El
objeto de estudio más general de la filosofía es el problema fundamental: la
relación entre materia vs conciencia. En este sentido la pregunta filosófica
crucial es: ¿que es lo primario y que es lo secundario o derivado? Las
respuestas son las siguientes:
Si
la respuesta es en el sentido de que es la materia en su movimiento genera a la
conciencia, es decir, que la materia es lo primero y la conciencia lo
secundario o derivado, origina como consecuencia al materialismo como corriente
filosófica; en cambio, sí la conciencia (concepto, espíritu, Dios) es lo
primario y la materia es lo creado o derivado, da origen al idealismo filosófico.
Como
la conciencia es el reflejo mental de la realidad material comprende a la
religión, el arte y la ciencia en general (filosofía) como su forma superior;
por consiguiente, la conciencia también se "mueve" en correspondencia
con el movimiento de la materia, particularmente la filosofía que tiene también
como objetivo, generalizar los conocimientos científicos y metodológicos de las
ciencias particulares. Así pues, sin el concurso de la filosofía los
conocimientos analíticos y metodológicos de las ciencias particulares, son
incompletos y parciales, que tienen que ser complementados con su contra-parte:
el conocimiento sintético-filosófico que al generalizar concluye el ciclo del
movimiento del conocimiento científico.
Como
se ha dicho, toda ciencia es teoría y es método, puesto, que no es concebible
una teoría científica que carezca de su método correspondiente del que se sirva
de medio para el descubrimiento de las leyes; es decir, que al igual que los
conocimientos teóricos, también los diversos métodos analíticos de las ciencias
particulares, tienen que ser sintetizados por la filosofía en un método
filosófico general.
El
método filosófico fue desarrollado por Hegel, pensador alemán
que generalizó los conocimientos filosóficos de
la antigüedad griega, particularmente el ser abstracto de Parménides,
desarrollado como idea por Platón, al que le asocia el "devenir" de
Heráclito, con lo que imprime movilidad al ser-idea abstractos y así crear la
dialéctica idealista, así como la generalización de los conocimientos de las
ciencias particulares, principalmente de los siglos XVI-XVII y principios del
siglo XIX, que conjuntamente, fueron las fuentes referenciales, para escribir
su obra monumental: Ciencia de la lógica (1812-1816), en la que expuso
las tres leyes generales del método dialéctico. En el primer volumen (Doctrina
del ser) expone la Ley de la transformación recíproca de la cantidad y la
cualidad, que concibe el movimiento del ser como la unidad contradictoria de
cantidad vs cualidad; Ley de la contradicción, cuya exposición la
desarrolla en la Doctrina de la esencia de su obra, en polémica con el
principio de la identidad de la lógica aristotélica; y finalmente, en la
Doctrina del concepto en la que enunció la ley de la negación de la negación, consecuencia
de la negación recíproca de la contradicción para retornar al punto de partida,
pero a un nivel superior, es decir, que el conocimiento se mueve en espiral, en
una tendencia de desarrollo de lo simple a lo complejo y en matemáticas se
expresa como (-) (-) = (+). El idealismo hegeliano no solo descubrió las leyes
generales de la dialéctica, sino que también expuso las categorías (conceptos
generales) que son cruciales para el método dialéctico idealista, en las que
destacan: espacio vs tiempo, singular vs general, fenómeno (apariencia) vs
esencia, necesidad vs necesidad, causa vs efecto, variabilidad vs ley (reposo),
entre otras, que junto con las tres leyes generales integran el método
idealista planteado por Hegel.
Como
la conciencia en general es el reflejo mental del movimiento de los objetos
materiales, en consecuencia, las leyes y categorías del método dialéctico
idealista hegeliano están presentes en la realidad material, puesto que todo
objeto es la unidad contradictoria de lo singular (particular) vs lo general,
por consiguiente, la materia en movimiento es el fundamento de la conciencia en
general y de la filosofía en particular, tal como lo concibieron Marx-Engels
entre 1840-1850, al unificar a la materia con su movimiento como su modo eterno
de existencia, crearon el materialismo dialéctico.
En
suma, la filosofía tiene como objeto de estudio las leyes y categorías
universales, que rigen el movimiento del universo como totalidad y son el
resultado de la generalización de los conocimientos analíticos, es decir, la
filosofía y las ciencias particulares están estrechamente relacionadas y se
complementan mutuamente. Sin la filosofía las ciencias particulares se mueven a
"ciegas" y la filosofía sin las ciencias particulares no puede generalizar
y sin generalización no hay ciencia filosófica general.
1. Problema fundamental de la filosofía
Engels
(1886) escribió que el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre
el espíritu y la naturaleza, problema supremo de toda filosofía, tiene, sus raíces
al igual que toda religión, en las ideas limitadas e ignorantes del estado de
salvajismo de la sociedad humana. Pero no pudo plantearse con toda nitidez, ni
pudo adquirir su plena significación hasta que la humanidad europea no despertó
del prolongado letargo de la Edad Media cristiana (siglos V-XV). El
problema de la relación entre el pensar y el ser, problema que, por lo demás,
tuvo también gran importancia entre los escolásticos medievales; la cuestión de
saber qué es lo primario, si el espíritu o la naturaleza, revestía frente a la
Iglesia la forma agudizada siguiente: ¿El mundo fue creado por Dios, o existe
desde toda una eternidad?
Los
filósofos se dividían en dos grandes campos, según la respuesta que diesen a
esa pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la
naturaleza material, y por tanto admitían en última instancia, una creación del
mundo bajo una u otra forma, formaban el campo del idealismo; los otros, los
que reputaban la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas
escuelas del materialismo.
2. Materialismo vs Idealismo
La
respuesta al problema fundamental de la filosofía: ¿Qué es lo primario: la
materia o la conciencia (concepto, espíritu, Dios)?
Para
responder es necesario retroceder en el tiempo, por lo menos hace 4500 millones
de años cuando nuestro planeta se formó. En este sentido, Hazem (2012), escribe
que cuando la Tierra tenía unos escasos 50 millones de años de existencia fue
impactada por multitud de asteroides, destacando uno del tamaño de marte, dando
así origen a la Luna, que en aquel momento estaba a una distancia de 24,000
kilómetros de la Tierra y en la actualidad está a 382,000 km. de nuestro
planeta, por consiguiente, se aleja alrededor de 4 centímetros por año. El
impacto aportó más materia al joven planeta y con ello aumentó su masa,
haciendo posible la retención de una atmósfera, que posteriormente fue crucial
en el origen de compuestos químicos orgánicos, que contribuyeron al origen de
la vida primitiva. Además, dicho impacto produjo la inclinación del eje
terrestre en un ángulo de 23.5°, inclinación que genera la sucesión de las
estaciones climáticas durante el año. En los siguientes 50 millones de años de
existencia de la Tierra, se formó una corteza de naturaleza basáltica, cuando
la temperatura descendió por abajo de los 1500 °C. Cuando el planeta tuvo unos
100 millones de años, la temperatura disminuyó, hasta un valor inferior a los
100 °C, enfriamiento que provocó la condensación del vapor de agua aportado por
la intensa actividad volcánica y por la vaporización del agua congelada de los
cometas que impactaron con nuestro planeta, para formar las nubes que
posteriormente produjeron lluvias torrenciales durante miles o tal vez millones
de años, dando así origen de los océanos en los que se almacenó el agua líquida
precipitada. El basalto -roca- "selló" la corteza del océano global
(solo emergieron islas volcánicas), mecanismo que atrapó el calor interno
derivado de los elementos químicos radiactivos -uranio, torio y potasio 40- del
manto terrestre, proceso que produjo el aumento de la temperatura (650 °C), con
lo que se generó la fusión de la roca basáltica y en presencia del agua
oceánica formó el granito, roca intrusiva de menor densidad que el basalto, por
consiguiente, emergió para dar origen a los continentes. Así, las condiciones
necesarias para el surgimiento de la vida estuvieron presentes: una atmósfera
de naturaleza reductora (ausencia de oxígeno), cuyos gases principales eran el
bióxido de carbono, el vapor de agua, metano y amoniaco; continentes de roca
granítica, el agua liquida contenida principalmente en las cuencas oceánicas y
energía abundante proporcionada por el Sol, así como las fuentes hidrotermales
de los océanos. Tanto los minerales aportados por las rocas continentales y
depositados en los mares y los aportados por las fuentes hidrotermales
coadyuvaron en el origen de la vida temprana en la Tierra.
Los
gases de la atmósfera reaccionaron químicamente para formar compuestos
orgánicos simples, que por acción de la lluvia se depositaron en los océanos,
junto con los elementos químicos inorgánicos derivados de las rocas
continentales transportados por las corrientes superficiales (ríos) y
depositados también en los océanos, así como los provenientes de las fuentes
hidrotermales, para dar origen a una "sopa" primordial de sustancias
químicas que al combinarse dieron como resultado compuestos orgánicos, tales
como azúcares, aminoácidos, nucleótidos, ácidos grasos, etc., que al
interaccionar en el océano primitivo formaron sustancias orgánicas más
complejas, como fueron las proteínas, ácidos nucleicos y fosfolípidos;
moléculas fundamentales para el origen de la vida. Particularmente los fosfolípidos,
en su interacción con el agua se organizaron de tal forma que envolvieron a las
moléculas orgánicas complejas de la "sopa" primitiva al formar una
membrana que las separó del medio externo. Con la formación de la membrana
apareció propiamente la célula procariota primitiva carente de núcleo y la
propiedad genérica más esencial de la materia viva: el metabolismo, proceso
contradictorio (anabolismo vs catabolismo) que transformó la energía y la
materia aportada por el medio ambiente, principalmente la procedente del Sol y
la derivada de las fuentes hidrotermales para el desarrollo de las bacterias
procariotas. Así pues, la vida había aparecido, como consecuencia de un
prolongado movimiento cuantitativo y cualitativo de la materia inorgánica. Así,
hace 3500 millones de años apareció la forma de vida más primitiva, representada
por las bacterias procariotas, organismos unicelulares, que vivían en ausencia
de oxígeno, es decir, en condiciones de anaerobiosis. Como uno de los rasgos
esenciales de la vida es la nutrición, por consiguiente, los organismos
primitivos tenían que buscar compuestos orgánicos sintetizados abióticamente
para su alimentación. Como la reproducción es otra propiedad esencial de la
vida, en consecuencia la población microbiana aumentó, generando el agotamiento
de las fuentes de alimentación, por lo que hace 2500 millones de años
aparecieron las cianobacterias, las cuales desarrollaron la capacidad de
aprovechar el bióxido de carbono y el agua, que con el aporte de energía
proveniente del Sol, produjo la fotolisis del agua, cuyo hidrógeno se combinó
con el bióxido de carbono para formar los carbohidratos y la liberación de
oxígeno molecular a la atmósfera. A este proceso se le conoce como fotosíntesis
y se caracteriza por la capacidad de las cianobacterias para elaborar sus
propios alimentos. El oxígeno contribuyó a la formación de formas de vida más
complejas, de tal forma que hace 1500 millones de años, aparecieron los
organismos eucariotas, que a diferencia de los procariotas tienen un núcleo en
el que se concentra el material genético, que controla la reproducción y la
síntesis de las proteínas. Con la fotosíntesis de las cianobacterias y
posteriormente de las algas y de las plantas superiores, el oxígeno molecular
siguió aumentando en la atmósfera hasta alcanzar su valor actual de 21%. Con el
oxígeno aparecieron formas de vida más complejas durante el Eón Fanerozoico,
las cuales se extendieron a los continentes, hace unos 550 millones de años,
particularmente se desarrollaron los reinos animal y vegetal. Dentro del reino
animal apareció la clase de los mamíferos, de la que se desprendió una familia
la de los primates que en su evolución generó la subfamilia de los homínidos
que en su desarrollo dio origen a los Australopitecos, que debido a un
cambio climático (enfriamiento) ocurrido hace tres y medio millones de años,
desaparecieron los bosques tropicales por lo que se vieron obligados a caminar
erectos, liberando así a las extremidades anteriores (manos), que inicialmente
les sirvieron de "herramientas" naturales para su defensa ante las
fieras salvajes y que posteriormente fueron cruciales para elaborar
instrumentos de trabajo y de protección, dando así origen al hombre primitivo (Homo habilis) hace unos dos
millones de años. Así pues, fueron los instrumentos de piedra más
rudimentarios,
los
que permitieron al Homo habilis dar el “salto” para superar a su
antecesor el Australopiteco. Las nuevas tecnologías líticas mejoradas
elaboradas por el Homo erectus le
permitieron sobrevivir en un ambiente adverso frío en la sabana africana con
pocos recursos vegetales alimenticios y la presencia de numerosos animales
salvajes depredadores. La producción del fuego por el Homo erectus al tallar las piedras y luego por frotamiento de
las mismas; así, como por frotamiento de ramas vegetales secas y luego usarlo
en el cocido de los alimentos y protegerse del frío y de los animales salvajes
que coexistieron con él. La incorporación de carne a la dieta, tuvo
consecuencias trascendentales, de tal forma que se produjo un aumento en el
tamaño y mayor complejidad del cerebro, al pasar de 650 gramos de su predecesor
el Homo habilis a 900 gramos. Es evidente el cambio cuantitativo en
el tamaño del cerebro, pero como es obvio no se puede dejar de lado el aspecto
cualitativo, por lo que a la par con el crecimiento, el cerebro se volvió más
complejo. El hombre de Cro-Magnon (Homo
sapiens) que sucedió al Homo
erectus, desarrolló un cerebro más grande de 1500 gramos y más
complejo. Perfeccionó los instrumentos de trabajo, con esto su actividad
productiva se hizo más compleja socialmente, lo que repercutió en la aparición
del lenguaje articulado, base del pensamiento abstracto plasmado en el arte de
las pinturas rupestres. Así pues, con la aparición del Homo sapiens, hace unos 40 000 años,
apareció la materia pensante (cerebro) y con ella la conciencia, capacidad
específicamente humana de reflejar la realidad material, a través de la
religión el arte y la ciencia y la ciencia como su forma superior.
Así
pues, los conocimientos aportados por las ciencias de la de la Tierra,
principalmente de la Geología y de la Biología confirman la veracidad de la
doctrina filosófica materialista, en el sentido de que la materia (Tierra) en
su prolongada historia de 4500 millones de años culminó con la aparición de la
especie humana, cuyo cerebro es el órgano de su conciencia entendida como la
capacidad mental de reflejar el mundo material; es decir, que la conciencia
humana es lo secundario o derivado y la materia en movimiento es primario, lo
que prueba la veracidad del materialismo dialéctico y a su vez demuestra la
falsedad del idealismo filosófico, partidario de la prioridad de la conciencia
(concepto, espíritu, Dios) como creadora de la realidad material.
Respecto
al idealismo filosófico el máximo exponente fue Hegel, pensador alemán que
sintetizó y desarrolló el Ser abstracto de Parménides y le imprimió movimiento
por medio de la dialéctica de los conceptos (espíritu, idea, Dios). En
correspondencia con su idealismo filosófico-religioso Hegel, expuso en su Fenomenología del espíritu (1807) y su Enciclopedia de las ciencias filosóficas
(1807), la concepción de la realidad material como el "ser otro del
espíritu", enunciado que reafirma evidentemente la primacía del espíritu
(concepto, Dios) como creador de la naturaleza, tesis eminentemente religiosa,
lo que demuestra que el hegelianismo representa el último intento de
racionalizar la Metafísica en general y en particular la Teología (religión).
Los descubrimientos de las ciencias naturales durante los siglos XV-XX, entre
las que destacan la Astronomía, la Física clásica y relativista, la Química, la
Geología, la Biología, entre otras, desmienten las fantasías
"místico-religiosas" del idealismo.
4. Discusión
Engels
(1886) escribió: Los descubrimientos científicos aportados por las ciencias
particulares en su historia de más de 2000 años, particularmente en los siglos
XVI-XIX asociados al origen y desarrollo del capitalismo, son los que hicieron
posible el surgimiento del materialismo dialéctico, especialmente la
“revolución” copernicana expuesta en su obra: Sobre las revoluciones de
las órbitas celestes publicada en 1543, en la que Nicolás Copérnico
enuncio su descubrimiento: el heliocentrismo en el que el Sol es el centro del
sistema solar alrededor del cual se mueven los planetas en órbitas circulares y
que la sucesión día-noche, en la que aparentemente el Sol da vuelta a la Tierra
es apariencia, porque en realidad lo que ocurre es que nuestro planeta rota
cada 24 horas, por eso el Sol aparece por el oriente y se oculta en el
poniente, descubrimiento que sucedió al modelo geocéntrico de Tolomeo que le
antecedió, el cual concebía a la Tierra como el centro del sistema solar. El
heliocentrismo de Copérnico fue un descubrimiento irrefutable de que el
movimiento del conocimiento científico, es de la apariencia sensible de las
cosas a la esencia oculta a la sensibilidad. Con haber puesto el Sol en el
centro del sistema solar, Copérnico había generado una verdadera revolución
científica, un cambio cualitativo (“salto”) en el desarrollo del conocimiento
astronómico, a pesar de que su teoría heliocéntrica fue perfeccionada después
por Kepler al formular que las órbitas planetarias no son circulares sino
elípticas; las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos físicos de Galileo;
descubrimientos generalizados y expuestos por Newton en las tres leyes de la
Mecánica y la Ley de la Gravitación Universal, expuestas en su monumental
obra: Principios matemáticos de la filosofía natural (1687) de
carácter físico-matemático y filosófico. Otro gran descubrimiento revolucionario
realizado en 1837-1838 fue la célula ya que probó que todos los organismos
vivos, desde los macroorganismos hasta los microorganismos tienen como unidad
anatómica y fisiológica a la célula. Este descubrimiento combinado con la
revolución química de la segunda mitad del siglo XVIII y la síntesis química
orgánica artificial a partir de compuestos inorgánicos de la primera mitad del
siglo XIX, sentaron las bases para conjeturar acerca del origen químico de la
vida (Engels, 1878) hipótesis desarrollada posteriormente por Oparin (1924) y
expuesta en su obra: El origen de la vida, en la que expone el origen
químico de la vida, a partir de la transformación cuantitativa y cualitativa de
la materia inorgánica. En la década del cuarenta del siglo XIX, fue descubierta
la Ley de la transformación y conservación de la materia y la energía, que
fundamenta las transformaciones recíprocas de las energías: térmica, calor,
mecánica, química, eléctrica, entre otras.
En
la biología la teoría de la evolución expuesta por Darwin (1859) en su
obra: Origen de las especies y
luego extendida al Origen del hombre por
el mismo autor en 1871, fue toda una revolución biológica, ya que representó
una ruptura radical con el pasado en el que dominaba la creencia del sentido
común acerca de la inmutabilidad de los organismos vivos.
Además,
de los grandes descubrimientos expuestos por Engels, también se produjeron
cambios revolucionarios en la sociedad, tales como las revoluciones burguesas
de los siglos XVI y XVII en Holanda e Inglaterra respectivamente que
inauguraron el “nacimiento” del capitalismo; pero las revoluciones políticas y
sociales radicales que pusieron en evidencia la contradicciones de clases como
fuerza motriz del movimiento social, fueron la francesa a fines del siglo XVIII
(1789-1794), así como las de mediados del siglo XIX en varios países europeos
(Alemania, Italia, Polonia, etc.).
Los
principales descubrimientos reseñados desde el Siglo XVI al XIX, tanto en las
ciencias naturales como en las ciencias sociales y una vez generalizados por
Marx y Engels dieron origen al materialismo dialéctico, doctrina filosófica que
culmina y eleva a un nivel muy superior a la dialéctica elemental del más
grande pensador griego del silgo V antes de Cristo: Heráclito, quien es considerado
como padre de la dialéctica al conjeturar que la contradicción es la que mueve
a la materia. Pero no solo eso también comprendió que los sentidos por
naturaleza son irracionales, lo que significa que el conocimiento científico
tiene que moverse de lo irracional sensible a la racionalidad insensible solo
accesible a través del pensamiento abstracto.
En
el siglo XX, se produjeron otras revoluciones científicas, entre las que
destacan en la Física cuántica realizada por Plank (1901), al descubrir que la
materia se mueve en pequeños “cuantos” “paquetes” de energía, es decir, que con
este descubrimiento culminó una larga polémica de alrededor de 300 años (siglos
XVIII-XX) acerca de la naturaleza física de la luz: para Newton eminente físico
inglés, la luz era de naturaleza corpuscular y para su contemporáneo Huygens la
luz era de naturaleza ondulatoria. Posteriormente, en 1905, Einstein descubrió
el efecto fotoeléctrico que concibe que la energía luminosa se concentra en una
serie de cuantos de luz. Desde entonces a los cuantos se les llama en física
fotones.
Al
recurrir a la Ley de la contradicción
como guía teórico-metodológica, es posible concebir la naturaleza de la luz
como la unidad contradictoria de onda vs partícula, cuya definición puede
enunciarse como el movimiento de partículas (cuantos o fotones) que se mueven
en forma ondulatoria.
Otro descubrimiento científico trascendental es la Teoría de la Relatividad Especial realizada por Albert Einstein en 1905. Se trata de una profunda revolución en la Física ya que negó la naturaleza absoluta del espacio y el tiempo de la Mecánica newtoniana, pues, demostró que el espacio y el tiempo son relativos y están condicionados por el movimiento de la materia. Para movimientos lentos la Mecánica de Newton es válida, a pesar de su desacierto en la concepción del espacio y del tiempo. Sin embargo, para movimientos cercanos a la velocidad de la luz de 300 000 kilómetros/segundo, el espacio (volumen) se contrae en la dirección del movimiento y el tiempo se dilata o retarda (se vuelve más lento), lo cual se corrobora frecuentemente en el microcosmos físico en el que se mueven micro-partículas (fotones, neutrinos, electrones, etc.) a grandes velocidades. Es decir, que la Teoría de la Relatividad Especial, es una revolución del espacio y del tiempo. Poco tiempo después, el mismo Einstein llevó cabo otra revolución científica en la Física en 1915 con la Teoría General de la Relatividad, en la que a diferencia de la anterior revolución que solo considera el movimiento uniforme, en la nueva incorpora el movimiento acelerado que lo identifica con la gravedad y descubre que el espacio es curvo y está condicionado por la interacción de los cuerpos materiales. Es otra revolución del espacio, puesto, que también desechó la vieja concepción newtoniana de la gravedad que la concibe como una acción a distancia y de acción simultánea, lo cual es imposible. Así pues, el espacio no es el escenario físico en el que ocurren los procesos, es también de naturaleza material y tiene que ver con un orden de las cosas determinado por la interacción.
Ambas
revoluciones científicas en la Física protagonizadas por Einstein desafiaron el
sentido común, lo que significa que el conocimiento científico tiene que
moverse del sentido común dado por la sensibilidad a la esencia oculta detrás
de su contra-parte: la apariencia; es decir, que el método científico tiene que
moverse de la apariencia de las cosas a su esencia, para descubrir la verdad, como
lo concibe el materialismo dialéctico.
A
mediados de la década de los cincuenta del siglo XX se produjo otra revolución
biológica con el descubrimiento de los ácidos nucleicos y su papel central en
la continuidad (herencia) de la vida. Este hallazgo científico trascendental
para el desarrollo de las ciencias biológicas dio paso al surgimiento de nuevas
disciplinas científicas, como es el caso de la biología molecular, pero que hoy
todavía falta ponderar la importancia filosófica de este descubrimiento a la
“luz” del materialismo dialéctico, previo conocimiento de la esencia de la
vida, ya que se puede adelantar que la vida no se reduce a unas moléculas como
los ácidos nucleicos por más complejos e importantes que sean. La vida es más
compleja y guiándose del materialismo dialéctico, particularmente de la ley de
la contradicción, entonces la vida se podría definir como metabolismo
(anabolismo vs catabolismo) que transforma la energía y materia aportada por el
medio ambiente para el desarrollo (crecimiento, reproducción, homeostasis,
etc.) de los organismos vivos. Creo que en el marco de esta definición se debe
valorar la importancia fisiológica y estructural de los ácidos nucleicos para
la vida.
Vásquez
(2017), escribe que la última revolución científica es la Teoría de la
tectónica de placas iniciada por el científico alemán Alfred Wegener en 1912
como hipótesis de la deriva continental, como resultado de evidencias
geológicas, climáticas, orográficas y biológicas que lo indujeron a pensar que
hace unos 250 millones de años, los actuales continentes tuvieron que estar
unidos en un mega-continente llamado Pangea con su correspondiente mega-océano:
Panthalasa. Desde entonces los continentes han venido moviéndose
horizontalmente hasta alcanzar la distribución espacial actual. No obstante,
Wegener no aportó las pruebas físicas para demostrar su hipótesis de la deriva
continental, porque era imposible que los enormes bloques continentales se
“arrastraran” sobre la corteza basáltica oceánica, por lo que su hipótesis cayó
en el olvido. Las pruebas vinieron después con la exploración del fondo
oceánico y particularmente con el paleo-magnetismo de las rocas (magnetita) y
la expansión del fondo oceánico, que demostraron que efectivamente los
continentes se están moviendo a una velocidad de unos centímetros/año, que no
es nada a escala humana, pero a escala geológica que tiene que ver con millones
de años, ha dado origen a cambios radicales en la distribución espacial de los
océanos y continentes, como es el caso de la formación del Océano Atlántico que
en el transcurso de unos 170 millones de años ha separado al Continente Americano
de África, Europa y Asia miles de kilómetros. Lo mismo ha sucedido con los
otros continentes y es lo que explica la existencia de evidencias encontradas
por Wegener en diferentes continentes y ambientes, que no serían posibles sin
el movimiento de océanos y continentes. Pero ¿de dónde proviene la energía que
mueve a los continentes? La respuesta está en la energía interna que aporta el
manto terrestre, principalmente oceánico, que en sus movimientos de convección
asciende a la corteza terrestre y al elevarse, se enfría y derrama
horizontalmente y en ese movimiento horizontal mueve a los continentes. Se
trata de una energía muy potente para mover y partir los continentes y elevar
la corteza oceánica y como es de esperarse, la energía es de naturaleza nuclear:
fisión o fragmentación de átomos pesados (uranio, torio, potasio 40) que
liberan energía que gradualmente se va acumulando hasta que se libera a través
de terremotos, volcanes, fracturas, etcétera, dando como resultado la
fragmentación de la litosfera en placas tectónicas movidas por la energía
interna aportado por el manto terrestre, cuya explicación racional dada por
Wilson (década del 60 del siglo XX) dio origen a otra revolución científica de
carácter geológico: la Teoría de la tectónica de placas.
Al
igual que las teorías científicas de la física postuladas por Einstein, la
Teoría de la tectónica de placas desafió el sentido común que nos han enseñado
en nuestras clases de geografía física, en las que siempre se nos presentaba la
inmutabilidad aparente de la distribución espacial de océanos y continentes,
como están representados en los mapa-mundi y resulta que la esencia consiste en
la movilidad de océanos y continentes. Una vez se confirma lo que el
materialismo dialéctico ha descubierto desde hace unos 150 años: el
conocimiento científico se mueve de la apariencia (sentido común) a la encía
oculta detrás de la sensibilidad.
Las
grandes revoluciones científicas del siglo XX confirmaron la veracidad del
materialismo dialéctico, en el sentido de que las grandes revoluciones
científicas son el resultado de la acumulación gradual de conocimientos, que
una vez que alcanzan cierta cantidad se truecan en cambios cualitativos
(revoluciones).
Finalmente
es importante citar a Xirau (1983), quien sintetiza la dialéctica de lo
particular y lo general, al escribir que el objetivo de estudio de la filosofía
es la búsqueda de la verdad que está en el todo (general), no en las partes que
son objeto de estudio de las ciencias particulares. Además, de lo universal que
es objeto de estudio de la filosofía, también cumple otra trascendental
función, la de sintetizar (unificar) los conocimientos particulares
(analíticos) aportados por las ciencias particulares; es decir, la filosofía y
las ciencias particulares se complementan mutuamente.
La
relación entre el Ser vs Conciencia, el problema fundamental objeto de estudio
de la filosofía, puesto, que de su respuesta se derivan las dos corrientes
filosóficas que están presentes en su historia: Materialismo que concibe a la
materia en movimiento como lo primario y a la conciencia como lo secundario o
derivado, como prueba la historia de las ciencias particulares; Idealismo que concibe
a la conciencia como lo primario y a la materia como lo derivado, corriente
filosófica desmentida por los descubrimientos de las ciencias particulares.
El
materialismo dialéctico es la filosofía científica que orienta la investigación
científica y es el resultado de la generalización de los descubrimientos
científicos de las ciencias particulares, de más de 2000 años de desarrollo y
tiene como principio fundamental la ley de la contradicción que constituye la
fuerza motriz del movimiento de la materia y también del conocimiento
científico, ya que tiene un alcance universal.
El
idealismo en esencia es religión ya que en el fondo plantea que es la
conciencia (Dios o espíritu) la que genera y explica la realidad material, lo
cual contradice el sentido común y los grandes descubrimientos de las ciencias
particulares.
La
filosofía tiene como objeto de estudio el universo como totalidad, cuyas partes
son objeto de estudio de las ciencias particulares.
Las
verdades analíticas de las ciencias particulares son unilaterales y
fragmentarias y requieren el concurso de la filosofía (lógica) para su síntesis
para su generalización.
La
filosofía tiene como objeto de estudio el todo (universo) en el que está la
verdad última de las cosas. En este sentido la filosofía es la síntesis y el
remate del conocimiento y la cultura.
Al
igual que los objetos materiales el proceso del conocimiento es contradictorio,
por consiguiente, se mueve de la apariencia de las cosas sensibles a la esencia
oculta detrás de la sensibilidad y la esencia hecha lógica se convierte en
verdad objetiva porque no depende del sujeto. La verdad se expresa por medio de
conceptos, definiciones y leyes, que al integrarse en un sistema estructurado
lógicamente se convierte en ciencia. La verdad también es contradictoria:
verdad relativa vs verdad absoluta. Las ciencias en su desarrollo aportan
verdades relativas parciales que gradualmente se acumulan y al llegar a cierto
límite y se truecan en verdades absolutas.
En
suma la filosofía en general y el materialismo dialéctico en particular es una
“guía” teórico-metodológica porque da rumbo a las investigaciones de las
ciencias particulares y con la generalización de sus descubrimientos potencia
su desarrollo.
La
filosofía en general y la lógica en particular es la síntesis del conocimiento
y en este sentido es el complemento del conocimiento analítico de las ciencias
particulares; es decir, ambas ciencias se complementan recíprocamente para
alcanzar un conocimiento analítico y sintético; es decir, sin el concurso de la
filosofía los conocimientos parciales de las ciencias particulares solo son
verdades parciales incompletas (unilaterales) que deben elevarse a verdades
concretas a través de la generalización filosófica para integrar el
conocimiento del objeto de estudio como un todo.
6. Referencias bibliográficas
Engels F. 1886. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Obra editada (1980). Editorial Progreso. Moscú, URSS.
Hegel
F. 1807. Fenomenología del espíritu. Obra editada (1994). Fondo de Cultura
Económica. México, D.F.
Hegel
F. 1817. Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Obra editada (1980).
Editorial Porrúa. México, D.F.
Hazen
Robert. 2012. La historia de la Tierra. Los primeros 4500 millones de años.
Del polvo estelar al planeta viviente. Editorial Océano (2015). México, D.F.
Vásquez
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