viernes, 22 de julio de 2016

LA LUCHA POLÍTICA EN MÉXICO

LA LUCHA POLÍTICA EN MÉXICO
Valentín Vásquez
Oaxaca, México
valeitvo@yahoo.com.mx

1. Introducción

El interés de este escrito surgió como consecuencia de los resultados de las elecciones en 12 Estados del país realizadas el 5 de junio del presente año. De las 12 gubernaturas disputadas, el Partido Acción Nacional –PAN- resultó ganador en 7 –tres en alianza con el Partido de la Revolución Democrática- PRD- y el Partido Revolucionario Institucional –PRI- ganó en 5.

Es evidente que el partido mejor posicionado electoralmente fue el PAN en comparación con el PRI. El PRD fue el gran perdedor, no ganó ninguna gubernatura con candidato propio.

Desde 1982 cuando se produjo un viraje en la política económica: el paso de una política de apoyo a la industrialización del país -a través de la sustitución de importaciones y subsidios por medio de las empresas del Estado, dando como resultado un crecimiento económico promedio de 6%-, a una política basada en el libre mercado que alteró negativamente la estructura productiva de México y una mayor desigualdad social. Por una lado, una minoría que concentra el grueso de la riqueza del país y por el otro la mayoría de la sociedad que se encuentra hundida en la pobreza. Fue el PRI el que inició la actual política económica que ha devastado económicamente y socialmente al país. En el año 2,000 se produjo la alternancia partidaria en el gobierno federal: El PAN relevó al PRI. El nuevo gobierno representado por Vicente Fox en la presidencia, continuó con la misma política económica que ha profundizado la desigualdad social en México. En el 2006 con el triunfo de Felipe Calderón el PAN continuó en el gobierno y prosiguió con la misma política neoliberal.

Es evidente que tanto el PRI como el PAN coinciden en la implementación del mismo programa de gobierno: la economía de libre mercado, en la que se privilegia el papel de la empresa privada en detrimento de la intervención del Estado, cuyos resultados profundizaron la desigualdad social existente. Es decir, no existe diferencia programática entre el PRI y el PAN, ambos coinciden en el programa neoliberal, por consiguiente, no hay oposición entre los dos partidos, en realidad se trata de dos organizaciones que son expresiones políticas de una minoría oligárquica que es la que decide el rumbo económico y político del país.

Después de dos sexenios panistas sucesivos, en el 2012 el PRI recuperó la presidencia de la república y como era de esperarse continuó con la misma política y la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo, de tal forma que los principales problemas sociales del país es la enorme desigualdad social que viene heredada desde época colonial, tal como lo Humboldt observó en su visita a México en 1803 y lo documentó en su libro publicado en 1808, así como la corrupción reinante, presente también desde la dominación española como lo refiere  Alamán (1808) en la que se involucra al propio Virrey Iturrigaray; problemas que siguen vigentes en la actualidad, a pesar de las política de desarrollo social implementadas por los gobiernos y leyes "anticorrupción".

Dada la enorme desigualdad social –mayor concentración de la pobreza en una minoría y pobreza extrema de la población- y los problemas colaterales que genera –delincuencia, protestas, robos, etc.- los ciudadanos, buscarán una opción política diferente a las tradicionales –PAN, PRI y PRD-, ya que las tres organizaciones partidarias convergieron en el Pacto por México, en el que se pactaron las reformas estructurales de naturaleza neoliberal y luego avaladas por el Congreso. En este sentido, la nueva opción política puede ser MORENA, la nueva organización política creada en el 2014 y que a pesar de no haber obtenido ningún triunfo en las 12 gubernaturas que se eligieron en las pasadas elecciones, tuvo un avance significativo, de tal forma que se convirtió en la tercera fuerza electoral en el país. En un escenario electoral en el que el PRI se encuentra debilitado y el PRD prácticamente liquidado y si MORENA sigue creciendo en las preferencias electorales de los ciudadanos y se transforma en un peligro para la minoría oligárquica que detenta la riqueza en México, no se descarta la alianza entre el PAN y el PRI para cerrarle el paso en las elecciones federales del 2018. Con alianzas y sin ellas, si el PAN triunfa en las próximas elecciones presidenciales se darían otros seis años de continuidad de la política neoliberal y la desigualdad social se tornaría extrema.

Ante la situación descrita, es importante el voto razonado de los ciudadanos. Para esto se requiere que la gente comprenda la naturaleza política de los principales partidos políticos en México y las políticas económicas –programas- que han implementado, especialmente los que han gobernado al país en el ámbito federal, que es donde deciden las políticas públicas a nivel país. A lo anterior está dedicado el presente escrito.


2. Antecedentes

2.1. Conquista

El sistema político moderno está formado por los poderes: ejecutivo, legislativo y judicial; por los partidos políticos; y, por el Estado.

El sistema político apareció desde que las sociedades comunitarias, resultado del desarrollo de la producción y en particular las relaciones mercantiles las carcomieron desde su interior, para generar la propiedad privada de los más importantes medios de producción: la tierra y el ganado, en el período de la historia económica del mundo, conocido como Neolítico hace 10,000 años, proceso económico que escindió a las comunidades tribales basadas en la propiedad comunal de la tierra en sociedades clasistas, aparecidas desde hace unos 1,000 años antes de Cristo, destacando particularmente Grecia y Roma.

En México durante miles de años, desde antes de Cristo hasta la llegada de los españoles en 1519, existieron las sociedades comunitarias cimentadas en la propiedad comunal de la tierra; las principales que sobrevivían –Azteca, Maya, Mixteca, Zapoteca, etc.- transitaban hacia una sociedad esclavista, proceso que fue truncado por la conquista española en 1521.

2.2. Colonia

La naturaleza esencialmente feudal de la sociedad española al momento de la conquista y su posterior consolidación con la misma, contribuyó a desarrollar el modo de producción feudal en la Nueva España.

Las clases fundamentales que caracterizaron a la época colonial en México fueron: los hacendados feudales y la Iglesia, quienes se habían apoderado de las tierras comunales de las comunidades nativas, a través de medios legales e ilegales –muchas veces en forma violenta-; cuya contra-parte eran los campesinos siervos que trabajaban la tierra en sus diversas modalidades: peones acasillados, aparceros, medieros, etc.

El poder político estaba representado principalmente por el Virrey, la Audiencia –justicia- y el Estado, quienes estaban al servicio principalmente de la clase económicamente dominante: los hacendados y la Iglesia.


3. Lucha política de la Independencia a la Revolución de 1910-1917

Durante toda esta etapa de la lucha, se puede decir que propiamente no existían los partidos políticos con su programa, línea política y organización –estatutos-, a pesar que en el Porfirismo se formaron partidos anti reeleccionistas, pero solo en la coyuntura electoral por lo que posteriormente desaparecían. Lo mismo puede decirse del período 1916-1928, en el se crearon partidos políticos –Partido Liberal Constitucionalista, Partido Nacional Cooperativista,  Partido Nacional Agrarista y Partido Laborista Mexicano- no solo para la coyuntura electoral, sino como grupos de presión contra el gobierno, para el logro de concesiones políticas y sociales, que también declinaron como organizaciones políticas.

El rasgo distintivo de toda esta época histórica es que la lucha política se desenvolvió en el marco de la lucha legal, pero una vez agotada se recurrió a la fuerza de las armas para acceder al poder político.

3.1. Lucha política durante la Revolución de Independencia

En el seno de feudalismo colonial, se abría paso el capitalismo, representado principalmente, por los comerciantes, rancheros e incipiente burguesía industrial con su contra-parte el proletariado concentrado en la industria minera y textil, también bajo el dominio de la clase dominante. La desigualdad social se hizo insostenible tal como lo documentó Humboldt  (1808), a tal grado que estalló la Revolución de Independencia, cuyos protagonistas principales por un lado, fueron la clase poseedora de los medios de producción –hacendados aliados al clero- apoyados por el gobierno y el Estado virreinal, básicamente el ejército realista- y; por el otro, los campesinos pobres y obreros –principalmente mineros- liderados por los insurgentes: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, José María Morelos, Vicente Guerrero, Juan Álvarez, etc.

El escenario principal en el que inició la Revolución de Independencia en 1810 fue el Estado de Guanajuato, no por casualidad sino por necesidad, ya que se trataba de un Estado en el que el capitalismo se había desarrollado relativamente, sobre todo en la industria minera y en las haciendas para proveer de alimentos a la ciudad de Guanajuato –capital- y ciudades circunvecinas. Luego se extendió a los Estados  de Michoacán y de Jalisco en el fue derrotado el ejército insurgente en la batalla de Puente de Calderón cerca de Guadalajara la capital. Ante esta situación, el grupo dejó Guadalajara y se dirigió al norte y en Coahuila –Acatita de Baján- fueron traicionados y apresados los principales dirigentes, entre ellos Hidalgo y Allende, quienes fueron fusilados en 1811.

La lucha por la Independencia  la prosiguió Morelos junto con Vicente Guerrero, Juan Álvarez, Hermenegildo Galeana y los hermanos matamoros en los Estados de Guerrero y Puebla; hasta que Morelos fue apresado y fusilado en Ecatepec- hoy Estado de México-,  con lo que termina la fase popular de la Revolución de Independencia.

Posteriormente los insurgentes que sobrevivieron, principalmente Vicente Guerrero y Juan Álvarez resistieron a través de tácticas guerrilleras en el Estado de Guerrero hasta 1821, cuando los realistas encabezados por Agustín de Iturbide –antiguo realista-, ante el peligro que representaban los intereses de los grandes hacendados y la Iglesia, por el impacto de la reformas capitalistas que se implementaban en España desde 1820, pactó en 1821 con Guerrero una Independencia condicionada para proteger los intereses de la clase dominante. Así pues, por la dialéctica del movimiento de Independencia, una Revolución popular se transformó en una contrarrevolución  de las élites económicas de la Nueva España.

3.2. Lucha política durante la Revolución de Reforma

A pesar de las limitaciones de la Independencia, esta desbrozó el camino para el surgimiento del capitalismo naciente, de tal forma que después de un período de transición –“Anarquía”- para mediados del siglo XIX, estalló la Revolución de Reforma, cuyas clase capitalista estaba representada principalmente por los rancheros, incipiente burguesía industrial y comerciantes liderados los liberales. En cierto sentido la Revolución de Reforma fue la continuación de la tendencia revolucionaria de la Revolución de Independencia derrotada por los realistas en su primera etapa,  ahora conservadores representantes de los hacendados e Iglesia.

Los intereses de la naciente burguesía no solo chocaban contra los intereses de la vieja clase de terratenientes feudales e Iglesia, también entraron en confrontación con el monopolio territorial de las tierras comunales de las sociedades indígenas que impedían la libre circulación de mercancías. Así, el ataque contra las tierras de las comunidades indígenas inició con la Ley Lerdo de 1856, en la que se decretaba la compra-venta de las tierras comunales a los arrendatarios, lo que en los hechos significaba su privatización, proceso que fue ratificado en la Constitución de 1857.

En el fragor de la lucha militar entre conservadores y liberales en 1859, el Presidente Juárez decretó la nacionalización de los bienes de la Iglesia, medida esencial para la derrota militar de los conservadores en al siguiente año en 1860.

En síntesis, la Revolución de Reforma se trató en esencia de una revolución burguesa que establecía las condiciones para el origen incipiente del capital industrial y con sus medidas –principalmente nacionalización de los bienes de la Iglesia y la privatización de las tierras comunales-, convertía a la tierra como principal medio de producción en propiedad de la clase triunfadora y al mismo tiempo transformaba a los comuneros indígenas en mercancías que el capitalismo exigía.

La Revolución de Reforma cerró un capítulo en la historia política del país, pero dada la bancarrota financiera de México, el Presidente Juárez se vio obligado a decretar una moratoria en el pago de la deuda externa, medida que trajo como consecuencia la invasión francesa en 1862, iniciando así una guerra de liberación nacional que se prolongó hasta 1867, cuando el ejército francés apoyado por el ejército conservador fueron derrotados.

3.3. Porfirismo

Con la derrota de la intervención francesa, aparentemente el país retornaba a la normalidad, no obstante, aparecieron contradicciones en el interior del grupo liberal, diferencias que se agudizaron con la muerte de Juárez en 1872 y concluyeron con el golpe militar perpetrado por Porfirio Díaz para derrocar al Presidente Sebastián Lerdo de Tejada en 1876.

Con el golpe de Estado se inicia una nueva etapa en la historia política del país conocida como Porfirismo. Este representó la profundización de las medidas liberales burguesas y sobre todo las medidas anti-campesinas implementadas en las Leyes Agrarias de 1883, 1890 y 1894, con las que dio el tiro de gracia a las comunidades indígenas; pues, con esas reformas el campesinado no tuvo ninguna defensa y sus tierras acaparadas en poder los hacendados. En este sentido, García de León (1988) afirma que los hacendados y compañías deslindadoras, conjuntamente poseían en 1910 en números redondos 168 millones de hectáreas (84%) del territorio nacional; y, el resto de 32 millones  de hectáreas (16%) estaban repartidas  entre propietarios extranjeros o mexicanos ausentistas, pequeños propietarios, comunidades indígenas y fundos legales.

La concentración de tierras para 1910 se muestra en el siguiente cuadro:
Cuadro 1. Haciendas y ranchos en México
Año
Ranchos
Haciendas
1877
14705
5869
1900
32557
5932
1910
48633
8431
Fuente: Jürgen (1979).

Así pues, es evidente la enorme desigualdad en la distribución de las tierras, por un lado una minoría de hacendados y Compañías Deslindadoras conjuntamente detentaban el 84% de las tierras; y el 16% restante, repartido entre muchos propietarios y la mayoría formada por campesinos pobres. La desigualdad socioeconómica no se restringía a las zonas rurales, también se extendía a los trabajadores de las ciudades.

3.4. Lucha política en la Revolución Democrático-burguesa de 1910-1917

Junto con la enorme desigualdad social entre ricos y pobres, en el seno de la burguesía surgieron contradicciones. Así, algunos hacendados principalmente del Norte donde las relaciones capitalistas se habían desarrollado aceleradamente empezaron a interesarse por invertir sus capitales en la industria, pero en la práctica chocaron con los intereses del capital extranjero, que tenía enormes privilegios concedidos por el gobierno de Díaz. La situación era ya insostenible para 1910, por lo que la burguesía agrario–industrial representada por Madero al agotar las posibilidades legales de acceder al poder político, tuvo que recurrir a la lucha armada en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. En su Plan de San Luis, Madero planteó claramente su programa de lucha al establecer como principal demanda política el derrocamiento de Díaz, expresada en su lema: “Sufragio Efectivo No Reelección” y para lograrlo requería el apoyo de los campesinos, por lo que en el artículo 3 de su Plan considera la restitución de tierras como demanda legítima de los campesinos pobres. La incorporación de la restitución de tierras a los campesinos pobres en  su programa, la hizo como una medida estratégica para atraer a su lucha al movimiento campesino, ya que su intención era eminentemente política y se conformaba únicamente con el relevo de la camarilla porfirista del gobierno y con ello solucionar –según él- solucionar  automáticamente todos los problemas sociales y económicos con la sola conquista de la libertad política. Así lo confirma Montalvo (1988) en la Historia de la Cuestión Agraria Mexicana en la que lo cita, cuándo menciona que para 1912: “Se ha pretendido que el objeto de la Revolución de San Luis fuese resolver el problema agrario; no es exacto: la Revolución de San Luis fue para reconquistar nuestra libertad, porque la libertad sola resolverá de por sí todos los problemas”. Además, sus intereses económicos en la agricultura y la industria le impedían avanzar hacia una profunda transformación socio-económica, como lo prueba la siguiente información proporcionada por Jürgen (1979): “La familia Madero que jugó un papel muy decisivo en la primera etapa de la Revolución, es representativa de esta clase de latifundistas progresistas. Aparte de dedicarse a la producción de algodón, la familia Madero era activa en la industria textil, empezó con la producción y transformación de caucho, fundó el primer banco en la frontera norte, poseía viñas extensas y una serie de lugares de vinos. Cuando se descubría cobre en sus tierras, ella misma emprendía la extracción y para no depender de las empresas extranjeras, construyó hornos propios de fundición que figuraban dentro de las empresas industriales más importantes de México. Su actividad económica independiente no solamente involucró a los Madero en el conflicto de intereses con el Estado de Díaz y los “Científicos”, en cuya política no tenían ninguna influencia, sino también con el capital extranjero, especialmente con el Trust norteamericano Guggenheim y su American Smelting and Refining Company. La enemistad de Guggenheim contra la Familia Madero se ve claramente en que el embajador norteamericano en México, Henry Lane Wilson, quien desempeñó su cargo gracias a este Trust, participó decisivamente en las preparaciones del golpe militar contrarrevolucionario del año de 1913 contra el presidente burgués Francisco I. Madero y de su asesinato”.

Al igual que Madero, Carranza pertenecía a la clase de los grandes hacendados en el Norte del país y por su posición de clase no era partidario de una revolución social, sólo se circunscribía a medidas políticas que no afectaran sus intereses económicos de clase.

La Revolución iniciada en 1910 producto de las contradicciones entre dos fracciones de la burguesía: una muy reducida, poseedora del poder político a través de Porfirio  Díaz  sometida  al capital extranjero con intereses en la minería (metales industriales), ferrocarriles y cultivos de exportación; otra, formada por hacendados inconformes que incursionaban en la industria encabezados, primero por Madero y después por Carranza.

El desplazamiento de los capitales nacionales por el capital extranjero, junto con una reducida oligarquía nacional apoyados por la dictadura de Díaz; el empeoramiento de las condiciones de vida de los campesinos pobres, como consecuencia de la aparición del capitalismo durante   la   Reforma encabezada   por  Juárez (1856–1860) y particularmente durante el Porfiriato (1876–1910), cuando los comuneros indígenas fueron despojados de gran parte de sus tierras con lo que se convirtieron en mano de obra “libre” en las haciendas en condiciones deplorables; así como la inconformidad de los obreros, principalmente en las minas de Cananea Sonora y textiles en Río Blanco Veracruz, como lo prueban las huelgas de 1906 y 1907 respectivamente; condiciones que conjuntamente contribuyeron para el surgimiento de la Revolución.

La derrota –asesinato- de Madero originó el levantamiento de Carranza, que al igual que aquel sus demandas eran de carácter político, como era la destitución de Huerta y respeto a la Constitución burguesa de 1857.

Con la caída de Huerta en 1914 había sido derrotada la vieja burguesía porfirista. Para Carranza y Obregón la lucha había terminado, pero para los campesinos pobres, sólo había terminado una etapa y proseguía la siguiente consistente en el reparto de las tierras de las haciendas. Fue en esta nueva fase de la Revolución cuando estallaron las contradicciones de clase: por un lado se encontraba la burguesía agraria encabezada por Carranza aliada con la clase media –rancheros, políticos municipales, capataces, tenderos y maestros de escuela- representada por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles (1994); por el otro, los campesinos pobres, básicamente zapatistas, compuestos principalmente por pequeños propietarios, comuneros indígenas y aparceros que luchaban contra los hacendados para recuperar sus tierras.

El villismo estrictamente no se trató de un movimiento campesino, pues estuvo formado por vaqueros, pastores, mineros, ferrocarrileros y braceros; que por sus intereses coincidían más con los zapatistas, como quedó demostrado en la reunión de Xochimilco entre Villa y Zapata a fines de 1914. Sin embargo, su debilidad política no les permitió articular un proyecto –programa- nacional que expresara sus intereses para orientar sus luchas en forma independiente de la burguesía, lo que repercutió posteriormente en su derrota militar, primero de Villa y luego de Zapata. No fue su falta de heroísmo y valor lo que los llevó a la derrota, más bien hizo falta la presencia de una clase obrera más desarrollada, capaz de elaborar una alternativa programática y organizativa independiente de la burguesía, para arrastrar a los villistas y zapatistas a la lucha contra sus enemigos de clase liderados por Carranza y Obregón. Por el contrario, los contingentes obreros fueron “arrastrados” a las posiciones de la burguesía y organizados en los “Batallones Rojos” colaborando militarmente con Obregón para luchar en contra  del ejército de Francisco Villa en 1915.

La posición de clase de Madero y de Carranza impidió en el inicio de la Revolución la incorporación en sus programas el reparto de tierras a los campesinos y el mejoramiento de las condiciones de los obreros en las empresas, pero en el fragor de la lucha y para evitar que rebasaran los marcos del capitalismo, se vieron obligados a considerar algunas demandas, especialmente la restitución de tierras en la Ley Agraria del 6 de enero de 1915.

A pesar del triunfo del proyecto de la burguesía agrario–industrial en 1917, el desenvolvimiento de la lucha obligó a la fracción capitalista vencedora a incorporar los intereses de los obreros y campesinos pobres, expresados en los artículos 123 y 27 Constitucionales respectivamente, artículos que sirvieron de programa a los posteriores gobiernos para reglamentar las relaciones obrero–patronales y el reparto de tierras. Con la Promulgación de la Constitución en 1917 culmina la Revolución Democrático-Burguesa de 1910-1917, caracterizada así por la significativa participación de las masas populares y la ratificación de sus demandas sociales quedaron plasmadas en la Nueva Carta Magna.


4. Lucha política pos-revolucionaria

Con la institucionalización de la Revolución de 1910-1917 y particularmente con la creación del Partido Nacional Revolucionario en 1929 la lucha política por el gobierno se restringió a la lucha electoral partidaria, condición que se ha extendido hasta la actualidad, excluyendo hasta el presenta la vía armada como medio para conquistar el gobierno y el poder político –Estado-.

4.1. Contexto en el que surgen los partidos políticos actuales

La nueva Constitución, más que una norma de convivencia social, se convirtió en un programa de reformas sociales, económicas y políticas de los nuevos gobiernos, cuya realización estuvo y está condicionada por la correlación de fuerzas de las organizaciones políticas contendientes. Así, desde de 1917, durante los gobiernos de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, el reparto agrario de los latifundios –haciendas- fue mínimo, ya que solo se hizo para controlar la inconformidad del movimiento campesino, ya que los tres gobiernos, no eran partidarios del reparto agrario, por el contrario, estaban convencidos que la propiedad privada era la base del desarrollo de la agricultura. Con lo que respecta al movimiento obrero, dichos gobiernos impulsaron su organización, pero para controlarlo y someterlo a los intereses del sistema.

4.2. Partido Nacional Revolucionario (PNR)

En el aspecto político, dada la dispersión de las fuerzas políticas leales al gobierno, éste impulsó su unidad, a través de la fundación de un nuevo partido político: El Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, organización política oficial para encauzar la lucha electoral a favor del gobierno, caracterizado desde su creación por sus acciones en contra de los intereses de los trabajadores.

Como abanderado del Partido Nacional Revolucionario Lázaro Cárdenas en 1934 triunfa como candidato a la Presidencia de la República, y dado que la estructura agraria seguía siendo en lo fundamental igual a la época porfirista: existencia de las haciendas, con sus relaciones laborales pre-capitalistas y la presencia del capital extranjero como propietario de las industrias estratégicas para el desarrollo del país, como la extractiva –minerales y petróleo- y los ferrocarriles. Tanto la vieja hacienda con sus rasgos pre-capitalistas, como la presencia del capital extranjero en áreas estratégicas de la economía, obstaculizaban el desarrollo industrial del país, por lo que era necesario eliminarlos; tarea realizada por el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) amparado en la Constitución de 1917. Concretamente, emprendió una profunda Reforma Agraria Integral –asesoría técnica y financiamiento-, que destruyó a la vieja hacienda heredada del Porfirismo con sus rasgos pre-capitalistas -peones "acasillados" y tiendas de raya-, que frenaban el desarrollo de la agricultura y la nacionalización de los ferrocarriles (1937) y el petróleo (1938). Además, el 1938 a iniciativa del Presidente Cárdenas el Partido Nacional Revolucionario (PNR) se transformó en Partido de la Revolución Mexicana.

4.3. Partido Acción Nacional (PAN)

De ideología clerical-conservadora el PAN fue la respuesta política a las radicales reformas económicas cardenistas de naturaleza popular, principalmente el reparto agrario, la nacionalización del petróleo y los ferrocarriles, así como la educación socialista.

4.4. Partido Revolucionario Institucional (PRI)

Manuel Ávila Camacho candidato del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) triunfó en las elecciones de 1940 y en enero de 1946 por su iniciativa el PRM se transformó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Este es el Partido del Estado, al igual que sus antecesores: PNR y PRM, y desde entonces de sus filas han salido los gobiernos de la mayoría de los gobiernos de sus tres niveles.

Las reformas implementadas durante el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), principalmente la nacionalización del petróleo y los ferrocarriles, así como la liquidación de la vieja hacienda latifundista heredada del Porfirismo con fuertes resabios pre-capitalistas –peonaje por deudas y tiendas de raya--, sentaron las bases económicas para el desarrollo de una agricultura capitalista que aportara las materias primas y el aporte de divisas para el desarrollo del capitalismo industrial y financiero, durante el período de 1940-1970. El triunfo del capitalismo industrial y financiero implicó la derrota y control del movimiento popular por parte del Estado, a través de la represión e imposición –“charrismo”- de dirigentes afines al gobierno y empresarios privados en los principales sindicatos: ferrocarrileros (1948), petroleros (1949) y mineros (1951). En 1958-1959, resurgió el movimiento popular, siendo el ferrocarrilero el más importante en su lucha por rescatar a su gremio del control oficial, pero fue reprimido y derrotado violentamente.

El desarrollo del capital industrial y financiero fue acompañado por la activa participación del Estado en la economía, mediante la creación y adquisición de empresas, no para desplazar a la empresa privada, sino para apoyarla, a través de precios bajos de los bienes y servicios públicos. El mayor número de empresas estatales se formó durante los gobiernos de Luis Echeverría (1970-1976) y López Portillo (1976-1982), período que coincide con la crisis del capitalismo industrial y financiero. La crisis también explica, el hecho de que muchas empresas del Estado, fueron producto de la adquisición de empresas en difícil situación financiera, para salvarlas de la quiebra.

Para 1970 en el marco de la crisis mundial del capitalismo, el capitalismo industrial y financiero entra en crisis. Esta favorece la consolidación del capital financiero, ya que es en ésta década cuando se produce la concentración y la centralización del capital financiero con la creación de la banca múltiple o universal. Con esta se genera un mayor entrelazamiento del capital financiero con las empresas industriales y de servicios.

En el ambiente de crisis se produce la confrontación del gobierno con el capital financiero, dando como resultado la creación del Consejo Coordinador Empresarial (1975), organización política-empresarial para enfrentar a la política económica de Luis Echeverría, particularmente al Estado “empresario”, confrontación que culmina con la nacionalización de los bancos en 1982.

Conforme se desarrolla el capitalismo: del industrial al financiero (1940-1982) se produce la concentración de la riqueza en un reducido número de empresarios, a tal grado que antes de la nacionalización de los bancos en septiembre de 1982, un reducido número de grupos financieros –alrededor de 26- conforman una verdadera oligarquía financiera  que concentra la riqueza, contrastando con la extensión de la pobreza en sectores cada vez más amplios de los trabajadores.

4.5. Partido de la Revolución Democrática (PRD)

En el contexto de la enorme desigualdad económica y social, el Frente Democrático Nacional –conglomerado de varias organizaciones y corrientes- lanzó a Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato presidencial en las elecciones federales de 1988. Los resultados fueron muy cuestionados. La mayoría de organizaciones aliadas en el Frente Democrático Nacional, decidieron crear el Partido de la Revolución Democrática en 1989.

En el año 2,000 se produjo la alternancia partidaria en el gobierno federal: El PAN relevó al PRI. El nuevo gobierno representado por Vicente Fox en la presidencia, continuó con la misma política económica que ha profundizado la desigualdad social en México. En el 2006 con el triunfo de Felipe Calderón el PAN continuó en el gobierno y prosiguió con la misma política neoliberal.

Es evidente que tanto el PRI como el PAN coinciden en la implementación del mismo programa de gobierno: la economía de libre mercado, en la que se privilegia el papel de la empresa privada en detrimento de la intervención del Estado, cuyos resultados profundizaron la desigualdad social existente. Es decir, no existe diferencia programática entre el PRI y el PAN, ambos coinciden en el programa neoliberal, por consiguiente, no hay oposición entre los dos partidos, en realidad se trata de dos organizaciones que son expresiones políticas de una minoría oligárquica que es la que decide el rumbo económico y político del país.

Después de dos sexenios panistas sucesivos, en el 2012 el PRI recuperó la presidencia de la república y como era de esperarse continuó con la misma política y la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo, de tal forma que el principal problema social del país es la enorme desigualdad social que viene acumulándose desde la época de la colonia, a pesar de las política de desarrollo social implementadas por los gobiernos.

Dada la enorme desigualdad social –mayor concentración de la pobreza en una minoría y pobreza extrema de la población- y los problemas colaterales que genera –delincuencia, protestas, robos, etc.- los ciudadanos, buscarán una opción política diferente a las tradicionales –PAN, PRI y PRD-, ya que las tres organizaciones partidarias convergieron en el Pacto por México, en el que se pactaron las reformas estructurales de naturaleza neoliberal y luego avaladas por el Congreso. En este sentido, la nueva opción política puede ser MORENA, la nueva organización política creada en el 2014 y que a pesar de no haber obtenido ningún triunfo en las 12 gubernaturas que se eligieron en las pasadas elecciones, tuvo un avance significativo, de tal forma que se convirtió en la tercera fuerza electoral en el país. En un escenario electoral en el que el PRI se encuentra debilitado y el PRD prácticamente liquidado y si MORENA sigue creciendo en las preferencias electorales de los ciudadanos y se transforma en un peligro para la minoría oligárquica que detenta la riqueza en México, no se descarta la alianza entre el PAN y el PRI para cerrarle el paso en las elecciones federales del 2018. Con alianzas y sin ellas, si el PAN triunfa en las próximas elecciones presidenciales se darían otros seis años de continuidad de la política neoliberal y la desigualdad social se tornaría extrema.


5. Conclusiones

Las luchas políticas en la historia de México, han tenido como eje central: la conquista y destrucción del viejo poder político: el gobierno y el Estado.

Si bien es cierto que durante la Revolución y Contrarrevolución de la Independencia, los contendientes –insurgentes vs conservadores- no pertenecían formalmente a partidos políticos, pero por su contenido –lucha- sí se trató de partidos políticos, ya que como el nombre indica ambos bandos representaban a una parte de la sociedad: los realistas apoyados por el Estado estaban a favor de los intereses de los hacendados y a la Iglesia; y, los insurgentes actuaron a favor de rancheros, campesinos pobres y mineros que encarnaban con sus acciones los intereses del capitalismo naciente.

Los medios fundamentales de la Independencia fueron de naturaleza militar –lucha armada- para lograr la conquista del gobierno y del Estado.

Algo similar sucedió en la Revolución de Reforma: los liberales en su lucha contra los conservadores formalmente no se comportaron como partidos políticos, pero en los hechos actuaron así, puesto que sus acciones fueron facciosas, los liberales a favor de la incipiente burguesía industrial, comerciantes y rancheros, en contra de los conservadores, quienes actuaron en beneficio de la vieja clase dominante: los hacendados feudales, sobre todo la Iglesia, así como las comunidades indígenas.

Los medios de lucha consistieron en la combinación de la lucha electoral –que ya estaba contemplada desde la Constitución de 1824 y ratificada en la de 1857- que una agotada los contendientes recurrieron a la lucha militar –armada- para destruir al viejo gobierno así como a su Estado.

Durante el Porfirismo la Secretaría de Gobernación siguió controlando las elecciones a favor del gobierno, lo que contribuyó a sus sucesivas reelecciones des de 1884 hasta 1910. La vía electoral para acceder al poder político se agotó, por consiguiente, estalló la Revolución Democrático-Burguesa de 1910-1917, cuyos de lucha fueron de naturaleza armada para acceder al poder político.

Con la creación de los principales partidos políticos actuales –PRI, PAN, PRD y MORENA- como instrumentos para dirimir las diferencias, a través de la lucha electoral aparentemente los medios no electorales de lucha están descartados, pero hasta la actualidad en ningún momento los intereses de los poderes fácticos –grandes empresarios, medios de comunicación-, han estado en peligro real, por lo que no se excluye la posibilidad del Estado de recurrir a los golpes “blandos” –parlamentarios- cuando se pueda y recurrir a los golpes militares, cuando no le quede otra alternativa. Así lo demuestra la experiencia historia política de nuestro país.

A pesar de que las elecciones ya no las organiza la Secretaría de Gobernación y que ahora es el Instituto Nacional Electoral –INE- el que las controla; sin embargo, las estructura organizativa del INE la deciden los principales partidos políticos y estos responden a intereses de la clase que detenta el poder económico.

Los partidos políticos principales y de más antigüedad –PRI, PAN y PRD- en sus experiencias de gobierno han demostrado que están al servicio de los poderes fácticos.

La esencia de la democracia no está en la alternancia partidaria, sino en su carácter clasista. Así, el PRI y el PAN y con el Pacto por México, también el PRD, demostraron que son los instrumentos políticos de la oligarquía financiera: minoría que detenta el grueso de la riqueza nacional, contrastando la enorme pobreza en que se debate la mayoría de la sociedad –pueblo-.


6. Bibliografía

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