viernes, 28 de diciembre de 2018

IMPORTANCIA DE LA PRÁCTICA EN EL ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CONCIENCIA

IMPORTANCIA DE LA PRÁCTICA EN EL ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CONCIENCIA
Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx

Introducción

La practica es una actividad social orientada a la transformación de la naturaleza y de la sociedad que condicionó el origen y el desarrollo de la conciencia. Ambos son temas de carácter filosófico, por consiguiente, se tiene que partir de la solución correcta del problema fundamental de la filosofía: la relación y el carácter primario-secundario entre el ser (materia) y la conciencia. Este problema apareció desde el origen de la filosofía en la antigüedad griega hace por los menos 500 años antes de Cristo y desde entonces surgieron las dos tendencias filosóficas fundamentales que han permeado la historia de la humanidad desde la antigüedad: el idealismo y el materialismo. El idealismo representado principalmente por Parménides y Platón en la antigüedad griega, consideraba a la conciencia (idea o espíritu) en forma independiente del ser (materia) y como su creadora, es decir, se trata de la idea religiosa de que el mundo material fue creado por un ser sobre-natural (Dios). Por el contrario, el materialismo, representado en la antigüedad griega por Leucipo, Demócrito y Epicuro, así como por Tito Lucrecio Caro en Roma, consideraba que el ser (materia) formada por átomos en su desarrollo condiciona a la conciencia humana. Mucho tiempo después Marx y Engels, a mediados del siglo XIX invirtieron el idealismo dialéctico hegeliano, junto con la generalización de los descubrimientos científicos más importantes: Teoría celular (1837-1838), Ley de la conservación y transformación de la energía (1843) y la Teoría de la evolución (1859), y lo convirtieron en materialismo dialéctico, que concibe el movimiento material como primario y a la conciencia como secundaria o derivada.

Antes de pensar el hombre primitivo primero tuvo que alimentarse y pasar por una serie de peldaños de desarrollo, en los que los instrumentos de trabajo rudimentarios utilizados para apropiarse directamente de lo que la naturaleza proporcionaba, a través de la recolección de productos vegetales y caza de animales salvajes, situación que perduró por lo menos unos dos millones de años: desde el hombre paleolítico hasta el Homo sapiens (hombre de Cro-Magnon) hace unos 35 000 años, período en el que las tribus nómadas dedicaban todo el tiempo para proveerse de los alimentos vegetales y animales para su sobre-vivencia y ni siquiera tenían tiempo de reflexionar.

Los antecesores del hombre de Cro-Magnon: el Homo habilis y el Homo erectus solo habían desarrollado un lenguaje inarticulado y básicamente se comunicaban con movimientos corporales, principalmente las manos. El lenguaje articulado apareció sólo con el Homo sapiens y fue resultado de la necesidad de comunicarse durante el proceso laboral práctico ejecutado con herramientas de trabajo más perfeccionadas, que aumentaron las disponibilidad de alimentos y un tiempo “libre” mínimo para que algunos miembros de las tribus desarrollaran el arte que por definición es el reflejo de lo abstracto en imágenes concretas (pinturas rupestres).

La experiencia práctica acumulada durante el largo período paleolítico preparó las condiciones para el mejoramiento de los instrumentos de trabajo he hicieron posible el cultivo de plantas (agricultura) y domesticación de animales (ganadería), actividades que representaron una verdadera revolución tecno-productiva que con su mayor productividad cubrió las necesidades básicas de los miembros de las comunidades y, además, produjo un excedente que se intercambió inicialmente entre comunidades vecinas y posteriormente en el interior de las propias comunidades, generando así las condiciones necesarias para el surgimiento de la sociedad esclavista: propiedad privada de la tierra y el ganado, así como de la mano de obra de los trabajadores esclavos y la división social del trabajo.

Con la aparición del esclavismo también apareció la división del trabajo en intelectual y físico. El primero fue desarrollado por los ideólogos de la clase esclavista y el segundo por el esclavo. El primero fue fundamental para el surgimiento de la filosofía y las ciencias particulares todavía muy incipientes y el segundo fue crucial para generar el trabajo excedente para la clase esclavista.

El desarrollo cuantitativo y cualitativo de las ciencias particulares de más de 2000 años con sus descubrimientos, en el que la práctica ha sido decisiva, dan la razón a la filosofía materialista en la solución correcta del problema fundamental de la filosofía: el ser (materia) es lo primario, la conciencia es lo secundario, no existe ningún ser sobre-natural (Dios) creador del mundo material, es la materia en movimiento y después de 4 500 millones apareció la especie humana portadora de un cerebro muy desarrollado sustrato de la conciencia en general y de la ciencia en particular, 

Así pues, la práctica ha sido crucial para la existencia humana y para el origen de su conciencia en general y de las ciencias en particular.


Idealismo vs Materialismo

Hegel en sus obras: Fenomenología del espíritu (1807), Ciencia de la lógica (1812-1816) y Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817), desarrolla el Idealismo en su máxima expresión abstracta y especulativa, del que Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos (1844) afirma lo siguiente:

"El sentimiento místico que empuja a los filósofos del pensamiento abstracto a la intuición [sensibilidad] es el hastío, la nostalgia de un contenido".

Las ideas no pueden conducir más allá de las ideas del antiguo estado de cosas. De hecho, las ideas no pueden realizar nada. Para realizar las ideas, se necesitan hombres que ponen en juego una fuerza práctica, expuso Marx y Engels en la Sagrada familia (1845). En el mismo año Marx ya había estudiado a Feuerbach, quien había combatido el idealismo hegeliano al exponer que fuera de la naturaleza no hay nada y el hombre es parte de la misma y se desarrolla por sí misma, sin necesidad de fuerzas sobre-naturales. Rechaza la tesis hegeliana que concibe a la naturaleza como el “ser otro del espíritu”. Filosóficamente procedía de los materialistas de los siglos XVII (Spinoza) y XVIII (enciclopedistas franceses). Por eso dice que su primer pensamiento fue Dios (Dios o Naturaleza de Spinoza), luego la razón creadora de la realidad (Hegel) y finalmente el hombre (materialismo antropológico). Particularmente concibe el panteísmo de Spinoza como materialismo teológico; al idealismo hegeliano, particularmente su lógica la caracteriza como Teología (Metafísica) racionalizada y de los enciclopedistas franceses recupera su concepción materialista de la naturaleza y el hombre.

Después de rechazar la tesis idealista de la prioridad del espíritu respecto de la materia, propone una solución materialista al problema fundamental de la filosofía: “La relación real entre el pensamiento y el ser, es esta: el ser es el sujeto, el pensamiento, el predicado”.

Feuerbach demuestra irrebatiblemente la afinidad del idealismo y la religión. La fuente lógica del Idealismo, lo mismo que de la religión, la ve en la separación del pensamiento respecto del ser sensible y concreto. El Idealismo se vale artificialmente del proceso de abstracción, que genera conceptos generales y los separa de sus fundamentos materiales sensibles, convirtiéndolos en esencias con vida propia e independiente. Tanto el idealismo como la religión consideran lo abstracto, lo no sensible, lo inmaterial, como lo primario, es decir, lo espiritual crea lo concreto sensible. Afirma que la tesis de la naturaleza como el “ser otro del espíritu”, no es más que la creación de la naturaleza por Dios. La doctrina de Hegel es la transformación de la historia de la Teología en un proceso lógico. La filosofía hegeliana es el último refugio y apoyo de la Teología; es el espíritu absoluto en el espíritu de la Teología que se extingue. La filosofía de Hegel es el último intento de restablecer el cristianismo moribundo. Así pues, tuvo el mérito de haber rescatado el materialismo en medio de una “embriaguez” especulativa del hegelianismo.

A pesar del progreso del materialismo antropológico de Feuerbach, no dejó de ser metafísico, contemplativo e idealista en la concepción de la vida social, como lo expuso Marx (1845) en algunas de sus once Tesis sobre Feuerbach en las que destaca la relevancia de la práctica en el proceso del conocimiento científico:

1.- "El defecto fundamental de todo el materialismo anterior, es que solo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal. Feuerbach quiere objetos sensoriales, realmente distintos de los objetos conceptuales; pero tampoco el concibe la propia actividad humana como una actividad objetiva. Por eso, en La Esencia del Cristianismo (1840-1841) solo considera la actitud teórica [contemplativa] como la auténticamente humana, mientras que concibe y fija la práctica solo en su forma suciamente judaica de manifestarse. Por tanto, no comprende la importancia de la actuación revolucionaria, práctico–crítica".

2.- "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico".

3.- "La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educado necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad".

4.- "La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria".

5.- "Feuerbach, no contento con el pensamiento abstracto, apela a la contemplación sensorial; pero no concibe la sensoriedad como una actividad sensorial humana práctica".

6. "Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales".

8.- "La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la  teoría hacia el misticismo, encuentra su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de ésta práctica".

9.- "A lo que más llega el materialismo contemplativo, es decir, el materialismo que no concibe la sensoriedad como actividad práctica, es a contemplar a los distintos individuos dentro de la “sociedad civil”.

11.- "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.

Desde Descartes hasta Hegel y desde Hobbes hasta Feuerbach, los filósofos no avanzaban impulsados solamente, como ellos creían, con la fuerza del pensamiento puro. Al contrario. Lo que en la realidad les impulsaba eran, precisamente, los progresos prácticos formidables de las Ciencias Naturales y de la industria. En los filósofos materialistas, esta influencia afloraba a la superficie, pero también los sistemas idealistas fueron llenándose más y más de contenido materialista  y se esforzaron por conciliar panteísticamente la antítesis entre el espíritu y la materia; hasta que, por último, el sistema de Hegel ya no representaba por su método y su contenido más que un materialismo puesto al revés.

La trayectoria de Feuerbach es la de un hegeliano que marcha hacia el materialismo; trayectoria que, al llegar a una determinada fase, supone una ruptura total con el sistema idealista de su predecesor. Por fin le gana con fuerza irresistible la convicción de que la existencia de la idea absoluta anterior al mundo material, que preconiza Hegel, la preexistencia de las categorías lógicas antes que hubiese un mundo, no es más que un residuo de la Fe en un creador ultramundano; de que el mundo material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte también los hombres, es lo único real y de que nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por muy supra-sensibles que parezcan, son el producto de un órgano material, físico: el cerebro. La materia no es un producto del espíritu: el espíritu mismo no es más que el producto supremo de la materia. Esto es, naturalmente, materialismo puro. Al llegar aquí, Feuerbach se atasca.  No acierta a sobreponerse al prejuicio rutinario, filosófico, no contra la cosa, sino contra el nombre de materialismo.

Materialismo dialéctico

Pero el paso que Feuerbach no dio, había que darlo, había que sustituir el culto del hombre abstracto, médula de la nueva religión feuerbachiana, por la ciencia del hombre real y de su desenvolvimiento histórico. Este desarrollo de las posiciones feuerbachianas, superando a Feuerbach, fue iniciado por Marx en 1845, con la Sagrada Familia.

De la descomposición de la escuela hegeliana brotó además otra corriente, la única que ha dado verdaderos frutos, y esta corriente va asociada primordialmente al nombre de Marx. También esta corriente se separó de la filosofía hegeliana replegándose sobre las posiciones materialistas. Es decir, decidiéndose a concebir el mundo real tal como se presenta a cualquiera que lo mire sin quimeras idealistas que no concordasen con los hechos, enfocados en su propia concatenación y no en una concatenación imaginaria. Y esto, y sólo esto, es lo que se llama materialismo.

Engels (1886) dijo que en Hegel, la dialéctica es el auto desarrollo del concepto. El concepto absoluto no solo existe desde toda una eternidad, sino que es, además, la verdadera alma viva de todo el mundo existente. El concepto absoluto se desarrolla hasta llegar a ser lo que es, a través de todas las etapas preliminares que se estudian por extenso en la Lógica y que se contienen todas en dicho concepto; luego, se enajena al convertirse en la naturaleza, donde, sin la conciencia de sí, disfrazado de necesidad natural, atraviesa por un nuevo desarrollo, hasta que, por último, recobra en el hombre la conciencia de sí mismo; en la historia, esta conciencia vuelve a elaborarse a partir de su estado tosco y primitivo, hasta que por fin el concepto absoluto recobra de nuevo su completa personalidad en la filosofía hegeliana. Como vemos en Hegel, el desarrollo dialéctico que se revela en la naturaleza y la historia, es decir, la concatenación causal del progreso que va de lo inferior a lo superior, y que se impone a través de todos los zigzags y retrocesos momentáneos, no es más que un cliché del auto movimiento del concepto; auto movimiento que existe y se desarrolla desde toda una eternidad, no se sabe dónde, pero desde luego con independencia de todo cerebro humano pensante. Esta inversión idealista era la que había de eliminar. Nosotros retornamos a las posiciones materialistas y volvimos a ver en los conceptos de nuestro cerebro las imágenes de los objetos reales, en vez de considerar a estos como imágenes de tal o cual fase del concepto absoluto. Con esto, la dialéctica quedaba reducida a la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto el del mundo exterior como el del pensamiento humano: dos series de leyes idénticas en cuanto a la esencia, pero distintas en cuanto a la expresión, en el sentido de que el cerebro humano puede aplicarlas conscientemente, mientras que en la naturaleza, y hasta hoy también, en gran parte, en la historia humana, estas leyes se abren paso de un modo inconsciente, bajo la forma de una necesidad exterior, en medio de una serie infinita de casualidades. Pero, con esto, la propia dialéctica del concepto se convertía simplemente en el reflejo consciente del movimiento dialéctico del mundo real, lo que equivalía a poner la dialéctica hegeliana cabeza abajo; o mejor dicho, a invertir la dialéctica que estaba cabeza abajo, poniéndola de pie. Con esto volvía a ponerse en pie el lado revolucionario de la filosofía hegeliana y se limpiaba al mismo tiempo de la costra idealista que en Hegel impedía su consecuente aplicación. La gran idea cardinal de que el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales, en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida, por un proceso de génesis y caducidad a través de los cuales, pese a todo su aparente carácter fortuito y a todos los retrocesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva; esta gran idea cardinal se halla ya tan arraigada, sobre todo desde Hegel, en la conciencia habitual, que, expuesta, así, en términos generales, apenas encuentra oposición. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra es aplicarla a la realidad en cada caso concreto, en todos los campos sometidos a investigación. Si en nuestras investigaciones nos colocamos siempre en este punto de vista, daremos al traste de una vez para siempre con el postulado de soluciones definitivas y verdades eternas; tendremos en todo momento la conciencia de que todos los resultados que obtengamos serán forzosamente limitados y se hallarán condicionados por las circunstancias en las cuales los obtenemos; pero ya no nos infundirán respeto esas antítesis irreductibles para la vieja metafísica todavía en boga: de lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo idéntico y lo distinto, lo necesario y lo fortuito, sabemos que estas antítesis solo tienen un valor relativo, que lo que hoy reputamos como verdadero encierra también un lado falso, ahora oculto, pero que saldrá a la luz más tarde, del mismo que lo que ahora reconocemos como falso guarda su lado verdadero, gracias al cual fue acatado como verdadero anteriormente; que lo que se afirma necesario se compone de toda una serie de meras casualidades  y que lo que se cree fortuito no es más que la forma detrás de la cual se esconde la necesidad, y así sucesivamente.

Lenin en Materialismo y empiriocriticismo (1908) profundizó la concepción de las categorías fundamentales de la dialéctica materialista: materia y formas de su movimiento, espacio y tiempo, causalidad, libertad y necesidad, posibilidad y realidad, forma y contenido, etc. Lenin impulsó la concepción de la Ley de la unidad y lucha de los contrarios como ley fundamental del mundo objetivo y del conocimiento, como esencia y núcleo de la dialéctica, formulando proposiciones esenciales sobre las dos concepciones del desarrollo: desarrollo como disminución y aumento, como repetición y desarrollo como unidad de contrarios, de desdoblamiento de lo único en contrarios que se excluyen recíprocamente y se hallan en interacción. En 1914, en sus Cuadernos filosóficos sintetizó el proceso del conocimiento al enunciar que se mueve de la contemplación viva (práctica) al pensamiento abstracto y de éste a la práctica; que la conciencia del hombre es activa, pues no se limita a reflejar el mundo, sino dentro de la práctica humana participa en su transformación revolucionaria. Formuló la teoría de la verdad objetiva, relativa y absoluta, y señaló su ínter-vinculación dialéctica. El punto central en la doctrina de Lenin sobre la verdad lo ocupa el problema del carácter concreto de la misma. Indicó que “la esencia misma, el alma viva del marxismo es el análisis concreto de la situación concreta”.


La práctica en el proceso del conocimiento científico

Marx-Engels (1846) escribieron que el primer acto histórico de estos individuos, en virtud del cual se diferencian de los animales, reside no en pensar, sino en comenzar a producir los recursos indispensables para su vida. Se puede ver el signo distintivo del hombre con respecto al animal en la conciencia, el sentimiento religioso, o algo por el estilo. Pero lo cierto es que el hombre mismo no se siente distinto de aquél, sino desde el día en que empieza a producir sus medios de subsistencia, paso éste condicionado por la organización de su cuerpo. Produciendo sus medios de vida produce indirectamente el hombre su vida material misma. Según sea la actividad vital de los individuos, así serán ellos mismos. Lo que ellos representan coincide, por consiguiente, con su producción, coincide no con aquello que producen, sino con la forma cómo lo producen. Lo que representen de suyo los individuos depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción. Para vivir se requiere ante todo alimentación y bebida, vivienda, vestido y algo más. Así, pues, el primer acto histórico es la producción de los recursos indispensables para la satisfacción de estas necesidades, la producción de la vida material misma. Por lo demás es un asunto histórico tal, una condición fundamental de toda historia, que ahora (lo mismo que hace millares de años) debe cumplirse diariamente y a cada hora solamente para que las gentes puedan subsistir.

Lenin (1908) expuso que Engels da un salto de la teoría a la práctica. Ni uno solo de los sabios (y estúpidos) profesores de filosofía a los que siguen nuestros machistas, se permite jamás tales saltos, vergonzosos para un representante de la “ciencia pura”. Para ellos una cosa es la teoría del conocimiento, donde hay que cocinar con la mayor sutileza las “definiciones” verbales y otra completamente distinta es la práctica. En Engels toda la práctica humana viva hace irrupción en la teoría misma del conocimiento, proporcionando un criterio objetivo de verdad: en tanto que ignoramos una ley natural, esa ley, existiendo y obrando al margen y fuera de nuestro conocimiento, nos hace esclavos de la “ciega necesidad”. Tan pronto como conocemos esa ley, que acciona (como repitió Marx millares de veces) independientemente de nuestra voluntad y de nuestra conciencia, nos hacemos dueños de la naturaleza. El dominio de la naturaleza, que se manifiesta en la práctica de la humanidad, es el resultado del reflejo objetivó y veraz, en la cabeza del hombre, de los fenómenos y de los procesos de la naturaleza y constituye la prueba de que dicho reflejo (dentro de los límites de lo que nos muestra la práctica) es una verdad objetiva, absoluta, eterna. Fuera de nosotros existen cosas. Nuestras representaciones y sensaciones son imágenes de las cosas. La comprobación de estas imágenes, la separación de las verdaderas y las erróneas, la da la práctica.

Lenin (1914) dijo que la práctica del hombre, que se repite cien millones de veces, se consolida en la conciencia del hombre por medio de figuras de la lógica. Precisamente (y sólo) debido a esta repetición de cien millones de veces, estas figuras tienen la estabilidad de un prejuicio, un carácter axiomático.

Marx (1845) escribió que el problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es una cuestión puramente escolástica. La vida social es esencialmente práctica. Todos los misterios que desvían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica.

Lenin (1908) afirmó que Marx y Engels en 1845 y Engels en 1888 y 1892 colocan el criterio de la práctica en la base de la teoría materialista del conocimiento. Plantear fuera de la práctica la cuestión de "si al pensamiento humano corresponde una verdad objetiva" es entregarse a la escolástica -dice Marx en su segunda tesis sobre Feuerbach. La práctica es la mejor refutación del agnosticismo kantiano y humista, así como de los demás subterfugios filosóficos repite Engels. "Los éxitos de nuestros actos suministran la prueba de la conformidad (la correspondencia) de nuestras percepciones con la naturaleza objetiva de las cosas percibidas", replica Engels a los agnósticos. Además, dijo que la actividad práctica del hombre debe llevar su conciencia a la repetición de las distintas figuras lógicas, miles de millones de veces, a fin de que estas figuras puedan obtener la significación de axiomas. Con su práctica el hombre demuestra la corrección objetiva de sus ideas, conceptos, conocimiento, ciencia.

Lenin (1914) dijo que la práctica del hombre y de la humanidad es la prueba, el criterio de la objetividad del conocimiento. Así pues, sintetizó su pensamiento filosófico diciendo que: la práctica es superior al conocimiento (teórico), porque posee no sólo la dignidad de la universalidad, sino también la de la realidad inmediata. Lenin (1914) dijo la actividad práctica del hombre debe llevar su conciencia a la repetición de las distintas figuras lógicas, miles de millones de veces, a fin de que estas figuras puedan obtener la significación de axiomas. Con su práctica el hombre demuestra la corrección objetiva de sus ideas, conceptos, conocimiento, ciencia.

Lenin (1908) expuso que el punto de vista de la vida, de la práctica, debe ser el primero y fundamental de la teoría del conocimiento. Y conduce infaliblemente al materialismo, apartando desde el comienzo mismo las elucubraciones interminables de la escolástica profesoral. Por supuesto, no debe olvidarse que el criterio de la práctica no puede nunca, en el fondo, confirmar o refutar completamente una representación humana cualquiera que sea. Este criterio es también lo bastante impreciso para no permitir a los conocimientos del hombre convertirse en algo “absoluto”; pero al mismo tiempo, es lo bastante preciso para sostener una lucha implacable contra todas las variedades del idealismo y del agnosticismo. Si lo que confirma nuestra práctica es la verdad única, última, objetiva, de ello se desprende el reconocimiento del camino de la ciencia, que se mantiene en el punto de vista materialista, como el único camino conducente a esta verdad.

Spirkin (1966) dice que el materialismo dialéctico parte del hecho de que el conocimiento es un reflejo del mundo en la conciencia del hombre, inseparable del cambio del objeto de conocimiento en el curso de la práctica social. La práctica es base de la formación y desarrollo del conocimiento en todos sus grados, fuente del saber, estímulo fundamental y meta del conocimiento, esfera de aplicación del conocimiento, criterio de la verdad de los resultados del proceso de conocimiento y “determinante de los vínculos del objeto con aquello que el hombre necesita” (Lenin). La actividad práctica del hombre se halla unida obligatoriamente a la actividad cognoscitiva y esta comienza con la sensación y la percepción. El paso del conocimiento sensorial al pensamiento lógico es un salto del conocimiento de lo individual, casual y exterior, al conocimiento generalizado de lo sustancial y sometido a leyes, de las formas tangibles del reflejo a aquellas formas que se hallan desprovistas de la “sustancia de sensoriedad”.


Discusión

La práctica aparece junto con la especie humana. Esta surgió hace unos dos millones de años en el Período del Pleistoceno en el oriente africano, resultado de un evento tectónico que produjo un hundimiento y la correspondiente elevación de las partes aledañas, modificando así radicalmente el relieve, lo que modificó cualitativamente el clima: de ser un clima cálido húmedo con exuberante vegetación y fauna tropicales  donde vivían y  se movían nuestros antepasados primates, por un clima seco dando origen a un ambiente de sabana caracterizado por la existencia de grandes llanuras de pastizales y matorrales y árboles dispersos. En estas nuevas condiciones ambientales algunos de nuestros antepasados tuvieron que bajar de los bosques al suelo para buscar alimentos, pero al ya no existir la exuberante vegetación tropical tuvieron que caminar erguidos. El caminar erguidos con las extremidades posteriores (patas) de los primeros homínidos implicó una verdadera revolución biológica que, aunque, se desplazan torpemente les quedaron libres las extremidades anteriores (manos) para manipular objetos y protegerse de las fieras salvajes depredadoras. Unos homínidos dieron el salto biológico y se convirtieron en Australopitecos hace unos 3.5 millones de años que con sus manos liberadas empezaron a fabricar instrumentos de trabajo rudimentarios y después de un largo proceso de desarrollo dieron origen al hombre primitivo: el Homo habilis hace unos dos millones de años. Con el Homo habilis inicia propiamente la práctica laboral en el sentido de que ya fabrica instrumentos de trabajo rudimentarios. Su economía se basaba en una economía de apropiación directa de lo que la propia naturaleza le proporcionaba: recolección de productos vegetales y caza de animales salvajes para obtener alimentos para su existencia, es decir, se trató de una economía depredadora. Con el Homo erectus se produjo una mejora en los instrumentos de trabajo, pero su economía seguía siendo de apropiación directa (depredadora). No obstante, su actividad práctica le permitió primero conocer el fuego y luego producirlo. La producción del fuego fue un invento crucial para el posterior desarrollo del hombre primitivo, ya que le permitió protegerse del frío y de los animales depredadores, así como aprovechar el fuego para cazarlos. Pero lo más importante, le permitió cocer los alimentos proceso que hizo a los alimentos más asimilables, lo que repercutió en el desarrollo de un cerebro más grande (900 gramos) a diferencia de su predecesor el Homo habilis que tuvo un cerebro de unos 600 gramos. No obstante, tanto el Homo habilis como el Homo erectus todavía no habían desarrollado un lenguaje articulado: se comunicaban con movimientos corporales, principalmente con las manos. Su práctica laboral era muy incipiente y en correspondencia con ella su lenguaje también era muy rudimentario. El salto biológico más importante en el desarrollo biológico de la especie humana se dio recientemente hace poco en términos geológicos: 35 000 años con la aparición del Homo sapiens (Cro-Magnon) que en comparación con sus antecesores descritos sus instrumentos de trabajo eran más perfectos y ya había desarrollado el lenguaje articulado, lo que condicionó el desarrollo de un cerebro más grande y más complejo de unos 1500 gramos. El hombre de Cro-Magnon con un cerebro más grande y complejo y con el lenguaje articulado le permitió desarrollar el arte, que por definición es la expresión de lo general (abstracto) en imágenes (pinturas rupestres). A pesar del desarrollo de la especia humana en casi dos millones de años, la economía seguía siendo de apropiación directa y nómada, no había producción propiamente.

La larga experiencia práctica del hombre paleolítico de alrededor de dos millones de años, le permitió en un determinado momento, hace unos 10 000 años el cultivo de plantas lo que dio origen a la agricultura y la domesticación de animales lo que dio origen a la ganadería, actividades que implicaron una verdadera revolución tecno-productiva, así como la primera gran división social del trabajo entre tribus ganaderas y tribus ganaderas. Ahora ya no se trataba de una economía de apropiación directa de lo que la naturaleza proporcionaba, sino de una economía productiva. Esta con una mayor productividad del trabajo hizo posible un excedente de productos destinados al intercambio, primero entre comunidades y luego en el interior de las comunidades, lo que posteriormente dio condicionó la aparición de la propiedad privada y a la primera sociedad clasista: el Esclavismo, en Medio Oriente y Grecia hace unos 500-600 años antes de Cristo. Con la sociedad esclavista apareció la división entre el trabajo intelectual desarrollado por los representantes de la clase esclavista y el trajo físico realizado por los esclavos. Así apareció la ciencia rudimentaria, primero como filosofía y luego las ciencias particulares incipientes sistematizadas por Aristóteles (384-322 a. C.). Con la ciencia griega aparece la forma superior de la conciencia humana expresada por medio de conceptos, definiciones y leyes. Fue el resultado de un largo desarrollo de la actividad práctica del hombre paleolítico y neolítico, que al interaccionar con la naturaleza y transformarla la conoció y descubrió los nexos internos y ya con un lenguaje articulado pudo echar mano de la generalización y la abstracción para culminar con el origen de la ciencia.

Con la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 después de Cristo, inicia el Feudalismo como modo de producción basado en la propiedad de grandes extensiones territoriales en propiedad de los señores feudales, los que recurrían al trabajo de los campesinos siervos para su cultivo. El feudalismo perduró durante unos 1000 años y se basó en una economía cerrada y fundamentalmente agropecuaria y el poder espiritual lo ejerció la Iglesia, lo que le permitió apoderarse de grandes extensiones territoriales y convertirse en una gran propietaria feudal de la tierra. La ciencia en lo general estuvo estancada, por consiguiente, hubo poca innovación tecnológica; sin embargo, en su interior fueron madurando las condiciones para el surgimiento del capitalismo, sistema que hizo su aparición en Europa en el siglo XVI.

Inicialmente el capitalismo retoma los avances culturales heredados por la antigüedad griega, pero en seguida no son suficientes para las aspiraciones del nuevo sistema socio-económico y Francis Bacon a principio del siglo XVII empieza a cuestionar la Lógica aristotélica por su carácter deductivo, el cual no aporta nuevos conocimientos y plantea la necesidad de una nueva lógica basada en la Inducción. Es decir, que la ciencia tiene que ser práctica en beneficio de la sociedad. Las ideas de Bacon fueron desarrolladas por Hobbes y Locke y con ellos se funda propiamente el empirismo ingles a fines del mismo siglo XVII, corriente filosófica que antepone la ciencia a la práctica a la ciencia especulativa griega y escolástica medieval especulativa y religiosa que no respondía a las necesidades prácticas del capitalismo naciente. Los fundadores del empirismo inglés fueron filósofos que confrontaron con los racionalistas (idealistas) europeos continentales, principalmente descartes y seguidores. Desde entonces reaparecieron las viejas tendencias filosóficas “heredadas” de la antigüedad griega y romana: el materialismo y el idealismo. El materialismo representado en la antigüedad griega por Leucipo, Demócrito, Epicuro y el romano Tito Lucrecio Caro; y el idealismo representado principalmente por Parménides y Platón.

El idealismo y el materialismo son dos corrientes filosóficas que esencialmente se distinguen por sus diferencias en la solución del problema fundamental de la filosofía: la relación entre el ser (materia) y la conciencia (mente). Para el idealismo la conciencia es lo primario que antecede y crea a la materia, que traducido a términos religiosos significa que un Dios crea al mundo como establece la Biblia. Para el materialismo dialéctico por el contrario es el ser (materia) la que en su movimiento culminó por lo menos en la historia de la Tierra de unos 4 500 millones de años con el surgimiento de la especie humana, cuyos rasgos esenciales es el trabajo que por esencia es actividad práctica y la conciencia que se deriva del mismo. Es decir que la conciencia es lo secundario y derivado, como lo confirman las historias de las ciencias particulares modernas, tal como lo concibe el materialismo dialéctico.

Las tendencias filosóficas contradictorias siguieron su desenvolvimiento paralelamente con el desarrollo del capitalismo. La tendencia idealista fue retomada por Descartes y continuada principalmente con Leibniz, Kant y culminada brillantemente por Hegel.

La filosofía idealista de Hegel merece mención especial por sus aportes a la filosofía, particularmente de su dialéctica de los conceptos, especialmente por haber descubierto las tres leyes fundamentales de la dialéctica: Ley de la contradicción, Ley de la transición recíproca de la cantidad contra la cualidad y Ley de la negación de la negación (carácter cíclico de los procesos).

La tendencia materialista en la era del capitalismo fue desarrollada por Spinoza, Diderot y particularmente por los grandes filósofos alemanes: Carlos Marx y Federico Engels.

Carlos Marx y Federico Engels desarrollaron la filosofía materialista en el contexto de un capitalismo desarrollado: el existente en Inglaterra de mediados del siglo XIX. Inicialmente fueron hegelianos, es decir, seguidores de la filosofía idealista de Hegel, pero luego evolucionaron hacia posiciones materialistas radicales por necesidades prácticas de la lucha económica y política de los trabajadores. Es en este contexto que Marx recurre a las obras de Hegel en busca de “luz” para responder a las necesidades prácticas de la lucha política y la primera obra que escribió es la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843). Posteriormente y ya conjuntamente con Federico Engels, escriben conjuntamente la “Sagrada familia” en 1845 y la Ideología alemana en 1846, obras en las invierten la filosofía idealista de Hegel al plantear por primera vez que son las condiciones materiales productivas prácticas las que determinan la conciencia, tal como venía sucediendo desde la aparición de la especie humana. La tendencia materialista fue reafirmada y aplicada en el estudio del capitalismo por Marx en El Capital (1867) en el que en el epílogo a la segunda edición (1873) escribió: “Mi método dialéctico no sólo difiere del de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa. Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo (creador) de lo real; lo real no es más que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino lo material traspuesto y traducido en la mente humana. La mistificación que sufre la dialéctica en manos de Hegel, en modo alguno obsta para que haya sido él quien, por vez primera, expuso de manera amplia y consciente las formas generales del movimiento de aquélla. En él la dialéctica está puesta al revés. Es necesario darle vuelta, para descubrir así su núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística".


Conclusiones

La práctica ha sido crucial para la existencia humana y para el origen de su conciencia en general y de la ciencia en particular. Es la actividad práctica productiva la que en última instancia genera la conciencia en general y el conocimiento científico en  particular.

El pensamiento abstracto cuya primera premisa fue el lenguaje articulado derivado de la necesidad práctica-laboral de comunicarse y luego la generalización y la abstracción por medio del mismo hizo posible la aparición del arte (pinturas rupestres) en el se plasma lo abstracto en imágenes concretas.

Con la aparición del arte no se agota la posibilidad del desarrollo de la conciencia y tuvieron que pasar otros miles de años para que la actividad práctica productiva se desarrollara y diera origen al primer sistema clasista hace unos 500-600 años a. C. en Medio Oriente, particularmente en Grecia, para que hiciera posible el surgimiento del último peldaño en el desarrollo de la conciencia humana: el Esclavismo. En este sistema socio-económico, aparece por primera vez la contradicción y consecuentemente la lucha de clases entre esclavistas (propietarios del principal medio de producción de aquella época: la tierra y los esclavos para hacerla producir), pero lo más importante para el tema que nos ocupa es la división del trabajo intelectual desarrollado por la clase esclavista y/o sus representantes ideológicos (Sócrates, Platón, Aristóteles, etc.) y el trabajo físico realizado por los esclavos. El trabajo intelectual fue muy importante porque hizo posible el origen de la ciencia primitiva al principio como filosofía y luego como ciencias particulares con Aristóteles (384-322 a. C.) , con lo que surgen las ciencias como formas superiores de la conciencia.

Con Hegel la dialéctica se mistifica en el sentido de que es la idea la que genera la realidad material, lo cual es falso como lo atestiguan el prolongado desarrollo de las ciencias particulares; sin embargo, su dialéctica es muy importante, ya que rescató la dialéctica del pensador más grande la antigüedad griega: Heráclito, quien fue el primero que afirmar que todo se mueve como consecuencia de la contradicción. Respecto al conocimiento dijo que los sentidos por naturaleza son irracionales, en consecuencia, la ciencia tiene que elevarse más allá de la sensibilidad para descubrir la racionalidad de los objetos materiales.

Marx y Engels fundaron el materialismo dialéctico con lo “desmitificaron” y racionalizaron la dialéctica idealista y religiosa de Hegel y sentaron las bases de la filosofía científica moderna, como “guía” en las investigaciones de las ciencias particulares.

La práctica es el punto de partida de la investigación científica al plantear nuevos problemas, la que confirma la veracidad de las hipótesis y teorías científicas.

Así pues, sólo con la filosofía, particularmente con la Lógica, por su naturaleza sintética, se alcanza el escalón más alto en el desarrollo de la especie humana: el mayor grado de generalización y abstracción científicas que no pueden ser alcanzadas con el concurso de las ciencias particulares, por su naturaleza analítica (fragmentaria y parcial).


Referencias bibliográficas

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