IMPORTANCIA DE LA PRÁCTICA EN EL ORIGEN Y DESARROLLO DE LA CONCIENCIA
Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
Introducción
La practica es una actividad social orientada a la transformación de la naturaleza y de la sociedad que condicionó el origen y el desarrollo de la conciencia. Ambos son temas de carácter filosófico, por consiguiente, se tiene que partir de la solución correcta del problema fundamental de la filosofía: la relación y el carácter primario-secundario entre el ser (materia) y la conciencia. Este problema apareció desde el origen de la filosofía en la antigüedad griega hace por los menos 500 años antes de Cristo y desde entonces surgieron las dos tendencias filosóficas fundamentales que han permeado la historia de la humanidad desde la antigüedad: el idealismo y el materialismo. El idealismo representado principalmente por Parménides y Platón en la antigüedad griega, consideraba a la conciencia (idea o espíritu) en forma independiente del ser (materia) y como su creadora, es decir, se trata de la idea religiosa de que el mundo material fue creado por un ser sobre-natural (Dios). Por el contrario, el materialismo, representado en la antigüedad griega por Leucipo, Demócrito y Epicuro, así como por Tito Lucrecio Caro en Roma, consideraba que el ser (materia) formada por átomos en su desarrollo condiciona a la conciencia humana. Mucho tiempo después Marx y Engels, a mediados del siglo XIX invirtieron el idealismo dialéctico hegeliano, junto con la generalización de los descubrimientos científicos más importantes: Teoría celular (1837-1838), Ley de la conservación y transformación de la energía (1843) y la Teoría de la evolución (1859), y lo convirtieron en materialismo dialéctico, que concibe el movimiento material como primario y a la conciencia como secundaria o derivada.
Antes de pensar el hombre primitivo primero tuvo que alimentarse y pasar por una serie de peldaños de desarrollo, en los que los instrumentos de trabajo rudimentarios utilizados para apropiarse directamente de lo que la naturaleza proporcionaba, a través de la recolección de productos vegetales y caza de animales salvajes, situación que perduró por lo menos unos dos millones de años: desde el hombre paleolítico hasta el Homo sapiens (hombre de Cro-Magnon) hace unos 35 000 años, período en el que las tribus nómadas dedicaban todo el tiempo para proveerse de los alimentos vegetales y animales para su sobre-vivencia y ni siquiera tenían tiempo de reflexionar.
Los
antecesores del hombre de Cro-Magnon: el Homo habilis y el Homo erectus solo
habían desarrollado un lenguaje inarticulado y básicamente se comunicaban con
movimientos corporales, principalmente las manos. El lenguaje articulado
apareció sólo con el Homo sapiens y fue resultado de la necesidad de
comunicarse durante el proceso laboral práctico ejecutado con herramientas de
trabajo más perfeccionadas, que aumentaron las disponibilidad de alimentos y un
tiempo “libre” mínimo para que algunos miembros de las tribus desarrollaran el
arte que por definición es el reflejo de lo abstracto en imágenes concretas
(pinturas rupestres).
La
experiencia práctica acumulada durante el largo período paleolítico preparó las
condiciones para el mejoramiento de los instrumentos de trabajo he hicieron
posible el cultivo de plantas (agricultura) y domesticación de animales
(ganadería), actividades que representaron una verdadera revolución
tecno-productiva que con su mayor productividad cubrió las necesidades básicas
de los miembros de las comunidades y, además, produjo un excedente que se
intercambió inicialmente entre comunidades vecinas y posteriormente en el
interior de las propias comunidades, generando así las condiciones necesarias
para el surgimiento de la sociedad esclavista: propiedad privada de la tierra y
el ganado, así como de la mano de obra de los trabajadores esclavos y la división social del
trabajo.
Con
la aparición del esclavismo también apareció la división del trabajo en
intelectual y físico. El primero fue desarrollado por los ideólogos de la clase
esclavista y el segundo por el esclavo. El primero fue fundamental para el
surgimiento de la filosofía y las ciencias particulares todavía muy incipientes
y el segundo fue crucial para generar el trabajo excedente para la clase
esclavista.
El desarrollo cuantitativo y cualitativo de las ciencias particulares de más de 2000 años con sus descubrimientos, en el que la práctica ha sido decisiva, dan la razón a la filosofía materialista en la solución correcta del problema fundamental de la filosofía: el ser (materia) es lo primario, la conciencia es lo secundario, no existe ningún ser sobre-natural (Dios) creador del mundo material, es la materia en movimiento y después de 4 500 millones apareció la especie humana portadora de un cerebro muy desarrollado sustrato de la conciencia en general y de la ciencia en particular,
Así
pues, la práctica ha sido crucial para la existencia humana y para el origen de
su conciencia en general y de las ciencias en particular.
Idealismo vs Materialismo
Hegel en sus obras: Fenomenología del espíritu (1807), Ciencia de la lógica (1812-1816) y Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817), desarrolla el Idealismo en su máxima expresión abstracta y especulativa, del que Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos (1844) afirma lo siguiente:
"El
sentimiento místico que empuja a los filósofos del pensamiento abstracto a la
intuición [sensibilidad] es el hastío, la nostalgia de un contenido".
Las
ideas no pueden conducir más allá de las ideas del antiguo estado de cosas. De
hecho, las ideas no pueden realizar nada. Para realizar las ideas, se necesitan
hombres que ponen en juego una fuerza práctica, expuso Marx y Engels en la
Sagrada familia (1845). En el mismo año Marx ya había estudiado a Feuerbach,
quien había combatido el idealismo hegeliano al exponer que fuera de la
naturaleza no hay nada y el hombre es parte de la misma y se desarrolla por sí
misma, sin necesidad de fuerzas sobre-naturales. Rechaza la tesis hegeliana que
concibe a la naturaleza como el “ser otro del espíritu”. Filosóficamente procedía
de los materialistas de los siglos XVII (Spinoza) y XVIII (enciclopedistas
franceses). Por eso dice que su primer pensamiento fue Dios (Dios o Naturaleza
de Spinoza), luego la razón creadora de la realidad (Hegel) y finalmente el
hombre (materialismo antropológico). Particularmente concibe el panteísmo de
Spinoza como materialismo teológico; al idealismo hegeliano, particularmente su
lógica la caracteriza como Teología (Metafísica) racionalizada y de los
enciclopedistas franceses recupera su concepción materialista de la naturaleza
y el hombre.
Después
de rechazar la tesis idealista de la prioridad del espíritu respecto de la
materia, propone una solución materialista al problema fundamental de la
filosofía: “La relación real entre el pensamiento y el ser, es esta: el ser es
el sujeto, el pensamiento, el predicado”.
Feuerbach
demuestra irrebatiblemente la afinidad del idealismo y la religión. La
fuente lógica del Idealismo, lo mismo que de la religión, la ve en la
separación del pensamiento respecto del ser sensible y concreto. El Idealismo
se vale artificialmente del proceso de abstracción, que genera conceptos
generales y los separa de sus fundamentos materiales sensibles, convirtiéndolos
en esencias con vida propia e independiente. Tanto el idealismo como la
religión consideran lo abstracto, lo no sensible, lo inmaterial, como lo
primario, es decir, lo espiritual crea lo concreto sensible. Afirma que la
tesis de la naturaleza como el “ser otro del espíritu”, no es más que la
creación de la naturaleza por Dios. La doctrina de Hegel es la transformación
de la historia de la Teología en un proceso lógico. La filosofía hegeliana es
el último refugio y apoyo de la Teología; es el espíritu absoluto en el
espíritu de la Teología que se extingue. La filosofía de Hegel es el último
intento de restablecer el cristianismo moribundo. Así pues, tuvo el mérito de
haber rescatado el materialismo en medio de una “embriaguez” especulativa del
hegelianismo.
A
pesar del progreso del materialismo antropológico de Feuerbach, no dejó de ser
metafísico, contemplativo e idealista en la concepción de la vida social, como
lo expuso Marx (1845) en algunas de sus once Tesis sobre Feuerbach en las que
destaca la relevancia de la práctica en el proceso del conocimiento científico:
1.- "El defecto fundamental de todo el materialismo anterior, es que solo concibe
las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de
contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de
un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el
idealismo, por oposición al materialismo, naturalmente, no conoce la actividad
real, sensorial, como tal. Feuerbach quiere objetos sensoriales, realmente
distintos de los objetos conceptuales; pero tampoco el concibe la propia
actividad humana como una actividad objetiva. Por eso, en La
Esencia del
Cristianismo (1840-1841) solo considera la actitud teórica [contemplativa]
como la auténticamente humana, mientras que concibe y fija la práctica solo en
su forma suciamente judaica de manifestarse. Por tanto, no comprende la
importancia de la actuación revolucionaria, práctico–crítica".
2.- "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad
objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la
práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y
el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o
irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente
escolástico".
3.- "La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y
de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres,
precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio
educado necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la
sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad".
4.- "La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad
humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica
revolucionaria".
5.- "Feuerbach, no contento con el pensamiento
abstracto, apela a la contemplación sensorial; pero no concibe la sensoriedad
como una actividad sensorial humana práctica".
6. "Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia
humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el
conjunto de las relaciones sociales".
8.- "La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían
la teoría hacia el misticismo, encuentra
su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de ésta
práctica".
9.- "A lo que más llega el materialismo
contemplativo, es decir, el materialismo que no concibe la sensoriedad como
actividad práctica, es a contemplar a los distintos individuos dentro de la
“sociedad civil”.
11.- "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero
de lo que se trata es de transformarlo.
Desde Descartes hasta Hegel y desde Hobbes hasta
Feuerbach, los filósofos no avanzaban impulsados solamente, como ellos creían,
con la fuerza del pensamiento puro. Al contrario. Lo que en la realidad les
impulsaba eran, precisamente, los progresos prácticos formidables de las
Ciencias Naturales y de la industria. En los filósofos materialistas, esta
influencia afloraba a la superficie, pero también los sistemas idealistas
fueron llenándose más y más de contenido materialista y se esforzaron por conciliar
panteísticamente la antítesis entre el espíritu y la materia; hasta que, por
último, el sistema de Hegel ya no representaba por su método y su contenido más
que un materialismo puesto al revés.
La trayectoria de
Feuerbach es la de un hegeliano que marcha hacia el materialismo; trayectoria
que, al llegar a una determinada fase, supone una ruptura total con el sistema
idealista de su predecesor. Por fin le gana con fuerza irresistible la
convicción de que la existencia de la idea absoluta anterior al mundo material,
que preconiza Hegel, la preexistencia de las categorías lógicas antes que
hubiese un mundo, no es más que un residuo de la Fe en un creador ultramundano; de que el mundo
material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte también los
hombres, es lo único real y de que nuestra conciencia y nuestro pensamiento,
por muy supra-sensibles que parezcan, son el producto de un órgano material,
físico: el cerebro. La materia no es un producto del espíritu: el espíritu
mismo no es más que el producto supremo de la materia. Esto es, naturalmente,
materialismo puro. Al llegar aquí, Feuerbach se atasca. No acierta a sobreponerse al prejuicio
rutinario, filosófico, no contra la cosa, sino contra el nombre de
materialismo.
Materialismo dialéctico
Pero el paso que Feuerbach
no dio, había que darlo, había que sustituir el culto del hombre abstracto,
médula de la nueva religión feuerbachiana, por la ciencia del hombre real y de
su desenvolvimiento histórico. Este desarrollo de las posiciones feuerbachianas, superando a Feuerbach, fue iniciado por Marx en 1845, con la Sagrada Familia.
De la descomposición de la
escuela hegeliana brotó además otra corriente, la única que ha dado verdaderos
frutos, y esta corriente va asociada primordialmente al nombre de Marx. También
esta corriente se separó de la filosofía hegeliana replegándose sobre las
posiciones materialistas. Es decir, decidiéndose a concebir el mundo real tal
como se presenta a cualquiera que lo mire sin quimeras idealistas que no
concordasen con los hechos, enfocados en su propia concatenación y no en una
concatenación imaginaria. Y esto, y sólo esto, es lo que se llama materialismo.
Engels (1886) dijo que en Hegel, la dialéctica es el auto desarrollo del concepto. El concepto absoluto no solo existe desde toda una eternidad, sino que es, además, la verdadera alma viva de todo el mundo existente. El concepto absoluto se desarrolla hasta llegar a ser lo que es, a través de todas las etapas preliminares que se estudian por extenso en la Lógica y que se contienen todas en dicho concepto; luego, se enajena al convertirse en la naturaleza, donde, sin la conciencia de sí, disfrazado de necesidad natural, atraviesa por un nuevo desarrollo, hasta que, por último, recobra en el hombre la conciencia de sí mismo; en la historia, esta conciencia vuelve a elaborarse a partir de su estado tosco y primitivo, hasta que por fin el concepto absoluto recobra de nuevo su completa personalidad en la filosofía hegeliana. Como vemos en Hegel, el desarrollo dialéctico que se revela en la naturaleza y la historia, es decir, la concatenación causal del progreso que va de lo inferior a lo superior, y que se impone a través de todos los zigzags y retrocesos momentáneos, no es más que un cliché del auto movimiento del concepto; auto movimiento que existe y se desarrolla desde toda una eternidad, no se sabe dónde, pero desde luego con independencia de todo cerebro humano pensante. Esta inversión idealista era la que había de eliminar. Nosotros retornamos a las posiciones materialistas y volvimos a ver en los conceptos de nuestro cerebro las imágenes de los objetos reales, en vez de considerar a estos como imágenes de tal o cual fase del concepto absoluto. Con esto, la dialéctica quedaba reducida a la ciencia de las leyes generales del movimiento, tanto el del mundo exterior como el del pensamiento humano: dos series de leyes idénticas en cuanto a la esencia, pero distintas en cuanto a la expresión, en el sentido de que el cerebro humano puede aplicarlas conscientemente, mientras que en la naturaleza, y hasta hoy también, en gran parte, en la historia humana, estas leyes se abren paso de un modo inconsciente, bajo la forma de una necesidad exterior, en medio de una serie infinita de casualidades. Pero, con esto, la propia dialéctica del concepto se convertía simplemente en el reflejo consciente del movimiento dialéctico del mundo real, lo que equivalía a poner la dialéctica hegeliana cabeza abajo; o mejor dicho, a invertir la dialéctica que estaba cabeza abajo, poniéndola de pie. Con esto volvía a ponerse en pie el lado revolucionario de la filosofía hegeliana y se limpiaba al mismo tiempo de la costra idealista que en Hegel impedía su consecuente aplicación. La gran idea cardinal de que el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales, en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida, por un proceso de génesis y caducidad a través de los cuales, pese a todo su aparente carácter fortuito y a todos los retrocesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva; esta gran idea cardinal se halla ya tan arraigada, sobre todo desde Hegel, en la conciencia habitual, que, expuesta, así, en términos generales, apenas encuentra oposición. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra es aplicarla a la realidad en cada caso concreto, en todos los campos sometidos a investigación. Si en nuestras investigaciones nos colocamos siempre en este punto de vista, daremos al traste de una vez para siempre con el postulado de soluciones definitivas y verdades eternas; tendremos en todo momento la conciencia de que todos los resultados que obtengamos serán forzosamente limitados y se hallarán condicionados por las circunstancias en las cuales los obtenemos; pero ya no nos infundirán respeto esas antítesis irreductibles para la vieja metafísica todavía en boga: de lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo idéntico y lo distinto, lo necesario y lo fortuito, sabemos que estas antítesis solo tienen un valor relativo, que lo que hoy reputamos como verdadero encierra también un lado falso, ahora oculto, pero que saldrá a la luz más tarde, del mismo que lo que ahora reconocemos como falso guarda su lado verdadero, gracias al cual fue acatado como verdadero anteriormente; que lo que se afirma necesario se compone de toda una serie de meras casualidades y que lo que se cree fortuito no es más que la forma detrás de la cual se esconde la necesidad, y así sucesivamente.
Lenin en Materialismo y empiriocriticismo (1908) profundizó la concepción de las categorías fundamentales de la dialéctica materialista: materia y formas de su movimiento, espacio y tiempo, causalidad, libertad y necesidad, posibilidad y realidad, forma y contenido, etc. Lenin impulsó la concepción de la Ley de la unidad y lucha de los contrarios como ley fundamental del mundo objetivo y del conocimiento, como esencia y núcleo de la dialéctica, formulando proposiciones esenciales sobre las dos concepciones del desarrollo: desarrollo como disminución y aumento, como repetición y desarrollo como unidad de contrarios, de desdoblamiento de lo único en contrarios que se excluyen recíprocamente y se hallan en interacción. En 1914, en sus Cuadernos filosóficos sintetizó el proceso del conocimiento al enunciar que se mueve de la contemplación viva (práctica) al pensamiento abstracto y de éste a la práctica; que la conciencia del hombre es activa, pues no se limita a reflejar el mundo, sino dentro de la práctica humana participa en su transformación revolucionaria. Formuló la teoría de la verdad objetiva, relativa y absoluta, y señaló su ínter-vinculación dialéctica. El punto central en la doctrina de Lenin sobre la verdad lo ocupa el problema del carácter concreto de la misma. Indicó que “la esencia misma, el alma viva del marxismo es el análisis concreto de la situación concreta”.
La práctica en el proceso del conocimiento científico
Marx-Engels
(1846) escribieron que el primer acto histórico de estos individuos, en virtud
del cual se diferencian de los animales, reside no en pensar, sino en comenzar
a producir los recursos indispensables para su vida. Se puede ver el signo
distintivo del hombre con respecto al animal en la conciencia, el sentimiento
religioso, o algo por el estilo. Pero lo cierto es que el hombre mismo no se
siente distinto de aquél, sino desde el día en que empieza a producir sus
medios de subsistencia, paso éste condicionado por la organización de su
cuerpo. Produciendo sus medios de vida produce indirectamente el hombre su vida
material misma. Según sea la actividad vital de los individuos, así serán ellos
mismos. Lo que ellos representan coincide, por consiguiente, con su producción,
coincide no con aquello que producen, sino con la forma cómo lo producen. Lo
que representen de suyo los individuos depende, por tanto, de las condiciones
materiales de su producción. Para vivir se requiere ante todo alimentación y
bebida, vivienda, vestido y algo más. Así, pues, el primer acto histórico es la
producción de los recursos indispensables para la satisfacción de estas
necesidades, la producción de la vida material misma. Por lo demás es un asunto
histórico tal, una condición fundamental de toda historia, que ahora (lo mismo
que hace millares de años) debe cumplirse diariamente y a cada hora solamente
para que las gentes puedan subsistir.
Lenin
(1908) expuso que Engels da un salto de la teoría a la práctica. Ni uno solo de
los sabios (y estúpidos) profesores de filosofía a los que siguen nuestros
machistas, se permite jamás tales saltos, vergonzosos para un representante de
la “ciencia pura”. Para ellos una cosa es la teoría del conocimiento, donde hay
que cocinar con la mayor sutileza las “definiciones” verbales y otra
completamente distinta es la práctica. En Engels toda la práctica humana viva
hace irrupción en la teoría misma del conocimiento, proporcionando un criterio
objetivo de verdad: en tanto que ignoramos una ley natural, esa ley, existiendo
y obrando al margen y fuera de nuestro conocimiento, nos hace esclavos de la
“ciega necesidad”. Tan pronto como conocemos esa ley, que acciona (como repitió
Marx millares de veces) independientemente de nuestra voluntad y de nuestra
conciencia, nos hacemos dueños de la naturaleza. El dominio de la naturaleza,
que se manifiesta en la práctica de la humanidad, es el resultado del reflejo
objetivó y veraz, en la cabeza del hombre, de los fenómenos y de los procesos
de la naturaleza y constituye la prueba de que dicho reflejo (dentro de los
límites de lo que nos muestra la práctica) es una verdad objetiva, absoluta,
eterna. Fuera de nosotros existen cosas. Nuestras representaciones y
sensaciones son imágenes de las cosas. La comprobación de estas imágenes, la
separación de las verdaderas y las erróneas, la da la práctica.
Lenin
(1914) dijo que la práctica del hombre, que se repite cien millones de veces,
se consolida en la conciencia del hombre por medio de figuras de la lógica.
Precisamente (y sólo) debido a esta repetición de cien millones de veces, estas
figuras tienen la estabilidad de un prejuicio, un carácter axiomático.
Marx
(1845) escribió que el problema de si al pensamiento humano se le puede
atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino problema
práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es
decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio
sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es una
cuestión puramente escolástica. La vida social es esencialmente práctica. Todos
los misterios que desvían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución
racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica.
Lenin
(1908) afirmó que Marx y Engels en 1845 y Engels en 1888 y 1892 colocan el
criterio de la práctica en la base de la teoría materialista del conocimiento.
Plantear fuera de la práctica la cuestión de "si al pensamiento humano
corresponde una verdad objetiva" es entregarse a la escolástica -dice Marx
en su segunda tesis sobre Feuerbach. La práctica es la mejor refutación del
agnosticismo kantiano y humista, así como de los demás subterfugios filosóficos
repite Engels. "Los éxitos de nuestros actos suministran la prueba de la
conformidad (la correspondencia) de nuestras percepciones con la naturaleza
objetiva de las cosas percibidas", replica Engels a los agnósticos.
Además, dijo que la actividad práctica del hombre debe llevar su conciencia a
la repetición de las distintas figuras lógicas, miles de millones de veces, a
fin de que estas figuras puedan obtener la significación de axiomas. Con su
práctica el hombre demuestra la corrección objetiva de sus ideas, conceptos,
conocimiento, ciencia.
Lenin
(1914) dijo que la práctica del hombre y de la humanidad es la prueba, el
criterio de la objetividad del conocimiento. Así pues, sintetizó su pensamiento
filosófico diciendo que: la práctica es superior al conocimiento (teórico),
porque posee no sólo la dignidad de la universalidad, sino también la de la
realidad inmediata. Lenin (1914) dijo la actividad práctica del hombre debe
llevar su conciencia a la repetición de las distintas figuras lógicas, miles de
millones de veces, a fin de que estas figuras puedan obtener la significación
de axiomas. Con su práctica el hombre demuestra la corrección objetiva de sus
ideas, conceptos, conocimiento, ciencia.
Lenin
(1908) expuso que el punto de vista de la vida, de la práctica, debe ser el
primero y fundamental de la teoría del conocimiento. Y conduce infaliblemente
al materialismo, apartando desde el comienzo mismo las elucubraciones
interminables de la escolástica profesoral. Por supuesto, no debe olvidarse que
el criterio de la práctica no puede nunca, en el fondo, confirmar o refutar
completamente una representación humana cualquiera que sea. Este criterio es
también lo bastante impreciso para no permitir a los conocimientos del hombre
convertirse en algo “absoluto”; pero al mismo tiempo, es lo bastante preciso
para sostener una lucha implacable contra todas las variedades del idealismo y
del agnosticismo. Si lo que confirma nuestra práctica es la verdad única,
última, objetiva, de ello se desprende el reconocimiento del camino de la
ciencia, que se mantiene en el punto de vista materialista, como el único
camino conducente a esta verdad.
Spirkin (1966) dice que el materialismo dialéctico parte del hecho de
que el conocimiento es un reflejo del mundo en la conciencia del hombre,
inseparable del cambio del objeto de conocimiento en el curso de la práctica
social. La práctica es base de la formación y desarrollo del conocimiento en
todos sus grados, fuente del saber, estímulo fundamental y meta del
conocimiento, esfera de aplicación del conocimiento, criterio de la verdad de
los resultados del proceso de conocimiento y “determinante de los vínculos del
objeto con aquello que el hombre necesita” (Lenin). La actividad práctica del
hombre se halla unida obligatoriamente a la actividad cognoscitiva y esta comienza
con la sensación y la percepción. El paso del conocimiento sensorial al
pensamiento lógico es un salto del conocimiento de lo individual, casual y
exterior, al conocimiento generalizado de lo sustancial y sometido a leyes, de
las formas tangibles del reflejo a aquellas formas que se hallan desprovistas
de la “sustancia de sensoriedad”.
Discusión
La
práctica aparece junto con la especie humana. Esta surgió hace unos dos
millones de años en el Período del Pleistoceno en el oriente africano,
resultado de un evento tectónico que produjo un hundimiento y la
correspondiente elevación de las partes aledañas, modificando así radicalmente
el relieve, lo que modificó cualitativamente el clima: de ser un clima cálido
húmedo con exuberante vegetación y fauna tropicales donde vivían y se movían nuestros antepasados primates, por
un clima seco dando origen a un ambiente de sabana caracterizado por la
existencia de grandes llanuras de pastizales y matorrales y árboles dispersos. En estas nuevas condiciones ambientales algunos de nuestros
antepasados tuvieron que bajar de los bosques al suelo para buscar alimentos, pero
al ya no existir la exuberante vegetación tropical tuvieron que caminar
erguidos. El caminar erguidos con las extremidades posteriores (patas) de los
primeros homínidos implicó una verdadera revolución biológica que, aunque, se
desplazan torpemente les quedaron libres las extremidades anteriores (manos) para manipular objetos y
protegerse de las fieras salvajes depredadoras. Unos homínidos dieron el salto
biológico y se convirtieron en Australopitecos hace unos 3.5 millones de años
que con sus manos liberadas empezaron a fabricar instrumentos de trabajo
rudimentarios y después de un largo proceso de desarrollo dieron origen al
hombre primitivo: el Homo habilis hace unos dos millones de años. Con el Homo
habilis inicia propiamente la práctica laboral en el sentido de que ya fabrica instrumentos
de trabajo rudimentarios. Su economía se basaba en una economía de apropiación
directa de lo que la propia naturaleza le proporcionaba: recolección de
productos vegetales y caza de animales salvajes para obtener alimentos para su
existencia, es decir, se trató de una economía depredadora. Con el Homo erectus
se produjo una mejora en los instrumentos de trabajo, pero su economía seguía
siendo de apropiación directa (depredadora). No obstante, su actividad práctica
le permitió primero conocer el fuego y luego producirlo. La producción del
fuego fue un invento crucial para el posterior desarrollo del hombre primitivo, ya
que le permitió protegerse del frío y de los animales depredadores, así como
aprovechar el fuego para cazarlos. Pero lo más importante, le permitió cocer
los alimentos proceso que hizo a los alimentos más asimilables, lo que
repercutió en el desarrollo de un cerebro más grande (900 gramos) a diferencia
de su predecesor el Homo habilis que tuvo un cerebro de unos 600 gramos. No
obstante, tanto el Homo habilis como el Homo erectus todavía no habían
desarrollado un lenguaje articulado: se comunicaban con movimientos corporales,
principalmente con las manos. Su práctica laboral era muy incipiente y en
correspondencia con ella su lenguaje también era muy rudimentario. El salto
biológico más importante en el desarrollo biológico de la especie humana se dio
recientemente hace poco en términos geológicos: 35 000 años con la aparición
del Homo sapiens (Cro-Magnon) que en comparación con sus antecesores descritos
sus instrumentos de trabajo eran más perfectos y ya había desarrollado el
lenguaje articulado, lo que condicionó el desarrollo de un cerebro más grande y
más complejo de unos 1500 gramos. El hombre de Cro-Magnon con un cerebro más
grande y complejo y con el lenguaje articulado le permitió desarrollar el arte,
que por definición es la expresión de lo general (abstracto) en imágenes
(pinturas rupestres). A pesar del desarrollo de la especia humana en casi dos
millones de años, la economía seguía siendo de apropiación directa y nómada, no
había producción propiamente.
La
larga experiencia práctica del hombre paleolítico de alrededor de dos millones
de años, le permitió en un determinado momento, hace unos 10 000 años el
cultivo de plantas lo que dio origen a la agricultura y la domesticación de
animales lo que dio origen a la ganadería, actividades que implicaron una
verdadera revolución tecno-productiva, así como la primera gran división social
del trabajo entre tribus ganaderas y tribus ganaderas. Ahora ya no se trataba
de una economía de apropiación directa de lo que la naturaleza proporcionaba,
sino de una economía productiva. Esta con una mayor productividad del trabajo hizo posible un excedente de productos destinados al intercambio, primero entre comunidades
y luego en el interior de las comunidades, lo que posteriormente dio condicionó la aparición de la propiedad privada y a la primera sociedad clasista: el Esclavismo, en Medio
Oriente y Grecia hace unos 500-600 años antes de Cristo. Con la sociedad
esclavista apareció la división entre el trabajo intelectual desarrollado por
los representantes de la clase esclavista y el trajo físico realizado por los
esclavos. Así apareció la ciencia rudimentaria, primero como filosofía y luego
las ciencias particulares incipientes sistematizadas por Aristóteles (384-322
a. C.). Con la ciencia griega aparece la forma superior de la conciencia humana
expresada por medio de conceptos, definiciones y leyes. Fue el resultado de un
largo desarrollo de la actividad práctica del hombre paleolítico y neolítico,
que al interaccionar con la naturaleza y transformarla la conoció y descubrió
los nexos internos y ya con un lenguaje articulado pudo echar mano de la
generalización y la abstracción para culminar con el origen de la ciencia.
Con
la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 después de Cristo, inicia el
Feudalismo como modo de producción basado en la propiedad de grandes
extensiones territoriales en propiedad de los señores feudales, los que
recurrían al trabajo de los campesinos siervos para su cultivo. El feudalismo
perduró durante unos 1000 años y se basó en una economía cerrada y
fundamentalmente agropecuaria y el poder espiritual lo ejerció la Iglesia, lo
que le permitió apoderarse de grandes extensiones territoriales y convertirse
en una gran propietaria feudal de la tierra. La ciencia en lo general estuvo
estancada, por consiguiente, hubo poca innovación tecnológica; sin embargo, en
su interior fueron madurando las condiciones para el surgimiento del
capitalismo, sistema que hizo su aparición en Europa en el siglo XVI.
Inicialmente
el capitalismo retoma los avances culturales heredados por la antigüedad griega, pero en seguida no son suficientes para las aspiraciones del nuevo
sistema socio-económico y Francis Bacon a principio del siglo XVII empieza a
cuestionar la Lógica aristotélica por su carácter deductivo, el cual no aporta
nuevos conocimientos y plantea la necesidad de una nueva lógica basada en la
Inducción. Es decir, que la ciencia tiene que ser práctica en beneficio de la
sociedad. Las ideas de Bacon fueron desarrolladas por Hobbes y Locke y con
ellos se funda propiamente el empirismo ingles a fines del mismo siglo XVII, corriente filosófica que antepone la ciencia a la práctica a la ciencia especulativa griega y escolástica medieval especulativa y religiosa que no respondía
a las necesidades prácticas del capitalismo naciente. Los fundadores del
empirismo inglés fueron filósofos que confrontaron con los racionalistas
(idealistas) europeos continentales, principalmente descartes y seguidores.
Desde entonces reaparecieron las viejas tendencias filosóficas “heredadas” de
la antigüedad griega y romana: el materialismo y el idealismo. El materialismo
representado en la antigüedad griega por Leucipo, Demócrito, Epicuro y el
romano Tito Lucrecio Caro; y el idealismo representado principalmente por Parménides
y Platón.
El
idealismo y el materialismo son dos corrientes filosóficas que esencialmente se
distinguen por sus diferencias en la solución del problema fundamental de la
filosofía: la relación entre el ser (materia) y la conciencia (mente). Para el
idealismo la conciencia es lo primario que antecede y crea a la materia, que
traducido a términos religiosos significa que un Dios crea al mundo como
establece la Biblia. Para el materialismo dialéctico por el contrario es el ser
(materia) la que en su movimiento culminó por lo menos en la
historia de la Tierra de unos 4 500 millones de años con el surgimiento de la
especie humana, cuyos rasgos esenciales es el trabajo que por esencia es
actividad práctica y la conciencia que se deriva del mismo. Es decir que la
conciencia es lo secundario y derivado, como lo confirman las historias de las
ciencias particulares modernas, tal como lo concibe el materialismo dialéctico.
Las
tendencias filosóficas contradictorias siguieron su desenvolvimiento
paralelamente con el desarrollo del capitalismo. La tendencia idealista fue
retomada por Descartes y continuada principalmente con Leibniz, Kant y culminada
brillantemente por Hegel.
La
filosofía idealista de Hegel merece mención especial por sus aportes a la
filosofía, particularmente de su dialéctica de los conceptos, especialmente por
haber descubierto las tres leyes fundamentales de la dialéctica: Ley de la
contradicción, Ley de la transición recíproca de la cantidad contra la cualidad y Ley de la
negación de la negación (carácter cíclico de los procesos).
La
tendencia materialista en la era del capitalismo fue desarrollada por Spinoza,
Diderot y particularmente por los grandes filósofos alemanes: Carlos Marx y
Federico Engels.
Carlos
Marx y Federico Engels desarrollaron la filosofía materialista en el contexto
de un capitalismo desarrollado: el existente en Inglaterra de mediados del
siglo XIX. Inicialmente fueron hegelianos, es decir, seguidores de la filosofía
idealista de Hegel, pero luego evolucionaron hacia posiciones materialistas
radicales por necesidades prácticas de la lucha económica y política de los trabajadores. Es en
este contexto que Marx recurre a las obras de Hegel en busca de “luz” para
responder a las necesidades prácticas de la lucha política y la primera obra
que escribió es la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843).
Posteriormente y ya conjuntamente con Federico Engels, escriben conjuntamente la “Sagrada familia” en 1845 y la Ideología alemana en
1846, obras en las invierten la filosofía idealista de Hegel al plantear por
primera vez que son las condiciones materiales productivas prácticas las que
determinan la conciencia, tal como venía sucediendo desde la aparición de la
especie humana. La tendencia materialista fue reafirmada y aplicada en el
estudio del capitalismo por Marx en El Capital (1867) en el que en el epílogo a
la segunda edición (1873) escribió: “Mi método dialéctico no sólo difiere del
de Hegel, en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis directa. Para
Hegel el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea,
en un sujeto autónomo, es el demiurgo (creador) de lo real; lo real no es más
que su manifestación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino lo
material traspuesto y traducido en la mente humana. La mistificación que sufre
la dialéctica en manos de Hegel, en modo alguno obsta para que haya sido él
quien, por vez primera, expuso de manera amplia y consciente las formas
generales del movimiento de aquélla. En él la dialéctica está puesta al revés.
Es necesario darle vuelta, para descubrir así su núcleo racional que se oculta
bajo la envoltura mística".
Conclusiones
La
práctica ha sido crucial para la existencia humana y para el origen de su
conciencia en general y de la ciencia en particular. Es la actividad práctica
productiva la que en última instancia genera la conciencia en general y el conocimiento
científico en particular.
El
pensamiento abstracto cuya primera premisa fue el lenguaje articulado derivado
de la necesidad práctica-laboral de comunicarse y luego la generalización y la
abstracción por medio del mismo hizo posible la aparición del arte (pinturas rupestres) en el se plasma lo abstracto en imágenes concretas.
Con
la aparición del arte no se agota la posibilidad del desarrollo de la
conciencia y tuvieron que pasar otros miles de años para que la actividad
práctica productiva se desarrollara y diera origen al primer sistema clasista
hace unos 500-600 años a. C. en Medio Oriente, particularmente en Grecia, para que
hiciera posible el surgimiento del último peldaño en el desarrollo de la
conciencia humana: el Esclavismo. En este sistema socio-económico, aparece por
primera vez la contradicción y consecuentemente la lucha de clases entre
esclavistas (propietarios del principal medio de producción de aquella época:
la tierra y los esclavos para hacerla producir), pero lo más importante para el tema que nos ocupa es
la división del trabajo intelectual desarrollado por la clase esclavista y/o sus representantes ideológicos (Sócrates, Platón, Aristóteles, etc.) y el
trabajo físico realizado por los esclavos. El trabajo intelectual fue muy
importante porque hizo posible el origen de la ciencia primitiva al principio
como filosofía y luego como ciencias particulares con Aristóteles (384-322 a.
C.) , con lo que surgen las ciencias como formas superiores de la conciencia.
Con
Hegel la dialéctica se mistifica en el sentido de que es la idea la que genera
la realidad material, lo cual es falso como lo atestiguan el prolongado
desarrollo de las ciencias particulares; sin embargo, su dialéctica es muy
importante, ya que rescató la dialéctica del pensador más grande la antigüedad
griega: Heráclito, quien fue el primero que afirmar que todo se mueve como consecuencia de la contradicción. Respecto al conocimiento dijo que los sentidos por naturaleza
son irracionales, en consecuencia, la ciencia tiene que elevarse más allá de la
sensibilidad para descubrir la racionalidad de los objetos materiales.
Marx
y Engels fundaron el materialismo dialéctico con lo “desmitificaron” y
racionalizaron la dialéctica idealista y religiosa de Hegel y sentaron las
bases de la filosofía científica moderna, como “guía” en las investigaciones de
las ciencias particulares.
La
práctica es el punto de partida de la investigación científica al plantear
nuevos problemas, la que confirma la veracidad de las hipótesis y teorías
científicas.
Así
pues, sólo con la filosofía, particularmente con la Lógica, por su naturaleza
sintética, se alcanza el escalón más alto en el desarrollo de la especie
humana: el mayor grado de generalización y abstracción científicas que no
pueden ser alcanzadas con el concurso de las ciencias particulares, por su
naturaleza analítica (fragmentaria y parcial).
Referencias bibliográficas
Engels
Federico. 1878. Anti-Duhring. Ediciones de Cultura Popular. México D.F.
Engels
Federico. 1878. Dialéctica de la naturaleza. Editorial Grijalbo, S.A. 1963. México,
D.F.
Engels Federico. 1892. Del socialismo utópico al socialismo científico. C. Marx y F.
Engels, Obras Escogidas (I tomo). Editorial Progreso. 1963. Moscú, URSS.
Lenin V.I.
1908. Obras Escogidas. Tomo IV. Materialismo y empiriocriticismo. Editorial
Progreso. 1976. Moscú. URSS.
Lenin. 1974 (1909 -1914). Cuadernos Filosóficos. Editorial Ayuso. Madrid España.
Lenin
V.I. 1920. La significación del materialismo militante". Obras, t. 33, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1961.
Marx Carlos. 1843. Crítica de la filosofía del Estado de Hegel. Editorial Grijalbo, S.A. 1968. México, D.F.
Marx
Carlos y Engels Federico. 1845. La Sagrada Familia. Ciencias económicas y
sociales. Editorial Grijalbo, S.A. 1932. México, D.F.
Marx Carlos. 1867. El Capital. Tomo I. Volumen 1. El proceso de producción del capital. Siglo XXI Editores, S.A. México, D.F.
Marx-Engels.
1846. La ideología alemana. Editorial Pueblo y revolución. 1982. La Habana,
Cuba.
Marx
C. 1845. Obras escogidas (Tesis sobre Feuerbach y Ludwig Feuerbach
y el fin de la Filosofía Clásica
Alemana). Editorial Progreso. Moscú, URSS.
Marx
Carlos. 1859. Contribución a la crítica de la economía política. Siglo XXI Editores (1980), S.A..
México, D.F.
Spirkin
A.G. 1966. Materialismo dialéctico y lógica dialéctica. Editorial Grijalbo,
S.A. 1969. México, D.F.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario