martes, 23 de junio de 2015

DE LA REVOLUCIÓN DE 1910-1917 AL CARDENISMO (1934-1940)

II. DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICO-BURGUESA (1910-1917) AL CARDENISMO (1934-1940)

Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx

Introducción

El capitalismo industrial es resultado de un largo proceso de desarrollo gradual, que inicia en el seno del sistema feudal durante la dominación española en el siglo XVI y a pesar de que en la Independencia es derrotada la tendencia pequeña burguesía revolucionaria representada por Hidalgo y Morelos, en 1821 con Iturbide a la cabeza de las clases conservadoras: la Iglesia y los terratenientes –hacendados-, conjuntamente con Guerrero consuman la Independencia, pero con el claro objetivo de impedir que las reformas liberales burguesas implementadas en España trascendieran a la Nueva España. Así pues, la Independencia que inició como una revolución popular comandada por Hidalgo y luego por Morelos, concluyó como una contrarrevolución. A pesar del carácter conservador de la Independencia, significó una continuidad en el desarrollo de la burguesía industrial, de tal forma que a mediados del siglo XIX, se produce un salto –discontinuidad- en su desarrollo con la Reforma (1854-1860), que aunque en la historia oficial se le conoce como Reforma, en realidad se trató de una profunda Revolución Burguesa, que comenzó con la Ley Lerdo de 1856, en la que queda prohibido el monopolio de la tierra, tanto de las comunidades indígenas, como de la Iglesia. En este sentido, estableció que las tierras pertenecientes  a las corporaciones civiles y religiosas serían vendidas a los arrendatarios. Así pues, la Ley Lerdo perseguía privatizar las tierras comunales y de la Iglesia, para incorporarlas a la circulación mercantil, tal como lo exigía el capitalismo naciente. La ley Lerdo fue incorporada a la Constitución Liberal de 1857. Esta profundizó las diferencias con los Conservadores, que aunque también eran partidarios del desarrollo industrial con el apoyo del Estado, los liberales pensaban en una sociedad de pequeños productores que por acción de las leyes del mercado fomentarían la agricultura, la industria y el comercio. La lucha se radicalizó y culminó con las Leyes de Reforma en 1859, entre las que destacan, la Ley de Nacionalización de los bienes de la Iglesia, principalmente las tierras que constituían su mayor capital. Hasta aquí los Liberales habían dado un paso muy importante, para el desarrollo de la burguesía industrial, puesto que la base social de su movimiento revolucionario, eran los comerciantes, los terratenientes –hacendados- y rancheros, que fueron los que adquirieron las tierras de la Iglesia, pues eran ellos, los que contaban con los recursos económicos. Se había consumado la primera etapa de la Revolución Burguesa: la destrucción principalmente del monopolio territorial de la Iglesia, que conjuntamente con la aplicación de las leyes liberales contenidas en la Constitución de 1857 a las comunidades indígenas,  contribuyeron a la conversión  de las tierras en mercancías y la mano de obra “libre” de sus medios de producción se convertía también en mercancía que el capitalismo exigía. La intervención francesa (1862-1867) demoró la aplicación de las Leyes de Reforma, pero una vez derrotada, en 1877 arribó a la presidencia de la República el General Porfirio Díaz, quien consumó la “obra” reformadora de sus antecesores liberales. Específicamente, continúo con el combate al monopolio territorial de las comunidades indígenas, con el Decreto sobre Colonización y Compañías Deslindadoras en 1883, con el propósito de deslindar todos los terrenos que no pudieran acreditarse legalmente considerados como “baldíos”; Circular expedida en 1890 que enfilada contra la propiedad comunal de la tierra para privatizarla y Ley del 26 de marzo de 1894, en la que se daba amplia libertad las Compañías Deslindadoras, para adquirir grandes extensiones territoriales. Todas estas medidas implementadas por el gobierno de Porfirio Díaz, produjeron el mayor despojo de tierras de las comunidades indígenas, transformando a sus miembros en fuerza de trabajo disponible para las necesidades del capital. Se había dado otro paso más en el desarrollo del capitalismo mexicano. Paralelamente al despojo territorial de las comunidades indígenas, el gobierno del General Díaz fomentó el desarrollo principalmente de la industria extractiva –minerales y petróleo-, cuya producción y distribución requería de transportes, lo que condujo a la construcción de la red ferroviaria; agricultura basada en cultivos tropicales de exportación; y, dada la escases de recursos financieros del Estado, recurrió al capital extranjero, principalmente norteamericano. En suma, se trató de otro salto en el desarrollo de la industrialización del país, pero subordinada a los intereses del capital extranjero.

La política  porfirista antipopular generó una enorme desigualdad social, caracterizada por la concentración del grueso de la riqueza en una minoría oligárquica, contrastando con la miseria extrema en que vivía la inmensa mayoría de la población, condiciones socio-económicas que produjeron el estallamiento de la Revolución en 1910.  



1. Revolución democrático-burguesa (1910-1917)

Durante el Porfirismo se polarizó la sociedad rural: por un lado se enriqueció enormemente un reducido grupo de hacendados que concentraron enormes extensiones de tierras, a tal grado que para 1910 existían 8431 haciendas; en el otro extremo, se encontraban millones de campesinos pobres en su mayoría carentes de tierras y en condiciones de extrema pobreza.

En el siguiente cuadro se presenta la distribución de la Tierra en 1910 entre hacendados y rancheros.
Cuadro 1. Haciendas y ranchos en México
Año
Ranchos
Haciendas
1877
14705
5869
1900
32557
5932
1910
48633
8431
Fuente: Jürgen (1979).

En el cuadro anterior, es evidente que el número de ranchos aumentó considerablemente durante el Porfirismo, de 14705 en 1877 a 48633 en 1910, correspondiente a un incremento del 70%. En cambio las haciendas crecieron de 5869 en 1877 a 8431 en 1910, lo que equivale a un aumento del 30%. Aunque no se menciona la extensión territorial de haciendas y ranchos, pero lo que si es indudable, es que tanto ranchos como haciendas, aumentaron a costa de las tierras comunales de los indígenas.

Muchos hacendados principalmente del norte donde las relaciones capitalistas se habían desarrollado aceleradamente empezaron a interesarse por invertir sus capitales en la industria, pero en la práctica chocaron con los intereses del capital extranjero, que tenía enormes privilegios concedidos por el gobierno de Díaz.

La situación era ya insostenible para 1910, por lo que la burguesía agraria–industrial representada por Madero al agotar las posibilidades legales de acceder al poder político, tuvo que recurrir a la lucha armada en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. En su Plan de San Luis, Madero plantea claramente su programa de lucha al establecer como principal demanda política el derrocamiento de Díaz expresada en su lema: “Sufragio Efectivo No Reelección” y para lograrlo requería el apoyo de los campesinos, por lo que en el artículo 3 de su Plan considera la restitución de tierras como demanda legítima de los campesinos pobres. La incorporación de la restitución de tierras a los campesinos pobres en  su programa, la hizo como una medida estratégica para atraer a su lucha al movimiento campesino, ya que su intención era eminentemente política y se conformaba únicamente con el relevo de la camarilla porfirista del gobierno y con ello automáticamente todos los problemas sociales y económicos se resolverían con la sola conquista de la libertad política. En este sentido, lo explica Montalvo (1988) en Historia de la Cuestión Agraria Mexicana, cuándo menciona que para 1912: “Se ha pretendido que el objeto de la Revolución de San Luis fuese resolver el problema agrario; no es exacto: la Revolución de San Luis fue para reconquistar nuestra libertad, porque la libertad sola resolverá de por sí todos los problemas”. Además, sus intereses económicos en la agricultura y la industria le impedían avanzar hacia una profunda transformación socio-económica, como lo prueba la siguiente información proporcionada por Jürgen (1979): “La familia Madero que jugó un papel muy decisivo en la primera etapa de la Revolución, es representativa de esta clase de latifundistas progresistas. Aparte de dedicarse a la producción de algodón, la familia Madero era activa en la industria textil, empezó con la producción y transformación de caucho, fundó el primer banco en la frontera norte, poseía viñas extensas y una serie de lugares de vinos. Cuando se descubría cobre en sus tierras, ella misma emprendía la extracción y para no depender de las empresas extranjeras, construyó hornos propios de fundición que figuraban dentro de las empresas industriales más importantes de México. Su actividad económica independiente no solamente involucró a los Madero en el conflicto de intereses con el Estado de Díaz y los “Científicos”, en cuya política no tenían ninguna influencia, sino también con el capital extranjero, especialmente con el Trust norteamericano Guggenheim y su American Smelting and Refining Company. La enemistad de Guggenheim contra la Familia Madero se ve claramente en que el embajador norteamericano en México, Henry Lane Wilson, quien desempeñó su cargo gracias a este Trust, participó decisivamente en la preparacion del golpe militar contrarrevolucionario del año de 1913 contra el presidente burgués Francisco I. Madero y de su asesinato”.

A pesar de las contradicciones con el capital extranjero, principalmente norteamericano, Madero en ningún momento planteó en su programa ninguna medida para limitar su poder, solo se conformó con lograr la libertad política, a través del relevo de Porfirio Díaz de la Presidencia de la República Mexicana.

La Revolución iniciada en 1910 producto de las contradicciones entre dos fracciones de la burguesía: una muy reducida, poseedora del poder político por medio de Porfirio Díaz, sometida  al capital extranjero con intereses económicos en la minería (principalmente plata y metales industriales), ferrocarriles, petróleo y cultivos de exportación; otra, formada por terratenientes aburguesados progresistas, entre los que se encontraba  Madero.

El movimiento armado fue el resultado del empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos pobres, como consecuencia de la aparición del capitalismo durante la   Reforma  encabezada   por  Juárez (1856–1860) y especialmente el Porfiriato (1876–1910), cuando los comuneros indígenas fueron despojados de gran parte de sus tierras, con lo que se convirtieron en mano de obra en las haciendas como arrendatarios y aparceros, en condiciones deplorables, por lo que la revolución la vieron como una oportunidad para la recuperación de sus tierras perdidas; desplazamiento de los capitales nacionales por el capital extranjero junto con una reducida oligarquía nacional apoyados por la dictadura de Díaz; así como, la inconformidad de los obreros principalmente en los centros mineros de Cananea Sonora y textileros en Río Blanco Veracruz, como lo prueban las huelgas de 1906 y 1907 respectivamente.

De 1910 a 1913 transcurre la primera etapa de la Revolución, cuya lucha armada concluye en mayo de 1911 con la renuncia a la Presidencia de la República por parte de Porfirio Díaz. Madero asume la Presidencia de México, a fines de 1911 convencido de que la Revolución había culminado. En su corto mandato creó el Departamento del Trabajo en 1912, para atender los problemas laborales entre trabajadores y empresarios. Con respecto al problema agrario, no cumplió con el Artículo 3 de su Plan de San Luis en el que se estipulaba la restitución de tierras a los campesinos pobres, debido a su condición social de pertenecer a los terratenientes aburguesados, en contraste, con el movimiento campesino revolucionario. Esta situación provocó la ruptura del zapatismo con Madero, actitud que indujo a Zapata a elaborar su propio programa agrario revolucionario, conocido como Plan de Ayala, expedido el 28 de noviembre de 1911, cuyas demandas fundamentales, son citadas por Córdoba (1973):


"6º. Como parte adicional del plan que invocamos, hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la justicia venal, entrarán en posesión de esos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos, correspondientes a esas propiedades, de las cuales han sido despojados por mala fe de nuestros opresores, manteniendo a todo trance, con las armas en las manos, la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derechos a ellos, lo deducirán ante los tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución".

"7º. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son mas dueños que del terreno que pisan sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos, las tierras, montes y aguas; por esta causa, se expropiarán previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellos a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos".

"8º. Los hacendados, científicos o caciques que se opongan directa o indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos correspondan, se destinarán para indemnizaciones de guerra, pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en las luchas del presente Plan".

"9º. Para ejecutar los procedimientos respecto a los bienes antes mencionados, se aplicarán las leyes de desamortización y nacionalización, según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez a los bienes eclesiásticos, que escarmentaron a los déspotas y conservadores que en todo tiempo han querido imponernos el yugo ignominioso de la opresión y el retroceso".

Con el Plan de Ayala el movimiento zapatista se independiza de la tendencia burguesa de madero y se radicaliza al exigir el reparto de las tierras de las haciendas y defender la posesión, incluso con las armas.

La falta de apoyo de los campesinos pobres a Madero lo debilitó socialmente, coyuntura aprovechada por  el poder económico intacto del Estado y la oligarquía porfiristas que conspiraron, junto los enemigos externos, para derrocar a Madero mediante un golpe de Estado y entronizar a Victoriano Huerta como Presidente espurio de México. Con esto la oligarquía porfirista y el capital extranjero recuperan el poder político. La revolución maderista, por la dialéctica de la lucha de clases se había transformado en contrarrevolución


Con el golpe de Estado a Madero se pasa a la segunda etapa de la Revolución que dura de 1913 a 1914, un poco más de un año. Se inicia con el levantamiento armado por parte de Venustiano Carranza, siendo Gobernados de su Estado. Se trata de un hacendado porfirista que se había inconformado con Díaz desde 1909 al ser aplastado por la "maquinaria" oficial en favor de su adversario, en la contienda electoral para la gubernatura de su Estado (Coahuila). Su naturaleza social conservadora como latifundista, se reflejó en el contenido del Plan de Guadalupe, cuyas demandas se especifican en los siguientes artículos:

"1°. Se desconoce la general Victoriano Huerta como Presidente de la República".

"2°. Se desconocen también los Poderes Legislativo y Judicial de la Federación.

"3°. Se desconocen a los gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los Poderes Federales que forman la actual Administración".

"4°. Para la organización del Ejército encargado de hacer cumplir nuestros propósitos, nombramos como Primer Jefe del Ejército que se denominará "Constitucionalista" al ciudadano Venustiano Carranza".

"5°. Al ocupar el Ejército Constitucionalista la ciudad de México se encargará interinamente del Poder Ejecutivo el ciudadano Venustiano Carranza, o quien lo hubiere sustituido en el mando.

"6°. El Presidente Interino de la República convocará a elecciones generales, tan luego como se haya consolidad la paz, entregando el poder al ciudadano que hubiere sido electo".

"7°. El ciudadano que funja como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en los Estados cuyos Gobiernos hubieren reconocido al de Huerta asumirá el cargo de Gobernador Provisional y convocará a elecciones locales, después que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubiesen sido electos para desempeñar los altos Poderes de la Federación, como lo previene la base anterior".

Se trata de un documento programático muy sintético, cuyas demandas son esencialmente políticas. En ninguna parte se consideran reformas sociales que afectan a los diferentes sectores de la sociedad. Sin embargo, alrededor del "Constitucionalismo" se aglutinaron las fuerzas sociales opositoras, entre las que destacaron el Calles y Obregón, el villismo y el zapatismo, que conjuntamente derribaron al usurpador Victoriano Huerta de la Presidencia de la República en agosto de 1914.

Con la caída de Huerta en 1914 había sido derrotada políticamente la vieja burguesía porfirista. Para Carranza, Obregón y Calles la lucha había terminado, pero para los campesinos pobres, sólo había terminado una etapa y proseguía la siguiente, consistente en el reparto de las tierras de las haciendas, tal como lo proponía el Plan de Ayala. Es en esta nueva fase de la Revolución cuando estallaron las contradicciones de clase: por un lado se encontraba la burguesía agraria conservadora -latifundista- encabezada por Carranza; por el otro los campesinos pobres básicamente zapatistas compuestos principalmente por pequeños propietarios, comuneros indígenas y aparceros que luchaban contra los hacendados para recuperar sus tierras. Así como, el villismo que estrictamente no se trataba de un movimiento campesino, pues estuvo formado por vaqueros, pastores, mineros, ferrocarrileros y braceros; que por sus intereses coincidían más con los zapatistas, como quedó demostrado en la reunión de Xochimilco entre Villa y Zapata a fines de 1914. 

Entre las clases fundamentales en lucha, estaba la pequeña burguesía, representada por Calles y Obregón, que dada su posición intermedia y su mayor afinidad social con la burguesía latifundista, se alío con Carranza, para tomar partido contra las fuerzas revolucionarias de Villa y Zapata. Antes de la lucha entre las clases fundamentales que se enfrentaban en la Revolución, Carranza se vio obligado en contra de sus intereses a hacer concesiones al movimiento campesino, como fue la expedición de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, en la que establecía la restitución de tierras a los campesinos pobres. Estos, conjuntamente con el villismo, no fueron capaces de articular un proyecto nacional que expresara sus intereses para orientar sus luchas en forma independiente de la burguesía, lo que repercutió posteriormente en su derrota militar. No fue su falta de heroísmo y valor lo que los llevó a la derrota, más bien hizo falta la presencia de una clase obrera más desarrollada capaz de elaborar una alternativa programática y organizativa independiente de la burguesía para arrastrar a los villistas y zapatistas a la lucha contra sus enemigos de clase liderados por Carranza, Calles y Obregón. Por el contrario, los contingentes "obreros" organizados en la Casa de Obrero Mundial, de tendencia anarco sindicalista -apolítica- derivada de su origen artesanal, fueron “movidos” a las posiciones de la burguesía y organizados en los “Batallones Rojos” para colaborar militarmente con Obregón para derrotar a la División del Norte dirigida por Francisco Villa en los combates desarrollados en Guanajuato y Aguas Calientes en abril de 1915.

Dado la enorme peso social de las fuerzas populares revolucionarias dirigidas por Villa y zapata, a la burguesía triunfante no le quedó otra alternativa que incorporar sus demandas más sentidas en la nueva Constitución promulgada el 5 de febrero de 1917, cuyos intereses de la clase trabajadora y de los campesinos pobres, fueron plasmados en los Artículos 123 y 27 respectivamente, artículos que sirvieron de programa a los posteriores gobiernos para reglamentar las relaciones obrero–patronales y el reparto de tierras.


2. Período (1917-1933)

Con la promulgación de la Constitución de 1917 se había  consumado la Revolución democrático-burguesa iniciada en 1910. Sin embargo, el programa de transformaciones económicas derivado de la misma, no se había realizado, como el reparto de las haciendas y el combate al capital extranjero, a pesar de que en la Constitución estaban establecidas las bases jurídicas. Por el contrario, los gobiernos emanados de la Revolución durante el período 1917-1934: Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortíz Rubio y Abelardo Rodríguez, se alejaban cada vez más de las reformas sociales que el país exigía, de tal manera que la reforma agraria se fue posponiendo, junto a un mayor acercamiento al capital extranjero, particularmente el norteamericano, a pesar de que los Artículos 27 y 123 Constitucionales, mandataban a los nuevos gobiernos, la implementación de dichas reformas. No es casual, que los gobiernos que se sucedieron en el período mencionado, todos en general se opusieron a una radical reforma reforma agraria, puesto que su posición de clase estuvo claramente al servicio de los intereses de la pequeña burguesía agraria y latifundistas burgueses. Caso especial merece la actitud de Carranza (1917-192), que como gran latifundista se opuso resueltamente al reparto agrario e incluso devolvió a sus propietarios las haciendas confiscadas durante la Revolución. Es natural se trataba de un próspero hacendado. Por el contrario, recurrió a todos los medios para detener el movimiento campesino revolucionario, incluido el asesinato de Zapata a traición en 1919. El resto de presidentes que sucedieron a Carranza, repartieron una modesta extensión de tierras solo con fines políticos para evitar la inestabilidad social; a pesar de eso, para 1930, Plutarco Elías Calles consideraba que el reparto agrario había concluido; no obstante, el campo mexicano seguía dominado por las grandes propiedades de las haciendas, que contrastaba con la pobreza de las masas campesinas.

Shulgovski (1968) afirma que dentro del grupo Constitucionalista triunfante, existían diferencias internas, entre la pequeña burguesía representada por Obregón y Calles y la burguesía latifundista encabezada por Carranza. Los partidarios de Calles y Obregón, quienes en su mayoría  eran originarios del medio pequeño burgués, habían conseguido una posición social por sus propios esfuerzos y medios, se unieron contra la política intransigente de Carranza de no dar ninguna concesión a las masas populares, política que podía generar una nueva explosión revolucionaria; por consiguiente, las fuerzas obregonistas ejecutaron un golpe de Estado, mediante el cual fue asesinado Carranza en la primavera de 1920, como una acción preventiva para frenar los futuros acontecimientos revolucionarios, lo que llevó a Obregón al poder político, con lo que inicia un período en la historia de México, conocido como Caudillismo Revolucionario (1920-1924). Este fue posible debido a que en aquella época, las fuerzas burguesas conservadoras habían sido derrotadas, el movimiento campesino revolucionario fue aplastado y la clase obrera era muy débil y no contó con una dirección política verdaderamente proletaria. En cuanto a la burguesía nacionalista -progresista- estaba débilmente organizada. En estas circunstancias, la burguesía no podía convertirse en la fuerza política principal del país, el vacío político tuvo que ser ocupado por personalidades prestigiosas, estrechamente ligadas al ejército, tales fueron los casos de Obregón y Calles, los únicos dirigentes con los méritos revolucionarios en ese momento de dirigir el destino del país. Así pues, con Obregón y Calles, arriba al poder político la pequeña burguesía, que dada su naturaleza intermedia entre las clases fundamentales -burguesía latifundista vs movimiento popular-; por un lado, se alineó a los intereses de los rancheros y los terratenientes de tipo capitalista, particularmente de los Estados del norte de México; por el otro lado, para evitar el ascenso revolucionario del movimiento popular, especialmente de los trabajadores del campo y de la ciudad, asesinan a Villa en 1923, no obstante que, ya se había retirado de la vida política. Poco a poco el nuevo poder político de la pequeña burguesía fue virando hacia la derecha conservadora representada por la vieja oligarquía agraria porfirista y el capital extranjero, principalmente norteamericano al final del gobierno de Calles (1924-1928); a tal grado, que en su último año de gobierno capituló, al suscribir un acuerdo con el embajador de Estados Unidos, en el que se otorgaban grandes privilegios a los capitales monopolistas petroleros norteamericanos. Esta política capituladora de Calles, en realidad era la continuación de una política similar, implementada por el anterior gobierno de Álvaro Obregón, cuando en 1923 cedió a la presión del capital norteamericano al aceptar el Tratado de Bucareli, en el que se estipulaba el respeto a los intereses económicos norteamericanos adquiridos antes de 1917, respeto a las compañías petroleras y la indemnización en casos de expropiación de tierras.

Con respecto al movimiento obrero, se caracterizaba por su dispersión regional y desorganización; por consiguiente, era necesario unificarlo para controlarlo y ponerlo al servicio de los intereses de los nuevos gobiernos. En este sentido, el gobierno de Carranza impulsó la fundación de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en 1918. Como apéndice político de la nueva organización obrera fue creado el Partido Laborista Mexicano en 1919, que sirvió de instrumento político para controlar a los dirigentes de la CROM y poner a los trabajadores organizados al servicio de los gobiernos emanados de la Revolución. Con llegada de Calles a la Presidencia de la República, el líder de la CROM, Luis Morones, fue nombrado Secretario de Industria, Trabajo y Comercio. El peso político de la CROM fue tal que en 1927, tenía 11 representantes en el Senado de un total de 58, 40 diputados de 272 que componían la Cámara, dos gobernadores de 28 y controlaban la Regencia del Distrito Federal. Así pues, fueron puestos públicos y cargos de representación popular, los medios principales que contribuyeron a la formación de un grupo de dirigentes que se aburguesaron y se pusieron al servicio de los intereses de los empresarios y del gobierno, en vez de luchar por los intereses de la clase trabajadora a la que representaban.

Con el fin del gobierno de Calles en 1928, termina el período del Caudillismo Revolucionario basado en el gobierno de caudillos e inicia un nuevo régimen de gobernabilidad basado en instituciones; por consiguiente, convoca a la fundación en 1929 del Partido Nacional Revolucionario -antecedente del PRI-, como instrumento político para controlar las sucesiones presidenciales de la "familia revolucionaria".

La estrategia económica implementada por Obregón y Calles, consistió en el intento de modernizar las fuerzas productivas del país, pero sin afectar los intereses del capital extranjero y de la burguesía agraria terrateniente, es decir se buscaba una mayor tecnificación para incrementar la productividad del trabajo, sin alterar las relaciones de producción privadas existentes. En correspondencia con la nueva estrategia en 1925, se fundó el Banco de México, con la finalidad de apoyar con créditos a la producción; en 1926, se creó el Banco Nacional de Crédito Agrícola, se fundó también la Comisión Nacional de Irrigación, con el propósito de apoyar con obras de infraestructura (presas y caminos) a la agricultura de riego. Sin embargo, los problemas se fueron agravando. Por un lado el problema campesino se agudizaba, puesto que la política campesina de Obregón y Calles de modernizar al sector capitalista de la agricultura había paralizado el reparto agrario; y, por el otro el movimiento obrero empezaba a adquirir fuerza, al producirse el desmoronamiento de la CROM. 

Vizgunova (1978) sostiene que para 1930, la industria de la transformación contaba con 48793 establecimientos, en los que había ocupados 262306 obreros, en promedio de 5 a 6 obreros por establecimiento. La estructura económica por ramas  era también bastante atrasada. Las ramas principales eran: alimentos, textil, confección, calzado y maderera. La industria textil y alimenticia absorbían el 57% del valor de la producción de 1930 y concentraban más del 60% de los obreros. El valor de la producción en la industria metalúrgica era apenas del 7.7% y laboraban en ella el 9.8% de los obreros. En la rama química y en la refinación de petróleo estos indicadores eran aún más bajos. En todas las ramas industriales predominaban los pequeños talleres de tipo artesanal. Así pues, la mayor parte de los establecimientos industriales censados en 1930 eran pequeños talleres artesanales; sin embargo, la producción fabril capitalista ya ocupaba firmes posiciones y para ese año en las fábricas ya se concentraba la mitad de los obreros. La mayor parte de estos estaba ocupada en establecimientos industriales de más de 250 obreros y en las principales fábricas trabajaba el 15.5% de los obreros. El simple hecho de que una buena parte de los obreros fabriles de aquel tiempo se formara del numeroso "ejército" de artesanos, evidencia la elevación del papel social y económico del proletariado. Además de los obreros de la industria de la transformación, en 1930 había en México cerca de 35 mil mineros y aproximadamente 40 mil obreros de la construcción. Así el proletariado industrial, estaba constituido por cerca de 340 mil personas. Junto con el proletariado industrial, en las nuevas ramas de la economía capitalista trabajaban aproximadamente 50 mil obreros de transportes y comunicaciones y un número parecido estaba ocupado en el comercio, en la esfera de los servicios laboraban 70 mil personas y, cerca de 40 mil  en otros sectores. Todos éstos trabajadores junto con el proletariado industrial constituían el grupo de obreros urbanos de cerca de 550 mil personas. Un destacamento importante, por su número, de la clase obrera, lo integraban los proletarios y semiproletarios agrícolas, que alcanzaban una cifra de 1.5 millones de trabajadores del campo. En suma el proletariado del campo y de la ciudad, estaba compuesto por alrededor de dos millones de trabajadores y fueron los principales actores de las reformas implementadas durante el cardenismo.

La situación era dramática, de tal manera que la nueva situación internacional y nacional, exigía transformaciones radicales, que no solamente trastocaran las fuerzas productivas, sino también las relaciones de producción que obstaculizaban el desarrollo industrial del país.


3. Cardenismo (1934-1940)

Lázaro Cárdenas descendía de una familia modesta de Jiquilpan Michoacán. Desde muy joven se incorporó a la Revolución iniciada en 1910, durante la cual fue escalando puestos, hasta llegar al cargo de Secretario de Guerra y Marina (1933-1934), en el gobierno interino de Abelardo Rodríguez (1932-1934). En lo referente a su carrera política, se desempeñó como Gobernados de su Estado natal de 1928 a 1932 con breves interrupciones. El 6 de diciembre de 1933 en la Convención del Partido Nacional Revolucionario, fue electo como su candidato a la Presidencia de la República.  A los dos días inició una intensa campaña en Querétaro y hasta el cierre en Durango a principios de julio de 1934, recorrió todo el país, por todos los medios de transporte de su época y a pie a los lugares más incomunicados. Esto le permitió estar en contacto con las masas trabajadoras del campo y de la ciudad y al conocer sus problemas más sentidos, reafirmaron su convicción de las transformaciones revolucionarias que el país exigía, para lograr su desarrollo industrial. Aunado a la problemática interna, la crisis mundial del capitalismo iniciada en 1929 y su prolongación hasta 1933, había impactado severamente la reducción de las exportaciones, especialmente al mercado norteamericano y en el ámbito nacional había deteriorado el nivel de vida de la sociedad en general y en particular de los trabajadores del campo y de la ciudad; aunado al rezago de los problemas acumulados de los gobiernos que antecedieron al gobierno de Cárdenas, problemas que conjuntamente crearon una situación conflictiva, que requería acciones radicales, que solo el gobierno revolucionario de Cárdenas puso en práctica una vez que resultó electo Presidente de la República en las elecciones realizadas el 4 de julio de 1934, para el período: 1° de diciembre de 1934 al 30 de noviembre de 1940.

El problema más candente que que enfrenta el nuevo gobierno, es el rezago agrario, heredado de los anteriores gobiernos. Para atenderlo  y dar una solución radical emprende una profunda reforma agraria.

Kovalev (1976), menciona que como resultado de la reforma agraria cardenista, el latifundismo, estancado y conservador, dejó de ser la forma dominante de la producción agraria, al ser afectado en el sexenio cardenista, con el reparto de alrededor de 20 millones de hectáreas. La reforma agraria liberó a la agricultura mexicana de las sujeciones semifeudales y le garantizó el libre desarrollo capitalista.  A diferencia de las reformas agrarias que actualmente se llevan a cabo en varios países latinoamericanos, la reforma agraria mexicana  se realizó prácticamente sin indemnización a los terratenientes, lo que liberó a la sociedad de enormes gastos improductivos. Solamente la minoría de grandes terratenientes gozó de indemnización. Los campesinos recibieron sus parcelas sin pagar nada. Esta solución, tan radical y democrática del problema de la indemnización, se produjo de manera espontánea, gracias a la correlación de fuerzas políticas que se forjó en el país y a las particularidades del desarrollo de la Revolución Democrático-burguesa de 1910-1917. De hecho se violó la legislación agraria que realmente partía del principio de la propiedad privada, sagrado para la burguesía.

La entrega gratis de tierra a los campesinos se convirtió en un poderoso factor de crecimiento de la producción agrícola. Esta circunstancia diferencia a la reforma agraria mexicana de la mayoría de las reformas agrarias que se realizan actualmente en América Latina. En estas reformas, los campesinos se ven obligados a pagar a plazos por medio del Estado. Y como el plazo de pago es de 15 a 20 años, el campesino no solamente no puede tener medios para desarrollar su economía, sino que, en general, no se siente dueño absoluto de la parcela hasta no ver cubierto el pago totalmente; si no paga las sumas correspondientes, puede ser arrojado de la tierra.

Los resultados de la reforma agraria en México se manifestaron en un crecimiento de la producción agrícola, en un desarrollo del mercado interno y, también, en una elevación de la producción de productos agrícolas de exportación. La venta al exterior de estos productos permitió comprar maquinaria y herramientas para el desarrollo industrial del país. Algunas medidas especiales del Estado, como la ayuda técnica y crediticia a la agricultura, la preparación de especialistas, el abastecimiento de máquinas y utensilios, el sostenimiento de los precios de los productos agrícolas, la colaboración agro-técnica de instituciones científicas, coadyuvaron al auge de la producción agrícola.

En el mismo proceso de la reforma agraria, amplias masas de campesinos ejidatarios fueron incorporados a las relaciones mercantil-monetarias. La llegada de recursos monetarios a manos campesinas llevó a una elevación de la demanda de productos industriales tanto de consumo como los destinados a la producción, lo cual sirvió de estímulo para el desarrollo de la industria nacional. Al romper la dependencia económica y no económica de los campesinos con respecto a los terratenientes, la reforma agraria elevó mucho la movilidad de la población, lo cual influyó también en el aceleramiento del desarrollo económico que se extendió, en primer lugar, a las regiones no asimiladas necesitadas de una corriente de obreros.

La profunda reforma agraria cardenista, liquidó la vieja hacienda porfirista con rasgos semifeudales -peones "acasillados", aparceros, tiendas de raya, etc.- que frenaban el desarrollo capitalista de la agricultura. En este sentido, se trata de una medida revolucionaria que "barrió" las trabas feudales al desarrollo del capitalismo en la agricultura.

La profundidad de la reforma agraria emprendida por Cárdenas, representa un salto revolucionario en el reparto agrario, como lo evidencian los datos siguientes: desde que Carranza expidió la Ley Agraria del 6 de enero de 1915 a noviembre de 1934 se repartieron 7152842 hectáreas de tierras a 793442 campesinos y en el período presidencia de Cárdenas (1934-1940), se distribuyeron 18,352,273 hectáreas de tierras a 1 millon de campesinos. La naturaleza clasista de los gobiernos que sucedieron a Porfirio Díaz es más evidente, ya que de 1911, cuando Madero asume la Presidencia de la República a 1920, año en que concluye Venustiano Carranza su período presidencial, solo se repartieron alrededor de 200000 hectáreas de tierras, una extensión insigniicante en casi nueve años de gobierno, reparto agrario prácticamente nulo, dada la naturaleza latifundista -hacendados- de ambos presidentes. El resto de las 7152842 hectáreas de tierras, se repartieron de 1921 al 30 de noviembre de 1934, por los gobiernos que sucedieron a Carranza y lo hicieron por la presión revolucionaria de las masas campesinas, pues a pesar de que no pertenecian a la oligarquía latifundista, no eran partidarios del reparto agrario. Lo anterior confirma la importancia del reparto agrario en el sexenio cardenista. Además, conjuntamente con el reparto agrario, el gobierno apoyo con créditos al sector ejidal de la agricultura, a través del Banco Nacional de Crédito Ejidal. Asimismo, en correspondencia con la naturaleza social de la propiedad ejidal de la tierra, se fomentó la organización de cooperativas para la producción agropecuaria.

La intensidad del reparto agrario estuvo en correspondencia con el movimiento revolucionario de los campesinos pobres. En este sentido y ya en el crepúsculo del gobieno cardenista, se logra la unificación de los movimientos campesinos dispersos en el país, con la fundación de la Confederación Nacional Campesina (CNC), en agosto de 1938.

La obra económica y social del Cardenismo no se redujo a la reforma agraria; además, implemento otras acciones de trascendental importancia, como fueron las nacionalizaciones de los ferrocarriles en 1937 y la del petróleo en 1938. Ambas medidas estuvieron encaminadas al rescate del capital extranjero, particularmente del norteamericano de sectores estratégicos de la economía. Los ferrocarriles, fundamentales para el transporte de mercancías y pasajeros por las distintas regiones del país. Las comunicaciones ferroviarias, fueron fundamentales para la integración del país en un mercado nacional, que aunque la red no aumentó significativamente, si implicó mantenimiento y rehabilitación de los daños causados por el proceso revolucionario. El petróleo, desde el principio del siglo XX adquirió importancia estratégica como fuente de energía que mueve la economía y su traslado en propiedad del Estado fue crucial para el desarrollo de la industria manufacturera capitalista del país. Con las nacionalizaciones del petróleo y de los ferrocarriles se golpeó al capital extranjero, básicamente norteamericano, que desde el Porfirismo hasta Calles había sido privilegiado.

En la derrota de la burguesía reaccionaria, representada por Calles y aliada al capital extranjero, así como las expropiaciones del petróleo y los ferrocarriles, no hubieran sido posibles sin el apoyo decidido del movimiento obrero. Para 1933 la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), con su política labotal oficialista, estaba en una profunda crisis derivada del asesinato de Obregón y de la debilidad de Calles. En este sentido, era indispensable reorganizar el movimiento obrero, para que respondiera a la nueva coyuntura sociopolítica del país. Así surgió la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCm) en 1933, con el propósito de unificar los movimientos obrero y campesino. Ante la agudización de la lucha contra la burguesía reaccionaria, en 1935, se fundó el Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP), con el fin de combatir a la contrarrevolución que estaba en marcha para detener las reformas cardenistas. Finalmente, en febrero de 1936, se creó la Confederación de Trabajadores de México (CTM), central obrera que fue fundamental para implementar las transformaciones revolucionarias cardenisttas, particularmente las nacionalizaciones -expropiaciones- de los ferrocarriles en 1937 y el petróleo en 1938.

Con la reforma agraria y las nacionalizaciones del petróleo y los ferrocarriles, se había derrotado a la vieja oligarquía porfirista y al capital extranjero, baluartes del antiguo sistema primario-exportador que caracterizaron al sistema porfirista, los cuales habían sobrevivido a los gobiernos emanados de la Revolución de 1910-1917: desde Carranza (1917-1920) hasta Abelardo Rodríguez (1932-1934).

Las tres reformas cardenistas fueron resultado de la aplicación de la Constitución de !917, particularmente de los Artículos 27 y 123 y en la Ley de Expropiación de 1936. Esto confirma la tesis, de que la Constitución de 1917, más que una norma de convivencia se transformó en un programa de reformas, condicionado por la correlación de las fuerzas sociales y políticas del gobierno en turno. En este caso, con el apoyo de las masas trabajadoras, la correlación de fuerzas le favoreció al Presidente Cárdenas.

Además, en 1938, se fundó la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que si bien no se nacionalizó la industria eléctrica, con el fin de apoyar también el desarrollo industrial del país.

En el sector financiero, a fines de 1935, el gobierno cardenista reformó el Banco Nacional de Crédito Agrícola, creado en la administración del Presidente Calles, al dividirlo en dos nuevos bancos: Banco Nacional de Crédito Ejidal y Banco Nacional Agrícola; el primero, para apoyar con financiamiento al ejido y el segundo para apoyar a la agricultura privada del país. Además, se reorganizó Nacional Financiera (NAFINSA), para ponerla al servicio de la industrialización. También se creó el Banco Nacional de Comercio Exterior en 1937, para apoyar las exportaciones y las importaciones que el país requería. En suma, se implemento todo un sistema financiero para ponerlo al servicio del desarrollo económico de México.

El reparto agrario y las nacionalizaciones de los ferrocarriles y el petróleo, tuvieron como marco jurídico, la Constitución General de la República de 1917, particularmente los Artículos 27 y 123, así como la Ley de Expropiación decretada por el Presidente Lázaro Cárdenas.

El Presidente Cárdenas, desde su campaña presidencial entendió que sin la participación de las masas trabajadoras, sería imposible implementar las transformaciones socio-económicas y políticas que el país necesitaba. En este sentido, impulso una política de masas, basada en la organización de los movimientos populares y su fusión con la política, a través del partido oficial. Así, en marzo de 1938 e inspirado en el Frente Único Antifacista en el mundo, convirtió al Partido Nacional Revolucinario (PNR) en Partido de la Revolución Mexicana (PRM). El nuevo partido desechó la antigua organización del PNR, basada en organizaciones territoriales, principalmente regionales y estatales, por organizaciones sectoriales. Así, el PRM aparece estructurado por los siguientes sectores: Obrero (CTM), Campesino (CNC), Popular (CNOP) y al poco tiempo se integra el sector militar. El objetivo del nuevo partido es la continuación con las reformas que el país requería en el marco de la Constitución Política de 1917.

Con el Partido de la Revolución Mexicana, estructurado -orgaizado- por sectores, aparece la corporativización de las organizaciones populares, con lo que perdieron su independencia política y se convirtieron en apéndices del partido en el poder.

Por la naturaleza descrita de las reformas emprendidas por el Cardenismo, puede ser definido políticamente, como un gobierno burgués nacionalista, que apoyado en la fuerza y organización de las masas trabajadoras, emprendió medidas revolucionarias, que sentaron las bases para un desarrollo más intenso del capitalismo industrial en México.

Las reformas cardenistas fueron rechazadas por la gran burguesía, particularmente la de Monterrey. En este sentido, Aguirre (2006) escribe  que tal vez "como parte de su plan para desestabilizar al gobierno de Cárdenas, en febrero de 1936, los empresarios de Monterrey acusaron al gobierno de auspiciar la agitación comunista, y convocaron a un paro nacional. Cárdenas fue allá, el 11 de febrero, solicitó al Centro Patronal su colaboración, y en los famosos 14 puntos destacó que las luchas obreras eran justas y causadas por razones laborales, no por la agitación comunista, por lo que resultaba conveniente para la nación que se creara una centra única de trabajadores industriales. Enfatizó el papel del gobierno como árbitro y regulador de la vida social, dio seguridad a los empresarios de que las demandas obreras serían consideradas de acuerdo a las posibilidades de las empresas. Conminó a los empresarios de que también se agruparan en una organización nacional y les planteó que el gobierno no estaba interesado en agotar las industrias sino en acrecentarlas, pero advertía: Debe cuidarse mucho la clase patronal de que sus agitaciones se conviertan en bandera política, porque esto nos llevaría a la lucha armada y finalizaba: Los empresarios que se sientan fatigados por la lucha social, pueden entregar sus industrias a los obreros o al gobierno. Esto será patriótico, el paro no". Se evitó el paro, no así la salida de capitales, ni la contracción de la actividad privada y los depósitos bancarios en el país. Las reservas monetarias del Banco de México descendieron de 62 a 26 millones de dólares entre marzo y diciembre de 1937. Así pues, es evidente que la gran burguesía, particularmente la regio-montana se opuso a las reformas cardenistas y conjuntamente con la crispación social y política en 1940, definieron la sucesión presidencial a favor de Manuel Ávila Camacho conocido por su tendencia política moderada.


4. Conclusiones

La primera etapa de la Revolución que va de 1910 a 1913, fue encabezada por Francisco I. Madero, un terrateniente aburguesado con intereses en la agricultura, la industria y las finanzas, cuya demanda central era el derrocamiento del gobierno de Porfirio Díaz.

La segunda etapa de la Revolución, abarca desde el asesinato de Madero en 1913 hasta la derrota de Victoriano Huerta en 1914. Es liderada por Venustiano Carranza -Gobernador de Coahuila-, hacendado que se había inconformado con  el golpe de Estado perpetrado contra el Presidente Madero. Se sumó a la Revolución con demandas políticas, principalmente el desconocimiento Victoriano Huerta y conjuntamente con las fuerzas revolucionarias de Zapata, Villa, Calles y Obregón derrota a Victoriano Huerta en agosto de 1914. Una vez derrotado el usurpador, el nuevo gobierno revolucionario, convocó a un Congreso Constituyente para revisar y modificar la vieja Constitución Liberal de 1857. Para el movimiento Constitucionalista la Revolución había concluido. Sin embargo, para el movimiento campesino de Zapata y el heterogéneo movimiento villista, la Revolución no había culminado, puesto, que sus demandas no habían sido cumplidas. En estas condiciones se abre una nueva fase de la Revolución en la que las fuerza contendientes principales son: Carranza y las fuerzas revolucionarias de Villa y Zapata. La pequeña burguesía representada por Obregón y Calles, por su posición intermedia y por su mayor afinidad con la burguesía, de manera natural se alío con Carranza.

Antes de la lucha entre Constitucionalistas –Carranza, Obregón y Calles- y las fuerzas revolucionarias de Villa y Zapata, Carranza tuvo que hacer algunas concesiones para ganarse el apoyo del movimiento campesino, principalmente la expedición de la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, en la que se considera la restitución de tierras a los campesinos, así como algunas concesiones a la Casa del Obrero Mundial y asi enrolarlos en los “Batallones Rojos” incorporados al ejército constitucionalista. Es en éstas condiciones que se produce el enfrentamiento entre el Constitucionalismo y la División del Norte de Villa, ya que el ejército zapatista, dada su dependencia de la tierra, tuvo escasa movilidad para apoyar militarmente a Villa; por consiguiente, la División de Norte de Francisco Villa en las batallas de Celaya en abril de 1915 fue derrotada por el ejército constitucionalista.

Dada la en la enorme participación popular, particularmente del villismo y el zapatismo, la Revolución puede caracterizarse como una Revolución Democrático-burguesa, a tal grado que los intereses de las clases populares quedaron plasmados, en la nueva Constitución de 1917, particularmente en los Artículos 27 y 123.

La Constitución de 1917 más que una norma de convivencia, se convirtió en un programa de reformas sociales, económicas y políticas; cuya implementación está condicionada por la correlación de fuerzas de los gobiernos en turno.

Los gobiernos pos revolucionarios, principalmente el de Carranza, Obregón y Calles, mantuvieron intacto la vieja hacienda porfirista, solo repartieron mínimamente tierras a los campesinos para controlarlos en los límites del sistema capitalista, ya que todos eran partidarios de la propiedad privada de la tierra como motor del desarrollo de la agricultura. Respecto al movimiento obrero, impulsaron su organización para ponerlo al servicio de los intereses del gobierno.

Con el reparto agrario, el Cardenismo liquida la vieja hacienda con rasgos pre-capitalistas, que obstaculizaba el desarrollo de la agricultura.

Con la nacionalización de los ferrocarriles -1937- y el petróleo -1938- el Cardenismo rescata para el Estado sectores estratégicos de la economía para ponerlos al servicio de la industrialización del país, pues para 1940 existía el capital industrial tradicional heredado del porfirismo y estrechamente asociado al proyecto primario exportador.

Así pues, el Cardenismo culmina el movimiento revolucionario iniciado en 1910, al destruir la vieja hacienda porfirista y al expulsar al capital extranjero de sectores estratégicos de la economía.

En lo político, Cárdenas funda en marzo de 1938, el Partido de la Revolución Mexicana, partido estructurado -organizado- en sectores: Obrero (CTM), Campesino (CNC), Popular (CNOP) y Militar (ejército); con lo que se produce la corporativización de los movimientos populares organizados y con ello pierden su independencia política al quedar integrados orgánicamente al partido en el poder.

Con la destrucción de la vieja hacienda heredada del porfirismo todavía con rasgos pre-capitalistas -peonaje, tienda de raya, etc.-, el cardenismo sentó las bases para el desarrollo de una agricultura de tipo capitalista. Así, el cardenismo cierra el proceso de las revoluciones burguesas iniciado desde la Revolución de Independencia de 1810-1821.



5. Bibliografía

Carranza Venustiano. 1913. Plan de Guadalupe. Ramos Arizpe. Coahuila. México.

Córdoba Arnaldo. 1973. La ideología de la Revolución mexicana. Editorial Era, 2ª edición. México, D.F.

De la Peña y Aguirre Teresa. 2006. Historia económica de México. De la Revolución a la industrialización. Editorial Océano-UNAM. México, D.F.

Jürgen H. H. 1979. 1910–1917. Raíces económicas de la Revolución Mexicana. Ediciones Taller abierto. México D. F.

Kovalev E.V. 1976. Transformaciones políticas y sociales en México de 1930 a 1940. Ediciones de Cultura Popular. México, D.F.

Montalvo. E. 1988. Historia de la cuestión agraria Tomo III. Siglo XXI Editores. México D.F.

Shulgovski A. 1968. México en la encrucijada de su historia. Ediciones de Cultura Popular (1985). México, D.F.

Vizgunova I. 1978. La situación de la clase obrera en México. Ediciones de Cultura Popular, S.A. México, D.F.


viernes, 5 de junio de 2015

EVOLUCIÓN Y REVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES VIVAS

EVOLUCIÓN Y REVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES VIVAS

Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx

1. Introducción

Ante nuestra sensibilidad lo que que percibimos es la sucesión temporal y la coexistencia espacial de las mismas especies vivas, desde hace miles de años, desde que la especie humana apareció, y seguramente esto ocurre incluso antes de que surgiera el hombre primitivo, hace más de dos millones de años. Es decir, los organismos vivos se presentan ante nuestra sensibilidad como inmutables o inmóviles. Sin embargo, el conocimiento científico, no puede quedarse en la apariencia percibida por la sensibilidad, sino que tiene que moverse de la apariencia a la esencia, ya que en la esencia está la verdad de los objetos materiales. En este sentido, desde el Renacimiento de las Ciencias Naturales, a partir del siglo XVI, sobre todo a fines del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX, se acumulan evidencias geológicas y paleontológicas -fósiles-, que por razonamiento inductivo, ponen en duda la inmutabilidad de las especies vivas y gradualmente confirman la movilidad de los organismos vivos. El "salto" en el conocimiento de la vida, se produjo cuando Darwin, después de su prolongado viaje que realizó por el Mundo, en el que recopiló abundante material empírico, más el conocimiento y evidencias aportados por sus antecesores, lo indujeron a formular su Teoría de la Evolución, expuesta en su obra: Origen de las especies a través de la selección natural publicada en 1859. En este trabajo se plasmaron todos los conocimientos acumulados en cientos de años, desde la antigüedad griega, cuando surgen los primeros rudimentos de las Ciencias Naturales, hasta fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Así pues, el desarrollo del conocimiento biológico, confirma una ley que rige el movimiento del conocimiento científico, y si éste es el reflejo del movimiento de los objetos materiales -en este caso de los seres vivos-; por consiguiente, se trata de una ley general que opera en todo el universo. Se trata específicamente de la Ley del tránsito recíproco de la cantidad en cualidad, ley fundamental que orienta cuando se estudian los objetos materiales en su movimiento. Pero la movilidad -evolución- descubierta y fundamentada por Darwin, es un aspecto del movimiento biológico, su contra-parte la revolución, también es inherente al movimiento de la materia viva, puesto que, la contradicción es una ley universal; por consiguiente, es necesario plantear el desarrollo biológico como una nueva teoría de la vida más integral, ya que involucra tanto la evolución como la revolución de las especies vivas, tal como lo confirman las evidencias geológicas y paleontológicas -fósiles-.

Otra cuestión de trascendental importancia que se confirma con el descubrimiento de la Teoría de la Evolución, consiste en la confirmación de que el conocimiento científico se mueve de la apariencia -inmovilidad de los organismos vivos- percibida por la sensibilidad, a la esencia -movilidad o evolución- de los organismos vivos. Esto confirma que la apariencia y la esencia son dos aspectos contradictorios de los objetos materiales -seres vivos- y es esta contradicción la que fundamenta la necesidad de la ciencia, puesto que, si la esencia y la apariencia coincidieran, la ciencia fuera innecesaria, ya que la percibiríamos directamente con los órganos de los sentidos y lo que percibimos no requiere explicación. Pero, la esencia está oculta detrás de la apariencia percibida por la sensibilidad, por consiguiente, no es visible y hay que descubrirla por medio del pensamiento abstracto. La contradicción entre apariencia vs esencia, es un caso particular de otra ley universal: La Ley de la Contradicción, que también opera en todo el universo.

Si en el universo todos los procesos son contradictorios, es evidente que la Teoría de la Evolución formulada por Darwin es unilateral, pues el movimiento de la materia viva no puede ser concebido sin su contra-parte: la revolución. En este sentido, el desarrollo o movimiento biológico, tiene que ser la unidad contradictoria de la evolución y la revolución de las especies vivas.

Es evidente, pues, que el conocimiento de las leyes generales que rigen el movimiento de la materia y el pensamiento, es de trascendental importancia, porque orientan teórica y metodológicamente el estudio de los fenómenos materiales, objetos de estudio de las ciencias particulares, como lo confirma el desarrollo del conocimiento biológico, que tiene como objeto de estudio: la vida.


2. Marco de referencia

2.1. Filosófico

La filosofía tiene como objeto de estudio las leyes generales que rigen el movimiento de la materia y el pensamiento. Es decir se trata de una ciencia general que orienta el desarrollo de las ciencias particulares y se retroalimenta de las mismas, para generalizar los nuevos descubrimientos científicos. Como se trata de una ciencia general y lo universal no lo podemos desvincular de lo singular –particular-, puesto, que todo objeto material es la unidad contradictoria de lo singular y lo general, por consiguiente solo se puede estudiar lo singular a través de lo general o universal. Con otras palabras solo podemos comprender a profundidad las ciencias particulares a través de la filosofía como ciencia general.

2.1.1. Ley de la contradicción

La ley de la contradicción fue descubierta por Hegel  y expuesta en su Ciencia de la lógica (1812-1816) en la segunda parte de su obra -doctrina de la esencia-, que aunque la concibió en la esfera de la lógica, el desarrollo de las ciencias naturales y sociales, ha confirmado su validez universal.

Ley de la contradicción. Es la ley más importante de la dialéctica y constituye el fundamento de las otras dos leyes. Establece que en el universo todos los procesos son contradictorios en sí mismos; es decir, que las contradicciones no son externas a los objetos materiales, sino que están internamente en los propios objetos materiales y son precisamente, las contradicciones internas las que los mueven. Sin contradicción no hay movimiento y si cesa la contradicción el objeto deja de moverse. Así pues, la contradicción es la fuerza motriz que mueve a la materia en el universo y si el pensamiento es el reflejo mental del movimiento de los objetos materiales, por consiguiente, la contradicción es una ley universal.

2.1.1.1. Apariencia vs esencia

Un caso particular de la ley de la contradicción, es la contradicción entre apariencia y esencia, conceptos fundamentales para comprender la naturaleza del conocimiento científico.

El conocimiento científico se mueve de la apariencia percibida por la sensibilidad a la esencia –lo que está oculto- . La apariencia y la esencia, es un caso particular de la ley de la contradicción universal que impera en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. En la Lógica, se trata de dos categorías –conceptos más generales del pensamiento- contradictorias, que reflejan el carácter contradictorio del proceso del conocimiento. La apariencia –lo que parece y no es-, es el punto de partida del conocimiento, puesto, que es la forma de manifestación de la esencia. El conocimiento no puede quedarse en la sensibilidad –apariencia-, tiene que moverse a lo que constituye su esencia- lo interno-, ya que en la esencia está la verdad de los procesos materiales.

Afanasiev (1990) explica que la apariencia y la esencia expresan la compleja unidad de los aspectos internos y externos de los objetos y procesos de la realidad objetiva. En cuanto categorías del conocimiento, reflejan la unidad dialéctica de los grados sensible y racional del proceso cognoscitivo, que revela la esencia profunda de las cosas, sobre la base de la práctica.

La esencia y la apariencia, son dos aspectos indisolublemente vinculados de la realidad objetiva; uno de ellos, el aspecto interno (esencia) no puede manifestarse sino a través del aspecto externo (apariencia). Ahora bien los dos aspectos contradictorios, no coinciden nunca plenamente en el modo de manifestarse, y es precisamente esta falta de coincidencia lo que hace necesario el proceso del conocimiento científico. En efecto, la ciencia no tiene otro fin que el descubrir detrás de lo externo, detrás de lo que se percibe inmediatamente, el fundamento, la esencia de las cosas; es decir, el otro aspecto, el aspecto oculto e interno de los procesos materiales.

La esencia es el aspecto interno relativamente estable, de la realidad objetiva, que permanece oculto tras la superficie de lo aparente y que se manifiesta a través de la apariencia.

La apariencia es el aspecto externo más variable y cambiante de la realidad objetiva, que constituye la forma de manifestarse de la esencia.

En un primer nivel la contradicción entre la esencia y la apariencia se presenta como la unidad contradictoria de los aspectos externos e internos.

El proceso del conocimiento inicia con el aspecto externo cambiante de las cosas y a través de la abstracción descubre la esencia oculta de los fenómenos.

La unidad existente entre la esencia y sus diversas manifestaciones nos permite hallar lo universal en la pluralidad de los fenómenos singulares y descubrir las leyes de su desarrollo.

En el nivel superficial de los fenómenos están los datos científicos proporcionados por la observación directa y por los instrumentos; información que representa la etapa inicial para el descubrimiento de la esencia oculta de los fenómenos.

Para descubrir la esencia, hay que realizar una serie de experiencias y observaciones especiales; hay que separar lo esencial e importante de lo inesencial y casual; hay que desarrollar un complejo trabajo analítico de los datos experimentales obtenidos; en una palabra, es necesario llevar a cabo una profunda investigación científica.

La contradicción entre esencia y fenómeno es precisamente la causa de que la ciencia solo pueda descubrir la esencia de muchos fenómenos al cabo de una prolongada labor y a veces como fruto de investigaciones que duran siglos.

En el segundo nivel la contradicción entre la esencia y el fenómeno se presenta también bajo la forma de contradicción entre lo estable y lo inestable, entre lo que se halla en reposo y lo que se mueve, entre lo que permanece más o menos constante y lo que cambia rápidamente.

Una vez que ha sido descubierta la esencia, es decir, una vez operada la reducción de lo externo a lo interno, de la apariencia a la esencia, la tarea del conocimiento científico consiste en demostrar cómo y porqué la esencia aparece precisamente bajo determinada forma y no bajo otra; en este momento se transita dialécticamente a las categorías de causa y efecto.

El descubrimiento de la contradicción existente entre la esencia y la apariencia en el proceso cognoscitivo constituye, por tanto, un proceso complejo. Este proceso consiste en el movimiento del pensamiento de lo concreto a lo abstracto, al conocimiento de la esencia y estriba, a su vez, en un movimiento inverso: de ascenso de lo abstracto a lo concreto, de la esencia al fenómeno, es decir, de elevación hacia una comprensión más profunda de los fenómenos y de los procesos.

La práctica constituye el fundamento inmediato del conocimiento sensible, también se convierte en el criterio objetivo de la verdad.

La práctica es la fuente, la fuerza motriz del proceso del conocimiento, ella es justamente la que plantea a la ciencia nuevas tareas, a la par que exige el que se penetre cada vez más con mayor profundidad en la esencia de los fenómenos.

El proceso del conocimiento no puede detenerse en la superficie de los fenómenos, sino que debe siempre llegar a su esencia, penetrar en lo más profundo de los procesos, asimilar las leyes por las que se rige el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad, ya que solo el conocimiento de la esencia, de los nexos internos de los hechos, permite orientarse en el medio que nos rodea, prever el resultado probable de nuestras acciones y determinar acertadamente el rumbo que han de seguir los procesos históricos.

Por esencia se entienden las relaciones internas, estables. La esencia, como el aspecto interno, es lo opuesto al aspecto externo, mutable de la realidad y conocido como fenómeno.

El conocimiento científico no puede quedarse en la apariencia percibida por la sensibilidad, tiene que moverse a la esencia de las cosas, porque en la esencia está la vedad de los procesos materiales.

La apariencia es contradictoria con la esencia y ambos aspectos contradictorios son inherentes a los objetos singulares.

La apariencia está relacionada con el conocimiento sensible, pero es necesario ir más allá, para avanzar y alcanzar el grado racional del conocimiento.

El no distinguir la apariencia de la esencia, conduce a graves errores, ya que frecuentemente, se toman datos e información proporcionada por la sensibilidad como si fueran verdades, cuando en realidad son falsedades.

La ciencia no es sentimiento, es racionalismo, es decir es pensamiento abstracto.

La discordancia entre  la esencia y apariencia fundamentan la necesidad de la ciencia y de la investigación científica.

2.1.2. Ley del tránsito recíproco de la cantidad en cualidad

La dialéctica de la cantidad y la cualidad está plasmada en la ley universal del tránsito recíproco de la cantidad y cualidad. La cantidad es la magnitud de la cualidad y no la afecta hasta cierto límite. La cualidad es idéntica al objeto. En consecuencia, si cambia la cualidad, cambia el objeto. La ley del tránsito recíproco, es una poderosa "herramienta" conceptual, que permite analizar a los procesos materiales y mentales en movimiento. Esta ley establece que los procesos materiales, se mueven gradualmente –cuantitativamente-, hasta un momento, en el que si se supera un rango –medida- se interrumpe violentamente la gradualidad, dando como resultado el surgimiento de una nueva cualidad que releva a la vieja cualidad.

En la esfera del pensamiento, es de gran utilidad para entender el movimiento del conocimiento, como una acumulación gradual de conocimientos, hasta llegar a un momento en el que si se rebasa un límite –medida- se produce un cambio brusco en el conocimiento –salto- dando origen así a una revolución científica.

El primero que ´descubrió la ley del tránsito recíproco de la cantidad y la cualidad fue Hegel (1807), quien la expuso, en el siguiente pasaje de su Fenomenología del espíritu.

“No es difícil darse cuenta, por lo demás, de que vivimos en tiempos de gestación y de transición hacia una nueva época. El espíritu ha roto con el mundo anterior de su ser allí y de su representación y se dispone a hundir eso en el pasado, entregándose a la tarea de su propia transformación. El espíritu, ciertamente, no permanece nunca quieto, sino que se halla siempre en movimiento incesantemente progresivo. Pero, así como en el niño, tras un largo período de silenciosa nutrición, el primer aliento rompe bruscamente la gradualidad del proceso puramente acumulativo en un salto cualitativo, y el niño nace, así también el espíritu que se forma va madurando lenta y silenciosamente hacia la nueva figura, va desprendiéndose de una partícula tras otra de la estructura de su mundo anterior y los estremecimientos de este mundo se anuncian solamente por medio de síntomas aislados; la frivolidad y el tedio que se apoderan de lo existente y el vago presentimiento de lo desconocido son los signos premonitorios de que algo otro se avecina. Estos paulatinos desprendimientos, que no alteran la fisonomía del todo, se ven bruscamente interrumpidos por la aurora que de repente ilumina como un rayo la imagen del mundo nuevo”.

Así pues, Hegel descubrió esta importante ley universal del pensamiento hace ya más de 200 años y la desarrolló en su obra cumbre: Ciencia de la lógica (1812-1812), en la primera parte, en la doctrina del ser. También ha sido validada por las ciencias naturales y sociales, particularmente por el desarrollo de la química, que puede definirse por excelencia como la ciencia de las transformaciones cualitativas de las sustancia, derivadas de la combinación de las proporciones cuantitativas exactas. A diferencia de la ley de la contradicción, que expresa la fuerza motriz que mueve a la materia; la ley del tránsito recíproco de la cantidad y la cualidad, concibe el movimiento de la materia, como la unidad contradictoria de los cambios cuantitativos y los cambios bruscos o repentinos, denominados “saltos”. Los “saltos” son cambios cualitativos revolucionarios, que se producen después de un prolongado proceso de acumulación gradual de cambios cuantitativos, que al rebasar el rango –medida- en la que se mueve la vieja cualidad, se produce la nueva cualidad que releva a la anterior. La ley del tránsito recíproco de la cantidad en cualidad, permite comprender el movimiento biológico como la la unidad contradictoria de evolución vs revolución de las especies vivas, ya que la vida como cualquier proceso del universo, es también contradictoria y no puede existir un contrario, sin su contra-parte.

2.1.3. Ley de la negación de la negación

También la ley de la negación de la negación fue descubierta por Hegel en la esfera del pensamiento –lógica- y expuesta en su Ciencia de la lógica (1812-1816), en la tercera parte de su magna obra: en la doctrina del concepto. De hecho, la estructura de su obra está basada en la doble negación: la doctrina del ser que constituye el punto de partida de su obra es negada por la doctrina de la esencia y ésta es negada por la doctrina del concepto, para retornar al punto de partida del ser abstracto, pero a un nivel muy superior. Específicamente la ley de la negación de la negación, está relacionada con el carácter cíclico de los procesos materiales y su fundamento radica en la ley de la contradicción, puesto, que hay que negar a los dos aspectos contradictorios para retornar al punto de partida.

Otro aspecto importante de la Ley de la negación de la negación, es que concibe el movimiento de la materia como el desarrollo de lo simple a lo complejo y de lo inferior a lo superior. Este rasgo es muy importante, sobre todo cuando se trata del movimiento biológico, en el que es muy evidente, el desarrollo desde sus formas más simples hasta las más complejas: desde los microorganismos más simples hasta los más complejo, como es la especie humana.

Las tres leyes de la dialéctica son de trascendental importancia, ya que por su carácter general, permiten orientar teórica y metodológica el proceso del conocimiento científico de los objetos de estudio. Sin embargo, son desconocidas en los medios académicos y científicos, circunstancia que ha provocado que nos movamos a "ciegas" en el complejo mundo de la ciencia. Si las hacemos conscientes, estaremos potenciando el desarrollo científico, ya que las leyes generales "iluminan" el "camino" de las ciencias particulares, puesto, que lo general está en lo particular y constituye su fundamento teórico y metodológico.

2.2. Uniformismo geológico

El paradigma del Uniformismo, contra-parte del catastrofismo inició con la publicación de Teoría de la Tierra de James Hutton en 1795. En esta obra se plantea por primera vez, que los procesos geológicos principales y más comunes: erosión de los suelos, su sedimentación y posteriormente su litificación, que se observan actualmente operando sobre la superficie terrestre, son los mismos que han actuado en el pasado, para modificar gradualmente el paisaje terrestre. Además, se trata de un proceso cíclico –ciclo de las rocas- que requiere millones de años para completarse.

Posteriormente Lyell, desarrolla más ampliamente el paradigma Uniformista y lo denomina actualismo, sintetizado en la siguiente frase: “el presente es la clave del pasado”. Es decir, que la clave está en entender el presente para explicar el pasado. Reafirma que los procesos geológicos que han ocurrido a lo largo de la historia han sido uniformes y semejantes a los actuales. El actualismo conlleva en la práctica, a la comparación de los estratos sedimentarios antiguos con los actuales. El Uniformismo se “coronó” con la publicación de los Principios de Geología de Lyell entre 1830 y 1833. Desde entonces, fue el paradigma dominante en la Geología relevando al paradigma anterior –catastrofismo-.

Con el Uniformismo, los procesos geológicos –erosión, sedimentación, litificación y vulcanismo, entre otros-, que operan sobre la superficie terrestre, se explican como resultado de prolongados períodos de acumulación de cambios graduales –evolutivos-. Como consecuencia, los procesos geológicos graduales, prácticamente eran imperceptibles a la sensibilidad y solo se deducían por medio del pensamiento abstracto. Esta situación era más evidente en la distribución espacial de los océanos y continentes, a tal grado que se consideraba inmutable, por consiguiente, carecía de movimiento y con ello de historia. Siempre había existido la misma distribución espacial -coexistencia- de continentes y océanos y en la misma proporción.

El Uniformismo como paradigma geológico prevaleció durante el siglo XIX y hasta principios del siglo XX.

A continuación se presentan los rasgos cualitativos que identifican el paradigma Uniformista.
Imagen 1. El Uniformismo geológico

Es en el Paradigma del Uniformismo en el que se educó Darwin, por consiguiente, no es casual que su Teoría de la Evolución considere solamente el aspecto evolutivo -gradual-, rechazando el salto -revolución- en la naturaleza, como el mismo lo plasma en su obra cumbre acerca del origen de las especies.


3. La evolución de los organismos vivos

La acumulación de conocimientos y evidencias empíricas acerca  de los organismos vivos, a mediados del siglo XIX produjeron un “salto”, en el desarrollo de la Biología como ciencia al afirmar la movilidad –evolución- de las especies biológicas, en contra-posición de la inmutabilidad que había perdurado por siglos.

3.1. Teoría de la evolución

Respecto a la evolución de las especies biológicas, existen infinidad de libros y artículos publicados, pero en este trabajo, solo se hace referencia a la magna obra de Darwin: Origen de las especies publicada en 1859, por ser la obra de gran trascendencia histórica, en la que expone su teoría de la evolución resultado de haber “introducido” la mutabilidad en el seno de las especies biológicas, produciendo, así,  toda una revolución teórica en la Biología.

Explica que hasta esa época reinaba la concepción de la inmutabilidad de las especies biológicas, derivada de la creencia en una breve temporalidad –edad- de la Tierra. En este sentido escribe: “Puede preguntarse por qué hasta hace poco casi todos los más eminentes naturalistas y geólogos que viven no creían en la mutabilidad de las especies. No puede afirmarse que seres orgánicos en estado de naturaleza no estén sometidos a variaciones; no puede probarse que el grado de variación en el curso de largas edades sea una cantidad limitada, no se ha trazado ni puede trazarse distinción clara entre especies y variedades bien marcadas. No se puede sostener que las especies cuando se entrecruzan sean invariablemente estériles, y las variedades siempre fecundas, sin que la esterilidad sea una cualidad especial y un signo de creación. La creencia de que las especies son producciones inmutables resultaba casi inevitable mientras se creyó que la historia del mundo era de breve duración; ahora que hemos adquirido alguna idea del tiempo transcurrido, nos inclinamos demasiado a creer sin pruebas que el registro geológico es tan perfecto que nos habría dado pruebas plenas de la mutación de las especies si éstas hubieran sufrido modificación”.

En el capítulo VII de su obra: Diversas objeciones a la Teoría de la Selección Natural, argumenta la defensa su teoría de la evolución gradual de las especies biológicas indicando que no existen “razones para dudar de que las especies naturales hayan cambiado tan bruscamente como lo han hecho a veces las razas domésticas y para no creer de ningún modo que hayan cambiado de la manera maravillosa indicada por Mr. Mivart, son las siguientes: Según nuestra experiencia, variaciones bruscas y fuertemente marcadas ocurren en nuestras producciones domésticas singularmente y con intervalos más bien largos. Si ocurrieran tales variaciones en estado natural estarían expuestas, como ya dijimos, a perderse por causas accidentales de destrucción y por los entrecruzamientos subsiguientes, y se sabe que así ocurre en la domesticidad, a menos que las variaciones bruscas de esa clase sean especialmente preservadas y separadas por el cuidado del hombre. Por lo tanto, para que aparezca súbitamente una especie nueva del modo supuesto por Mr. Mivart es casi necesario creer, en oposición a toda analogía, que varios ejemplares maravillosamente cambiados aparecieron súbitamente dentro de la misma región. Esta dificultad, como en el caso de la selección inconsciente por el hombre, es evitada con la teoría de la evolución gradual, por la preservación de gran número de individuos que variaran más o menos en algún sentido favorable y la destrucción de un número mayor, que variaran en sentido opuesto”.

Es evidente que acepta los cambios súbitos solo en las especies biológicas domesticadas por el hombre, pero los niega en las en las especies biológicas naturales.

Más adelante, sigue argumentando la evolución paulatina y negando los cambios bruscos de las especies biológicas en los siguientes términos: “De que muchas especies han evolucionado de manera extremadamente gradual apenas puede caber duda. Las especies y aun los géneros de muchas grandes familias naturales están relacionadas tan estrechamente que no pocos de ellos son difíciles de distinguir…Resulta evidente que multitud de especies están relacionadas de la manera más estrecha a otras especies que existen todavía o han existido hace poco; y difícilmente se sostendrá que tales especies se han desarrollado de una manera abrupta o repentina. Tampoco debe olvidarse, cuando miramos las partes especiales de especies relacionadas en lugar de mirar las especies distintas, que pueden seguirse grados intermedios numerosos y maravillosamente finos que unen entre sí estructuras ampliamente separadas”.

En el capítulo VIII de su obra, en el que habla del instinto de los animales, destaca, la esencia de la Teoría de la Evolución: “el hecho de que los instintos no son siempre completamente perfectos y están sujetos a errores; de que no puede demostrarse que ningún instinto haya sido producido para bien de otros animales, aun cuando algunos obtengan provecho del instinto de otros; de que la regla de la historia natural Natura non facit saltum (la naturaleza no da saltos) es aplicable a los instintos lo mismo que la estructura corporal, y se explica claramente según las teorías precedentes, pero es inexplicable de otro modo, tiende todo ello a confirmar la teoría de la selección natural”.

No cabe duda que el paradigma geológico que inspiró la teoría de la evolución de Darwin, fue el Uniformismo, el cual considera que los procesos geológicos y biológicos, son resultado de una prolongada acumulación de cambios graduales, por consiguiente, requieren de períodos de tiempo muy grandes. El fundador fue James Hutton a fines del siglo XVIII y posteriormente desarrollado por Charles Lyell en la primera mitad del siglo XIX.

Es el Uniformismo geológico, el que Darwin aplica al movimiento biológico y lo transforma en teoría de la evolución de las especies, tal como lo confirma la cita siguiente, contenida en el capítulo XI de su obra citada, en el que describe la sucesión geológica de los seres vivos en el sentido de que el “aumento gradual en el número de especies de un grupo está estrictamente de acuerdo con la teoría, porque las especies del mismo género, y los géneros de la misma familia, pueden aumentar solo lenta y progresivamente, ya que la modificación y la producción de cierto número de formas relacionadas es necesariamente un proceso lento y gradual, en el que una especie origina primero dos o tres variedades, estas se convierten poco a poco en especies que a su vez producen por pasos igualmente lentos otras variedades y especies, y así sucesivamente, como la ramificación de un árbol grande a partir de un solo tronco, hasta que el grupo se vuelve grande”.

En el capítulo XIV, relacionado con la clasificación, Darwin refiriéndose al desarrollo y embriología de los insectos, continúa argumentado el Uniformismo biológico, al escribir: “Las metamorfosis de los insectos, con las que todos están familiarizados, se efectúan por lo general abruptamente en pocas etapas; pero las transformaciones en realidad son numerosas y graduales aunque ocultas. Que el registro geológico es imperfecto lo admitirán todos; pero que es imperfecto hasta tal punto en que lo requiere nuestra teoría, pocos se inclinarán a admitirlo. Si buscamos intervalos de tiempo lo bastante largos, la geología nos dice claramente que todas las especies han cambiado, y han cambiado del modo requerido por la teoría, porque han cambiado lentamente y de un modo gradual. Esto lo vemos claramente en que los restos fósiles de las formaciones consecutivas siempre están mucho más relacionados entre sí que los fósiles de formaciones bien separadas”.

Arzuaga (2009), opina que con el Origen [de las especies], Darwin se había convertido en el Lyell de la Biología, igualando en prestigio a su maestro, ya que la revolución que supuso su libro fue considerado por sus contemporáneos equivalente a los Principios [de geología] de Lyell. Cuando el Origen [de las especies] alcanzaba su mayoría de edad, veintiún años después de publicarse, Thomas Huxley hacía esta valoración con suficiente perspectiva de lo que había significado el libro:

“La doctrina de la evolución en Biología es la consecuencia necesaria de la aplicación lógica de los principios del Uniformismo a los fenómenos de la vida. Darwin es el sucesor natural de Hutton y de Lyell, y el origen de las especies la continuación lógica de los Principios de geología”.

3.2. Teoría de la selección natural

La Teoría de la selección natural la tomó prestada de Robert Malthus, expuesta en su obra: Ensayo sobre la población, editada en 1798. Esta obra tuvo como eje el crecimiento geométrico o exponencial de la población inglesa, en comparación con el aumento aritmético de los medios de subsistencia, desequilibrio que generaría una catástrofe demográfica, debido a la competencia por los recursos alimentarios insuficientes, lo que conduciría a la sobre-vivencia de los más aptos. Este principio demográfico maltusiano ni siquiera en Inglaterra se hizo realidad, pero lo más grave, es que Darwin lo trasladó mecánicamente de la sociedad humana al resto de los seres vivos, para explicar su teoría de la evolución. El supuesto de la Teoría de la selección natural se basa en una sobre-población de especies biológicas que en su lucha por la existencia, solo las especies más aptas sobreviven y el resto desaparece.


4. Discusión

La doctrina de la evolución es producto del contexto histórico en el que fue formulada, caracterizado por el predominio del Paradigma Uniformista en la geología, paradigma que concebía los procesos naturales como resultado de eventos graduales de larga duración. Este paradigma trasladado a la Biología se convirtió en la Teoría de la Evolución. Esta no está a discusión, las evidencias geológicas y paleontológicas, así como las evidencias recopiladas por el propio Darwin en su prolongado y extenso viaje realizado por el Mundo (1831-1836), confirman la Teoría de la Evolución. La polémica está en la causa de la evolución. Darwin la explicó, a través de la selección natural, por analogía a lo que sucede en la sociedad, deducida de la obra de Robert Malthus: Ensayo sobre la población (1798), en la que planteaba que la población aumenta a mayor ritmo que los medios de subsistencia, razón por la cual se produce una lucha por la existencia en la que sobrevive el más apto. Esto es válido en el seno de la sociedad humana y era evidente en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, pero trasladarlo mecánicamente al interior del resto de las especies biológicas, cualitativamente diferentes a la especie humana, es un craso error. Las evidencias geológicas y paleontológicas prueban que han existido varias extinciones masivas –Precámbrico superior, Pérmico, Cretácico y otras  de menor magnitud- y no se han producido por la lucha por la existencia, sino que más bien tienen su explicación más probable en factores ambientales, tales como:

a). Tectónica de placas. La tectónica de placas es el movimiento  de las placas litosféricas, que se mueven por la energía interna proveniente del interior de la Tierra y en su interacción generan la formación de súper continentes con sus correspondientes mega océanos, alteran radicalmente el clima y con este los organismos vivos, los cuales están adaptados al clima, ya que al parecer los súper océanos y mega continentes están asociados a climas continentales fríos y secos, debido a que las corrientes marinas cálidas son bloqueadas en su movimiento al interior de los continentes para aportar energía calorífica. Cuando los súper continentes se fragmentan, también el clima se modifica; ahora las corrientes marinas cálidas, se mueven más en contacto con pequeños continentes, por lo que aportan calor y humedad a los mini-continentes, condicionando la presencia de climas más cálidos y húmedos. Los ciclos mega continentes-súper océanos al parecer ocurren en ciclos de cada 500 millones de años. En este sentido no es casual, que la primera glaciación que se registra en la historia del clima haya ocurrido hace aproximadamente 2000 millones de años, cuando al parecer coincide con la presencia de un mega-continente. Lo mismo ocurrió hace aproximadamente 700 millones de años, cuando la Tierra se cubrió al parecer globalmente de hielo. Pero la tectónica de placas, no solamente genera mega-continentes y súper-océanos, también en su interacción produce la formación de cordilleras, las cuales modifican la trayectoria de los vientos y con ello el clima, como sucedió hace 45 millones de años, cuando se aparecieron Los Himalayas y con esto el surgimiento de los monzones asiáticos de verano –húmedos- e invierno –secos-. Además, la tectónica de placas está asociada a la formación de volcanes. Estos han desempeñado un papel fundamental en los ciclos del agua y el bióxido de carbono, y tal vez han sido cruciales en el rescate de la Tierra en las glaciaciones globales que han ocurrido, debido al efecto invernadero producido por dichos gases.

b). Biósfera. La vida, es el resultado del movimiento de la materia inorgánica a la materia viva, tal como se deduce de la Ley del tránsito recíproco de la cantidad a la cualidad. En este sentido, la vida es un “salto” cualitativo, producto de un prolongado proceso de cambios cuantitativos graduales de la materia inorgánica, hasta llegar a un momento en el que se rebasa el límite en que se mueve la materia inerte y aparece una nueva cualidad: la vida. Las evidencias paleontológicas y geológicas, evidencian que la vida apareció en forma generalizada hace 3500 millones de años. Las formas de vida primitivas, tuvieron como base un metabolismo, primero heterótrofo y  anaeróbico, posteriormente cuando se agotó la materia orgánica, apareció un metabolismo quimio-autótrofo y anaeróbico, pero al consumirse las sustancias inorgánicas como fuentes de nutrición quimio-autótrofa, surgió la fotosíntesis hace 2400 millones de años, proceso biológico que utiliza la energía visible del Sol para combinar en los cloroplastos de la cianobacterias el bióxido de carbono aportado por la atmósfera y el agua, para producir carbohidratos –alimento y fuente de energía- y la liberación a la atmósfera de oxígeno. Este, inicialmente oxidó a los metales de los océanos y de la corteza terrestre y tal vez hace 2000 millones de años se liberó a la atmósfera. Dada la intensa reactividad química del oxígeno, probablemente oxidó al metano emitido al aire por los volcanes y por la respiración anaeróbica de los microorganismos, además, por el proceso de fotosíntesis redujo la cantidad de bióxido de carbono, procesos que probablemente contribuyeron a la primera glaciación registrada hace 2000 millones de años, dado que ambos gases son de efecto invernadero.

c). Factores cósmicos. El Sol y su familia de planetas se mueven alrededor de la Vía Láctea y tardan 226 millones de años en completar la órbita, a una velocidad de 217 kilómetros/segundo. En su trayectoria pasa por  lugares muy densos de materia –cometas, meteoritos, asteroides, etc.-, al parecer cada treinta millones de años, períodos en los que existe mayor probabilidad de colisión ´con objetos cósmicos, tal vez eso fue lo que sucedió hace 65 millones de años cuando un meteorito de 10 kilómetros de diámetro impacto sobre la Tierra y extinguió a los dinosaurios.

En la siguiente imagen se muestra el movimiento del Sol y su familia de planetas alrededor de la Vía Láctea.

Imagen 2. Órbita del Sol y su familia alrededor de la Vía Láctea

Relacionados con los factores cósmicos están los factores astronómicos, entre los que destacan la órbita de la Tierra alrededor del Sol, la cual varía de elíptica a circular por lo menos cada 100,000 años. El cambio cíclico de la órbita implica cambios climáticos, ya que en una órbita elíptica como la actual, por la geometría de la elipse, hay épocas en las que la Tierra está más cerca del Sol y recibe más energía y también hay períodos en los está más lejos del Sol en los que recibe menor energía. Estos acercamientos y alejamientos provocan cambios climáticos que afectan el desarrollo de los organismos vivos. También, la inclinación del eje terrestre respecto al plano de la eclíptica cambia cada 41,000 años, de 21.5 – menor energía- a 24.5 ° -mayor energía-,  impactando en el clima. Además, está la precesión que se repite cada 22,000 años y consiste en el "cabeceo" que se produce por la rotación de la Tierra, lo que implica que en algunos períodos esté más orientada hacia el Sol y en otros no. Los tres factores astronómicos se combinan para generar cambios climáticos, al parecer son los que están detrás de las últimas edades del hielo.

En la imagen que sigue se observan los factores astronómicos estudiados por el astrónomo Milankovitch.
Imagen 3. Ciclos astronómicos de Milankovitch


Así pues, al parecer son los factores cósmicos, astronómicos y ambientales, los que más han contribuido a la extinción repentina de las especies biológicas y no tanto la competencia y la sobre-vivencia derivada de la selección natural, como lo plantea Darwin. Pero, las extinciones han sido "masivas" solo para las especies adaptadas al ambiente, porque deben haber existido otras especies vivas que no habían alcanzado su clímax y son las que sobrevivieron a las extinciones y las relevaron, ya las nuevas especies biológicas no pudieron haberse originado de la nada.


5. Conclusiones

Las contradicciones internas son las que mueven a la materia. En el caso de la materia viva, es la contradicción anabolismo vs catabolismo, inherente al metabolismo la que mueve a la vida. Si la contradicción cesa el organismo vivo muere.

El conocimiento biológico confirma un principio universal de todas las ciencias: se mueve de la apariencia -inmutabilidad o inmovilidad- de las especies vivas a la esencia -evolución o movilidad- de los organismos vivos. Es la contradicción entre apariencia y esencia, la que mueve al conocimiento científico.

La evolución es una propiedad general de los seres vivos que no está a discusión y se deduce de la ley universal del tránsito recíproco de la cantidad a la cualidad, que opera en toda la materia del universo, además, las evidencias empíricas aportadas por la paleontología y la geología la confirman. El mismo Darwin aportó muchas evidencias recopiladas en su extenso y prolongado viaje por el Mundo de 1831 a 1836.

El movimiento en general es la unidad de la cantidad y la cualidad; es decir, se trata de un proceso contradictorio inseparable, que trasladado al movimiento biológico, se traduce como la unidad contradictoria indisoluble entre evolución y revolución ya que un contrario no puede existir sin su contra-parte. En este sentido la teoría de la evolución darwinista es unilateral, ya que se reduce a un aspecto del desarrollo biológico: la evolución. En realidad las evidencias geológicas y paleontológicas, confirman los cambios repentinos, que separan las distintas eras y períodos geológicos y, son resultado de la acumulación gradual de cambios evolutivos, que culminan en saltos bruscos o revolucionarios; por consiguiente, el movimiento biológico es la unidad contradictoria entre evolución vs revolución.

Las evidencia geológicas y paleontológicas, confirman que el movimiento biológico, no solo es evolutivo, sino también revolucionario. En este sentido, es importante plantear el desarrollo biológico, como una teoría integral, que engloba tanto a la evolución como a la revolución  de las especies vivas, ya que toda especie nueva, es una revolución biológica, resultado de la acumulación gradual de cambios evolutivos que culminan con una nueva cualidad. Así pues, el movimiento -desarrollo- biológico es la sucesión contradictoria de la evolución y la revolución de los organismos vivos.

El movimiento de la materia en general y el movimiento biológico en particular no son lineales, en realidad, tienen un carácter cíclico derivado de su carácter contradictorio. Tiene que producirse la doble negación, para retornar al punto de partida, pero a un nivel superior. La diferencia es temporal: la materia inorgánica la duración tarda miles y hasta millones de años en completar sus ciclos, tal como sucede con las estrellas, planetas, rocas, etc.; en cambio la materia viva, sus ciclos tienen menor duración. Además, el carácter cíclico del movimiento de la materia implica, que el desarrollo de la materia y en particular los organismos vivos, se mueve de lo simple a lo complejo y de lo inferior a lo superior.

La doctrina de la evolución es producto del contexto histórico en el que fue formulada, caracterizado por el predominio del paradigma Uniformista en la geología, paradigma que concebía los procesos naturales como resultado de eventos graduales de larga duración. Este paradigma trasladado a la Biología se convirtió en la Teoría de la Evolución. La polémica está en la causa de la evolución. Darwin la explicó, a través de la selección natural, por analogía a lo que sucede en la sociedad deducida de la obra de Robert Malthus: Ensayo sobre la población (1798), en la que planteaba que la población aumenta a mayor ritmo que los medios de subsistencia, razón por la cual se produce una lucha por la existencia en la que sobrevive el más apto.

Las extinciones masivas y las de menor extensión y duración que se han presentado en la historia de la Tierra, todas han tenido como causas más probables la interacción con factores cósmicos -cometas, asteroides, meteoritos-, tectónica de placas -súper continentes, mega océanos y vulcanismo-, biológicos -fotosíntesis y astronómicos -ciclos de Milankovitch-; más que con la lucha por la existencia como lo considera la Teoría de la selección natural.


6. Bibliografía

Afanasiev V. 1990. Fundamentos de filosofía. Editores Unidos. México, D.F.

Arzuaga Juan Luis. 2009. El reloj de Mr. Darwin. Ediciones Temas de hoy. Madrid, España.

Darwin Carlos. 1859. El origen de las especies. Editorial Porrúa. Novena Edición (2004). México, D.F.

Hegel Federico. 1807. Fenomenología del espíritu. Fondo de Cultura Económica (1994). México, D.F.

Hegel Federico. 1812-1816. Ciencia de la Lógica. Ediciones Solar S.A. (1968). Buenos Aires, Argentina.