LOS
SUELOS DE LOS VALLES CENTRALES DE OAXACA Y SU POTENCIAL PARA LA PRODUCCIÓN DE
MAÍZ DE TEMPORAL
Valentín
Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx
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1.
Introducción
La región de los Valles
Centrales de Oaxaca, es una de las ocho regiones físico-geográficas en que se
divide el Estado de Oaxaca y está ubicada en la parte central del Estado y
comprende una superficie aproximada de 600, 000 hectáreas.
Los factores físicos que más
han influido en la formación del paisaje de la región de los Valles Centrales
de Oaxaca, son la fisiografía, la geología y el clima.
En lo que respecta a la
geomorfología de la región, ha sido modificada durante la historia geológica
por la acción de la tectónica de placas, pero los cambios más significativos y
recientes se produjeron en el Período Terciario de la Era Cenozoica, hace unos
40 millones de años, en el que se presentó una intensa actividad volcánica en
la parte este de la región, la cual produjo la emisión de abundantes materiales
de naturaleza ígnea que al unirse con las rocas metamórficas de la porción oeste,
provocaron que la región se transformara en una cuenca cerrada y posteriormente
los procesos erosivos contribuyeron para que el río Atoyac continuara su cauce
hasta desembocar en el Océano Pacífico.
Una vez estructurada la
geomorfología actual, se inició la acción de los factores formadores del suelo,
siendo los más importantes, el material parental –roca- los organismos vivos y
el clima. El primero consiste principalmente de rocas de naturaleza
metamórfica, principalmente Gneis y rocas ígneas extrusivas. Estas son
andesitas, riolitas y tobas cicadas en estado de compactación. Ambos tipos de rocas, por la acción del clima
y los organismos vivos, han dado origen a los suelos de texturas predominantemente franco arenosas, en la planicie, laderas y montañas que conforman los
Valles Centrales de Oaxaca.
El clima de la región de los
Valles Centrales de Oaxaca es de tipo seco estepario –BSw- con lluvias en
verano y otoño, cuyo rasgo distintivo que lo define es una precipitación
promedio -700 mm- menor que la evaporación –mayor de 1200 mm-.
La poca disponibilidad de
humedad condicionada por el clima, se acentúa por la presencia de la sequía
intraestival o “canícula” durante los meses de julio y agosto, la cual causa
severos daños a la agricultura de temporal, principalmente al maíz que es el
cultivo más extendido en la región, causando pérdidas totales o parciales. El
problema se agrava, por la existencia de texturas franco arenosas de la mayoría
de los suelos de la región, las cuales tienen poca capacidad de retención de
humedad.
Dada la importancia de los
suelos en la producción agrícola en la región de los Valles Centrales de Oaxaca,
en el presente trabajo se evalúa su potencialidad productiva.
2.
Materiales y método
2.1.
Materiales
2.1.1.
Localización
La región de Valles
Centrales de Oaxaca, se localiza en la parte central del Estado, entre los
paralelos 16° 08´ 00” y 17° 21´ 30” Latitud Norte; y, entre los meridianos 96°
17´ 36” y 97° 13´ 18” Longitud Oeste.
Figura 1. Croquis de
localización de los Valles Centrales de Oaxaca
Políticamente engloba los
siguientes distritos administrativos: Etla, Centro, Tlacolula, Zaachila,
Zimatlán, Ocotlán, Ejutla, Sola de Vega y Miahuatlán.
2.1.2. Orografía y clima
Castillo (1990), afirma que
la región de los Valles Centrales de Oaxaca, está limitada al norte en los
límites con el Estado de Veracruz por la Sierra Madre de Oaxaca, al sur por la
Sierra Madre del Sur, al oeste por la Sierra de Nochixtlán y al este por las
Sierras Orientales. Además, agrega que la región está rodeada al norte por la
región de la Cañada, al sur por la región de la Costa, al este por la región
del Istmo de Tehuantepec, al noreste por la Sierra Juárez y al noroeste por la
región de la Mixteca.
La orografía descrita ha
desempeñado un papel fundamental no solamente en el origen de los suelos, sino
también en las características del clima de la región, pues es evidente que las
escasas y erráticas precipitaciones que ocurren están determinadas
esencialmente por su interacción con los movimientos de la atmósfera. Específicamente
los vientos húmedos procedentes del Golfo de México al interaccionar con la
Sierra Madre de Oaxaca, descargan su humedad en la parte norte en lo que es la
región de Tuxtepec y Sierra Juárez. Al llegar a los Valles Centrales de Oaxaca
los vientos están secos. En el mismo sentido se comportan los vientos
provenientes del Océano Pacífico que en su trayectoria chocan con la Sierra Madre
del Sur y al elevarse se enfrían, lo que provoca la formación de las nubes por
el proceso de condensación y las precipitaciones correspondientes desde San
José del Pacífico hasta la región de la Costa. Una vez que superan la barrera
montañosa descienden para internarse en los Valles Centrales, ya desprovistos
de humedad condicionando la presencia de un clima seco de la región.
2.1.3.
Geología
La geología de acuerdo al
INEGI (1984) de los Valles Centrales de Oaxaca consiste en rocas metamórficas,
volcánicas y sedimentarias.
Las rocas metamórficas son
las más antiguas, pues datan de la Era Precámbrica y están representadas por el
gneis, cuyo origen es el resultado de la alteración metamórfica del granito.
Las rocas volcánicas son de
formación más reciente y fueron originadas por la actividad ígnea extrusiva ocurrida en el Período Terciario,
particularmente en el Oligoceno y Mioceno de Era Cenozoica. Las rocas
características de este período geológico son las andesitas y tobas ácidas.
Las rocas sedimentarias
presentan mayor variedad, ya que están representadas por calizas, lutitas,
areniscas y conglomerados, las cuales aparecieron en la Era mesozoica.
La composición mineralógica
de las rocas existentes es variable. El gneis presenta una naturaleza
mineralógica similar a la del granito, su equivalente metamórfico.
Pearl (1971), describe al
gneis como una roca compuesta por cuarzo, feldespato potásico –ortoclasa-,
micas y anfíbola, de los cuales el cuarzo es el más abundante -72.1%-.
La toba ácida está
constituida primordialmente por materiales piroclásticos de origen volcánico de
naturaleza riolítica. La riolita es la roca extrusiva equivalente del granito,
en consecuencia su composición mineralógica es similar a la descrita para el
gneis, con la diferencia de que se trata de materiales finos que se han
compactado.
La andesita es una roca
intermedia básica, cuyos constituyentes minerales son los feldespatos,
particularmente las plagioclasas (anortita y albita), la augita, el olivino y
minerales de hierro.
Según Téllez (1974), la
estructura mineralógica de las rocas sedimentarias es la siguiente: arenisca
formada fundamentalmente por cuarzo (70%, feldespatos (8.4%), minerales
arcillosos (7%) y calcita y dolomita (10.6%); caliza constituido esencialmente
por carbonato de calcio; por último el conglomerado compuesto por grava
cementada, cuyos minerales dominantes son el cuarzo y la calcedonia.
Las rocas descritas se
distribuyen espacialmente en diferente proporción en la región. El gneis es el
que ocupa la mayor extensión en el área de estudio y se distribuye
uniformemente y sigue una orientación noroeste-sureste, siguiendo en general la
margen derecha del río Atoyac en su trayectoria al Océano Pacífico.
La toba ácida se localiza en
una pequeña porción de la región y se restringe básicamente al distrito de
Tlacolula en la parte oriente –este- de los Valles Centrales.
La andesita se extiende en las porciones montañosas aledañas del distrito de Ocotlán en la porción central de la región de interés.
Las lutitas, areniscas y
calizas, generalmente se encuentra asociadas por tratarse de rocas
sedimentarias. Se distribuyen irregularmente en pequeñas porciones dispersas por
toda el área de estudio. Se localizan en los distritos de Etla, Centro,
Tlacolula y Sola de Vega.
Finalmente los conglomerados se encuentran principalmente en la parte sur de la región en lo que es el distrito de Miahuatlán.
De todas las rocas existentes descritas en la región, las metamórficas son las más importantes por ocupar la
mayor extensión en la región de los Valles Centrales de Oaxaca. Su influencia
ha sido determinante en la formación de las características físicas y químicas
de los suelos.
2.2.
Método
El método para definir las categorías de los suelos de acuerdo a la Clasificación FAO-UNESCO, consistió en correlacionar la fisiografía, la geología y el clima, con los estudios de suelos generales y parciales de la región elaborados entre 1968 y 1988.
La geomorfología de la región de los Valles Centrales de Oaxaca, se presenta en la siguiente figura:
Figura 2. Corte transversal
del Valle
Fuente: Guerra y Jan (1968).
3.
Resultados y discusión
De acuerdo a la
Clasificación FAO-UNESCO (2000), los suelos existentes en el área son los que
se muestran en el siguiente cuadro:
Cuadro
1. Unidades y subunidades de suelos en Valles Centrales de Oaxaca
Categorías
|
Suelo
|
Unidad
Subunidad
|
Regosol (R) + Litosol (I)
Regosol dístrico (Rd)
|
Unidad
Subunidad
|
Fluvisol (F)
Fluvisol dístrico (Fd)
|
Unidad
Subunidad
|
Vertisol (V)
Vertisol pélico (Vp)
|
Unidad
Subunidad
|
Feozem (H)
Feozem lúvico (Hl)
|
Los suelos mostrados en el
cuadro anterior, son el resultado de la acción de los cinco factores de
formación: material parental –roca-, clima, organismos vivos, relieve y tiempo,
de los cuales los de mayor importancia son la roca, los organismos vivos y el
clima.
En concordancia con la geología dominante de la región, son las rocas metamórficas, principalmente el gneis, la que ha dado origen a los Regosoles dístricos (Rd) y los Litosoles (I), que en conjunto suman el 75% de la superficie total de la región estimada en 600, 000 hectáreas (Castillo).
Los Regosoles dístricos son
suelos poco desarrollados con propiedades muy emparentadas con las rocas que
les han dado origen, entre las que destacan, texturas generalmente franco
arenosas, incipiente formación de horizontes, bajos en materia orgánica,
colores relativamente claros, con baja capacidad de retención de humedad y
normalmente se presentan en mayor proporción en laderas, lomeríos y zonas
cerriles.
Los Litosoles son aún más
incipientes que los Regosoles y se distinguen por estar más estrechamente correlacionados con el material parental –gneis- que les ha dado origen, a tal
grado que ni siquiera han desarrollado características de diagnóstico para
clasificarlos a nivel de subunidades y generalmente se localizan en áreas
montañosas. Se caracterizan por ser de escasa profundidad, presencia de
material rocoso, texturas predominantemente arenosas, poca materia orgánica y baja capacidad de retención de humedad.
Tanto los Regosoles dístricos
como los Litosoles presentan dominancia de las texturas gruesas –mayor
proporción de arenas-, debido a la influencia de los minerales de la roca que
les ha dado origen. Como ya se mencionó más arriba, el cuarzo –óxido de
silicio- es el mineral más abundante en el gneis que ha dado origen a estos
suelos y se caracteriza por ser muy resistente al intemperismo físico-químico,
lo cual explica la presencia de las arenas en la composición mecánica de los
suelos que se discuten.
En comparación con la geología,
el clima ha tenido menor influencia en la formación de los Regosoles dístricos
y los Litosoles, como se infiere del escaso contenido de arcillas derivadas
principalmente de la transformación química de la biotita –mica- que está en la
composición mineralógica del gneis que les ha dado origen.
Por el ambiente geomorfológico –sierras y montañas- en que se han formado los Regosoles dístricos y Litosoles y por la presencia de texturas arenosas, son muy susceptibles a la erosión hídrica.
La siguiente categoría de
suelos que sigue en importancia es el Feozem lúvico (Hl), el cual representa el
10% de la superficie total (Castillo, 1990). Esta subunidad de suelos se
distingue por presentar un horizonte superficial A relativamente obscuro por la
considerable cantidad de materia orgánica acumulada y por el movimiento
descendente de arcilla eluvial que se deposita en el horizonte B iluvial. Son
suelos que en lo fundamental se han originado de la asociación de
lutitas-areniscas, de aquí las texturas frecuentemente francas, franco-arcillosas
y franco arcillo-arenosas que presentan, derivadas de las arcillas de las lutitas
y arenas producto de las areniscas.
Se distribuyen espacialmente
en las márgenes del río Atoyac a una distancia en la que ya no se manifiesta la
influencia de los materiales aportados por los escurrimientos superficiales.
Son suelos con moderada
fertilidad natural debida a la presencia de arcillas en el horizonte B y materia
orgánica –humus- en el horizonte superficial A, ya que ambos componentes tienen
la propiedad de retener cationes y humedad, debido a las cargas eléctricas que
adquieren por su tamaño coloidal –menor de 2 milésimas de milímetro-.
Otro grupo de suelos que
existe en la región son los Vertisoles pélicos
(Vp) y ocupan una superficie aproximada del 4% del área global
(Castillo, 1990).
Aguilar (1969), argumenta
que las rocas con minerales ricos en fierro, calcio y magnesio, como es el caso
de las andesitas y las calizas bajo condiciones moderadas de humedad –clima
seco característico de Valles Centrales-, dichas rocas se transforman en
minerales arcillosos del tipo de la montmorillonita, que es el principal
componente de los Vertisoles pélicos.
Dadas las condiciones
restrictivas de humedad, características del clima seco semiárido de la región,
seguramente las andesitas y calizas en su proceso de intemperismo
físico-químico se hayan transformado en arcillas, características de los
Vertisoles pélicos.
La arcilla montmorillonita
es típica en los Vertisoles pélicos y sus movimientos de expansión y contracción
derivados de su interacción, son los que explican los agrietamiento periódicos
durante la sequía. El nombre de Vertisoles deriva precisamente del vertido de
materiales del horizonte superficial al interior del suelo, como consecuencia
de los agrietamientos.
Se trata de suelos
relativamente favorables a la agricultura, en virtud de sus altos
contenidos de arcillas tipo montmorillonita, que por su tamaño coloidal poseen
cargas eléctricas negativas, las cuales favorecen la retención de humedad y una alta capacidad
de intercambio catiónico, propiedades que le confieren elevada fertilidad
natural, siempre y cuando se les dé un buen manejo agrícola.
Los Vertisoles pélicos se
distribuyen en las proximidades donde subyacen las rocas andesíticas y calizas,
básicamente en el Valle de Etla en la parte norte de la región, Santa María
Atzompa, San Bartolo Coyotepec y Tlacolula. En estas dos últimas poblaciones,
se ha desarrollado la artesanía de barro negro facilitada por los suelos
arcillosos que se que se analizan.
Los Fluvisoles dístricos son
los que se han formado en las áreas de influencia de los ríos y arroyos, por
consiguiente, son el resultado de las continuas depositaciones de los
sedimentos aportados por los escurrimientos superficiales provenientes de las
partes altas.
Son suelos que en lugar de
horizontes presentan estratos, ya que se han formado no por las rocas que subyacen
a los sedimentos acumulados y compactados, sino que se han originado a partir
de rocas localizadas en las partes montañosas aledañas y luego por los procesos
erosivos, principalmente por la acción hídrica, el suelo es desprendido, arrastrado y
depositado en las planicies contiguas a los ríos.
Son suelos en los que
predominan los estratos con materiales arenosos producto de las arenas
originadas del Gneis en las laderas, lomeríos y montañas; que luego son
erosionados, arrastrados y depositados en las partes bajas; pero también
existen pequeñas porciones de la región en los que existen estratos arenosos
alternados con arcillas, producto de la erosión, arrastre y depositación de los
suelos de texturas gruesas –principalmente Regosoles dístricos- y Vertisoles
pélicos-
Los Fluvisoles dístricos se
localizan básicamente en las márgenes de los ríos Atoyac y Salado. La mayoría
son suelos con bajos contenidos de materia orgánica.
Los análisis físico-químicos
de los suelos de los Valles Centrales de Oaxaca, en general reportan la
presencia de un pH que varía de neutro a moderadamente alcalino, debido al efecto
de la influencia del clima seco en el que las evaporaciones son muy elevadas y
favorecen la acumulación de sales en el horizonte superficial. Este problema de
salinidad es más acentuado en las pequeñas porciones en los que se localizan
los Vertisoles pélicos. Además, los suelos en su mayoría presentan bajos
contenidos de materia orgánica, de fósforo y relativamente ricos en potasio que
es liberado por el proceso del intemperismo del gneis.
De acuerdo a las características
físicas y químicas descritas, los suelos de los Valles Centrales de Oaxaca, no
son los más adecuados para el desarrollo del principal cultivo –maíz- de la
región, ya que dicho cereal requiere de suelos profundos, planos, texturas
francas y pH ligeramente ácido (Aldrich y Leng, 1965).
Se observa en la figura que los suelos más extendidos en la región son los Regosoles dístricos y los Litosoles, que son típicos de las zonas cerriles y montañosas de los Valles Centrales, que por sus rasgos topográficos están dedicados fundamentalmente al uso forestal y pecuario. En cambio, los suelos destinados al aprovechamiento agrícola son los Regosoles dístricos, Feozems lúvicos, Fluvisoles dístricos y Vertisoles pélicos que se localizan principalmente en las zonas de lomeríos y planicie de la región.
En la misma figura también
se pone en evidencia, que el clima característico de la planicie –valles- y
lomeríos contiguos es del tipo BS1 Hw (w), que se interpreta como seco
semicálido, cuya característica primordial es la ocurrencia de escasas y
erráticas precipitaciones durante el verano y el otoño. En las sierras y
montañas que circundan a los Valles Centrales, los climas que se presentan son de los tipos C (w1) (w) y (A) C (w0) (w). El primero es el templado húmedo con
lluvias en verano, característico de las áreas montañosas que circundan a la
región y el segundo es transicional entre cálido subhúmedo y el templado húmedo
y ocurre en las sierras aledañas a las montañas.
Las escasas precipitaciones
que se presentan en la región se deben a las lluvias de tipo convectivo que se
producen principalmente al inicio del temporal y se deben a sobrecalentamientos
locales de la atmósfera, los cuales originan el ascenso del aire y con ello
enfriamiento y condensación del vapor de agua para formar las nubes, generando
así precipitaciones muy localizadas y en pequeñas extensiones. Los principales
aportes de humedad en la región provienen de la actividad ciclónica durante el
verano y el otoño, cuando hay suficiente energía en los océanos tropicales,
para la formación de ciclones tropicales, tanto en el Océano pacífico, como en
el Atlántico, siendo más importantes para los Valles Centrales de Oaxaca, los
procedentes del Océano Pacífico, que por su cercanía con el Estado, aportan la
mayor cantidad de lluvia en la región y en menor grado los que se originan en
Océano Atlántico y en su trayectoria llegan al Mar Caribe y arriban a las
costas de la península de Yucatán, se internan por Veracruz y sus efectos
llegan hasta los Valles centrales, ya que los ciclones tropicales tienen un diámetro de alrededor de 700 kilómetros.
En un trabajo anónimo
(1990), la región de los Valles Centrales de Oaxaca tiene una superficie aproximada
de 600, 000 hectáreas de las cuales 181, 413 (29%) están dedicadas a la
agricultura. La agricultura que se práctica es fundamentalmente de temporal, a
tal grado que 171374 (94.5%) están condicionadas a las condiciones erráticas
del temporal de lluvias. El resto -10039- están incorporadas al riego a través
del aprovechamiento de aguas superficiales y subterráneas y equivalen al 5.5%
de la superficie agrícola. Es evidente que la agricultura de temporal es la
dominante en la región.
El sistema de manejo de la
agricultura de temporal se basa en el uso mínimo de maquinaria agrícola, sobre
todo en las labores de preparación de los suelos; uso de tracción animal para
el resto de labores, escaso control de plagas y enfermedades y la fertilización
química se reduce frecuentemente a la aplicación de sulfato de amonio como
fuente de nitrógeno. En consecuencia los rendimientos son muy bajos, que en el
caso del maíz son del orden de 800 Kg/ha.
Los cultivos de temporal más
importantes son maíz, frijol, maíz-frijol, de los cuales el primero ocupa la
mayor extensión, pues según Aragón (1987) dicho cultivo se establece en
aproximadamente 100, 000 hectáreas que representan el 55% de la superficie
agrícola. Los cultivos que se explotan
bajo condiciones de temporal están sujetos a los azares del clima,
principalmente a la sequía intraestival o “canícula” como se le llama
regionalmente y se presenta en los meses de julio y agosto.
Según Morales (1989), la
sequía intraestival se presenta debido al debilitamiento delos vientos Alisios
del Sureste que al converger en la región cercana al Ecuador terrestre, no
tiene la fuerza suficiente y al interaccionar con los vientos Alisios del
Noreste para dar el giro a las masas de aire en los mares tropicales, condición
necesaria para la formación de ciclones tropicales en los meses de julio y
agosto.
En un trabajo realizado por
Vásquez (1994), en el que se estudió la distribución temporal de las disponibilidades de humedad para maíz en los Valles Centrales de Oaxaca, se detectó que la “canícula” inicia normalmente en la última decena del mes de
julio y se prolonga hasta finales de la segunda decena del mes de agosto.
La “canícula” –sequía
intraestival- como la conocen los campesinos de la región, es el período seco
que acontece durante el período de lluvias que regularmente se presenta en la
región del mes de junio al mes de octubre, es la principal limitante para el
desarrollo de los cultivos bajo condiciones de temporal, principalmente de maíz
que es el principal cultivo que se estable en Los Valles Centrales de Oaxaca.
Las pocas disponibilidades de humedad aportadas por las escasas precipitaciones -700 mm- en la
región hacen imprescindible el conocimiento del suelo, fundamentalmente de sus
propiedades físicas relacionadas con la capacidad de retención de humedad. En
este sentido una de las propiedades esenciales relacionadas con la infiltración
y el movimiento del agua en el suelo es su textura. En el trabajo de Vásquez
referenciado anteriormente, también se obtuvo una variable agroclimática de
mayor poder de predicción, conocida como índice de humedad, como resultado de
los balances de humedad agrícola del suelo en ocho estaciones meteorológicas,
en los que participaron como fuente de humedad la precipitación al 70% de
probabilidad de ocurrencia, como salidas, las evapotranspiraciones- potencial,
del cultivo de maíz y real-, reservas de humedad del suelo relacionadas con la
capacidad de retención de humedad y finamente el índice de humedad obtenido con
la siguiente expresión matemática:
[Evapotranspiración
real/evapotranspiración del cultivo] que puede expresarse en porcentaje. La
capacidad de almacenamiento de humedad del suelo, se calculó con el método
propuesto por Palacios (1993) y para una profundidad de 30 cm, resultó de 38.7
mm para suelos franco arenosos, 51.3 mm en suelos franco arcillosos. Con base
en el índice de humedad y aplicando el Análisis estadístico multivariado
–Análisis Cluster- se clasificaron las estaciones meteorológicas en cuatro
categorías, que observan en el siguiente cuadro.
Cuadro 2. Zonas
agroclimáticas en Valles Centrales de Oaxaca
Zona
|
Localidades
|
Suelos
|
Sequía -“canícula”-
|
I
|
Coyotepec y Ocotlán
|
Poco aptos
|
Moderada
|
II
|
Miahuatlán y Ejutla
|
Poco aptos
|
Severa
|
III
|
Etla y Tlapacoyan
|
Poco aptos
|
Moderada
|
IV
|
Jalapa y Zimatlán
|
Poco aptos
|
leve
|
En el cuadro se observa que
en general los suelos presentan poca aptitud para la retención de humedad, ya
que en las localidades donde están instaladas las estaciones meteorológicas,
los suelos presentan texturas franco arenosas.
En cuanto al índice de
humedad relacionado con la disponibilidad de agua, se aprecia que existen dos
grupos de localidades –Coyotepec y Ocotlán, así como Etla y Tlapacoyan- en los
que el impacto de la sequía es moderado; en cambio en el grupo 2 –Miahuatlán y Ejutla-
el efecto de la “canícula” es severo y finalmente en el grupo cuatro –Jalapa y
Zimatlán- el impacto de la sequía es leve.
Es pertienente señalar que
el área de influencia de las ocho estaciones meteorológicas se extiende más
allá de las localidades donde se ubican. Así la zona II, en la que la sequía es
severa se amplia hasta la parte este de la región en la población de Tlacolula.
Lo mismo es válido para los otros grupos de localidades.
4.
Conclusiones
Los suelos dominantes son
los Regosoles dístricos y Litosoles, que se localizan principalmente en zonas
cerriles y montañosas. Se caracterizan por presentar texturas en general franco
arenosas, las cuales no favorecen la capacidad de retención de humedad. Son
suelos predominantemente de vocación forestal y pecuaria.
Los suelos menos extendidos
con vocación agrícola, son los Regosoles dístricos localizados principalmente
en lomeríos; feozems lúvicos, Fluvisoles dístricos y Vertisoles pélicos, que se
localizan en las partes más bajas del valle -zonas de planicie- de la
región. El cultivo principal que se establece es el maíz, generalmente asociado
con frijol y calabaza. En la zona de planicie en las que hay disponibilidades
de agua, se aplican riegos de auxilio al maíz.
En general, la principal
limitación para la producción de maíz en la región de los Valles Centrales de
Oaxaca es el clima seco estepario –BSw- con lluvias distribuidas temporalmente
en verano y otoño.
En lo particular el problema
central que limita la producción de maíz en la región, es la distribución
desigual de la lluvia durante el período del temporal –principalmente de
junio-octubre-. Esto genera la presencia de una sequía intraestival o
“canícula”, que ocurre regularmente desde la tercera decena de julio y concluye
en la tercera decena de agosto. Esta sequía es la que impacta negativamente la
producción de maíz bajo condiciones de temporal en la región, ya que
frecuentemente provoca pérdidas parciales o totales del cultivo.
Para atenuar el impacto de
la sequía en la producción de maíz, lo más recomendable es elegir fechas de
siembra, de tal forma que las fases de floración y formación de grano del maíz,
que son las más exigentes en humedad, no coincidan con la “canícula”. Esto se
logra con fechas de siembra realizadas en la última decena de junio de
preferencia al final, dado que la floración del maíz –espiga- inicia
normalmente a los dos meses desde la siembra, por consiguiente, esta fase
fenológica empieza a finales de agosto, cuando la sequía ha concluido y reinicia la actividad ciclónica que es la principal aportadora de humedad en la
región.
Dado el clima seco de la
región, los suelos en su mayoría de texturas franco arenosas, contribuyen a que
el impacto de la sequía intraestival –“canícula”- en la producción de maíz sea más acentuado.
Una limitación muy
importante que no tiene que ver con el clima, es la cultura de los de los
productores de la región, principalmente la mentalidad de los campesinos y la
costumbre, ya que todos los años cuando inician lluvias esporádicas en los
meses de abril y principalmente en mayo, preparan su suelos e inmediatamente
realizan la siembra del maíz. Generalmente el maíz desarrollado de estas
siembras se pierde, porque la floración y llenado de grano coincide con la
sequía intraestival. Aún las siembras de la primera quincena de junio, también
padecen los efectos de la “canícula”. En suma, las fechas inadecuadas de
siembra del maíz, potencian el impacto desastroso de la sequía en la producción
de maíz bajo condiciones de temporal.
5.
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