa el calcio liberado en los espacios discontinuos (sinapsis) y luego se conectan con proteínas de las membranas de las neuronas que funcionan de "canales" para dar continuidad al potencial de acción de carácter eléctrico. Así pues, ka naturaleza de la conciencia en general y en particular de la filosofía como ciencia general, es de naturaleza material (electro-química), lo que reafirma que es la materia en su prolongado proceso de transformación cuantitativa y cualitativa de 4500 millones de años  de historia de la Tierra culmina con la aparición de la especie humana y su conciencia; es decir, que es la materia lo primario y la conciencia lo derivado o secundario como lo concibe la filosofía materialista.


Discusión

Para dar respuesta científica al problema fundamental de la filosofía es necesario retroceder en el tiempo, por lo menos hace 4 5000 millones de años cuando se formó nuestro planeta. Entonces se trataba de una Tierra fundida por las elevadas temperaturas que imperaban, condiciones que no favorecían el origen de la vida. Esta requería de enfriamiento para la formación de una corteza terrestre sólida, tal como ocurrió poco tiempo después de su formación (desde luego a escala geológica), cuando apareció la corteza terrestre basáltica. El origen del vapor de agua contenido de la atmósfera, fue consecuencia de la intensa actividad volcánica y la vaporización del agua congelada de los cometas al impactar con el joven planeta. Posteriormente la Tierra siguió enfriándose hasta unos 100 °C. el vapor de agua se condensó para formar nubes que al precipitar en forma de lluvia que se prolongó tal vez por millones de años, para dar origen a los océanos., cuando la Tierra tenía unos 200 millones de existencia. Posteriormente y como consecuencia del agua líquida que cubría la corteza oceánica, el basalto se fundió y al interaccionar con el agua dio origen a la roca granítica que al ser menos densa emergió a la superficie y formó los continentes, cuando nuestro planeta cumplía una existencia de unos unos 500 millones de años. Así pues, en 500 millones de años estaban presentes las condiciones necesarias para el surgimiento de la vida: atmósfera reductora (metano, amoniaco y vapor de agua), cortezas terrestres (continental y oceánica), agua líquida almacenada en los océanos. Con esas condiciones el agua de lluvia interaccionó con los gases de la atmósfera para formar compuestos orgánicos simples –principalmente aminoácidos- que se depositaron en el océano y al reaccionar con los compuestos inorgánicos aportados por las rocas continentales y/o fuentes hidrotermales oceánicas, dieron origen a otros compuestos simples (nucleótidos) y más complejos (fosfolípidos, proteínas y ácidos nucleicos) que al interaccionar, particularmente los fosfolípidos con el agua formaron una membrana que limitaba el medio exterior del medio interno, con lo que apareció propiamente la célula procariota primitiva y cuyo rasgo esencial era el metabolismo. Así había aparecido la vida primitiva unicelular, que después de un prolongado de desarrollo biológico dio origen a la célula eucariota más compleja hace unos 1500 millones de años. La vida seguía en el océano y hace aproximadamente unos 450 millones (Era Paleozoica) de años por la tectónica de placas que transformó los océanos en continentes, muchos organismo vivos tuvieron que adaptarse en los continentes. La Era Paleozoica fue sucedida por la Era Mesozoica (250-65 millones de años) en la que coexistieron los grandes reptiles (dinosaurios) con los pequeños mamíferos que vivieron a la “sombra” de sus depredadores, pero, probablemente por el impacto de un meteorito de unos 10-15 kilómetros de diámetro en lo que hoy es la Península de Yucatán (México) hace unos 65 millones de años, cuyas consecuencias causaron la extinción de los dinosaurios y el impulso del desarrollo de los mamíferos, que después hace 30 millones de años una de sus “ramas” dio origen a los primates de hábitat arborícola. Tiempo después, la tectónica de placas produjo la fractura y hundimiento del oriente africano, así como la elevación de las zonas aledañas, procesos que modificaron el relieve y con ello el clima, que de cálido húmedo se transformó en seco favoreciendo un ambiente de sabana, caracterizada por extensas llanuras cubiertas de pastizales y la distribución dispersa de matorrales y árboles aislados.En estas condiciones, los antecesores de la especie humana tuvieron que bajar de los árboles de las selvas (bosques) y caminar por el suelo en forma erguida. La posición bípeda implicó una revolución biológica de trascendental importancia, ya que liberó las extremidades anteriores (manos) para primero manipula objetos y luego fabricar instrumentos de trabajo y defensa, para transformar la naturaleza y proveerse de alimentos y protegerse de los depredadores. Así surgió el hombre primitivo hace unos dos millones de años, que en el siguiente millón de años inventó el fuego, invento que permitió el cocido de los alimentos y con ello los hizo más asimilables. Tanto la fabricación de instrumentos de trabajo como alimentos vegetales y animales cocidos incorporados en la alimentación, contribuyeron decisivamente al desarrollo cuantitativo y cualitativo del cerebro humano, de tal forma que hace unos 35 000 de años apareció el Homo sapiens (hombre sabio), con el que aparece el arte como una forma de elemental de la conciencia humana plasmado en las pinturas rupestres, junto con religión que también es una forma de la conciencia del hombre, que inicialmente surgió por el desconocimiento de las causas de los fenómenos naturales, atribuyéndolas a seres sobrenaturales. Tuvieron que pasar miles de años hasta que finalmente hace por lo menos unos 500 años a.C. en la sociedad esclavista antigua en Medio Oriente, principalmente en Grecia apareciera la filosofía como forma superior de la conciencia humana. En síntesis, el prolongado desarrollo histórico de nuestro planeta prueba que fue la materia en su movimiento la que generó la conciencia, es decir, que la materia es lo primario y la conciencia es lo secundario o derivado, tal como lo concibe el materialismo filosófico.

Los descubrimientos recientes de la fisiología y anatomía de las neuronas, particularmente de las que constituyen la corteza cerebral que son características solo de la especie humana, en el sentido de que se trata de células especializadas en la comunicación y soporte material de la conciencia humana, revelan que la comunicación interneuronal es de naturaleza electro-química. Desde luego no se trata de un movimiento electro-químico característico de la física y de la química, se trata de un proceso más complejo específico de las células de la mente de naturaleza irónica (sodio, potasio y cloro) y neurotransmisores orgánicos en cuya liberación participa el calcio. Estos neurotransmisores se conectan con proteínas de las membranas de las neuronas, que sirven de "canales" por los que se mueve el potencial de acción electro-química y así dar continuidad a la comunicación ínter-neuronal.

Finalmente, no hay nada misterioso o sobrenatural en la comunicación entre las neuronas, también es de naturaleza material. En este sentido, la conciencia en general y el pensamiento (fundamento de las ciencias) en particular tienen fundamento material en las neuronas de la corteza cerebral y se expresa a través de lenguaje.


Conclusiones

La especie humana y su conciencia es el resultado del movimiento cuantitativo y cualitativo de 4500 millones de años, desde la aparición de la Tierra hasta hace dos millones de años cuando aparece el hombre primitivo en el oriente africano, que con su trabajo basado en herramientas transformaba la naturaleza y cambiaba él mismo, hizo posible el desarrollo del cerebro humano. Este es el órgano más complejo, sustrato material de la conciencia característica solo de la especie humana, cuya aparición se produjo en su forma más elemental con el Homo sapiens hace unos 35 000 años con el hombre de Cro-Magnon en Europa, como lo prueban las pinturas (arte rupestre). Tuvieron que pasar mies de años para que en la antigüedad, principalmente en Grecia 500 a.C. apareciera la filosofía y las ciencias particulares y con ellas la forma superior de la conciencia humana, que se expresa a través del pensamiento abstracto. Es suma, el prolongado desarrollo histórico de nuestro planeta, prueba la veracidad de que la materia en su movimiento generó a la especie humana y a su conciencia; es decir, la materia es lo primario y la conciencia es derivada o secundaria, tal como lo concibe la filosofía materialista.

El prolongado desarrollo de las ciencias naturales particulares de más de dos mil años, particularmente de la física, la química, la geología, la biología y la neurobiología; cuya generalización filosófica permite afirmar que la unidad del universo está en su materialidad, ya que el movimiento de la materia inorgánica hasta la conciencia humana en general y el pensamiento en particular tienen fundamento material. En este sentido, las revoluciones científicas de las ciencias naturales fundamentan al materialismo dialéctico, como la doctrina filosófica materialista científica que sintetiza y da rumbo a los nuevos descubrimientos científicos de las ciencias particulares.

El idealismo en sus diferentes versiones (objetivo y subjetivo) parte de la existencia a priori (antes de la experiencia) de la conciencia (espíritu, pensamiento, Dios) y de ella deriva la materia (ser), tesis evidentemente anti-científica, ya que de una sustancia espiritual o inmaterial es imposible generar la realidad material; por consiguiente, se trata de un acto de fe religioso que nada tiene que con la ciencia.

No existe la dualidad entre cuerpo (materia) y mente (espíritu) como lo concibió Descartes en la primera mitad del siglo XVII. Los descubrimientos recientes de las ciencias naturales en general y de la neurobiología en particular prueban, que es la materia en su prolongado movimiento cuantitativo y cualitativo la que dio origen a la especie humana, cuyo cerebro (específicamente la corteza) es el sustrato material, cuyas conexiones electro-químicas complejas hacen posible la conciencia en general y el pensamiento en particular.

La especie humana es muy reciente en la historia geológica de la Tierra, por lo que, prácticamente toda su historia ha sucedido sin la intervención de la conciencia humana, particularmente de los dioses que son productos mentales del hombre y tienen como causas el desconocimiento de las causas de los fenómenos naturales y los intereses de las clases dominantes en las sociedades clasistas.

Los grandes descubrimientos científicos de mediados del siglo XIX: Teoría celular, ley de la conservación de la materia y la energía en la física y la Teoría  de la evolución biológica de las especies vivas, cuya generalización filosófica hizo posible la unidad entre la doctrina materialista y la dialéctica idealista hegeliana invertida por Marx, para dar origen al materialismo dialéctico,  como la doctrina filosófica más avanzada que sintetizó los grandes descubrimientos científicos de las ciencias particulares, cuya esencia es la Ley de la contradicción, la Ley de la transformación recíproca de la cantidad vs la cualidad y la Ley de la negación de la negación, leyes universales que rigen la naturaleza la sociedad y el conocimiento.

La revolución relativista en la física, el descubrimiento de los ácidos nucleicos que revolucionó la genética, teoría de la tectónica de placas que revolucionó la geología y la neurobiología que revolucionó el conocimiento del cerebro como órgano de la conciencia humana durante el siglo XX, confirmaron la validez científica de la doctrina materialista.

Sin la generalización (síntesis) filosófica de los conocimientos analíticos dispersos de las ciencias particulares, no existe verdadero pensamiento abstracto.


Referencias bibliográficas

Álvarez Leefmans Francisco J. 1994. Las neuronas de don Santiago. Pangea Editores, S.A. de C.V. México, D.F.

Aréchiga Hugo. 2001. El universo interior. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V. México, D.F.

Álvarez Walter. 2017. El viaje más improbable. Catorce mil millones de años de historia cósmica. Más de cuatro mil millones de años de historia de la Tierra. Dos millones de años de historia humana. La cadena ininterrumpida que llega hasta nosotros. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. 2018. Ciudad de México, México.

Hazen Robert. 2015. La historia de la Tierra. Los primeros 4500 millones de años. Del polvo estelar al planeta viviente. Editorial Océano de México, S.A. de C.V. México, D.F.

Herrera Corral Gerardo. 2016. Universo. La historia más grande jamás contada. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. de C.V. México, D.F.

Oparin Alexander. 1924. El origen de la vida. Editorial Grijalbo, S.A. 1968. México, D.F.

Ortega y Gassett. 1929. Lecciones de filosofía. Lección II. RBA Editores, S.A. 2014. Barcelona, España.

Sánchez Andrés Juan V. 2017. La electricidad del cerebro. Los secretos de la actividad cerebral. National Geographic. RBA Editores México, S. de R.L. de C.V. Ciudad de México, México.

Tapia Ricardo. 1987. Las células de la mente. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V. México, D.F.

Valderas José María. 2017. La conciencia. La más enigmática de las funciones cerebrales. National Geographic. RBA Editores México, S. de R.L. de C.V. Ciudad de México, México.

Viosca José. 2017. El cerebro. Descifrar y potenciar nuestro órgano más complejo. National Geographic. RBA Editores México, S. de R.L. de C.V. Ciudad de México, México.



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